Marcelo Pellegrini.

Marcelo Pellegrini (Chile, 1971). Poeta, ensayista y traductor. El año 2011 apareció El doble veredicto de la piedra. Actualmente se desempeña como profesor de poesía latinoamericana en la Universidad de Wisconsin—Madison

La grieta

 

 

a Miguel Gomes

 

 

 

Ora cen porta l’un de’ duri margini;

e ’l fummo del ruscel di sopra aduggia,

sí che dal foco salva l’acqua e li argini.


Dante, Inferno, Canto XV



 

À la poupe est le nautonier, plus grand que le monde,

Plus noir, mais d’une matité phosphorescente.

 

(…)

 

On ne sait si on touche à une autre terre,

On ne sait si des mains ne se tendent pas

Du sein d l’inconnu accueillant pour prendre

La corde que nous jetons, de notre nuit.


Yves Bonnefoy, Les Planches courbes

 

queríamos volar sobre las nubes

que estaban a lo lejos

cometas encendidos

diáfano madrugar de la niñez

peñascos mutilados sobre el mar

hablando una lengua de cazadores

el antiguo rumor de la desdicha

de dioses castigados por la luz

 

por sobre el aire y la idea del aire

la voz de esos rumores

braña de negro fuego

huyendo desde el grito

hacia el beso humedecido del mar

oculto entre las olas

o buscando cobijo

entre los arrecifes

 

el niño se despega de su cielo

cometa de hilo roto

que gira con el viento y se levanta

que cesa de girar y no se cae

que sube y luego baja hasta el momento

del beso cuya lágrima se bebe

 

instante de los cielos transparentes

donde se confunden el mar y el cielo

entre el rumor de las aguas y el fuego

entre las sonrisas y los tumultos

entrelazados con la claridad

de un grito y su silencio

ese grito es la furia

de lo que se ha perdido

de lo que se ha ganado

de lo que no será

pero sigue siendo en las arboledas

en la contradicción de aquellos labios

que al pronunciar palabras

se quedan en un silencio de piedra

y zozobran en el río del tiempo

 

tiempo sí para el daño

palabras que no sanan

sonrisas que no salvan

tiempo morada y niño

en recodos de sangre

en el aire y la tierra

en el mar que sin cesar recomienza

tiempo de salvación

entre rocas y musgo

 

estábamos salpicados de sal

en la redondez de una claridad

sostenida en el aire

lenta lengua de fuego

hilo cada vez más delgado y tenso

que se precipita sobre el azul

sobre la espuma dicha

oleaje callado

en la conversación de las estrellas

 

no existe una respuesta

para el agrado de los poderosos

y la maravilla de los chacales

que administran el crimen

y juegan con la muerte

ellos no saben que desde el principio

todo está perdido porque el silencio

es la cifra de lo que no comprenden

mejor ir en silencio

hasta lo que amando desconocemos

hasta lo que sin tregua

se aparece como los diez mil ojos

de las bestias que viven en el mar

mejor no saber nada

confiar en la sonrisa de las piedras

atadas a la tierra por raíces

que del tiempo negruzco

beben savia luz fulgor a raudales

 

donde se juntan la piedad y el aire

por senderos que fueron bellos ríos

y ahora son el curso de la niebla

ríos adormecidos en el tiempo

aún bebemos su agua de memoria

sonora bendición entre las grietas

 

se siente el rumor del mar a lo lejos

por terrenos de hierba y gruesa tierra

donde los cardos son un manto verde

que ilumina la bóveda del día

con resplandor esmeralda de espinas

espinas abejas de miel zumbido

espinas avispas de barro piedra

su fragancia de sal pulverizada

acaricia a la gaviota silente

que cuelga entre las nubes

el mar es invisible

pero nunca lejano

su inminencia navega entre las venas

mientras la tenue grieta

se prepara para beber sus aguas

con la misma nostalgia del sediento

se siente el mar su voz

presencia ineludible

en el bosque cercano

 

un árbol que crece y crece hacia abajo

y que hacia arriba se vuelve más niño

sabio de diez mil ojos

nos habla con las más claras palabras

en el día su sombra

oculta las miradas

el árbol es oráculo

que va y viene como las estaciones

portando la humedad

antigua de las rocas que acaricia

y la arena que besa

su espuma es amoroso discurrir

y su voz oleaje

que viene no del mar sino del tiempo

ese tiempo funde nuestra niñez

en ácida conciencia

de ícaros adultos

cegados por el sol

ese tiempo nos habla al mediodía

y a la medianoche su silencio habla

 

el mar que sin cesar

comienza y recomienza

se alza como celeste enredadera

por aquel muro de aire

donde también la luz asciende lenta

nos habla el mar nos habla como nunca

antes entre silencios

entre abismos y oscuras ascensiones

debemos escucharlo

junto a los acantilados de fósforo

junto a los cerros que de su agua beben

cual ciervos milenarios

cubiertas sus cabezas

con el color del tiempo

escuchemos las sílabas antiguas

atentos al monólogo

que se precipita desde la hondura

de donde hemos venido

 

los peñones rocosos

paridos por el trueno y el relámpago

entre ambos esta playa

extiende la potestad de la arena

de noche las montañas

cantan junto a los grillos

se asoman a lo oscuro

como dagas de plata

como flechas sacadas de un carcaj

sonámbulo y violento

hieren los elementos a la noche

hieren con su luz todas las estrellas

la vía láctea es la gran herida

que posa su corona en nuestro aliento

hiere el ruido del fuego

habita entre los árboles caídos

y devora la madera y la sangre

porque todo arde aquí

en el hueso y el nervio del paisaje

 

