Verónica Volkow. Poeta, ensayista, narradora, traductora y doctora en letras. Nació en la Ciudad de México el 26 de abril de 1955. Su libro: Oro del viento, México, editorial Era, 2003. recibió el Premio: Poesía Carlos Pellicer en 2004. Litoral de tinta y otros poemas, Sevilla, editorial Renacimiento, 2006. Fue acreedor al accésit al premio Ausias March, por ser de los mejores poemarios publicados en España en 2007.
LIBERTAD A mi me gusta la libertad, viajar rodeada de horizonte, en el gran círculo sin muros andar casi volando, y desde el corazón nacerme que en sí ya es mudo e invisible vuelo, solitario impulso, no sé si afuera de lo real o en realidad adentro, o donde ya no importa porque no soy muro y fui abandonando mi peso en cada orilla. Somos ave por dentro, vuelo, y soy -no en la tierra o el fierro- soy un sueño, una múltiple ala, fuego interno. A mí me gusta la soledad y el mar y el horizonte y ese dejarse ser como una apuesta de pájaros o flor o estrella en desbanda y el amor me gusta, que a la libertad, como el de Dios, se parece. Amo la libertad, sí, que es la creación de las cosas y de leves, inexplicables razones me ilumina. OTROS TIEMPOS La voluntad no es el tiempo de las estaciones, la voluntad tiene prisa, y es como un tiempo nuevo, distinto del florecer y de los días, la voluntad se mira a sí intensamente pero no tiene ojo para las estrellas, ni el paladar del horizonte. La voluntad es su hueco, cavidades, pero no quiere saberlas, tiene los ojos del desierto pero vino a inventarle aguas a las piedra y a curarse la muerte en cada instante, espantar en el músculo el pasado. La voluntad está sola, es esforzada, extranjera a la gracia y a la interna abandonada espera; los ojos del desierto tiene que no acepta y del vacío al que ahuyenta y es tan distinta de la tierra y su arena, del atardecer y su calma. Su velocidad son mil máscaras y torres que se quieren más altas que otras torres, pero no quiere, no, el interior del hombre y lo que en él habla, en el sueño o el silencio, la herida del amor la troca en guerra, y con ira empuja, progresa. La verdad se recibe un día humilde y lento. Manos sin sueños la realidad acatan como se recibe el tiempo, las cosas que sobre la piel suceden, el dolor, la muerte y el desierto, el sabor de una historia encendido en el silencio. OTROS ÁNGELES Los ballenatos retozan y juegan de manera celestial, dice mi hermana, ángeles por descubrir en un cielo aquí en la tierra por debajo del agua. ¡Qué felicidad la este cielo en la tierra; niños brillando de amor estas bestias danzando coreografías de irreprimibles júbilos! Son candorosos gurus con morros de chevrolets y el darshan del gran amor en los ojos que se dirían feos y brotantes como globos. La ternura es cómplice de Dios y esta celebración sin manos que sostiene fiesta de alegrías, chispas, azules y olas. Hay distintas especies de ángeles y diversos descubrimientos, pesquisas, revelaciones, de lo angélico volátil, subterráneo, marino, onírico o cutáneo y variadas percepciones, visibilidades, epifanías del noumeno. Al cielo sólo se le siente, brota, de pronto, aquí sobre la tierra como una joya del ser, o una geografía tan plena con lo propio. INVIERNO ¡Qué extraña es la llegada del invierno con su pálida máscara del mundo página silenciosa en que se borra el color, el dibujo de las cosas! Ruinas del árbol, del camino, el prado, desdibujadas casas y montañas, efímero desierto, arena breve, húmedas leves lascas pasajeras. Blanco derrumbe de una noche blanca de blanca oscuridad. Luz solitaria, inmensa, roca en su interior idéntico. Luz que es noche y mar sobre las cosas, marmóreo mar amordazado, mar mortal de lento mármol nebuloso. ESCULTURA EN BLANCO En el trazo sobre la hoja soy, me agito, camino como un insecto la escritura, y encerrada, tras la tinta, existo, lo sé, soy sólo camino, aquí, en esta luz tan plena, una línea insistente que acumula su impulso; soy sólo caminar de tinta, busco mis pies, me busco. Blanca geografía en el papel, ya inminente. Estoy naciendo naciéndome lenta y suave sobre la hoja, soy volumen virtual, de un paisaje enterrado Sólo línea que cruza o mudo labio aún, y es cascarón el blanco silencio ingente... Alguien escarba el papel, lo esculpe, cincela muy lentamente su roca y su pájaro, su bosque y su lago; es un sueño atrapado que el papel recubre.