Antología de la diáspora

El puente es la palabra

Porque fui extranjero y me acogisteis

Mateo. 25:35

El migrante es la personificación de la fe y la esperanza. Frente al quiebre de todo lo que le es conocido decide partir, extraerse de las circunstancias que agobian y pervierten su bienestar, para insertarse en otras que, aunque no menos riesgosas, le ofrecen una luz hacia el futuro.

El migrante es la voluntad de cambiar el destino que se vislumbra oscuro con certidumbre, por otro que es una suma de posibilidades en el intento de ganar control sobre él. De triunfar ante la adversidad que en muchos casos solo significa seguir con vida.

La fe es lo que impulsa los pasos de quien se va. Fe en la vida y en el futuro, aunque represente mover raíces y adaptarlas a un nuevo suelo, moldear el lenguaje a otros usos y tesituras, convivir con la nostalgia que se hará costumbre, integrar la tristeza al consuelo de otro paisaje que es cobijo.

Los grandes temas de la literatura universal que dan cuenta de las principales emociones, intereses y deseos humanos pueden condensarse en unos pocos núcleos, está el viaje, tratado como odisea o como éxodo, el tema de la infancia y los paraísos perdidos y la célebre tríada enumerada por Miguel Hernández: vida, amor y muerte, estas son las grandes metáforas que alimentan los ríos del discurso de la humanidad. De los géneros literarios, tal vez sea la poesía la que con más persistencia ha ahondado en los asuntos del desarraigo, la voz del poeta intenta dar cuerpo y lugar al tumulto de las emociones del exilio, a la experiencia del extrañamiento y la incertidumbre ante el umbral de lo desconocido.

En esta antología de poetas venezolanos en la diáspora se establece el puente con el destino. Los textos presentes en esta muestra de poesía bordean una noción siempre personal e íntima de aquel lugar lejano y extrañado, cada poema expresa su necesidad particular y urgente de elaboración del duelo por la tierra dejada, la infancia preservada, el erial de los sueños recurrentes, la casa y sus habitaciones, la familia, la idea de la patria como abstracción encarnada, las experiencias del cuerpo como territorio y lugar de desfragmentación y migraciones, el tránsito de la poesía y la palabra, la memoria y la nostalgia, la política, la imposibilidad, el desencanto, la tristeza, la conciliación y también la esperanza.

En una reunión con Caritas Venezuela este agosto pasado, surge la idea de una antología que reuniera a los poetas que se encuentran fuera de Venezuela. La reunión fue convocada con el objeto de integrar a distintos sectores culturales en otorgar visibilidad a la situación venezolana en el marco de la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado 2019.

Al principio la lista de poetas no se presentaba tan extensa, pero en la medida que fuimos haciendo investigación y memoria la misma fue aumentando y llegamos a contar poco más de 130 poetas, quienes fueron invitados a participar a través de correos electrónicos y mensajes. En la medida que avanzaban los días, recordábamos otros nombres y fuimos sumando. Seguramente hay más que desconocemos, o que tienen largo tiempo afuera, o que por su juventud aún no han participado de muchas actividades y publicaciones. Sólo podemos decir que tratamos de sumar los más que pudimos. De estos, unos pocos no podían con los tiempos de la convocatoria, otros pocos no contestaron, otros contestaron, pero al final no enviaron sus textos y el resto, 101 poetas, entusiastamente nos hicieron llegar sus poemas.

El tiempo fue corto, apenas unas dos semanas, y por tanto es aún más asombrosa la receptividad y la afluencia de textos, varios de ellos inéditos y generosamente cedidos para esta selección. Muchos son jóvenes que comenzaron a publicar sus poemas en Venezuela y luego partieron del país en los últimos años, otros publicaron sus primeros textos ya encontrándose fuera del país, otros son poetas con obra reconocida dentro y fuera de Venezuela, o con una obra en proceso de consolidación, radicados en otros países desde hace poco o desde hace mucho tiempo, o aun en tránsito migratorio.

Estudiantes, profesores, trabajadores, inmigrantes todos, sin distingo de edades o géneros, pensamos en una muestra amplia que diera cuenta de lo diverso y rico del sentir de muchos poetas venezolanos, hoy por hoy, dispersos por el mundo. A ellos, queremos expresar nuestro agradecimiento, no sólo a nombre de Caritas Venezuela, sino a título personal.

La lectura final de los poemas reunidos nos conmovió. Esta antología es quizás un primer paso para establecer ese territorio común en donde nuestros poetas puedan verse a sí mismos y construir una entrada en la memoria para los lectores de poesía del país.

Hubiéramos querido que esta antología fuera mínima, y aunque por un lado nos entristece que no lo sea, por otro nos llena de un feliz asombro el vigor de su riqueza y apostura. Puente que crea y abandera el destino asumido, el de ser quienes se fueron. Hacer terruño en otras tierras con la palabra, ser el puente.

Kira Kariakin y Eleonora Requena

Caracas / Buenos Aires

Septiembre

II

Raquel Abend van Dalen

Las ciudades

se vuelven piernas sin huesos,

barcos de luz artificial,

hoteles de vidrio que flotan

             (¿existe algún edificio que no sepa volar?)

no piensan en nuestra transición,

en los pies viejos y gastados,

en el viento goteante de las madrugadas

             (¿las fábricas asumen su propia fórmula?)

pasean las crisis de las generaciones,

cautivan el revuelo del nacimiento,

regresan la tierra a sus aguas

             (¿es la muerte la que tiñe de negro las carreteras?).

Las ciudades son cartas arrugadas

que se enfrían en los bolsillos de sus extranjeros.

El poema forma parte de Sobre las fábricas, Sudaquia Editores, 2014.

 

 

 



 

Itinerante

Roislen Abreu

 

Después la angustia

y uno va dando vueltas en la vida

Karla Castro

Abro mi maleta

la lleno

por décima sexta vez

guardo

ropa

ausencia

seis libros              la cobija que me dio mi madre

Entre zapatos

existen guaridas

donde la errancia se puede doblar

transporto el huevo y el nido            prudente de tiempos

burlando azotes

Fijo cuadros en las paredes

de la casa que armé en mi maleta

si se rompe no podré llegar                                                              si llego    nunca me fui.



 

Irse

Santiago Acosta

Bendícenos, Señor, a los que tenemos poco tiempo y mucho futuro.

Tienes que complacernos, Señor, porque así somos,

impacientes y desvergonzados. Porque hemos sufrido.

Ya sabemos que no todo es estar drogados en las montañas,

no todo es hacer mapas de nada y pensar en la nada y sentirse vivos.

Lo hemos aprendido por las malas. Hemos cambiado.

             Bendícenos, Padre, a los enemigos de la esperanza,

a los que nos fuimos, a los que renunciamos,

a los descerebrados por el virus del miedo,

a los que solo vemos en el presente la escoria del mañana.

Me duele la mandíbula cuando recuerdo lo pequeño que era mi país.

Mi país era una diosa de cemento a la orilla de un río envenenado.

Era jugos vaginales, paisajes degollados: intermitencias.

Yo creía que mi país estaba en mi cuerpo

pero mi cuerpo es incorruptible y no hay país que sea un cuerpo.

             ¿Recuerdas, amor, todos esos días viajando solos,

mirándonos a través de ventanas que no eran nuestras?

Solo teníamos que resistir un poco más, olvidarnos de nosotros.

«Ya tengo en mí los pasajes. Ya tengo en mí tu pared de calma».

Hold on, darling, you’ve got to hold on.

Mi país es el poema más grande que he escrito.

Esta ciudad me da hambre, todo me acelera el corazón,

cualquier cosa me encandila durante horas. Ya no soy

el tipo paciente de antes.

             En Union Square me he sentido un ácaro industrial,

un parásito de hierro manchando de óxido

la entrada de una boutique.

He llorado, me he quedado ciego, estuve en coma, puedo jurarlo.

Esta ciudad me hace adorar la falsedad y la cólera.

Camino de noche y lo quiero todo,

quiero la sangre de la vida.

Odio mucho, pero odio con glamour.

Soy la mitad de un fantasma y el mundo me sigue ofreciendo la vida.

Irse, porque no soportamos el silencio del sol,

la carne indiferente del universo.

Irse, porque lo perderemos todo si no nos partimos los huesos.

Ocean Beach, hay barcos formidables

deslizándose detrás de la bruma.

Duele seguir con la mirada esos ángulos rectos, los veloces containers.

Hay látigos verdes sobre la arena, cadáveres translúcidos

y dementes que agitan los brazos entre las olas como babosas de mar.

Salivamos. Huimos. Solo pienso en salvarme, no en hacer caminos.

No hay caminos; hay cosas pasando, ruido. Mis oídos no soportan

el alarido de los rieles cuando atravieso la bahía.

Las grúas se iluminan, la bahía se ilumina.

Así son los puertos de Oakland. Blancos. Lejanos.

                                               Veo esas cosas y enloquezco.

Irse, querer cualquier cosa, despertar con un agujero en la mano

y sentir que llevamos 29 millones de años

esperando el gran meltdown. Un final bello, monstruoso.

             Estaremos bien, no nos perdamos.

Nuestras crisis son las mismas

y todas las ciudades se caen a pedazos.

Escúchenme bien, lo diré una vez más: todas las ciudades

se caen a pedazos. Solo permanece el deseo.

Mi deseo está ahí, deseándome como loco.

Me encanta distinguirlo, poseerlo, recorrerlo.

Lo violaría, con ruido,

sintiendo en mis manos su carne tibia, su extensión sedienta.

            

             Bendícenos, Señor, a los que te hemos traicionado.

Sálvanos de la pobreza, sálvanos de la desesperanza.

Sálvanos, Padre, de Barcelona, sálvanos de Madrid,

sálvanos de San Francisco, de Nueva York, sálvanos

de Buenos Aires. La beatitud no es más que un sueño violento,

pero tu salvación es puro misterio,

un gueto abandonado que hemos venido a poblar.

La costilla de la ciudad es un viento gris.

Los barcos se frotan como gatos, se untan de almizcle.

Quise buscarte entre la arena

y me quebré en dos como un pez verde.

             Dime qué somos, amor, fuera de los barcos,

«Soles pacíficos, mujeres de piedra». Todo es errancia,

no saber lo que se dice,

perdernos en la ciudad todos los jueves, extáticos,

buscando una planicie, lugares anchos para respirar y redimirnos.

Poema del libro Cuaderno de otra parte (Libros del Fuego, 2018).



