Ramón Palomares

Venezuela, (1935-2016). Obras: El reino, Honras fúnebres, Paisano, Santiago de León de Caracas, Adiós Escuque, Poesía. En 2006 resultó ganador del Premio de Poesía, Valera Mora.


Llovió y ha vuelto a llover
y cayeron las hojas y el sol las abrazó y el viento vino
y arrastró las hojas y sonó la hojarasca
y otra vez cayeron las hojas y el sol las abrazó y vino el viento
y el rocío se hizo en la yerba y se fue
y abrieron los capullos y el insecto rompió la húmeda cáscara y voló
y otra vez el pájaro que cantaba en la cuerda
bajó a jugar bajo el rosal y volvió a su cielo
y cantó y la mariposa estuvo dormida al amanecer 
y con el sol caliente subía dando ligeros golpes
y la lluvia la heló y otra mariposa voló por el jardín y el jardín de ayer
quedó yerto y enrojeció y volvió a quedar yerto y pálido y las ramitas secas
chasquearon y cayeron al césped y el sapo cambió de sombra y volvió a cambiar
y ha buscado otra sombra húmeda
y el gusano ha terminado de hilar y ya voló y ya volvió a hilar y el viento
mueve la hoja que lo hospeda
y los jejenes han ascendido en el vaho caluroso 
y caído con las aguas del cielo
y se han levantado de nuevo porque 
otra vez ha sido el día caluroso
y la hilera de hormigas corta el campo en el claro seco y boronoso 
y ahora regresa al patio sembrado
y el ratón de monte ha dormitado largamente en su cueva 
y ha despertado por muchos días corriendo en secreto
lejos del búho y ha caído lejos de las garras del búho 
y el búho comió y pasó noches de hambre y volvió a su comida
y duerme este día y se despertó de nuevo y cazó la rata gris
y un hombre encontró su pareja y se amaron 
y el hijo que nació encontró su pareja y la amó
y el hijo que de allí naciera encontró su pareja 
y la amó y de allí nació un hijo
y el hombre murió y volvió otra muerte 
y se llevó otra vida y otra vida se apagó al entretanto
y vinieron hermosas costumbres y cambiaron las
viejas costumbres y otras costumbres 
y modales se cambiaron y
se levantaron templos prodigiosos y los templos prodigiosos se fueron 
y llegaron nuevos templos prodigiosos.
Y se levantaron los ídolos todos de metal noble 
y refulgente y dieron vuelta y otro rostro cubrió el rostro de ellos
y otra vuelta cambió este rostro por otro de otra forma
y el polvo hundió los ídolos y salieron flores del polvo 
y el desierto llegó a cantar un largo silencio
y las ciudades despertaron y se durmieron 
y se ocultaron y desaparecieron
y volvieron a nacer con sus comercios 
y sus tiendas y sus reyes y príncipes
y poetas y bellas mujeres y mártires y guerreros 
y sacerdotes y santos y maestros
y muchachos atarantados y viejos
y la luna estaba dando vueltas y se encendía toda 
y se adelgazaba y se hacía tenue
y se llenaba y se vaciaba de plata y volvía a llenarse 
y a subir tarde y tarde bajando tarde y tarde y noche y noche
y la tierra corría y corría y regresaba y corría 
y la tierra en la noche en la oscuridad dando su cara negra 
y rodando su cara deslumbrante y su azul ligero 
y su azul negro y sus nubes y aladas
y sus nubes estrepitosas y deshechas con el mar 
que saltaba hacia su madre 
y saltaba desde el pecho de su madre
y con el viento que lloraba y cantaba como un niño 
y lloraba y cantaba como una mujer y lloraba 
y cantaba como un anciano y como un perro
y como un mar hasta que era otra vez viento y lloraba y cantaba
y la tierra iba loca y bella entre sus madres 
entre sus padres loca como una jovencita 
y loca como una mujer en una fiesta
y como un paso de baile y como una caída de flores y como un beso
iba y venía mientras las grandes redes de estrellas subían 
y aleteaban como insectos
desesperados de amor y como
chispas que volaban desde la raza áspera 
y como cabelleras solas y como fuego solo y como
oro raptado y oro yéndose y oro viniendo 
y oro jugando en todas partes y moscas plateadas y anillos perdidos y collares
y cuellos y rostros de mujeres exquisitamente desenvueltas 
y allí las noches soltaban sus amarras y se aprisionaban 
y amaban la noche hembra y la noche viril
y el tiempo hembra y el tiempo varón y la vastedad toda 
y los círculos de vastedad
que iban y venían a sí mismo y de sí mismos alejándose 
y entregándose y frotándose
como dos hocicos de hembra y macho encelados, tigres, lobos en celo.
Y ha vuelto a llover y dime qué sol ha venido 
y qué canción has oído y que mariposa baja hasta la flor del patio
y duerme y
dame ese perfume que todo es un perfume y una esencia 
y una vaga brisa que llega y se mueve anda y desanda
y dime si adentro de ti no oyes tu corazón partir
y si de ti todo se ha ido y todo está por llegar 
y todo está en viaje y todo es nuevo y vuelve.
Adiós Salud Adiós.


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Ah rigor

No pues no vaya a creer. Y cómo no me voy a acordar

Tanta noche con luna Tanta guitarra y las ventanas perfumadas

y vos llenos de lirios y los lirios en un decir amor

Todos los árboles de la plaza. Los bancos de la plaza.

La iglesia los caminos El pozo albor…

Oíme Oíme

Yo siempre estoy pendiente: Donde estará

Que estar haciendo

¿Se acordará de todo?

¡Ah Rigor!