Gabeba Baderoon

Gabeba Baderoon. Port Elizabeth. Sudáfrica. Premio Daimler de Poesía Sudafricana. Libros de poesía; The Dream in the Next Body (2005), The Museum of Ordinary Life (2005) A Hundred Silences (2006). Clara Janés, tradujo al español «El sueño en el cuerpo venidero». Enseña Estudios de Mujeres, Género y Sexualidad y Estudios Africanos en Penn State. 

NO PUEDO YO MISMA

 

Para venir a este país,

mi cuerpo debe reunirse a sí mismo

en fotografías y firmas.

Entre ellas me buscarán.

Tengo que dejar atrás todas las incertidumbres.

No puedo ser you misma una pregunta.

Traducción: Clara Janés

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I Cannot Myself

To come to this country,

my body must assemble itself

into photographs and signatures.

Among them they will search for me.

I must leave behind all uncertainties.

I cannot myself be a question.

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VERDADERA

Para juzgar si una línea es verdadera

desterrad el error del paralaje

llevad los ojos tan cerca como podáis

de la línea en sí y seguidla.

Un maestro enladrillador me lo enseñó.

La gente quiere andar donde él se ha arrodillado

y alisado la superficie.

Siguen la línea hasta el final

y sonríen ante su suave geometría,

cómo ha suturado los ángulos de la habitación.

Él transporta las herramientas en bicicleta…

un cubo, un largo tubo de plástico que llena de agua

para encontrar una marca de nivel, un cojín donde

arrodillarse,

una fina tela de algodón para quitar el polvo de los ladrillos

que da color sus pestañas al final del día.

Sabe cómo la porcelana, la terracotta y el mármol atrapan

los ojos. Conoce el efecto del peso

de un pie en la cerámica. El cálido polvo de la terracotta

ahueca

tu pie como la piel. La porcelana aparecerá intocada

durante toda su vida y por este motive

se usa también en la boca.

Para dibujar una línea verdadera donde colocar un ladrillo,

coge una cuerda con tiza fijada en una punta de la

habitación y da con ella

un golpe fuerte contra el suelo de cemento.

Con una cuadrícula azul sacude

las láminas del desordenado espacio, las dobla

en cuadrados y las deposita de un extremo al otro.

Bajo sus rodillas una habitación se volverá completa y clara.

Por la noche, vuelve a casa en bici sobre un suelo que se

eleva

y cae como nunca sucede bajo sus manos.

 

LA LLAMADA

El Sonido del teléfono

desde la habitación de mi compañero de piso

me atrapa en el rellano, a medio camino

escaleras abajo, la mano en el asa

no basta para parar

el ímpetu de la maleta. Necesito

magullarme la cadera para detenerla.

De la caja de cosas desechadas

-- signos de que una vez estuve aquí –

agarro el teléfono, lo enchufo

en el pasillo, y me siento

sobre el montón de listines apoyados a la pared.

Hola mama, contesto.

Me voy a otro sitio,

cada vez más lejos de donde partí.

A lo largo de las siete horas de diferencia horaria, temo

que nunca la volveré a ver.

Quiero decir en voz alta que estoy perdiendo

un centro al que pudeo volver,

pero no lo hago.

Ella habla también de un modo aplanado

por lo no dicho, acercándose mucho sólo

al separarnos, cuando dice

que parta sana y salva.

A lo largo de la creciente distancia

oigo su voz alejarse de mí.

Hago que me deje

Para poder sosegarme.

 

TRÍPTICO DE LA GUERRA: SILENCIO, GLORIA, AMOR

I.

RECAPITULACIÓN

La madre pidió que se quedara.

Miró a su hija silenciosa.

Te esperaba.

La calma del rostro de la niña era otra calma.

Sus manos yacían intocadas por la muerte.

El lavador de cadáveres

rasgó su largo vestido negro.

Azules cuentas de plegaria cayeron

al suelo en lenta recapitulación.

El lavador de cadáveres empezó a cantar

una oración para madres e hijas.

La madre dijo:

¿Quién me esperará?

II.

PADRE RECIBE NOTICIAS: SU HIJO MURÍO EN LA INTIFADA

Cuando oyó la noticia, el seños Karim se quedó silencioso.

No miró a la cámara,

tampoco a la gente que acarreaba su pena.

Sintió deslizarse una mano de su mano,

un breve separarse,

y por este motivo rechazó el consuelo de la gloria.

 

II.

SIEMPRE POR PRIMERA VEZ

Contamos nuestras historias de guerra como historias de

amor,

inocente como los huevos.

Pero volveremos a encontrarnos con la memoria

y la muralla en torno a la ciudad,

siempre por primera vez.

 

EL ARTE DE DEJAR

De todo lo que no quiero conocer

la muerte me susurra este terrible secreto:

nunca conoceré la alegría

except en su partida.

Nunca te conoceré

excepto en las huellas

cuando te hayas ido.

El calor es dejar

la camisa, colgada

del respaldo de la silla.

Lentamente te va devolviendo

todo lo que de ti tenia.

 

NADA MÁS

Una alfarera entrega el don de un cuenco hecho por ella.

El cuenco es perfecto, se excusa,

y nada más.

Un maestro japonés le ha enseñado

a hacer cuencos que son perfectos

porque tienen una leve, deliberada imperfección.

El cuenco es perfecto, nada más.

Nuestro cuenco encaja deliciosamente en la mano.

La historia lo llena como un segundo don.

Un viejo alfarero con el que compartimos el relato, se ríe

y revela el tercer don. La falta de imperfección del cuenco

es su secreta imperfección.

 

ESQUIRLAS

Cuando escribes un poema,

¿se desplazan hacia abajo

con precisión tus palabras

hacia una prístina pantalla?

O limpias

los hilos de sonido como cabellos

soplados hacia tus ojos,

barres las esquirlas del día,

adviertes en tus zapatos la mancha

de la primera, frágil ligera nieve.

Para averiguar

que, al hacer

descender tus dedos

a tu vagabundo día,

has llevado

un mensaje a la tierra,

una hilera de murmullos,

una sacudida,

un poema.