el rayo gobierna todas las cosas

el rayo es hielo ardiente

en el cielo guerrero

respirar es luchar

en las trincheras de aire

sobre las aguas ácidas

respirar es luchar contra la noche

noche que ya no es protectora sino

guerrera venida de lo lejano

madre de la intemperie

a la que los pobres son condenados

enemiga del niño

entre cuatro paredes encerrado

por los sordos adultos

el agua más antigua del respiro

es lo que hay que aprender

respirar de verdad

es amar las estrellas

enfrentar la tierra con un abrazo

callado como hierba oscurecida

y rocío de húmedo diamante

respirar de verdad

aprender el tierno curso del aire

por entre las venas y en los pulmones

aprender como el niño las palabras

las verdaderas liberado ya

de aquel oscuro miedo

 

y de pronto la noche

cede los caminos a la mañana

al día pleno con aroma de algas

luz salina que hierve

entre ráfagas rugidos y besos

entre tiernas mareas

es la hora en que queremos ser el mundo

ser todos los rumores

y decir las palabras más serenas

respirar es hablar

articular los nombres

pronunciar las sílabas como un río

que no está triste porque va a morir

río que se desplaza hacia lo oscuro

coronado de cielo

cuyas orillas ríen

y su rumor se embosca

como un amor venido de muy lejos

 

sí lejano es amor

amor río amor agua

acércate más para respirar

y beber de tus ojos

la noche es el camino de la sílaba

de este aire que no deja pronunciar

sino aquello que es hondo

y nace en la mudez

esa voz verdadera

tu voz es esa amor

en las aguas escrita y en la piedra

por raíces lavada y por estrellas

 

se ha incorporado el día

claridad abrasada

por el lento fuego de las miradas

el amanecer nos ha transformado

en aladas criaturas

respiran los plumajes

y el vuelo mismo es un respiro ardiente

somos hijos del aire

él es la casa ahora

 

el árbol sabio se encuentra a lo lejos

hacia él vamos para ver sus frutos

frutos que con voz clara

dicen al viento verdades oscuras

árbol antiguo plantado en el centro

de todos los universos posibles

viejo árbol de ramaje elocuente

y callado vaivén

 

de orilla a orilla se extiende la grieta

tierra densa y sangrante

donde el mar es la más pura nostalgia

el mar ahora es roca

recuerdo bajo el sol

que alumbra las planicies

más libre que el azul

el sol es oro ardiendo en las almenas

de este cielo que es llama

 

los caminos se encienden y los bosques

son las verdes hogueras

que queman a los pájaros

pájaros de la sangre temerosa

beban de todas las aguas posibles

y cúbranse con la blanca mortaja

de aquellas nubes ciegas

todos seremos frutos

del árbol de cristal

que al otro lado del ardor espera

ardor de luna llena

y de astros muy lejanos

que transforman la noche

en una fuente de azul encendido

 

de pronto una bandada

de cuervos nacidos en lo celeste

es una gran ráfaga de luz negra

amo la pureza de sus graznidos

su elegante plumaje

la sabiduría de sus miradas

los caminos que trazan con su vuelo

los cuervos y el árbol son los más sabios

belleza verdinegra que respira

en la muda lentitud del invierno

el plumaje del cuervo

que de tan negro avanza hacia el azul

tiene una voz en forma de arcoíris

en toda la extensión de lo posible

 

la noche es una llama

que se transforma en agua

yo sé que las estrellas manan nieve

y sé que al caer ella se vuelve oro

sé que caminamos sobre cuchillos

congelados por siglos

y enterrados en opaca tiniebla

el fuego es blanco aquí

blanco el amanecer y los crepúsculos

lo blanco y lo negro luchan en mí

espíritus de la nieve y del cuervo

un coro de violines y cuchillos

hace su canto en la oscura piedad

de la tierra y el grito

también el bosque es lo claro y lo negro

lo claro y lo negro el aire y el fuego

opaco arco de furia

espesura y dolor

largo camino ciego

 

los cuervos llagados por el carámbano

hablan solamente de sus heridas

coloquio del dolor entre las ruinas

espesa parlería del instante

volaban juntos los cuervos y el trueno

y juntos abrazaban la tormenta

marcando los acentos de la dicha

en la más grande oscuridad del beso

 

lo oscuro resucita la potencia

de la más pura luz

inmenso fuego frío

resurrecta armonía de las cosas

que revive la voz de todo el cielo

como ondas de sonido en la mudez

no somos más que música

en un vasto silencio concebida

de todos los desiertos

el silencio es el espacio más íntimo

y la extensión más pura

 

hielo arena fuego flores o mar

soledades que abrasan

humedad de la llama

árboles que viajan y no se mueven

nubes que traen agua y polvareda

así también nosotros

hemos ido y venido

pero nos quedamos en lo más hondo

centro del mundo que es todos los márgenes

verde hoguera del bosque

que bebe su savia del cielo y su aire

de las nubes que traen las raíces

somos ahora el árbol

que reúne miradas

en la azul transparencia de este mar

este mar que sin cesar recomienza

este mar de aire y sueño

 

cómo caemos en la travesía

cómo subimos por entre lo oscuro

de la hiedra que crece

en los muros de hierro

cómo caemos entre lo musgoso

de una boca de abismo

entre lo pedregoso

que en su fondo guarda agua

de amor y eternidad

es ella que ciega nos atraviesa

con el labio de hielo

con sus oscuros ojos

con respiro de fuego

su vuelo es lo terrestre

su aire la densidad

de la piedra que crece

en la tiranía de las espinas

 

hemos arribado por el amor

hasta este mismo instante

el navegar más puro

en las luces y las sombras de agosto

 

 

 

2011