 

para no morir

María Auxiliadora Álvarez

se va uno

para no ver

que la mirada que ama

se ha cerrado

para no volverse

a abrir jamás

se va uno

para que nunca más

le digan a uno “adiós”

se va uno

con su amor a cuestas

para un lugar imaginario

donde el pájaro sin alas

es útil a pesar

de la privación de cielo

se va uno a conciencia

de que todo

lo ha imaginado

todo

menos la intimidad

de la luz

se va uno con la certeza

de que nunca

podrá tocar

lo intocable

de que nunca

verá lo invisible

(perseguido

como ha estado

por fragores

tan apremiantes

y tan menos

sutiles)

se va uno reciamente

con su agradecimiento

cercado por una fila

de piedras pequeñas

alrededor de la lengua

se va uno sin preguntas

sin movimientos bruscos

como un mar pacífico

se va uno silencioso

como quien

cumple un deber

como quien olvida

se va uno

dominando

el tiempo del llanto

el tiempo que siempre

es el mismo

se va uno

como quien dice

“se acabó”

como quien

no estuvo

se va uno

y deja en el dejar

lo que fue uno

lo que aún

es uno:

una corta exhalación

de la brisa

una brisa

que se mueve

para no morir

  Escrito en Caracas, agosto de 1996.

Publicado en El amor de los enfermos (Compendio de Ca(z)a, Páramo solo y Las regiones del frío) México: Mantis/UANL, 2018.

 

El ritmo de las flores

Julieta Arella

Nacer en el corazón de una flor. Crecer. Ser de nuevo semilla. Ser muchas semillas. Volver a empezar en otras partes. En muchas otras partes. A kilómetros de distancia de donde fuimos felices, de donde fuimos amados. Dejar de extrañar las montañas a la altura del cielo. Inventarse una raíz. Afrontar valientemente el horizonte de un río. El frío de un invierno inclemente. Añorar el sol y recordar que era todo nuestro. Florecer de nuevo en la esperanza. En la distancia. Con la fe invencible del inmigrante. Con la madre guiando cada paso en un susurro. Con la alegría intacta de otros tiempos.

La escarcha de la Plata brillaba como un milagro. Era un río tan grande como mi miedo. El asombro no cabía en la primavera. Ya no importaban las raíces. Ya no había país donde volver. Los amigos en el mundo se expandieron. Que éramos muchos, decía la gente de frontera. Éramos ríos y riachuelos de gente buscando donde desembocar. Donde meter en la boca el pan. Donde desempacar. Donde embocar la vida.

Todo muda de aires, de pieles, de aguas. Prohibido pensarnos como víctimas. La alegría nació con nosotros en un verano eterno. Prohibido decir que nos hemos quedado solos.  La familia nos vela los pasos y las noches. Es preciso saber que aprendimos. Prohibido irse y olvidar. Vamos rompiendo las olas. Floreciendo. Violados por el tiempo. Reinventándonos la vida.



 

Ya no será la vida una ausencia inagotable

Belkys Arredondo Olivo

La sombra se deshace en el vacío

en el pantano rosa 

en donde tantas veces reí 

caí de espaldas y constaté lo hermoso

déjame contemplarte

es mi espalda blanca quien bien recuerda

el pájaro dorado en la ventana

el horizonte es una casa

y la música mueve las nubes con su mano herida

¿Qué hay junto a la puerta?

¿Es la flor imposible? ¿Es la de arena?

Ahora sólo es el espacio donde transito

el mismo en donde tu voz jala otras voces

y en donde la mirada acepta.

 

 



 

UNO.2

Luis Eduardo Barraza

Uno se sabe huido a la altura de los cementerios cotidianos

de esas pequeñas muertes

que uno arrastra bajo la escritura del día

mientras cruza la calle

o limpia las hojas que el tiempo acumula sobre los tejados

para que uno ceda a la tentación

de justificar un sueldo

y suba

y resbale

recto al fin, sereno

sin culpas ni rencores entre las flores prestadas

y los manteles / y el café

en una ayuna eterna

e intraducible de poema

al que siempre se aspira y no se llega

ahora en el oficio digno de cultivar sus propios gusanos

en la labor despreocupada de comulgar con las piedras

y aprender de ellas un nuevo lenguaje:

una oración sin labios

para un dios sin rostro

 

a la tarea de abonar también un jardín ajeno

con la luz introspectiva de los años y las palabras que nunca se dijeron

con unos huesos blandos que se levantarán mañana / y sin memoria

de lenta e inofensiva manera

entre el color renovado de la hierba

ya sin horizontes

pasaportes, ni fronteras

sumergido para siempre en medio de la noche

tan de sí

en lo impropio

como a la nada tendido

                                                                                   en una ofrenda de pan



 

Palabras

Alberto Barrera Tyszka

Todos soñamos con volver a casa. Incluso

los que se quedaron, los que jamás se fueron,

los que siguen adentro, enfrentando 

el orden implacable del naufragio. 

La casa es un mapa, una lengua, una forma 

de vivir, de ser juntos.

A veces despierto y siento que todos estamos

en un océano oscuro, una penumbra líquida,

sin final.  

Vamos nadando, aferrándonos a algunas palabras,

como si fueran balsas,

     

     boyas de luz en mitad de la nada.

Manguangua  Caliche  Bululú

     Zaperoco     Guachafita     Furruco

Ñapa Ñero Catanare

Perolito

     Firi firi

          Bazirruque

Gamelote  Tuyuyo  Bochinche

Vamos a tientas, 

abrazados a ellas. 

Tratando de inventar una nueva geografía.

Somos palabras que flotan en las sombras,

buscando                 todavía 

el camino de regreso a casa.

Inédito



 

Arte Poética

Luis Ángel Barreto

¿Por qué escribía? No lo sé. Me lo pregunto siempre. Sí puedo decir por qué lo empecé a hacer. Empecé a escribir porque no podía pronunciar palabra. Mi hablar era, y es, un ejercicio lamentable, triste, atroz, fallido. Lo que salía de mi boca era algo más opaco, más parco, más débil de lo que en mi cabeza estaba: aviones de papel mal hechos arrojados con fuerza que morían desechos a mis pies. Y mi voz, introvertida, intracorpórea, eco más que pronunciación, sonido sin nada adentro. Cuando escribía no estaba yo, por lo menos no me oía; si estaba, estaba detrás o mudo, absorto, atónito entre las sombras chinescas. Por eso, escribía para desaparecer, para parecerme a otro que era mejor que yo. Escribía para olvidarme de mí, para deshacerme, para que quedaran sólo partes irreconocibles, pedazos de cuerpo, de órganos que estuvieron a punto de reventar. Escribía para desquitarme, por venganza, por aquella vez, hace tanto tiempo, cuando tuve que pelear y salí corriendo despavorido, o los años cuando no podía salir de mi propio cuarto, o por la vez que no sabía dónde estaba y mis padres me encontraron alucinado en un terreno baldío. Escribía para vengarme del fuego, de la velocidad, de los descalabros. Escribía para que eso dijera algo sobre mi futuro, para que vaticinara mis acciones en los días próximos, para que me deletreara, para que me intuyera en lo indecible de lo que vendría. Escribía no para derramarme, para contar tal cual, sino para construir un artefacto con cierta forma que me permita caber en él completo.

¿Por qué no escribo ahora? Tampoco podría decirlo. Por exceso de sobriedad, tal vez; por pasar demasiado tiempo con el mismo semblante funcional, administrativo. Porque es raro aquí donde ahora vivo. Este lugar me resguarda y me hiere, me recibe y me mete en cajones. Me alimenta, me presta sus parques, me regala libros, me ofrece asilo. A cambio, corta mis partes los picos altos de mi memoria. No escribo porque ya no bailo, ni me revuelco en el suelo convulsionado por la música. No escribo porque algo le pasó a los órganos que me ubicaban en el espacio. No escribo porque en una casa en penumbras aún me esperan para cenar con el plato puesto en la mesa. No escribo ya porque no se entiende lo que digo, porque no soy gracioso en otro idioma, porque en otro idioma soy otro aún más parco, aún más grisáceo, un garabato más aún. No escribo, en fin, porque ahora como y camino pero me quedó algo suelto que sigue girando en silencio como los trompos.

Espero volver a escribir pronto, volver a construir esas casitas con piezas de dominó, con estos bloques antropomórficos que hablan del futuro. Quiero volver a escribir, ojalá sea esta misma noche o mañana por la mañana. Quiero volver a jugar a ese juego, como los niños.

Por ahora, me siento aquí a esperar que el sol se ponga rojo, que una ardilla entre la nieve se me quede mirando, o que una mujer pase y sin mediar palabras me bese.

Betina Barrios Ayala



 

El tiempo muerto de los tránsitos

Luis Enrique Belmonte

En los bancos de plaza. En las salas de espera. En las paradas obligatorias. En los andenes que se demoran al compás de los bostezos.

No es una cabeza de ciervo colgada sobre una chimenea. Ni un feto conservado en formol. Ni el letargo al culminar la faena.

El tiempo muerto es un recinto blanco y frío donde estamos solos, pelando

una naranja con las manos.

Aquí no importan las penas ni las glorias. Y todos somos lo mismo

cuando nos mantenemos quietos sobre

                                              el crispado espinazo

de un monstruo que devora sellos, pasaportes, resguardos,

permisos notariados.

El tiempo muerto es la antesala del traspaso.

Bostezo de centinela a mediodía. Aspas de ventiladores que rechinan en el techo. Sopor de los membretes. Crujir de sillas metálicas. Cuatro paredes para un encierro preventivo.

El tiempo muerto de los tránsitos.



 

Lágrima 

Victoria Benarroch

 

Cuando las miradas de siempre

no están

se derrama una gota cristalina

nace un árbol

y no encuentro la tierra

sin hallar el lugar

donde se aloja la palabra duelo

fundo otro espacio entre la humedad

siembro “mi país”

para rescatar la rosa   y volver a ser.

 

 



 

Cuerpopaís

Adriana Bertorelli

También el cuerpo es un país que te destierra, que te expulsa. Entonces caminas en círculos, en penumbra. No te encuentras. Te buscas a tientas: de noche se encuentran más cosas de las que se pierden. Buscas asilo en otros cuerpos. Todos los exilios tienen forma de miradas que se alejan. Este insomnio, además, tiene tus ojos. Eres en tinieblas. Intentas aspirar el olor de su cuerpo, desapareces ciudades enteras. Ciudades como esta, que aún te desconoce. Aquí, donde nadie sabe de tu cuerpo, donde nadie llama tu nombre. El cuerpo es un país. Un país que es ausencia.



 

Puentes

Graciela Bonnet

En Nueva York estuvimos todo el día caminando, y ya muy cansados, regresábamos, cuando caía la tarde, por un puente magnífico. Hemos cruzado infinidad de puentes en muchas ciudades. Puentes sobre ríos, sobre desiertos, sobre autopistas, puentes desde donde ver las figuras de otras personas caminando lejos, allá abajo. Puentes ferroviarios, que son adorables porque suelen ser antiguos y conservan un lustre que le han dado los años, una cierta dignidad del tiempo transcurrido en el piso opaco, en el ruido que hacen las tablas cuando pasa la locomotora y los vagones. Ese ruido es entrañable, nos lleva hacia épocas remotas, y cuando ya ha pasado uno siente nostalgia de no saber adónde va, adónde vamos.

¿Y los puentes de los cuentos medievales? Antes de llegar al castillo donde un hada curará las heridas casi mortales, el caballero cruza un puente en ruinas, acostado sobre su caballo lento. Y los puentes de los sueños, y el puente de los corderos de los cuentos de hadas… Un puente prefigura siempre el enlace. Dos tierras firmes separadas pueden encontrarse por mediación de un puente.

