Zbigniew Herbert. Polonia (1924- 1998). Fué un activista contra la ocupacion nazi. Deploró tanto la opresion política nazi como la rusa. Vivió en Francia, Alemania y Estados Unidos. Es uno de los grandes poetas de Polonia. Publicó sus poemas a los 32 años. Ceslaw Milosz tradujo sus poemas al inglés. Libros: La cuerda de luz, 1956. Hermes, el perro y la estrella, 1957. Inscripción, 1969. Señor Cogito, 1974. Elementos, 1975. 18 Wierszy, 1983. Los antiguos maestros, 1984. El estudio del objeto. Un bárbaro en el jardín. El Poeta, diria: » Suscita dudas e incertidumbres y pone todo en tela de juicio. ”
MAMÁ Pensé nunca cambiará siempre me estará esperando vestida con su traje blanco y sus ojos azules en el umbral de todas las puertas siempre sonreirá al ponerse este collar hasta que de pronto el hilo se rompió y ahora las perlas hibernan en las rendijas del enlosado a mamá le gusta el café las baldosas calientes la tranquilidad se sienta ajusta sus lentes a su nariz puntiaguda lee mis versos y su encanecida cabeza desaprueba el que cayó desde sus rodillas aprieta los labios y calla y entonces una charla poco alegre bajo una lámpara que es fuente de dulzura oh pesar insoportable de qué pozos él bebe por qué clase de caminos transita su hijo nada parecido al de sus sueños lo alimenté con mi dulce leche su desasosiego le está consumiendo lo lavé con sangre caliente más tiene manos frías y ásperas lejos de tus ojos perforados de ciego amor es más fácil soportar la soledad a la semana en un cuarto frío con la garganta encogida leo su carta carta donde las letras permanecen separadas como amorosos corazones DOS GOTAS Los bosques ardían más ellos en sus cuellos enredaban sus brazos como ramos de rosas la gente corría a los refugios él decía que su esposa tenía cabellos en los que uno podía esconderse cubiertos con una sola manta musitaban impúdicas palabras la letanía de los amantes si la cosa se ponía muy fea saltaban en los ojos del otro y los cerraban con fuerza con tanta fuerza que no sintieron el fuego que alcanzaba sus pestañas hasta el final fueron audaces hasta el final fueron fieles hasta el final fueron parecidos a dos gotas detenidas al borde de la cara REGRESO DEL PROCÓNSUL He decidido regresar a la corte del emperador probaré una vez más si se puede vivir en ella podría quedarme aquí en esta provincia alejada y bajo el gobierno blando de los parientes enfermizos al regresar no tengo la intención de merecer voy a aplaudir en una proporción mesurada a sonreír por migajas a fruncir el ceño discretamente no me darán por eso la cadena dorada me basta con la de hierro He decidido regresar mañana o pasado mañana no puedo vivir entre las viñas aquí nada es mío los árboles sin raíces las casas sin fundamento la lluvia de vidrio las flores huelen a cera la nube seca clama al cielo vacío así que voy a regresar mañana o pasado de todos modos voy a regresar tendré que hacer un convenio con mi cara con mi labio inferior para que sepa contener el desprecio con mis ojos para que estén vacíos como es lo ideal y con mi barbilla la liebre de mi cara que tiembla al entrar el jefe de la guardia sólo estoy seguro de que no beberé vino con él y cuando acerque su copa yo bajaré los ojos simularé que escarbo entre mis dientes los restos de la comida por lo demás al emperador le gusta el valor cívico hasta un límite un razonable límite en realidad él es un hombre igual a cualquier otro además muy cansado por estas astucias con el veneno no puede beber a su antojo la incesante partida de ajedrez la copa de la izquierda para Druso en la de la derecha mojar los labios después beber sólo el agua no quitar los ojos de Tácito salir al jardín y regresar cuando ya vayan a llevarse el cuerpo He decidido regresar a la corte del emperador espero de verdad que de algún modo saldrá bien (Editorial Literatura de Cracovia) LLUVIA Cuando mi hermano mayor regresó de la guerra tenía sobre la frente una pequeña estrella de plata y bajo la estrella un abismo una esquirla de metralla lo hirió en Verdun o tal vez en Grüunwald (él había olvidado los detalles) solía hablar mucho en numerosas lenguas pero le costaba más que todo la lengua de la historia hasta perder el aliento les ordenaba a sus compañeros muertos que corrieran Roland Kowalski Hannibal gritaba que esta era la última cruzada que Cartago caería pronto y luego confesaba sollozando que a él no le gustaba Napoleón lo veíamos ponerse cada vez más pálido abandonado por sus sentidos se convirtió lentamente en un monumento en el pabellón musical de sus oídos penetró un bosque de piedra y la piel de su cara fue abrochada con los ciegos y secos botones de los ojos sólo le quedó el tacto cuántas historias contaba con sus manos en la derecha tenía romances en la izquierda memoria de soldados a mi hermano se lo llevaron fuera de la ciudad él vuelve cada otoño flaco y muy tranquilo no quiere entrar en la casa golpea la ventana para que yo salga paseamos por las calles y él me cuenta historias inverosímiles tocando mi cara con ciegos dedos húmedos de lluvia Traducción Rafael Cadenas