Jorge Vessel (seudónimo de Jorge García; Caracas, 1979) es escritor, traductor e ingeniero. Autor de los poemarios Pájaro de Cuero Negro (CELARG, 2004), galardonado con el Premio de Poesía Fernando Paz Castillo (Venezuela), y La Carencia (2018), ganador Premio de Poesía Federico Muelas (España). Sus poemas han aparecidos en importantes antologías hispanoamericanas como En-Obra (Equinoccio, 2008) yCuerpo Plural (Pre-Textos, 2010), así como diversas revistas literarias. Actualmente cursa la Maestría en Escritura Creativa de New York University.
Lo que aprendí de mi madre Aprendí de mi madre como amar. Los vivos, tener un montón de jarrones a mano. En caso de que tengas que correr al hospital. Con peonías cortadas del césped, hormigas negras. Todavía pegado a las yemas. Aprendí a guardar frascos Lo suficientemente grande como para contener ensalada de frutas para todo Familia afligida, a las peras caseras enlatadas Y melocotones, para cortar pieles de uva granate. Y Arrancar las semillas sexuales con una punta de cuchillo. Aprendí a asistir a visionados aunque no lo supiera. El difunto, presionar las manos húmedas. De los vivos, para mirar en sus ojos y ofrecer. Simpatía, como si yo entendiera la pérdida, incluso entonces. Aprendí que todo lo que decimos no significa nada. Lo que cualquiera ha grabado es que hemos venido. Aprendí a creer que tenía el poder de aliviar Terribles dolores materialmente como un ángel. Como médico, aprendí a crear. del sufrimiento de mi propia utilidad, y una vez Sabes cómo hacer esto, nunca puedes negarte. A cada casa que entres, debes ofrecer Curación: un pastel de chocolate que te cociste tú mismo. La bendición de tu voz, tu toque casta. Lo que aprendí de mi madre Aprendí de mi madre cómo amar a los vivos, tener suficientes jarrones a la mano por si hay que salir corriendo al hospital con peonías recién cortadas, hormigas negras atascadas aún en los capullos. Aprendí a guardar frascos suficientemente grandes para la ensalada de frutas de toda una casa en luto, cortar peras y duraznos de latas En cubos, fácilmente la piel granate de las uvas. Y sacar las semillas de los sexuales con la punta del cuchillo. Aprendí a asistir a funerales incluso cuando no conocía al difunto, apretar las manos húmedas De los vivos, mirar en sus ojos y ofrecer. Compasión, como entendemos la pérdida en aquel entonces. Aprendi que lo que mar que digamos no significa nada, Lo que cualquiera puede grabar es que vinimos. Aprendí a creer que tenía el poder de sosegar Dolores terribles palpablemente como un ángel. Como un médico, aprendí a crear. mi propia utilidad del sufrimiento de otro, y una vez Que sabes hacer esto, ya no te puedes negar. En cada casa que entras tienes que ofrecer Alivio: una torta de chocolate que horneas tú misma, La bendición de tu voz, tu tocar casto. Traducción de Jorge Vessel