Venimos caminando por ese puente magnífico, por el nivel de los peatones. Hay muchísima gente andando sobre el resplandor rojo y amarillo de la tarde, gente de diferentes países, hablando idiomas insospechados, viviendo sus ilusiones, sus sueños naciendo o muriendo en este preciso instante. 

Nos atropella una visión que hemos percibido en otra parte, ya hemos visto ese entramado inconcebible y perfecto de cables que sostienen uno de los extremos. ¿En dónde hemos visto esta jaula gigantesca, esta pajarera para humanos sobre el río ancho, poblada por una multitud en éxtasis?

Hace muchos años, en otra parte de nuestra vida, tuvimos una postal inquietante. Era una fotografía en blanco y negro, con unos hombres de traje oscuro, trepando por las líneas de una jaula que llegaba al cielo. Conservamos esa postal entre nuestros papeles porque era sugerente y había algo inexplicable en ella. Durante años miramos la imagen y nos imaginamos muchas historias.

Ahora estamos en esa jaula. Existe. La imagen que durante toda la vida supusimos ficticia es algo sublime y real, aunque inverosímil. Caer de rodillas, agradecidos, sería una conducta comprensible. Allí está el puente verdadero, el que une lo supuesto con lo real. Se llama Puente de Brooklyn y desdice enfáticamente la teoría de que la humanidad es malvada.

Este texto está publicado en www.graciela0bonnet,blogspot.com

 



 

Mudanzas

Edmundo Bracho

 

I.

Por la mañana el café recocido y la ventana abierta

por la tarde la lectura de un desdoroso libro viejo

y la ventana cerrada

una casa aún sin eco y sin muebles

casa ahora de grano arábica 

y de hojas dormilonas 

van cayendo sobre el cascarudo pan frío

dispuesto sobre el piso sin mesa

II.

la mesa rota y la ventana descocida

los vidrios sembrados de costra

en tierra abandonada y ajena

mi agua engañada en sequía

mi botella vacía rasgada en el espejo

mi cuerpo roto

roto e ido a la espera de otros crujidos

III.

les dije a mis hijos evitar mirarse

en el viejo espejo chafado

les dije que no calzaran los zancos 

que algún vecino a la sombra arrojara

que a la araña esquinada le dejaran 

intacto su disfraz de polvo

que a la harina abandonada su velo de frío 

brillar orado

que no acariciaran torpe el tapiz de tachonado buey

ni esa tristeza anciana que sube y baja

desde las paredes

* * *



 

Hendidura del cisne

Cynthia Bustillos

 

En el blanco cielo del alba

se esconde la luna

posada en el reloj del campanario,

las negras agujas marcan el tiempo

como aves tras la niebla

Sobre el musgo y húmedas hojas

reposan

las alas de una mariposa sin vida,

un velero,

una flor

y el aleteo de las sombras

de las palomas al volar

Las puntas de los arbolillos

son nacientes constelaciones terrenales,

deseando tocar el cielo

de la tarde suspendida

Al caer la noche un oso polar camina

por la calle Mendoza

como una luna caída sobre la vereda

pasa frente a mi ventana, sin rumbo

igual que las rojas hojas de los arces

que temblorosas caen

como la noche austral

Blanco y rosado pasa,

con sus gruñidos y recuerdos,

con la Cruz del Sur reflejada

sobre su piel

como un lirio polar atraviesa la vía

dejando a su paso oscuras masas de polvo,

restos de estrellas

y una región fecundada de infinito

como la hierba en la noche,

frente a mis ojos

la Hendidura del Cisne,

la zona más oscura del universo.

Chris Cabrera

Quisiera ser el grito de una república frustrada

pero solo soy eso

que terriblemente llaman diáspora

Un movimiento desgarrado de patria

flotando entre estaciones

Un extraño sonido de la memoria

que ha olvidado lo que fui

Perteneciendo a otro nombre

entre ráfagas de inciertos

me desdoblo en las voces

que habitan esta isla

Soy recorrido de luces

que explota en el vaivén de un tren

de un cielo marcado de acero

un proceso migratorio incrédulo

el murmullo del centro del mundo

y la deuda perpetua de vértices



 

Pausa

Beatriz Calcaño

Han quedado

en modo de pausa

las reuniones familiares

la vida atrapada

en portarretratos guardianes

que observan callados

heredamos

desdeñados objetos

que se despiden

ahora

las palabras

viajan

por complicados cables subterráneos

aprendemos sobre husos horarios

cambios de estaciones

la primavera despierta

en algunas ciudades

en otras

el otoño se abre paso

Mientras

un pesado aire de domingo

impregna

nuestras nuevas vidas

Del libro “Pequeños mandamientos”, Editorial Public-Arte, 2012



 

Africanos

Leo Felipe Campos

Hace setenta mil años hubo un viaje sin turistas ni parques de atracciones, el Homo sapiens salió de África y llegó hasta Asia.

No comió sushi, ni pterodáctilos porque habían muerto. Crecía el odio como ahora, la misma esperanza enredada en el terror abisal de las alturas. Ese amor bestial y sin límites con los pies sucios y ardiendo de hambre. Veinte siglos de asesinatos más tarde salieron espantados, sus risas eran confusas. La naturaleza se impuso. Viajaron desde Oriente Medio a construir sus ruinas sin trenes ni leyes ni llantos de frontera, los mismos naufragios sin lenguaje, la arena, los espejismos y los cráneos secos. Llegaron contentos a Europa bajo la lluvia, a Siberia entre océanos y riscos, a Alaska sobre el hielo, a Centroamérica mascando peyote. Paleoíndios, Pimas, Mayas, Incas, Yanomamis, todos a refundar la traición en las cuevas. Somos africanos, dijeron, herederos del movimiento, caminantes inverosímiles, rotos y anónimos; cantamos en las noches de memoria las canciones más antiguas para arroparnos del frío, alucinamos con mapas en blanco, arrastramos miradas, heridas y también el aroma de las plantas venenosas que pisamos sin querer. Somos los de siempre. Imaginamos vestigios. Somos la tierra prometida de nuestro propio origen, piezas perdidas, anonadadas, que giran como cuchillos, como tigres, como serpientes, como dioses, como notas musicales, peregrinas y conquistadoras, somos gente que se preocupa por el futuro de los suyos, de los nuestros, gente que toma impulso desde el umbral y se desplaza. Nos propagamos como hormigas, como peces, como microbios, como fantasmas, como guerreros, como presidentes malditos, dictadorzuelos, reyes de quince veinte treinta años, de la nada, e inventamos la lluvia y el pan y también la seducción como una forma de la felicidad. Padecemos una verdad irrebatible: existimos porque migramos, migramos porque creemos. En nosotros. Sin saber que somos tribu, el grito ahogado sin atributos, a la intemperie de la misma materia que nos baña de partidas y llegadas y recuerdos.

De todo aquello que no es nuestro porque nunca lo fue. En eso el agua es muy sabia. Esa misma que bebemos cuando morimos de sed.



 

El OrO Viento del Bambú

Mariela Casal

I.- HÉROES MÍOS. Estudiantes. Poema 14. Cardiograma de Sangre

…

también es de sangre la paloma blanca

tan humana es la Paz

…

el bosque sabe de Flores

el tirano ignora sus espinas

…

se llevó mi biblioteca el Héroe Mío

pues no hay justicia que se crea

…

un tesoro de Estudiantes muertos

ha quemado mis pertenencias

…

en este viaje sólo soy la arena tras el Viento de los caídos

ese privilegio

 

II.- DUNAS. Templo Interno. Ondas grafías en ceniza

…

mi país

es una ronda de Vencejos

que expiran, las espinas

…

Flor, estar en casa es frecuentar la Flor

Flor, estar en casa es frecuentar la Flor, A-mor

mar amar mar amar mar

mar amar mar amar mar

…

mar, amar, barco de los dones… amar, silueta de amigo, que canta conmigo, son cuerdas al cielo

 

III.- TALLER APRENDIZ.

Prácticas de Luz escritura en Poïesis elemental

…

cuerda prima: conecta, conecta, conecta

…

por un gramo de virtud la vida es siempre

una onda escritura

…

todos buscan el OrO

el Aprendiz, ni sospecha que lo sabe

…

OrO el mismo pez

sereno nada

el mar de los avances

…

cien imágenes dicen menos que cinco prácticas: ama, ara, ama, ara, ama

…

EL AMOR ES EL FIN DE LAS PALABRAS

 

 

 

 

 

Corresponde al elemento Aire, de su obra entera. La Rosa Viva, mándala-montaña-origen. Turgua 1987-2017. El espíritu de El OrO Viento del Bambú se encuentra en la fantasmatha de la red.



 

a un gato muerto

Carlos Colmenares Gil

 

la forma en que te despediste

nada dramática

pareció crear algo

un fantasma de algo

entre el no y el sí del asfalto que pisaste

y por qué no te detuve, dijo ella

y por qué no lo detuviste, te dije

a qué se refería

¿al vapor de ti?

desmelenado y frío

poco posible de ordenar junto a las falsas esquinas que hacías

ella también lo era

una galaxia apagada

prefiero pensar que fuiste tú quien quedó

tuve que matarme por sexta vez

vivir la de verdad, la que te hace olvidar

el intento que falla

la forma en que no te despediste

me enseñó mucho

ahora cubro cada paso con cuchillos

tengo al mejor maestro.



 

Réquiem

Laura Cracco

I

Haber nacido debería garantizar suelo y aire,

bancos grabados, adoquines donde nuestro paso encuentra la huella de                                                                                                                              \otros

y sabemos que no fuimos arrojados a este mundo de la nada.

Es sencillo huir, vagar,

no regresar

mientras haya un suelo que recoge cenizas y fracaso.

II

Suturamos el pasado en algún momento del pasado

y una larga cicatriz extiende su costra sobre el tiempo,

ayer, hoy y mañana penden en los labios

como palabras ignotas de una lengua muerta.

Hemos olvidado las cosas de antes,

pero no nos hemos salvado.

III

La gente que marcha con paso relajado,

van a la oficina, toman café en las terrazas,

¿se olvidaron de morir?

La gente que enfrenta los tanques, el abaleado en la frente,

los que portaban escudos de cartón

 o los que huyeron  hacia el pestífero Guaire,

aquel Cristo desnudo acribillado a perdigones,

el violinista a quien le pisotearon el violín,

Neomar que volaba sobre la mediana de la autopista,

yo soy libertador escrito en el pecho,

¿se olvidaron de vivir?

Diego, abatido por el fusil, mira con amor el cielo

y en sus ojos se abre la posibilidad de un Dios que nadie ve.

IV

luz de hacha enceguecedora

y la negra noche que engulle cualquier matiz.

Luz tan vecina al ruido que encandila de evidencia

(la tragedia, como la orquídea, busca la oscuridad para echar raíz;

el drama, en cambio, deforma sus ramas

en pos del estridente mediodía).

