Salvador Tenreiro. (La Coruña, España, 1952- 2021) Poeta, ensayista, crítico literario, compilador y profesor universitario venezolano. Vivió sus primeros años en Venezuela y luego en España. En su juventud ganó concursos de Poesía en Caracas, donde tuvo una vida literaria muy activa. Escribió y publicó en Face Book sus Crónicas sobre los poetas de Venezuela y el mundo con los que él se relacionó. También ahi publicó muchos de sus poemas. Se preció siempre de ser un poeta inédito.
EL MENESTEROSO Uno de mi escribe, el otro sueña. El más constante padece enfermedades Incurables. Delira el melancólico. El más triste de todos toma café En las plazas vacía en la mañana efímera. El otro, viaja por lo más oscuro. Va de un lado a otro sin comprender Nada. Se asoma a las ventanas sin luz Oscurecidas por el polvo. Quedan en pie Pocas paredes. No ha sido la guerra. Es esta desolación, el desamparo Que da vida a la ausencia. En mitad de lo inmenso algo respira. Algunas voces acuden al encuentro Te preguntan, de dónde vienes, cuál es tu gracia Y a que se debe la visita. Quedas mudo. Hay otro de mí que siempre calla. Víve en la pureza del silencio, dócil Iluminando el contorno de la palabra No dicha. Los otros lo llaman el menesteroso ACANTILADO Cada acantilado es como un verso escrito en la pupila del suicida. El golpeteo de las olas es música lacrada en la secreta claridad del aire. De barro y sol se hace esa argamasa salvaje que da forma de árbol. Extiende sus ramas como manos tendidas Ven. Acércate. Eres un pájaro y tu plumaje florecerá en el instante del salto. ESAPARICIONES Con los años nos vamos haciendo invisibles. La primera señal tiene lugar cuando nuestro perfil desaparece. Luego van borrándose los contornos a medida que el viento ondula sobre nuestras pieles resecas. Nuestras voces van quedándose huecas. Van desapareciendo poco a poco los versos, las palabras, las sílabas hasta quedarnos en la fragilidad de las vocales últimas. Cuando empezamos a darnos cuenta nadie nos reconoce ya en el aire afrutado y transparente. EL ENEMIGO El enemigo observa cada uno de tus pasos. Toma nota de cada palabra que pronuncias. Te sigue a todas partes. Haz tu vida en silencio. No te quejes nunca a nadie. No reveles tus temores ni tus sueños. Prefiere la sequedad a la elocuencia. No digas de qué pie cojeas ni confieses secreto alguno que pueda ser utilizado en tu contra. Desteje las redes ocultas de cada uno de tus pasos. Aplaca cada dolor a su debido tiempo. No hagas pública mudanza. Si puedes, permanece días enteros en la inmovilidad, pues cada movimiento podrá ser tomado como maniobra. No dejes al azar la dicha de estar solo. Jamás pongas en blanco y negro tus deseos más íntimos ni hagas hablar a tus personajes más de lo que saben. Si escribes en este país ten la seguridad de que algún día cercano serás llevado a juicio y serás condenado de antemano. De lo que se trata es de no dar satisfacción a tus torturadores. MUDANZAS Salimos con presura. Dejamos abiertas las puertas. El viento se cuela todavía por las ventanas de la memoria. Lo dejamos todo. Prendieron fuego a nuestras casas. Con los libros hicieron una hoguera aparte. ¡Exprópiese! ¡Exprópiese! era la orden convenida para arrasarlo todo. Eso ya no es un país. Es el pañuelo de las despedidas que se agita en el aire sin tregua ni reposo. Ninguna dulzura falta, sin embargo en esta manera nuestra de decir que no. El país sigue estando en nosotros como un goce oculto. Vive en la memoria de todo lo que fuimos. PAÍS DE CENIZA Vive dulcemente en mí Es llaga en la mirada y aroma entre los tilos Alza su copa de mansedumbre de desaliento de flaqueza Se acusa de ser manso entre las grietas que lo resquebrajan Nadie sabe si aún sigue en pie No hay goces ni resplandores que reconcilien Es difícil pronunciar su nombre resbalan los sonidos como si se borrasen Va quedando sin nada la casa de la infancia el vuelo de los más finos colibríes las reuniones familiares la miel inocente Mi país es una mitad No tiene otra fortuna que el desamparo tallado en sus ojos. VOCES Si alguna vez hablo de pájaros, de luces, de viajes es que fui joven. Si otras, de sed, de sobresaltos, sinsabores, es que viví en un país lejano. Si digo colibrí, caracas, cumaná carora, maracay, es que regresé a mi país y todas las delicias del mundo hacen nido dentro de mí y soy luminoso, feliz, con un sol secreto en medio del pecho que ilumina de noche. Si hago silencio. Si paso los días, los meses, las estaciones, sin decir nada es que no existo. Niebla, vaho o polvareda que el viento borró de un manotazo. VUELO Escribes en el aire como un pájaro. Planeas sobre las corrientes cálidas que te llevarán lejos de las ramas en las que te posas. Pasas el día olfateando el viento. Hay aromas propicios para cada vuelo, según la jerarquía de plumajes. Para encontrar el momento de emprender el viaje es necesario abandonarlo todo. Olvidar el nombre de los árboles que te dieron cobijo y sirvieron para los primeros aleteos de práctica. El nido hace tiempo que lo ocupan otros. Ahora, estás al acecho. Llevas tiempo sin comer para aligerar tu peso. Estás a la espera de una corriente que convenga para decir adiós.