Marie Howe estará Online en Caracas leyendo poemas de su libro: Lo que hacen los vivos. En Caracas Yolanda Pantin, Benjamin Matos Suprani, Eleonora Requena, Iola Mares, Carlos Katan y Nidia Hernández leerán en español esos mismos Poemas. La cita es el Jueves 16 de junio 2016. En La Sala Experimental del Centro Cultural Chacao. POESIA REUNIDA.
La promesa En el sueño que tuve cuando regresó no enfermo sino sano y con el abrigo de invierno encima, me miraba como si no pudiera hablar, como si una ley se lo impidiera, una membrana que no podía romper. Era su silencio lo que él no podía no hacer, como nuestro respirar en este mundo, como nuestro vivir, tal como lo hacemos a tiempo. Le dije: estoy leyendo un montón de cosas budistas, y sabes? No moriremos cuando morimos La muerte es un suceso, un umbral que atravesamos. Seguimos y seguimos hacia la luz por siempre. Él miró hacia abajo y después de nuevo hacia mí. Esa misma mirada nuestra, de la mesa de la cocina, cuando papá se emborrachaba, peligroso, la mirada a ras que quiere decirte algo en un cuarto lleno de gente, algo importante y no puede. ************** Lo que hacen los vivos Johnny, hace días que el fregadero está tapado, algo debe haberse caído por ahí y el Drano no funciona, huele peligroso, y los platos sucios se apilan a la espera del plomero que no he llamado. De esas cosas hablábamos. Invierno: el cielo, azul, obstinado, la luz derramándose por las ventanas abiertas: la calefacción está muy fuerte y no la puedo apagar. Hace semanas, mientras manejo, o cuando se me cae la bolsa de compras en plena calle, que pienso: Esto es lo que hacen los vivos. Y ayer, apurada por las veredas rotas de Cambridge, mientras se me derramaba el café por la manga, lo pensé otra vez. Y otra vez después, mientras compraba un cepillo: Esto es. Estacionar. Cerrar la puerta del auto en medio del frío. Lo que llamabas ese anhelo. Lo que abandonaste al fin. Queremos que llegue la primavera y que pase el invierno. Queremos que alguien llame o que no llame, una carta, un beso —queremos más y más y aún mas de ello. Pero hay momentos, al caminar, cuando me vislumbro fugazmente en la vidriera de la tienda de la esquina, por ejemplo, que siento un amor tan profundo por mi propio pelo en el viento, mi rostro cuarteado, mi abrigo, que me quedo sin palabras: Estoy viva. Y te recuerdo. *********** CÓMO PASÓ Aun de niño, mi hermano tenía miedo de quedarse ciego— [ tanto que en la mesa de la cocina volteaba los cuchillos para que no lo miraran, decía. Arrojaba una camisa sobre los seguros de la puerta del auto y una vez desarmó una lámpara colgante en medio de la noche mientras todos dormían. A la mañana [ siguiente encontramos una pila de cristales filosos y brillantes en la [ sala. Así que, entenderás, fue terrible cuando le abrieron el ojo, y se lo sujetaron y le metieron una [ aguja por la mejilla hacia arriba hasta dentro del ojo y se la dejaron ahí todo un minuto antes de sacársela despacio una vez por semana durante muchas semanas. Aprendió a [ reclinarse sobre ella, a calmarse decía. Igual el ojo murió, ulcerado, estalló verde en su cabeza, mientras el otro, aún azul, muy abierto, miraba y miraba el reloj. Después de que nuestro padre murió, mi hermano me [ prometió que él no moriría. Yendo a casa una Navidad, me agarró la mano en el tren y [ me regaló cinco años con la misma certeza con que una noche de otoño en [ Nueva York me había prometido que volvería a casa para desayunar. A las [ nueve, te lo prometo —y regresó. Cinco años después me prometió otros cinco. Tanto vale el valiente orgullo de la premonición, la preocupación que no lo dejará pasar. Sabes, siempre supe que moriría joven, dijo. Pero después me [ enseriaba y pensaba, bueno, no. Voy a llegar a los treinta y vivir hasta [ ser viejo. Y ahora resulta que me voy a morir. ¿No es gracioso? —Un día pasa: lo que has temido toda tu vida, lo insoportablemente especifico, exactamente eso. Sin [ importar lo que digas o lo que hagas Mi hermano dijo: Ven, siéntate más cerca de la cama para que pueda verte.