V

Al fondo de la calle se alza una mole blanca,

una Acrópolis sugieren los bloques desvaídos por la calima,

templos y palacios.

                               Cierro los ojos y el mar del poeta ciego estira y                                                                         \encoge el lomo al borde de la noche:

oinopa ponto, oinopa ponto,

                               tras las calles sucias, ladrillos crudos, edificios cuyo                                                                \arquitecto fue la mezquindad,

entre los párpados entornados y la penumbra, mis pies no osan dar un                                                                                                                \paso,

no hace falta descubrir de qué está hecha la regia ciudadela,

no es otra cosa que el siempre más allá de la siguiente esquina

donde la nostalgia, con la maestría de Calícatres e Ictino,

construye las áureas proporciones de la soledad.



 

La basura

Andrea Crespo Madrid

pienso en los niños de mis calles

desde aquí donde no medra la nieve

las lenguas empujan los dientes

(hacia arriba)

(siempre hacia arriba)

solo un edificio raja el cielo

contra él reposan limosnas de piedra/

y yo pienso en los niños
de la calle San Andrés

la sed dilata úlceras en las bolsas negras
los niños entierran sus narices en el plástico/
con sus deditos entre la savia podrida
para bebérsela toda
restos de proyectil entre las muelas

Este poema aparece en el poemario Tuétano (La Poeteca, 2018).



 

Vovó

Odette da Silva

Mi abuela paterna

nunca me habló del viaje

en que cruzó el Atlántico

tras la Segunda Guerra.

Quizá era yo muy niña

y bastaban sus bilharacos.

Me pregunto cómo fueron

esos quince días en altamar

dejando atrás Pardilhó

por un puerto desconocido,

y cómo la trató Caracas.

Cuando crucé el océano

hace ya doce años,

el viaje fue aéreo, leve,

y me alejó de otra guerra.

Nunca me pareció extraño

vivir en el nórdico Turku

ni en ciudades holandesas.

Difícil, sí, pero no extraño.

Más bien fui cediendo

a un exilio natural, inevitable,

a un destierro genealógico

e inherentemente humano.

Cuando mi abuela partió

en su última travesía,

no pude decirle adiós.

Se interpuso el Atlántico.

Habría querido abrazarla,

habría querido darle gracias

por enseñarme, sin saberlo,

que no hay forma de vivir

sino entre dos orillas.

En alguna orilla,

vovó sigue friendo bilharacos,

pues no he dejado de sentir

sus granitos de azúcar

en las puntas de mis dedos.



 

This must be the place

Oriette D’Angelo

I’m just an animal looking for a home.

Talking Heads

[Una nación es una primera madre]

Soy huérfana de república

cuarta /

quinta /

ninguna /

poco paisaje adornando horizontes

mucho ladrillo vertical

cartón de acera en patio lleno de licor

techo de zinc / platabanda hurtada de vecino

cárcel de tarimas y de vagones rotos

Sangro por la herida vieja

cordón umbilical roído por enfermos

busco lo que desconozco para ver si me complace

¿Alguien más aguanta tanto plomo con pasaporte en mano?

¿Qué somos aparte de la cédula?

¿Podemos ser sin el modismo

de la coordenada odiosa del retorno?

Empecemos el desastre desde cero:

qué condena estar y padecer

dentro de un límite impuesto por la sangre.

Este poema pertenece al libro Cardiopatías (MonteÁvila Editores, 2016)



 

Universidade de Porto

Ana Lucía de Bastos

Cuando use un abrigo largo

y no consiga donde meter mis manos azules

mis manos moradas, grises, verdes

Cuando camine por las avenidas

de la ciudad invicta

sin nadie a quien visitar,

escribiré en mis tardes silenciosas

mil poemas.

Escribiré también

una novela

y tres cuentos largos

en donde una joven usa un abrigo

y las manos no sabe ya de qué color las tiene

de tanto vérselas y pensar

Asomada en las ventanas del tren

todo me parecerá ajeno:

Caras

Corazones

Manos

Sonrisas

Abrazos

Saludos

Pues

no hay allí un solo cabello que haya tocado

ni un recuerdo de mí en ninguna memoria

Aquella gente no me espera

No sabe que nací un día de lluvia

y que de niña le pedía perdón a Dios

por creer

o por pensar,

sin querer

que el Cielo podía resultar un sitio muy aburrido,

a la larga.

(Si reflexionas y ríes

-que de seguro lo haces, no lo pongo en duda-

Te darás cuenta de que es una idea muy graciosa.)

Entonces ahí

en la ciudad de Porto

me convertiré en palabras.

Caminaré de la mano con los párrafos

que se irán formando en mi cabeza.

Me sentaré en los bancos de la plaza

con el ritmo de unos versos

que sabrán a saudade

y, con nostalgia de lo que no he tenido,

lloraré al saberme lejos de todo

y cerca de mí.

Les escribiré a mis amigos,

a mis padres

¡Cuánto los extraño!

Y en la libreta que lleve conmigo

escribiré mil veces

¡Oh, soledad!

Para entonces agregar

Oh solidão!

Pues tendrá dos nombres

uno en castellano, que me tocará la lengua y el paladar

e outro em portugués, que me lambera os ouvidos.

Será por lo tanto dos veces más grande

Mi soledad

y también,

dos veces más hermosa.

Abriré un día los ojos

y se habrá convertido en todo.

Será la taza de café en la mañana

La silla vacía del bus

El piso de piedras de las aceras

Cada acera

Cada piedra.

Tan repartida y múltiple

a minha solidão

que se sentirá acompañada.

Oiré la conversación bilingüe

entre ambas

y transcribiré en mis cuadernos sus palabras.

Haré la novela del hijo,

que le prometí al catalán

y los poemas del cuerpo

que le prometí a mi cuerpo.

Haré un cuento de todo lo que ya no soy

y otro

de todo lo que nunca he sido.

Rellenaré las hojas de todo lo que me faltará

de todo lo que dejé al irme a esa ciudad.

Pero un día

Alguien me tocará el hombro

Me tropezará

sin querer quizá me empujen

O me estornuden

O me sonrían

y poco a poco todo me será familiar.

Porto me atravesará.

Gritará más duro que todo el vacío que me acompañe

y se convertirá

luego de tomarme la mano

en una nueva ausencia

Oh, Porto

escribiré luego

¡Cuánto te extraño!

pues todo lo que veré en el tren de regreso

Manos

Corazones

Sonrisas

Abrazos

Saludos

Me pertenecerá.

Publicado en Y ahora, extiéndeme al sol, editorial Bidandco, Caracas, 2014



 

El bus que nos lleva a los bordes nos hace bajar

Dinapiera Di Donato

No será nada (un desperfecto, algo se quiebra, la oscuridad alerta)

los niños se hacen amigos, cuelgan de la misma cuerda

parece que oigo la voz de mi madre

amárrate a la niña y a la pistola no será buena señal luces

a lo lejos

si un comando aparece para socorrerlos mátala (en el sueño la sombra de mi

madre sabe qué hacer)

En mi ciudad hay un río furioso lleno de nubes

pero el agua no llega a los grifos de mi madre

que ahora otea el balcón donde siempre asoma el maestro del mundo

(no le digas a mi madre que el maestro

solamente vive allí)

aquí avanzo en la marea sin plan A sin plan B (una estrella puede ser  fatal)

las tierras por la ventanilla cada vez más húmedas

en la carretera vemos una nube del río siguiéndonos

ha llegado a envolvernos (el comando

no ha visto nada)

suelto la pistola lentamente

le digo a la niña que sí puede jugar

la carretera libre

mi madre se retira del balcón

 



 

La voz de allá

Gabriela Durán Arnaudes

Vivo el desarraigo

de los puntos cardinales

buscando algo que yo tenía

Encuentro sustento

en la certeza de perder

y ánimo en la tachadura

Intenté conciliar con en este sin lugar

y escuché mi voz como un relincho cerrero

pero no podía decir

nombrar como yo sabía

Me dieron otra

una voz prestada

que no conocía lo que yo tenía por dentro

enunciaba

                   conjugaba

repetía

La voz que me arrancaron

está sola

en una sorda

cajita musical

Quise tomarla

pero la otra voz dice

que no es importante

Me quedé inmóvil

no logré escuchar nada más

ni ver reflejo

                     o sombra

                                       esto es lo que queda.

Daniel Esparza

 

Hay ciudades sin montañas ante las que rendirse.

Y sin embargo

siempre es posible aprender a temer

la majestad de un árbol en una acera o en un patio

el hielo en la superficie del río en invierno

o los bichos bailando en las noches de verano.

Todo esto mantiene

Cerca, lejos

En casa, fuera de casa,

Dentro, fuera

El espectro de aquella otra ciudad.



 

LXXIII

Cristina Falcón

No hay vuelta atrás

para el adiós intruso.

Voy a hacer su equipaje.

Voy a doblar una a una

paciente

delicadamente

las prendas del dolor

las mangas del vacío

los cuellos asfixiantes

los sombreros para el día

los de tapar la claridad.

Aprendí a hacer maletas.

Cabe tanto en un bolso pequeño.

Puedo multiplicar el espacio

para que quepa todo

sin forzar nada

sin sentarme encima

sin que se rompa lo atado.

Como las maletas

de los que se van para siempre.

Voy a hacerles

el equipaje perfecto

a desearles

el viaje perfecto

el que no concedieron a nadie.

Voy a quedarme aquí

en el portón

lo que sea necesario

hasta no verlos más.

Buen viaje sin vuelta.

Del libro Borrar el paisaje (Madrid, 2013)



Emigrar huyendo

Karlina Fernández

Emigrar es extraviarse para siempre.

Una pequeña muerte alojada en las alas del pasaporte,

esa ave que te sella libre del nido que no querías dejar.

Declarada sola en medio del mundo,

sin guacamayas ni viernes de birras.

¡Estás perdida!

Aunque tengas para el alquiler,

para las fotos de postales,

para ayudar a la abuela…

algo de ti se ha perdido para siempre.

Toca reescribirse en costumbres ajenas,

colonización en tiempos contemporáneos,

elegir dos tipos de esclavitud:

afuera o adentro.

Te invaden las palabras nuevas;

te abofetean tu argot que, sumiso,

va quedándose sin aliento.

Tú, que has sido siempre brillante,

hoy das tu oro por un trocito de espejo

en algún rincón donde puedas volver a verte reflejada.

Mirarte es un lujo que pagas con tu vida.

Los años pasaron en vano,

la historia se repite una y otra vez.

 

Carmen Leonor Ferro

En alguna parte de esta Sicilia incandescente mi madre no ha muerto,

cientos de ojos me acompañan desde las casas de los montes donde puedo presentir la estancia de parientes lejanos,

la vida campesina de los que aquí estuvieron antes de que la rueda decidiera girar.

No hay muerte en el resplandor de las piedras,

Arquímedes se asoma en los intersticios,

basta un momento fuera del estruendo metálico para que resuciten la cal y la inmateria.

En alguna parte de estas aguas nada desaparece,

todo sigue mirando.

