Marco Ramírez Murzi

Venezuela (1924-1997).  Nació en el Estado Táchira. Poeta, Abogado, Editor y Promotor cultural. Fue Premio Municipal de Poesía 1976. Algunos libros de Poesía: Entre el cielo y la tierra, 1947. Antes del olvido,1951. Otra soledad, 1956. La rosa y el verano, 1963. El regreso del agua, 1975. Contraposiciones,1981. Linaje de Neptuno, 1993. Sentencias del viejo pescador, 1994. Fotografía: Cortesía de su hija; Beatriz Ramírez Zuloaga.

La amante

 Están, cerradas

las puertas de esta casa.

no hay ventanas,

ni jardín exterior

ni enredadera que cuelgue de los muros

el sueño de la lluvia.

no pasa el aire estas paredes.

hay arboles

y ríos,

como claros espejos cambiantes.

hay bosques.

y caminos.

y un antiguo mar lleno de música,

con sus barcos hundidos

y viejos campanarios.

 todo nace de adentro.

somos los grandes inventores:

hacemos ángeles de humo,

les ponemos en los ojos una suave tristeza;

echamos a volar aves que nadie ha conocido,

desatamos el huracán y vemos

su larga cabellera flotar sobre la espuma.

 un negro sol nos viste.

nos calienta

nos posee como lava enfurecida.

nos envuelve.

nos lame.

nos sepulta.

 afuera es otro mundo:

afuera son las calles y la gente,

y el rebaño donde muero y te mueres,

donde se mueren todos sin saberlo.

 desde allí podemos verte,

tan alta y memoriosa como la nostalgia.

  

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 Quiero

 

Quiero volver a esta tierra de mis mayores.

Unirme a sus raíces.

Quedarme aquí

y que algún día,

después de la ceniza

pueda mirar su limpio cielo por los árboles.

Quiero volver a andar los pasos de la infancia

y confundirme

con la grandeza radiante de este valle.

Quiero la cercanía de mis muertos.

Su mirada solemne

y el corazón abierto entre mi sangre.

Quiero volver a ver el rostro de mis padres

y escuchar sus palabras.

Y en fin

quiero quedarme para hacer otra casa, donde pueda

salir hasta la puerta a despedirme.


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Tierra de siempre


Pienso

si acaso, en mi vida habrá de ser

el verdadero regreso hasta mi encuentro.

Si habrás de ser el imposible

de rostros o de sitios

que quedaron

cada uno con su olvido

detrás de una mirada.


Tierra mía soleada y desnuda

por quien dejé mi mar

y regalé todos los caracoles.

Por quien perdí las calles

y encendí los cristales

de fugaz alegría.

Por ti

la dueña de mi infancia

la guardiana

de mi primera soledad y de mis penas

dejaría de haber vivido

todo lo que he vivido.

Y dejaría de morir por lo que muero.