Sirkka Turkka.

Sirkka Turkka. Finlandia (1939-2021). Se licenció en Humanidades y en la Escuela de Bellas Artes de Helsinki, en 1967. Fue agricultora, bibliotecaria y veterinaria aficionada. En 1970 se graduó en la Escuela de Cuidados de Caballos de Ypaya. Se desempeñó como maestro de establos en Espoo y como cuidadora de caballos en Urjala. También trabajó en el prestigioso espectáculo ecuestre sueco; Täbygalott. Publica su primer poemario en 1973, Habitación en el espacio. Mereció el Premio Finlandia, 1986, El Premio Eino Leino, por toda su obra en 2000. El Premio Aleksis Kivi, 2005, Premio Nuori Voima, 2009 y el Premio Tomas Tranströmer, 2016. Libros: Habitación en el espacio, 1973. El hombre que amó demasiado a su mujer, 1979. A pesar del verano, 1983. La voz de la fuerza, 1989. Vuelve mi Sheba, 1986. La casa del sol naciente, 1997. Vivió por mucho tiempo entre Helsinki y los bosques de Finlandia, murió a la edad de 82 años, el 23 de octubre de 2021, en Lohja en un asilo de ancianos donde había estado sus últimos días. 

Las estrellas vuelven a ser 
como una quejumbrosa balada 
y por las tardes

los perros afinan sus agrietados violines.
Yo no dejo que se me acerque la pena,
no la dejo acercarse a mí.

Mil metros de nieve encima del corazón.
Murmuro mucho para mis adentros, 
por la calle canto en voz alta.

A veces me veo pasar
con un sombrero en la cabeza,
por el viento
y con alguna idea torcida.

Hablo de muerte cuando quiero decir vida. 
Ando con los papeles desordenados, 
no tengo ni una sola teoría
solo un perro que blasfema.

Cuando pido aguardiente
me sirven helado,
a pesar de todo 
claro que soy español, 
con el nacimiento del pelo 
bajo de esta manera, de verdad:
no parezco ser de aquí.


Sudo y trato de hablar, 
entretanto tiemblo.
Casi más que la muerte 
lamento mi nacimiento.

Y todo lo que pido 
son mil metros de nieve 
encima de mi corazón. 

 

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Selma, pequeño perro, oye 
aún las florecitas se doblan cuando andamos,
las grullas, los cisnes con sus niños grises,
éramos un poco zorros.

El perejil silvestre en fila, así que primero
estaba la mamá, después la mamá, después
el papá airado.

El otoño llegó Selma, llegó la nieve
alta hasta las orejas y la cabeza, llegaron
capas que esconden, engañadores de alces.

Andas conmigo todavía a lo largo del invierno helado,
anda tu sonrisa graciosa, tu tumba.

A lo largo de ríos congelados sólo nosotros los graciosos
hacia la iglesia de los perros, ángeles del zorro.


Traducción: Aida Presilla y Jukka Koskelainen.