Nada hay que no exista

en este mar



 

VI

Dayana Fraile

 

Torre de seguridad babeliana,

elipsis de sentido / sistema solar espiritual

leo toda una metafísica de los cuerpos celestes en esta sala abarrotada de

                                                                  \pacientes que juegan Pictionary. 

La enfermera dibuja una zebra

risas cáusticas

la tiza dibuja el espacio de las soledades, el tiempo abraza la naturaleza                                                                                   \de esta actividad recreativa: equilibrar

los cuerpos en el mal y en las nervaduras del cielo

o un atajo hacia la cerveza en la despensa de un apartamento de esquinas

                                                                                                         \ilegibles.

Recuerdo una pared azul, una computadora y una llave retenida en la sala de artículos personales. Después del tradicional striptease encontrarás una cuadra de fallas renales y, en una esquina, tres intervenciones quirúrgicas de artificios difíciles y parrafadas a domicilio, probablemente, una técnica para hallar tu rostro en los sellos postales. Venopunción de sobres amarillos. 

En un país no muy lejano

cualquiera ofrecería su reloj a cambio de una muesca de jabón.

Cuando es mi turno

dibujo una playa

la calidad del trazado es lamentable

apenas alcanzo a esbozar un sol, el mar, y una breve fracción de arena.

Todos adivinan de inmediato y lamento no tener oportunidad de  dibujar

una sombrilla

Asuntos de la inmaterialidad metaindustrial, el sobreprecio en las maletas, las chayotas cristalinas en los bolsillos. Están prohibidas las llamadas a otro estado. Paraestado. Gelatina- empezó a gritar la enfermera.

Cruzó su remolino de cabello con un lapicero.

Y ahora el cuido

el cuido que desprotege

el cuido que persigue con el látigo

el cuido que agita las manos

y rompe

el día

el cuido de las pastillas que enferman

el cuido de los doctores que golpean con un rolo

el cuido.

Un amigo renació cuando fue sepultado bajo la nieve,

examinado por la beatitud de los meteoros, el terror y el tedio de                                                          \liberarse de la memoria. El silencio de los edificios

de líneas modernistas, de las fotos digitales, de todos esos píxeles

                                       \+ la exacta definición de los errores en tu perfil. 

Los correos electrónicos que son borrados para siempre representan

                                                                     \un verdadero suicidio estético,

la visión beatífica de las diosas es la visión de la muerte, 

las ideas pesan mucho, eso es lo que pasa,

una zebra es una mueca con un sentido sardónico de las estepas.

Pedazo de tiza

nostalgia de borraduras.

 

Flora Francola

Miras la lámpara

Encendida a pleno día

Afuera está oscuro

Piensas el poema

Vuelta a casa

Cuando esa casa ya no está

Demoliciones y herencias

En líneas de tiempo perdidas

Como la geografía trastocada

Por movimientos tectónicos.

Nos hicimos fuertes cargando maletas

Y yo ya no pensaba estas cosas

De los desplazamientos obligados

Porque los años pasan

Con oleajes y espuma

Como un lavarropas

Que desgasta el anhelo de volver.

No se vuelve a donde ya no existe

No existe

No vuelve

Miro la lámpara encendida

Cebo un mate.



 

N10°13’0.01” O64°37’0.01”

Enza García Arreaza

 

a.

La ausencia de mi gato se ha convertido en un duende sórdido, es un grillete, un ángel que me amputaron y dejó un hueco en el futuro. La ausencia de mi gato es un quásar y un documento.

b.

La adrenalina de salvarte no basta para sofocar a esa criatura perpleja sentada en tu esquina, esa serpiente supercalifragilística que escupe antimateria y serios pormenores, eso de que ahora empiezan las últimas veces de ustedes la convención de sordos mutuos y minúsculos acuerdos de cumpleaños y desgracias, meriendas, cigarros, Juan Gabriel, la pelona, la pelúa, el Rey León y sobre todo, mucho Tafil.

Me voy a guardar estas migajas en el bolsillo, dices.

Pero no dices nada.



 

Cierra la ventana al salir (si es que sales)

Manuel Gerardi

 

Zamuro:

ave de la familia catártida

del griego catarsis porque limpia

se redime en la tragedia de esta

ciudad caníbal

criatura digna que no mata

que pone buena cara ante el muerto

que habita el desahucio

ave poeta pionera del verso ready made

ave del trópico que no posa

en busto de Palas

pero sí de María Lionza

ave que come de nosotros sin delatar

el mal olor

un día heredará las tierras

de la fatal arrogancia.

Poema perteneciente al libro “Zamuria” (2018), tercer lugar del Primer Concurso de Poesía “Rostros”, publicado por Rostros editores en la colección Génesis.



 

Primera correspondencia de Caín a Alexander Stein

Leonardo González Alcalá

Ahora presta atención: mala cosa es nacer Mago o Diablo.

Enza García Arreaza

fe diminuta:

asedias los espacios con soles asustados

los abandonas en mi habitación oscura

mudos, sin saber bien qué dictamen los ordena

queman acaso la materia verbal que les ofrezco

cumplen una magistral suplencia

todo sol queda riendo en el centro de lo que ha quemado

por nuestro origen, a hombres como nosotros

nos lanzan una condescendiente dádiva en forma de moneda

yo digo: allí yace el germen de un novísimo imperio

y entonces reímos ruidosamente en el centro de todo lo que hemos                                                                                                                            \quemado

 

Sonia González

Tomo la foto

para la tarjeta de identidad

de mi residencia temporal

Han sido meses

de papeleos inverosímiles

hasta que hoy

tomo la foto

Me dicen que ponga el cabello 

detrás de las orejas

la frente despejada

me quite los aretes

me coloque de frente y de perfil

la chica dice: uno dos tres

y tomo la foto

tomo la foto

tomo la foto

Todo en la vida ocurre

por repetición

Se repite el momento en el que partí

tan joven

y ahora trajinada por estos vaivenes

me encuentro con hijos que asistir

aprendiendo las calles y sus usos

los nombres y sus gentes

las plazas

los puertos

las piedras

He soñado

con el no país

Hay una mudez interior

que me impide regresar

a mis recuerdos

Me vuelvo mínima

Aprendo sólo de lo necesario

Tener

un verbo en desuso

 

Cristina Gutiérrez Leal

Sé del mar reventando contra un muro

cómo me asusta cuando levanta demasiado su oleaje

cuando enfría sus aguas y es imposible.

Sé de gente buena acodada en puentes

contemplo sus miradas cristalinas y la mía se envidria

me siguen enfermando mis ojos litorales

                              mis costas.

He visto desde un balcón

un río que divide tres países

abrí ya muchas veces mi puerta para saludar desconocidos

ya estiré una nueva lengua

ya me senté lo más al norte posible

ya estuve en la última calle de un país

ya fui todo lo insular que pude

ya he puesto toda mi fe en un viaje

ya he querido volver y abrazar

corro tras un nuevo paisaje que se alborote en mis ojos

vivo huyendo de este lugar que soy

pero el desarraigo no me cura

               no me cura.

Este poema aparece en la antología del II Concurso de poesía joven Rafael Cadenas (Team poetero; Autores Venezolanos, 2017) y en el poemario Estatua de sal (2017, Dcir Ediciones).



 

Tautologías

Geraldine Gutiérrez-Wienken

Las cosas del mundo también suceden

en la casa los techos las paredes

también se cansan

de lo absoluto

de la oscuridad emigran pero

la ruptura es común

el cuadrado debió tener cuatro esquinas

y lo redondo debe ser un cuenco

lo más íntimo en el ojo del aluvión

el hogar circunscribe y

la cronología es una

cuestión de tiempo                             flotante

Poema inédito perteneciente al libro inédito “país/sino”.

 

Nidia Hernández

Desde hace días

Crece algo parecido a la nada

Que se inmensa

La blanda brújula del corazón

Toma un camino de agua y se compensa

Luego de ir de una galaxia a otra

No puedo hacer nada

Por ti o por mí

O por nadie

Por el silencio que el viento extiende y lleva lejos

Por la escala invertida y perenne de los días

Por el reloj que vaga

Ciego

Fugaz

Indiferente

El radar de la inconsciencia

Rastrea lugares

Voces

Bambúes

La lumbre de una cabaña en la montaña

Un silencio que amo

Y personas que te esperan

Todo comienza a desaparecerse

En la neblina de la mente

Menos la luz parpadeante de las luciérnagas

Y todo es posible

Es posible por ejemplo

Ser una tortuguita recién nacida

Pedaleando en la oscuridad del mar

Como si conociera todos los caminos

Es posible ser una tortuguita

Indefensa 

Frágil

Sobreviviente

Sola

Que vuelve al océano

Sin saber nada de sus padres

Y aún así

Cumple invariable

El hexágono de sus ancestros

En el aro del mar y de la arena

Es probable que todo sea

Únicamente mar

 

Ruth Hernández Boscán

nadie termina un viaje

Fabio Morábito

quería plantarme aquí

ser un árbol porteño

como esos de raíz enorme

diagonales al Teatro Colón

pero este cuerpo tiene casi cincuenta años de uso

abrazo a un jacarandá        más discreto

me advierte del invierno       del verano            del otoño

yo le hablo de la primavera

nos hacemos amigos         

no es mucho lo que puede ofrecerme

pero tiene ramas fuertes

y mi nido es liviano

                traje pocas cosas

y están el cielo     las nubes     la gente en la calle

y es primavera



 

Parcelamiento Milenium Noviembre 2017

Alfredo Herrera

Torres eléctricas

Gran soledad al ir bajo ellas

tssss    tssss    tssss

Llevo a mis perros

Pensamiento y pensamiento

El cerebro es una masacre

Torre eléctrica que transmite a otra

y esta

a otra

y esta

a otra

en desfile al sufrimiento

Torres eléctricas a gran velocidad

como la carne



 

Patria y poesía

Verónica Jaffé

Mi país es un poema

que no sé,

que no es mío

sino de él.

¿Sería porque mi padre

fue emigrante

pero no como el de

Gerbasi?

Mi patria, lo sé,

no es jardín o desierto

sino río por momentos

por otros fue mar.

Este poema pertenece a La metáfora, fluida, Madrid: Visor, Fundación de la Cultura Urbana, 2019.



 

Entre dos aguas

Sandy Juhasz

Como si los ríos se conocieran.

El Danubio trae historias de otros ríos.

En sus ojos regresan todas mis olas.

- No laves mi tristeza, le advierto,

es lo único que me queda,

la rabia no cabía en la maleta.

Una pena cristalina se arrima a mi pecho,

en un soplido estallan paredes, soles, ventanas, palmeras,

techos, trozos de montaña, relámpagos que juegan con las sombras

                                                                                              \de la calle,

y el fracaso sale de la derrota sin dientes de leche,

y el mañana tiene ayeres que la transparencia espanta con las manos                                                                                                                \que vienen.

En el fondo del agua un brillo de llaves me regresa,

son de aquella puerta azul que no cerré nunca.

Inédito



 

VIII

Carlos Katan

Pensamos que

al llegar

traeríamos noticias

de un nuevo continente.

