Claudia S. Sierich, Caracas, 1963. Poeta, Traductora literaria, Intérprete de conferencia. Su Libro: Imposible de Lugar es Premio Poesía Autores Inéditos Monte Ávila Editores, 2008 y Distinción especial del Premio Municipal de Poesía 2010. dicha la dádiva, Ed. Equinoccio 2011.
La lengua es antes que nada, también, sonoridad organizada y nuestros recuerdos más antiguos puede que sean sonoros: la música que oían nuestros padres, el idioma en que nos despertaban en la mañana, las bellas palabras en un dialecto que desconocemos… Las lenguas y sus modos se convierten para quienes han sido tocados por la palabra en rico e irritante, permanente umbral de vida. Seducidos a conciencia por esta curiosa circunstancia del ser humano de consagrarse en distintos idiomas, cada uno signado por su carácter, musicalidad, historia y antigüedad, su uso y devenir particular, algunos poetas nos dedicamos a trasegar poesía de otros lares, como entrega a las culturas a las que nos debemos. Si prestamos atención, en las notas biográficas de muchos poetas aparece la mención de su actividad traductora. Traducen por libre designio a otros poetas que sienten son indispensables conocer en la propia lengua. Suelen escoger a poetas con cuyo trabajo sienten afinidad o intriga. De modo que hacen colateralmente las veces de galerista que expone sus hallazgos – cuando se publica su labor. Por otro lado, constituye un ejercicio maravilloso de reflexión y destreza intelectual y verbal, en el que nos sumergimos con placer en un acto de admiración, incorporación y entrega. Un acto de contención y liberación al propio tiempo, con la promesa de hallar, una vez logrado el trasiego y la versión, un lugar singular y luminoso, inédito… La actividad traductora, quizá la manera más densa, intensa de pensar un texto, crea más lugares, lugares nuevos en los idiomas destino. En vista de la proverbial imposibilidad de traducir nada, en realidad, porque ninguna lengua contiene por completo a otra, significa estar dispuestos a emprender el pasaje con pasos tal vez nunca antes dados, establecer compensaciones, buscar la equivalencia de efectos, resguardar parte de la alteridad… en esta actividad no formalizable. Quien traduce, crea, de travesura y travesía, “a través”. Amplía horizontes verbales y cognoscitivos, busca tierra firme para un idioma en otro, hace hablar una lengua en otra, en un trabajo en clausura y en espiral de tiempo inconmensurable con el ritmo de vida hoy impuesto. En la poesía – y en su desplazamiento entre lenguas – encontramos la intensidad, libertad, tensión, el nivel de creación y procesamiento de realidades humanas que necesitamos para nuestro consumo personal y para eyectarnos fuera del uso común de la lengua. Tomando en cuenta que la poesía no se traduce describiendo ni explicando y homenajeando la condición indómita de todo idioma, esta labor conduce a su máxima tensión los procesos de comprensión, toma de decisiones y de riesgo, por las características particulares de densidad, sonoridad, ritmo, brevedad, intimidad o abstracción de la poesía y su condición de rondar zonas más ‘profundas’ que nuestra inteligencia o aun conciencia.
Claudia Sierich, Caracas, mayo de 2012.