William Carlos Williams. (Rutherford, Nueva Jersey, (1883 – 1963). Doctor y Poeta. Irrumpió la escena lírica norteamericana, mezclando prosa, oraciones tomadas de la publicidad y collages. Reconocido como un poeta muy innovador. Algunos Libros: Poemas, 1909. La primavera y todo,1923. Paterson (entregas varias). Imaginaciones, 1970.
ASFÓDELO Del asfódelo, flor aún verde, como un ranúnculo sobre la horqueta del tallo, salvo que es verde y leñosa, vengo, querida, a cantarte. Juntos vivimos largamente una vida llena, si quieres así lo diré, de flores. Por eso me alegré cuando supe que también hay flores en el infierno. Hoy estoy lleno de la borrosa memoria de esas flores que los dos quisimos -aun esta pobre cosa descolorida -la vi cuando era chico- poco apreciada entre los vivos pero los muertos la ven preguntándose entre ellos: ¿Qué es lo que recuerdo y que está hecho como está hecha esta cosa? mientras nuestros ojos se llenan de lágrimas. De amor, constante amor, está hablando aunque un débil y apenas carmesí la aviva para hacerla creíble. Hay algo, algo urgente que tengo que decirte a ti, nada más a ti, pero que debe esperar mientras yo bebo la alegría de estar juntos quizá la última vez. Y así, con miedo en el pecho, me demoro y sigo hablando -por miedo a pararme. Óyeme mientras hablo contra el tiempo. No será por mucho. He olvidado y veo sin embargo con bastante claridad algo central en el cielo que ¡Un olor emana de él! ¡Un olor dulcísimo! ¡Madreselva! Y ahora llega el zumbar de una abeja y toda una marea de memorias hermanas. Sólo dame tiempo, tiempo para recordarlas antes de que deba hablar. Dame tiempo, tiempo Cuando era muchacho tenía un libro al que, de tanto en tanto, agregaba flores prensadas; luego, tras cierto tiempo, tuve una buena colección. El asfódelo, agorero, entre ellas. Te traigo resucitada, la memoria de esas flores. Eran dulces al prensarlas y retenían algo de su dulzura por largo tiempo. Es un curioso olor, un olor moral, éste que me trae cerca de ti. El color fue lo primero en irse. Tuvo que llegarme un desafío, tu querido ser mortal como yo lo era, ¡la garganta del lirio ante el colibrí! La riqueza sin fin pensé, me tiende sus brazos. Mil tópicos en un florecer del manzano. A sí misma se dio de buena gana la tierra generosa ¡El mundo entero llegó a ser mi jardín! Pero el mar que nadie cultiva también es jardín cuando el sol lo hiere y las olas despiertan. Lo vi lo mismo que tú cuando hace avergonzar a todas las flores. Además, allí está la estrella de mar endurecida por el sol y las otras hierbas y algas marinas. Sabíamos esto y lo demás acerca suyo porque nacimos junto al mar, conocimos sus setos rosa al mismo borde del agua. Allí crece la malva coral, y cuando es época las frutillas y allí, más tarde, fuimos a recoger la ciruela silvestre. No puedo decir que llegué al infierno por tu amor pero muchas veces me descubrí allí al ir en tu búsqueda. No me gustó y quise estar en el Cielo. Óyeme. No te alejes. Aprendí mucho durante mi vida, en los libros y fuera de ellos acerca del amor. La muerte no marca su fin. Hay una jerarquía que puede ser recorrida, creo, en su servicio. Su galardón: es una flor mágica; un gato de veinte vidas. Si nadie viene a ponerlo a prueba el mundo saldrá perdiendo. Ha sido para ti y para mí como el que vigila una tormenta viniendo sobre el agua. Estuvimos año tras año frente al espectáculo de nuestras vidas con las manos juntas. La tormenta desenvuelta. El relámpago juega sobre el filo de las nubes. Hacia el norte el cielo es plácido, azul en los arreboles mientras la tormenta crece. Es una flor que pronto alcanzará el máximo de su florecer. Bailábamos, en nuestras mentes, y leíamos un libro juntos. ¿Recuerdas? Era un libro serio. Y así los libros entraron en nuestras vidas. ¡El mar! ¡El mar! Siempre cuando pienso en el mar me viene a la mente la Ilíada y el yerro público de Helena que engendró el poema. De no haber sido por él no hubiera habido poema y el mundo, si hubiésemos recordado esos pétalos carmesí desparramados sobre las piedras, lo hubiera llamado simplemente asesinato. La orquídea sexual que floreció entonces enviando a tantos hombres desinteresados a sus tumbas les dejó su memoria a una raza de locos o de héroes si el silencio es una virtud. El mar solo en su multiplicidad guarda alguna esperanza. La tormenta resultó abortada pero nosotros seguimos tras los pensamientos que ella despertó para cimentar de nuevo nuestras vidas. Es la mente la mente que debe ser curada antes de la intervención de la muerte y se volverá otra vez un jardín. El poema es complejo y también el lugar que hay hecho en nuestras vidas para el poema. El silencio puede asimismo ser complejo también pero no se llega lejos con el silencio. Empieza otra vez. Es como el catálogo de naves en Homero: ocupa el tiempo. Hablo con figuras lo suficiente, los vestidos que llevas puestos también son figuras, no podríamos encontrarnos de otro modo. Cuando hablo de flores es para recordar que en un tiempo fuimos jóvenes. No todas las mujeres son Helena, ya lo sé, pero tienen a Helena en sus corazones. Querida mía: lo tienes en el tuyo, por eso te amo y no podría amarte si no fuera así, de otro modo. Imagina que ves un campo hecho de mujeres todas de un blanco-plata. ¿Qué habrías de hacer sino amarlas? ¡La tormenta estalla o se disipa! y no es el fin del mundo. El amor es algo más, o al menos así lo pensé, un jardín que se expande, aunque te conocí como mujer y nunca pensé de otra forma, hasta que el mar entero haya sido tomado y todos sus jardines. Era el amor del amor el amor que devora todo el resto, un amor agradecido, un amor a la naturaleza, la gente, los animales, un amor que engendra la gentileza y bondad que me movieron y eso fue lo que en ti yo vi. Debí haber sabido aunque no lo supe, que el lirio del valle es una flor que causa mucho mal al que la sopla. Tuvimos nuestros hijos rivales en la furiosa arremetida general. Los dejé a un lado a pesar de cuidarlos tanto como un hombre puede cuidar a sus hijos en la medida de mis luces. Tú lo entiendes tenía que encontrarte después de lo que pasó y tengo todavía que encontrarte. Amor al que también tú reverenciarás conmigo; una flor una flor muy frágil será nuestra alianza y no porque seamos demasiado débiles para actuar de otro modo sino porque en la cumbre de mi potencia arriesgué lo que debía hacer, para probar que no obstante nos amamos mientras mis huesos sudaban porque no podía gritártelo en el acto. Del asfódelo, esa flor algo verde, yo vengo, mi amor, a cantarte! Mi corazón revive cuando piensa que te trae noticias de algo que te concierne y concierne a muchos hombres. Mira lo que se hace pasar por nuevo. No lo encontrarás allí sino en los poemas despreciados. Es difícil obtener noticias de los poemas aun cuando los hombres mueren miserablemente todos los días por carecer de lo que se encuentra allí. Oyeme que también a mí me conciernen y a cada hombre que quiere morir en su cama pacíficamente reconciliado.