Pero al entrar

sólo encontramos

la casa

vacía.

El poema pertenece al libro Formas de la Aridez, ganador del III Concurso de Poesía Lugar Común (actualmente inédito).

 

Juan Luis Landaeta

Mi idioma es un sonido lejano

la sonrisa de un pájaro

que desconozco

al amparo de una lluvia invisible

tibia



 

Padre

María Gabriela Lovera

No estoy ahí.

Y ese no estar atropella la noche,

sacude sueños en mi cama,

arroja los ojos contra el cabecero,

hace estallar de culpas la mirada.

Temo no estar cuando la luz se apague,

cuando arranquen de cuajo los impulsos.

Quisiera cubrir de párpados hasta el último brillo,

dejar dormir aquello que se agota.

Pero no estoy ahí.

No puedo estarlo.

He cortado el tallo del lado de la flor,

he obviado las raíces.



 

Nombre equivocado

Nérvinson Machado

Yo cargo con mi hermano en una maleta como quien fermenta el futuro

con el amor de una bestia mitológica.

El amor, quién sabe, puede ser un suelo de arsénico

o una boca llena de sospecha,

también puede ser un país incendiándose.

En mi pecho la infección de la vida da respiración

boca a boca a una vasija hecha una pequeña casa

que a veces, no lo niego, se desploma;

pero a veces se atreve a seguirme de aeropuerto en aeropuerto

de garganta en garganta

de esos otros que soy.

Yo cargo una maleta que es una pequeña casa

para guardar mis párpados.

Yo cargo con mi hermano en una maleta

como quien carga con su cepillo de dientes

para quitarse el mal sabor de boca

de un país.

Me aseguro de viajar en una madrugada prehistórica

con medio cuerpo encerrado en esa pequeña casa

para que mi caminar sea ligero.

Nos despojamos del calzado para entrar en esa pequeña casa

como si en sus paredes estuviera la infancia de asfalto

y la falsificación de una vida.

Abandono todo, menos el equipaje con el que me aferro

a la incertidumbre de contar cada lugar y cada rostro

Yo tengo en mi pequeña casa la violencia

con un corazón a punto

de infartarse por las tablas que sostienen al cielo.

Yo viajo con la mitad de un hermano muerto

oculto en el cadáver de mi niñez.



 

Sobre el mural de Cruz-Diez

Jason Maldonado

Sobre el mural

de Cruz-Diez colgué

mis títulos sobre otros títulos

de los que partieron antes.

Primero fue cemento,

madera, fierros;

luego, pastel de choclo,

charquicán, sopaipillas;

ahora vendo lagos,

nieve y volcán.

Cuenta nueva y el lugar común de su borrón

quedó estampado

en el pasaporte:

reinventarse desde cero

antes de que el frío venza

             el cálido recuerdo de la auyama

             el tostado limpio de una arepa ardiente

             el sol que no miente al levantarse

mientras los bárbaros continúen

soy

un seremos

que aún no llega.



 

Árbol de lo lejos

Iola Mares

Aquí las palmeras no dan cocos.

Las naranjas ruedan por la calle como si fuesen mangos,

pero no pueden morderse.

Estoy colgada en una misma escena reconvertida,

una secuencia que se cuenta a pedacitos

en el trasiego que flota cuando se duerme.

Empezar de cero es empezar de cero,

sin los libros, con el país dolido, amoratado en una pierna

incrustado en los ojos bajo un sol radical.

Aquí los pueblos están tejidos en la dorada costa del Mediterráneo;

desolados en invierno, saturados en verano

vacíos en su resolana fría cuando pega el viento.

El mismo viento que quema la liviandad de no ser nadie.

La poesía que es extrañamiento devorado por la arena.

Aquí el paisaje que te persigue viene de adentro.

Es un alambre de púas en la vigilia.

Por eso no me canso de llevar tus lágrimas conmigo.

El pecho se abre en cada apagón, y aquí si hay luz.

No puedo zafarme esa oscuridad trascendental.

Soy la tierra que no sé regar,

árbol de agua.

Una hendidura que solo llena Palmieri o cuando, del otro lado,

te dicen: seguimos aquí, todavía respiramos.

 

Lo que no he contado

Acuarela Martínez

Al salir, no sabía el rumbo que tomaría mi equipaje, ni mis pasos. Fue un salto desesperado para acabar con mi propia pesadilla. Nunca escribí sobre aquella profecía de sortear caminos indefinidos, por aquello de esperar que bajo mis pies, la superficie estuviera firme, aunque durante mucho tiempo, siguió movediza. Tal vez por eso, no había contado sobre la mujer del ascensor.

Llevaba un gorro de invierno, tupido como el guardián de los pensamientos de un prisionero. Amablemente sostuvo la puerta para mí y buscó conversación. Al saber mi origen, me habló de nosotros, los desterrados. Así nos llaman a los que se expulsan a sí mismos de un lugar, cuando ya no soportan las cadenas.

Dijo ella, que somos como rompecabezas, que adaptamos las piezas de la soledad hasta que encajen en los días.

Con una mirada apenada y al notar mi rictus doloroso,  agregó alabanzas sobre mis paisanos y expresó gratitud por tenernos como invitados.

Conversó sobre haber pisado alguna vez mi tierra y el sabor agradable que dejaron nuestras costas coloridas en su memoria, le hace rezar cada noche por el país, clamando por la reconstrucción de un puente que no se lleve las palabras.

Antes de llegar a su piso, comentó que ora por los que ahora estamos en su nación, sembrando esperanzas en el suelo ajeno que nos albergó, después de un vuelo involuntario.

Esto tampoco lo mencioné, pero señaló hacia arriba con sus dedos, tratando de ilustrar cómo hacemos un nido sobre tempestades sin necesitar la luz, porque somos linternas, conservando la ingenuidad de los niños, mientras sonreímos.

Fue como comprobar mis predicciones:

el amor y las raíces están donde las llevemos.

No les he contado, pero cuando la mujer se fue,

no pude aguantar el llanto.



 

Contra Goliat

Kelly Martínez-Grandal

Yo aquí fui feliz

Me hice polvo de este polvo

Cerbatana salvaje

supe lo que era amor

Sigue rodando emigrante

Todo aquello que soñaste o su

revés Sigue rodando emigrante

Flores malvas en otoño amarillas en verano

mi esposo me regala atardeceres espléndidos

Nadie me revisa me requisa

bueno sí   el banco

pero aquí puedo disentir

vociferar

En tu país eras alguien pero aquí eres

nadie

Nadie

la ceguera del cíclope

la ira de Poseidón

la bruja Circe

Pero mañana la aurora

la honda contra Goliat

sigue rodando emigrante

Todo aquello que soñaste

o su revés.

De Zugunruhe (The Operating System, 2020. En edición).



 

Raíces

Rubén Martínez Santana

Las hojas cayeron verdes

entre las fuertes raíces

Sus ramas secas

se clavan en el cielo

Erguido

de cabeza

puedo ver de nuevo el árbol



 

Caducifolio

Jorge Andrés Medina

Lo heroico es tener destino.

Ludovico Silva

Cabe tu nombre en cualquier esquina

como dentro de un puño el remanente de tus glorias

pero cuántos los kilómetros en tu equipaje,

cuánta erosión sobre mañana

dejarán las olas del camino.

Cuesta deshojarte del árbol que fuiste.

Dejaste el nombre terruño

en los valles de azufre a tus espaldas

y ya no puedes pronunciarlo

sin dormirte en las corrientes del presagio,

sin olfatear la sangre que mana de su herida

ni temer a que mentarlo profundice tu fractura.

Tus pensamientos son leones en silencio

pastoreados por la duda de lo que pudo haber sido.

Atraviesa como un pájaro nocturno

el cielo de la soledad,

perfecciona el ejercicio del olvido,

devuélvele los ojos al asombro

y que la maravilla arrulle tu dolor incesante.

Canta desde tus miserias la tenencia de un destino;

la piedra del ayer confinada a tu tórax

                     

                  p e r j u r a r á

                                       que lo perdiste.

 

XVI

Néstor Mendoza

Quienes veían el descenso de la ojiva

de pronto recordaron todo lo vivido

y todo lo que no pudieron vivir; fue tanta

la impresión y tan claras las imágenes

de los recuerdos que con toda seguridad

reconstruyeron viejas escenas de tactos

y roces entre la maleza, diríase que fotogramas

de una película en blanco y negro, con la

exactitud de quien recuerda los episodios

de burlas adolescentes o rechazos en pistas

de baile. Eso no se olvida, tampoco

el impacto y la detonación.

La olla podía ser la llaga y dentro

de ella se cocía rápido la pobreza.

La olla que dentro lleva agua

y algunos retazos de verduras, puntas

de yuca, pedazos irregulares de ahuyama,

tomates mallugados, que se pidieron o se

robaron; no importa pues importa

solo el hervido rápido, el hueso que

dentro se calienta solo sin carne

para todos los que alrededor están,

los que esperan una parte de esta

cocción en plena avenida, a la luz del

día, mi día, tu día, este día en que todo

es posible, incluso comer sin ventanas;

comer a la intemperie que nos une

en su completo desgano. Y de nuevo

la olla apaleada, tan usada, que se va

oscureciendo de tanta ceniza adherida

a su cuerpo plateado, ahora negro,

por siempre negro de tanto arder.

(***)   Poema de Ojiva (El Taller Blanco Ediciones, Bogotá, 2019)



 

Pronunciamiento

Corina Michelena

                                                                                                                               Si existe Algo que devore,

                               Saltaré adentro, aunque traiga el mundo a su ruina.

                                                                                                      Karl Marx

Un ruso, en ruso

pronuncia la palabra

                       “izquierda”

¡y la lleva a cabo!

con desganada, natural facilidad.

Un ruso, en español

no podrá proferir esta palabra,

requiere un duro

entrenamiento

de vocales agudas y fuertes,

de letras –infiltradas-

que no se pronuncian.

En Moscú,

ser la entrenadora,

escucharlos fracasar una y otra vez,

es mi noble, dulce tarea.

            

                Poema expuesto en “Manifiesto país”, Sala Mendoza, Caracas, Venezuela.



 

Los hambrientos

Diana Moncada

Avanzamos como las nubes en su terrible poética del desgarramiento

Somos el residuo que arrastra entre sus manos

el desfigurado gesto de ser

Hemos heredado la desolada curva de la cacería

y henos aquí hambrientos

llenos de lodo y rabia

esperando de los espejos

la esquiva mirada en la que nacimos por primera vez.

 



 

La mirada

Ricardo Montiel

 

A Natalia

Se posa en un punto incierto,

ahí entre el hipnótico

vaivén del columpio:

sillitas, atriles y pinturas,

globos de helio y vehementes

correteadas,

como estudiando minuciosamente

con la mano aferrada a la reja

el modo en que la infancia se divierte

en este parque de otro país.

O como si temiera

haber envejecido en el despegue

que ella no decidió.

