Geraldine Gutierrez-Wienken. Venezuela. 1966. Magister y doctorado en Literatura Alemana, Universidad de Heidelberg. Poemarios: Espantando Elefantes 1993, Con alma de cine, Premio Ayto. Ciudad Real, España 2007. Relato: Die Pusteblume 2012. Libros de arte: Die Welle 2008, Kirschblütenträume 2012. Traductora de Rose Ausländer, Hilde Domin y Mascha Kaléko Bertold Brecht. Herta Müller
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Sobre el oficio de traducir poesía Traducir un poema es entrar a la habitación del otro. Sobre y entre líneas inicio el recorrido. Tanteo espacios, objetos y sentimientos. Trato de olvidar, de comenzar de nuevo. Observo y sondeo situaciones e historias ajenas. Practico la mirada íntima de ciertas composiciones, a vuelo de pájaro, desde la distancia. Ciertos ángulos acaparan mi atención, otros me producen profundo respeto. Me baso en la oquedad y el mutismo de sus naturalezas muertas y abstracciones. Leo otros poemas. Pasan días, estados de ánimo, cosas, a veces extrañas, y regreso a esa habitación, a su penumbra. Respiro hondo. Desde allí intento un diálogo –de tú a tú– con todo ese mundo interior que habita el poema. Reviso el estilo, modulo la voz o las voces del poema. Sin exagerar, comparo, arreglo y desarreglo afinidades y abstracciones. En definitiva, pienso que la tarea del traductor es decantar el mundo interior del poema y trasladarlo –poéticamente– a otra habitación. Convertir el mobiliario ajeno en uno propio, es decir, afín a la esencia del poema, es el verdadero reto de la traducción literaria.