Pessoa

Los poetas no tienen biografía. Su obra es su biografía. Fernando Pessoa, que dudó siempre de la realidad de este mundo, aprobaría sin vacilar que fuéramos directamente a sus poemas, olvidando los incidentes y los accidentes de su existencia terrestre. Nada en su vid es sorprendente, nada, excepto sus poemas. Por lo demás no creemos que su caso (hay que resignarse a usar esa antipática palabra) explique sus poemas: a la luz de sus poemas, su caso deja de serlo. Su secreto por lo demás está escrito en su nombre: Pessoa quiere decir persona en portugués y viene de persona, máscara de los actores romanos. Máscara, personaje de ficción, ninguno, nadie: Pessoa. Octavio Paz.Fernando Pessoa. Portugal.(1888-1935)

VEN NOCHE (SELECCIÓN)
Ven Noche antiquísima e idéntica,

Noche Reina destronada al nacer,

Noche igual por dentro al silencio,

Noche con las estrellas, lentejuelas fugaces

En tu vestido bordado de Infinito.


Ven vagamente,

Ven levemente,

Ven sóla, solemne, con las manos menguadas

De lado, ven

Y trae los montes distantes al pie de los árboles cercanos,

Funde en un campo tuyo todos los campos que veo,

Haz de la montaña un bloque sólo de tu cuerpo,

Atenúale todas las diferencias que veo de lejos,

Todos los caminos que la suben,

Todos los distintos árboles que la hacen verde-oscura a lo lejos,

Todas las casas blancas y con humo entre los árboles,

Y deja sólo una luz y otra y otra más,

En la distancia súbitamente imposible de recorrer.


Señora nuestra

De las cosas imposibles que buscamos en vano

De los sueños que vienen a encontrarse con nosotros

al crepúsculo a la ventana.


De los propósitos que nos acarician

En las grandes terrazas de los hoteles cosmopolitas

Al son europeo de la música y de las voces cercanas y lejanas

Y que duelen por saber que nunca los realizaremos

Ven y envuélvenos.

Ven y acarícianos

Bésanos silenciosamente en la frente.

Tan levemente en la frente que no sepamos que nos besan

Sino por una diferencia en el alma

Y un vago sollozo saliendo melodiosamente

De lo antiquísimo de nosotros

Donde tienen raíz esos árboles maravillosos

Cuyos frutos son los sueños que acariciamos y amamos

Por saberlos fuera de lugar en relación a la vida


Ven solemnísima

Solemnísima y llena

De un oculto deseo de llorar

Tal vez porque el alma es grande y la vida pequeña

Y todos los gestos no salen de nuestro cuerpo

Y sólo alcanzamos hasta donde nos llega el brazo

Y sólo vemos hasta donde llega la mirada.


Ven, dolorosa

Madre Dolorosa de las Angustias de los Tímidos

Turris-Eburnea de las Tristezas de los Despreciados.

Mano fresca sobre la cabeza de los humildes con fiebre

Sabor a agua sobre los labios secos de los Cansados

Ven, del fondo

Del horizonte lívido.

Ven y arráncame

Del suelo de angustia y de inutilidad

Donde presumo.

Arráncame del suelo, margarita olvidada.

Hoja a hoja lee en mí no se qué sino


Y deshójame a tu gusto.


Ven, Noche silenciosa y estática.

Ven a envolver manto blanco en la noche

Mi corazón

Serenamente como una brisa en la tarde leve.

Tranquilamente como un gesto materno acariciando.

Con las estrellas reluciendo en tus manos

Y la luna máscara misteriosa sobre tu rostro

Todos los sueños suenan de otra forma

Cuando tú vienes

Cuando tú entras bajan todas las voces.

Nadie te ve entrar.

Nadie sabe cuando entraste

Si no de repente, viendo que todo se recoge.

Que todo pierde las aristas y los colores.

Y que en el alto cielo aún claramente azul

Ya creciente nítido, círculo blanco, o simple luz nueva que viene


La luna comienza a ser real.


Manuscrito del poeta