De Agonía de los días terrestres (Caleta Olivia – Rangún, 2018)

 



 

Taller Rosalina

Jesús Montoya

 

 

En la casa de mi madre mis libros están desnudos

están pantanos adormecidos

están fraternos puros

                      polvo ovalado sin mí

            

                  dónde estarás tú cuándo estarás tú

                  dónde de la noche al botar la basura tú

no voy hacia ninguna parte

en el barrio Guzmán

digo la biografía bordada na língua

             rotatória

yo nací en el Rosalina

soy la iglesia en la que rezas

la calle por la que caminas

y soy tu cuerpo frente a Santa Rita

       arrodillado

al pedir pan caminos para cantar

    yo soy, por ejemplo, el hijo que se fue

   el que invernal escribe para nadie

  oración alguna prédica gráfica

 na lengua esta, na língua ave

no lo dije, lo silbé

           arrebatado

   en mi sala en su taller blanco

             

insólita insiliada te amo

mi orquídea del barrio

mi lucero

mi mamá

Inédito



 

Los árboles no salen de casa

Kira Elena Morales

Todo árbol ignora cómo viajar

sus aventuras son el susurro

de aquellas hojas que alguna vez

se dejaron seducir por el paso de la brisa

en su terquedad de no querer llegar al suelo

el sueño de un árbol jamás es irse

no importa si la promesa es esquivar el azar del rayo

si un árbol intenta transitar el mundo

su fatum es devenir objeto

Un árbol no elige salir de casa

es desterrado

por el capricho de quienes juegan a ser dioses

mientras sus raíces nutren despedidas

y truena la inefable nostalgia de sus ramas

Si un árbol sale de casa

se hace huella indeleble de sombra ajena

continua melancolía

de no presenciar otro otoño



 

El duelo

Virginia Moreno Goitia

Hay dos toros peleando en el pecho

de quienes se quedaron

Cacho con cacho, embisten con ojos cerrados,

algo brota de sus frentes

 

Hay dos toros peleando en el pecho

de quienes se fueron

Luchan contra su misma figura vacía,

golpean con sus cachos el agua

de una laguna desbordada

 

Quien tiene estos animales

sufre besando la frente de otro igual

en la distancia

 

El retrato es un toro embistiendo un espacio vacío

bañado en el agua de sus lágrimas

soñando con su reflejo tan sólo para amarlo

 

Fragmento del poema El duelo.



 

IV

Clared Navarro Cejas

Sé que reza por mí como reza por sus muertos

la memoria está en las manos de la abuela

                                          matrona de la familia

Ella sola nos ha parido a todas

y no hay agradecimiento alguno en este gesto

silencioso y digno

Reza por todos nosotros

                 madre en la distancia

sola como los árboles

viendo siempre hacia el sol

La oración le da calma

pero no devuelve a los hijos perdidos

ni a la compañía

ahora tan lejos



 

Pequeña cosa emplumada

Linsabel Noguera

La esperanza es esa cosa con plumas —

que se posa en el alma —

y canta la melodía sin palabras —

Que no cesa — jamás —

Emily Dickinson

 

I

cada detalle que sabes conocido

te abraza a esa ciudad

que se inventa el deseo de vivir

El miedo es sólo la angustia de volver

de que la noche sea suficiente para cegarla

II

La despedida se esconde en la oportunidad

allí sigue cantando sin palabras

Esta breve estancia se prolonga

y el futuro todavía es incierto

III

Otras calles apacibles te dan la bienvenida

te saludan sobre la bicicleta

aunque aún no conoces los caminos

has aprendido a descifrar la luz

a entender las voces de los árboles

la desarmonía de las nuevas cigarras

a moverte entre solsticios y equinoccios

cuando para ti todo era trópico

ya has cambiado las conjugaciones del Caribe

el tiempo es un tiempo compuesto

por el antes —  que es ahora —  

y el ahora —  que aún no es —

IV

Esa pequeña cosa emplumada

un día te susurra en una nueva lengua

Y sonríes

 

Claudia Noguera Penso

Vaciar la casa, catalogar libros, deshacerse de malos y buenos

recuerdos, dejar las paredes blancas, desnudas y vulnerables, no limpiar                                                                                                                \el polvo para que te

recuerde siempre el desasosiego.

Arrancar los clavos con las manos, llenas de rabia y sangrar,

Vaciar cajones, del baño, la cocina, desprenderse del olor a familia,

                                                                           \volver a los pasos cazando

huellas imperceptibles y herir.

Observar el calendario del año anterior, con citas, cosas que hacer,

                                                                      \que nunca terminaste y doler.

Llenar cajas con lo que te importa y otras con las que no, clasificar fotografías, en donde sonríen

los tatarabuelos, bisabuelos, abuelos, padres, hermanos, primos, amigos              que están muertos,

todos esos años útiles e inútiles.

Descartar parte de tu vida con el corazón fuera de tu casa.

Eso es cerrar la puerta.

Eso es irse.

 

----

Irse es quebrarse,

pegar las piezas con la mano izquierda.



 

Epitafio 

María Celina Núñez

(Nació y murió en el extranjero). 

Nunca son pocas las ruinas. 

De los bordes de mi país acabado 

no quisiera yo vivir. 

 

Daniel Oliveros

[Estos ríos que fluyen bajo los puentes

tienen la solemnidad de una obra de arte

moderna y sobria. Parecen recorrer sus cauces

bajo la ebriedad automática que sube

y baja como una botella,]

Empieza el recuerdo a derramarse

para suavizar las piedras, pienso en las

aguas míticas que recorren desde

el Atlántico hasta nuestras entrañas;

Orinoco iluminado

por las brasas prometéicas del hombre,

este recuerdo del río no se refleja en estas aguas.

[lo tuerzo como una goma elástica

para descubrir su plasticidad. Hallarme

en ese líquido oscuro que pasa, y fluye.]



 

Afuera

Leonardo Padrón

El ruido de no estar.

Eso soy.

Una espalda.

Un árbol negro en el silencio.

Mi agua cotidiana es de carácter inverosímil.

¿Cuántas fronteras definen a un hombre?

Ha ocurrido la demolición de las ventanas.

La cama donde no hay casa.

El viento dando vueltas en el sótano.

¿Dónde mi biblioteca?

¿Mi canto? ¿Mi lápiz de oro?

Caen mangos podridos en el corazón.

El canto del gallo es una consternación en la vía láctea.

Quieres regresar adonde ya no es.

La gran luz cierra sus ojos.

Afuera es adentro.

Inédito



 

La dulce astilla

Luis Pérez Oramas

Escribo para estar

junto al tibio pulso de lo que hemos sido

escribo

para impregnarme de canciones solares

y pasadas

para sentir el olor de capín a mediodía

cuando aún no labraba

su dulce astilla de madera

la muerte en nuestro cuerpo.

Escribo

para sentir la mano

tierna de mi padre en la mejilla

la paciencia de su voz

en los condumios

para recibir

el salino aire abierto

de Naiguatá de vuelta

a casa

de vuelta al prado

que no era agreste en la palabra.

Escribo para volver

de nuevo a la matinal

eucaristía que anunciaba

largas tardes de tedio, ignotas

tierras en la noche de la radio

materna e infinita la impaciencia

de ver tiniebla en luz

lugar áspero en llanuras.

De La dulce astilla, Editorial Pre-textos, Valencia, 2015



 

Customs

Beverly Pérez Rego

I

¿Cuál es el propósito de su estadía?

My hands are gone and I cannot buy others.

 

¿Cómo se llama?

Touch my forehead. I come from hell.

 

Antes de saber que vendría, ¿tenía algo que declarar?

I don´t belong. Neither does this line belong to me.

 

Muestre sus certificados de inoculación.

It all led me here. Nothing led me here.

 

No reconozco la fotografía del pasaporte.

She and I are enemies.

 

¿Cuál será la duración de su estadía?

The bailey bareth the bell away. I am singing.

 

¿Cuál era el nombre de él?

What was his name?

 

¿Ha dejado solo su equipaje?

The rain had stopped. I woke up beside me, in the grass, soaked.

 

¿Tiene sed?

There will never be anyone else. What was his name?

 

 

II

 

¿Cuál es el propósito de su estadía?

The unmeasurable light behind the eyes.

 

¿Cómo se llama?

I have two moons and I am deserted.

 

¿Tiene algo que declarar?

I don´t forget. I keep close watch and preach forgiveness.

 

Muestre sus certificados de inoculación.

Destroy. Preserve. Heaven and ocean.

 

No reconozco la fotografía del pasaporte.

She and I are encryptions.

 

¿Cuál será la duración de su estadía?

The blood clot in your left temple. I am pretending.

 

¿Cuál era el nombre de él?                                                       

What was his name?

 

¿Ha dejado solo su equipaje?

The weight. The shreds.

 

¿Tiene sed?

I sleep in a deserted  schoolroom. I wake beside me and wait for the bell.

 

 

 

 

 

III

The unmeasurable light behind the eyes.

 

¿Cuál será la duración de su estadía?

¿Cuál es el propósito de su estadía?

I am poured out like water.

 

¿Cuál es su nombre?

            

What was her name?

 

¿Cuál es su nombre?

            

Nothing led me here. It all led me here.

 

¿Tiene algo que declarar?

The Night is my Lord, the Day is my Lord.

 

Muestre sus certificados de inoculación.

“Pestilence-stricken multitudes”.

 

Estamos mezclados al gran mal de la tierra.

 

I see the goodness of the Lord in the land of the living.

Huérfano, y sin trompeta, y la mujer que abre su entrecejo.

 

And he said, Cast it on the ground. And he cast it

on the ground, and she became a serpent.

 

¿Tiene sed?

¿Tiene sed? 

Este poema apareció originalmente en The Journal (2016) y Latin American Literature Today (2019)

 

Luis Javier Pisonero

probarnos

todas las máscaras

sin que ninguna nos quede bien

(hablo de un pueblo)

somos todos y ninguno

ninguno de los rostros

es el nuestro

lo bueno —dirían—

es que podemos forjarlo

pero no sabemos cómo

eso también hemos de aprenderlo

pero tampoco sabemos cómo



 

Haikus migrantes

Leopoldo Plaz Alemán

Crear un mundo

exige destruir otro

o de él lo nuestro.

Ser como un alma

ocupar un espacio

y un punto ciego.

Creo ignorar

si pierdo o gano tiempo

en el olvido.

Tantos futuros

dibujándonos juntos

y aún no llegan.

Como si el mundo

acabase mañana

por fin / se vive.

Tu mundo es un

recuerdo que refrescas

más no actualizas.

Lo de volver

practícalo / no a mí

sino conmigo.

Un tercio sepia

la gran mitad azul

y el resto es carne.

Solo en el mapa

tienen nombre esas líneas

(tampoco existen).



