Francisco Petrarca. (Arezzo 20 Julio 1304, Padua 1374). Poeta y Humanista. Fue amigo de Boccaccio. Su obra esencial es El Cancionero que nunca consideró concluido. Su poesía es de gran influencia y trascendencia para quienes lo precedieron.
Sextina LXVI El aire denso y la importuna niebla, toda asediada por rabiosos vientos, pronto tendrán que convertirse en lluvia; si ya son casi de cristal los ríos, y en vez de verde césped por los valles no se ve otra cosa que escarcha y hielo. Y yo en mi corazón, más frío que hielo, llevo de grandes pensamientos niebla como la que nace en estos valles, unidos contra los amorosos vientos y circundados de estancados ríos, cuando del cielo cae lenta lluvia. Poco tarda en irse el agua de lluvia y el calor en derretir nieves y hielo, que hacen más soberbios a los ríos; nunca ocultó el cielo tan densa niebla que, cabalgada por furiosos vientos, no huyese de los cerros y los valles. Pero qué importa que florezcan valles Si voy llorando bajo el sol y lluvia, Bajo cálidos o gélidos vientos; si algún día alcanzo a vivir sin hielo por dentro, y por fuera sin usual niebla, veré secarse mar, lagos y ríos. Mientras al mar desciendan los ríos y las fieras busquen los frescos valles, tendrán sus bellos ojos esa niebla de la que nace en mis ojos su lluvia, y en el pecho hermoso aquel duro hielo que rompe el mío en dolorosos vientos. Sabré perdonar a todos los vientos por amor de quien entre estos dos ríos me encerró entre césped y el dulce hielo, y dibujó luego por mil y un valles mi sombra, que ni el calor ni la lluvia ni el trueno atendía su rota niebla. Nunca más huyó niebla de vientos como aquel día, ni ríos de lluvia, ni hielo cuando el sol abre los valles. Traducción: Ana Nuño.