María Wine. Nació en Copenhague, creció en un orfanato. En 1936, conoció al escritor sueco Artur Lundkvist, con quien se casó. Los dos se establecieron en Estocolmo y permanecieron juntos hasta la muerte de Lundkvist en 1991. Su primera colección de poesía, Vinden ur mörkret (The Wind Out of the Darkness’, 1943), estuvo fuertemente influenciada por el modernismo.Con Feberfötter (‘Fever Feet’, 1947), su escritura gradualmente se volvió más personal y profundamente dolorosa. En Man har skjutit ett lejon (‘They Shot Shot a Lion’, 1951), Wine cuenta los años que pasó en el orfanato, y en Munspel under molnen (Armónica bajo las nubes’, 1956), cuenta sus viajes a diferentes partes del mundo. Hasta su muerte en 2003, Wine había publicado más de treinta colecciones entre prosa y poesía. Recibió varios premios, como el Premio Bellman (1976) y el Premio Ferlin (1985).
Desolación Ella siguió viviendo su vida en la habitación donde él había muerto para poder seguir respirando siempre sus últimos suspiros reflexionar sobre las últimas ideas que él pensó— Se metía en las ropas de él se sentaba en su sillón yleíayleíaunayotravez el último libro que él había leído pero nunca pasaba de la página a la que él había llegado— Llevaba en su muñeca el reloj de pulsera de él que había hecho tic-tac a la velocidad de su pulso vivo y lo hacía débilmente al compás del pulso renuente y triste de ella Comía con los cubiertos de él bebía de su taza favorita Se peinaba con el peine de él delante de su espejo Se quedaba largos ratos mirando al espejo buscando inquisitiva como si esperase que la profundidad le fuera a devolver por compasión el rostro de él Con dedos llorosos rompió cartas que seguían martirizándolo y todas las cartas que pretendían consolarla Se hablaba a sí misma pero con las sabias palabras de él y solía meter sus solitarias manos en la oscuridad de los guantes de él Dormía en su cama se ponía su pijama apoyaba la cabeza en su almohada en el hoyo que él había dejado allí y antes de entregarse a la noche pedía soñar los sueños de él y que se la llevasen con ellos volando Nuestra vida común ha sido y es un largo poema. No me pidas que termine el último verso: se escribirá él mismo cuando nuestras vidas se hayan apagado.