 

El país que tenía

José Pulido

El país que tenía se fue de mí

se llevó el agua clara y los sabores

con que hicieron mis huesos y mi sangre

y borró las palabras que formaron mi espíritu

el país que tenía apagó el cariño mayestático

que circulaba como energía eléctrica

en los corazones de la gente común

y prohibió ilusionarse con el futuro

la decencia surgida por temor a los cielos

se derritió como cera ante al ardor del oro

mi país huyó con la moral entre las piernas

y solo puedo recordarlo como si hubiera muerto

ya no puedo reconstruirlo con nostalgias

ni con las imágenes que cicatrizan en mis sueños

cuando hagan uno nuevo no podrán comprender

por qué hay habitantes que parecen sacados de raíz

hay un país geográfico que jamás se va

pero se deteriora igual que la columna y las rodillas

y otro que se desvanece

en el ayer soporífero de las plazas

El país que tenía se fue de mí

yo no lo abandoné, yo no estaba grabado en él

son sus marcas las que lleva mi alma

desde la época en que la leche recién ordeñada era normal

yo nunca fui importante

para ese país fugitivo

yo apenas era un trámite

y hasta me cambiaron el nombre

porque cualquiera podía ser

empleado del destino

 



 

Un poema llamado país

Georgina Ramírez

 

Partir

es siempre partirse en dos

Cristina Peri Rossi

No es solo partir

y dejar el hambre en las esquinas

Es escuchar en tu idioma

palabras ajenas

Explicar la miseria que te curte la piel

y te inunda la mirada

Defender la dignidad

de las siete estrellas tatuadas

Sí

partir es partirse

van pedazos de ti

sin ti

recorriendo caminos

que no conducen

Partes con el hambre de todos

en la espalda

y cada bocado duele

por el que nada

lleva a la boca

y buscas algún sabor

que llene tanto vacío

Así se parte

así nos partimos

mientras vamos en trenes

que nunca llegarán a casa

Dulce María Ramos

Una infinita lista de preguntas incómodas

¿Eres feliz?

¿Estás contenta?

¿Por qué te fuiste?

¿Piensas regresar?

¿Y es verdad lo que pasa en Venezuela?

La orfandad de país empieza al responderlas

                                                                                          no en la nostalgia



 

¿Dónde se han ido?

Erika Reginato

¿Dónde está mi ciudad,

desapareció en lo profundo del mar?

y ¿mis amigas? las que esculpían sus cuerpos en la arena,

ahora que son de cristal, aun ¿las podré ver?

¿los habitantes del agua,

los caminantes de la plaza La Candelaria,

los lanza llamas?

¿Los encontraré entre los demás restos,

de carne, sangre y asfalto entre gestos de esperanza?

Todo está aquí,

quemado en sus adentros con lava de un volcán.

¿Dónde están el Ávila, el Salto Ángel?

la cascada en el vuelo de las águilas.

Dicen que ahora solo hay bombas de gas,

que no se puede respirar.

¿Dónde están los que dejaron ver sus manos blancas

y desaparecieron en el clamor de la noche?

¿Dónde están los niños que esperaban

las medicinas en el hospital San Juan de Dios?

¿Dónde está la brisa fuerte del trópico

que arrasaba en la Tierra de Nadie

los pasos de mi exilio?

                                    Necesito tocarte vida mía,

                        alcanzar el cielo,

                        regresar a mi ciudad.

Poema del libro inédito bilingüe, Alma de fuego. 

 

Eleonora Requena

Tu rastro al despertar, las tardas menguas,

líbrame de estar aquí y allá donde solía

ahora que estos grillos de la madrugada

se me agolpan en el cráneo, dónde estoy y dónde están,

dónde cabría, se abre el tiempo de las guardas,

los anillos, las visitas sibilinas en los sueños,

el metrónomo, tac, tac, me llamas

desde el fondo de la casa,

cómo están, aguacero de la tarde, empapa,

sinfonía de chicharras, truena,

estamos bien, jugamos en el patio de cemento,

las paredes las mancharon los muchachos,

cae la mañana, cae la tarde, cae la noche,

caigo en estos pozos, mamá, y no quiero,

me duele nombrar las lejanías, arden,

cúrame la fiebre, sana, sana,

culito de rana, un ponche con gotas de brandy,

alguna voz, tu reino líquido, apacíguame,

allá donde me escurro cuando duermo

es aquí cuando despierto, llámame,

solecito tibio, luz de la luna afuera,

los perros ladran sin consuelo, tierra.

Inédito

 

Alida Ribbi 

Las velas del tiempo

me llevan a hurgar

                               la casa

cuando el silencio

espesa el aire

y la ciudad resiste consignas

                               a oscuras

allí

donde lo bello y la muerte conviven

roce a roce conviven

en ceremonia de aliento y martirio.

Rige el tenor de una condena

                  se oculta el norte

la boca que miente

tala el mínimo avance

y un nuevo laberinto aparece.

Salva el abrazo de los elegidos

el álbum de viaje

los libros

salva el canto de las ranas

                                               de noche.

Inédito, 2018



 

Haçli Kilise

Camila Ríos Armas

La montaña nos cubre

No hay ecos, los sonidos se pierden en la arenisca que entra

                                                \por los zapatos y se deposita en las medias

La lluvia ha moldeado las colinas, los surcos cada vez más profundos                                             \crean senderos ahora recorridos por mis pies

¿A dónde nos lleva este camino hecho de tantos otros que han andado                                                                                                          \por aquí?

Se viste la ansiedad con su sombra

Nos guía llegar a tiempo

para ver el atardecer desde la montaña

El sol, resonancia en la cúspide y en nosotros

Tres horas de vaivenes sin un indicio de alma

Un morrocoy nos dice aquí hay vida. Su caparazón, accidente, vejez, sequía

La iglesia bizantina traduce historia, guerras, olvido

Un señor la cuida en medio de postales, linternas para los visitantes,                                       \botellas de aguas, pelotas bordadas y velas (mum).

Con él, una señora. Siempre es mejor estar de a dos

Las flores de su velo decoran la aridez del paisaje

Un cuarto, pequeño, para el guardián del templo

La fe sin religión, o la fe en todas las religiones

Haçli Kilise

El haz de luz refleja a los apóstoles y a Jesús

desfigurados

                      ¿decapitados?

Sin rostros, han sobrevivido la humanidad pero no los territorios                                                                                                                    \perdidos

                                                                             ni las religiones

¿Habrá sido la propia piedra con la que fue construida la iglesia el arma

                                                                                              \para rayar la fe?

Un pequeño túnel me lleva a las entrañas

Mis caderas y mi claustrofobia no me permiten explorar

Descanso en el banco que ha sido reposo de miles de turistas

Continuar

La llamada del sol

El día que se despide

La desolación cabe en el bocado del durazno atento a la caída

O a la mano que lo desprenda

La hora de llegada se ahoga en el ladrido del perro protector de su                                                                                                                  \dominio

Trasgredimos los pasos y decimos adiós. 

Ankara, agosto 2019.



 

7494 kilómetros

Virginia Riquelme

Rehacerse no debería ser asunto de la obligación

sino deseo adquirido de las almas libres

pero esa maleta arrinconada se encarga

con ahínco y sin miramientos

de recordarme la tarde en que se emitió el primer mandato:

sal sin mirar atrás, allí está el mar por delante.

Mi ansiedad tiene números: 0058, 212

y horarios: la llamada a deshoras como mal presagio

y repeticiones: “No cae”. “Hace tres días que no sé nada”.

Angustiarse entonces no es un asunto de circunstancia

sino la moneda con la que se signó el segundo mandato:

no habrá descanso.

No existe una ley universal que establezca

el legítimo derecho del retorno.

Volver entonces no es una posibilidad

sino nube borrosa, dolor sin forma

deseo desgastado, resignación

y un número incomprensible repleto de Atlántico

7494 kilómetros

una línea inexistente, un resultado en Google

el último mandato:

No hemos podido calcular las indicaciones de

Travessera de Gràcia, Barcelona, 08012

a Calle Sucre, Caracas 1060.



 

Contrabando

Jhon Rivera Strédel

 

Contra de mi ando

y en contra del viento que sopla

y me deja la arena en el cuerpo.

Entumecido

contra de mi ando

y el horizonte es amplio

a qué montaña

voy a encontrarme conmigo

si no puedo

sostener la forma

en que el viento me revuelve.

De allá

de la fiebre

del lugar terrible

se escuchan palabras

que hacen resonancia.

Acá el lugar terrible

se instaló.

Todos los días

hago viajes dentro de mí

la nostalgia es el lugar

donde se acuna la muerte.

Contra de mí ando

aunque hay cosas

que pasan de este lado

y las sostengo.

Aquí se tasa

se mata diariamente con el recuerdo.

Hay camiones

con cargamentos

que pasan de lado a lado

con hombres feroces

que van con todo.

No hay espacio en ellos para mí.

Me detengo ante el puesto

me dicen que pare

voy cargado de cosas

y taso.

No hay tiempo para ellos.

Yendo por las carreteras

contra de mi ando

y quiero pasar de un lado para otro

solo por pasar de un lado para otro.

y está prohibido si llevo cargamento

mejor es no tasar

dejarlo todo en las alcabalas

ante la mirada sospechosa.

Ir conmigo

acallando

despacio

las bocinas de los camiones

que están detrás.



 

Cerca del mar

Sofía Rodríguez Meza

Compartimos las singularidades

de un acento náufrago

Nos aventuramos

voluntaria y desgarradamente

con provisiones esenciales

del impulso animal

para mantenernos con vida

Compartimos las singularidades

de un cielo prestado

Algunos con ojos virginales

honramos como destino

ir hacia una tierra

despedida por antecesores

Otros se arriesgan

kilómetros a pie

kilómetros en lengua

con un primo, con una beca, con la visa, con la promesa

de sanar una dignidad herida

Compartimos las singularidades

de un facilismo integrado

dejando atrás la distorsionada herencia

de tío tigre y tío conejo

Ante un nuevo tipo de caos:

¿a dónde voy?

¿por qué me he ido?

Resurgimos temblando

y, sin embargo, el perdón

y, sin embargo, el olvido

aún parecen estar tan lejos

Compartimos ahora las singularidades

propias del poeta

bría es la intemperie

y el naufragio

no exige exilio ni desarraigo

exige templanza

exige entrega

los recuerdos no harán más corto el camino

tal vez lo harán las letras

la verdadera libertad la hallamos dentro

 

Jairo Rojas Rojas

(…)

gracias   por las calaveras en el amanecer patrio

que me llevan lejos

a ir deletreando   con sus huesos

mi despedida,

llenos de señas                    el movimiento de la luz

a cada paso.

Gracias por llevarme a vivir

en el fondo del agua

con mi familia

en la ciudad ruinosa

enmugrecida por el odio

que no olvido en el camino

poeta, heme acá:  hace poco vi cómo se hundieron todos los ídolos

mi lengua ya era otra o de otro no sé

al oriente de lo que dejé bendijeron mi rabia

y llevé tu padecimiento para hacer música curativa

te recuerdo:

             y, aún más,

al dormir encima de mis heridas cardinales

hasta cansarlas

al meter mi cabeza en la mitad de un sueño olvidado

por el acribillado                                en la ciudad del miedo

para recordarlo                    frente a la pila de muertos

para perderlo todo

                                               qué lindo fue verte dormir

mientras el país se borraba

—manchado—

con cada muerte que ya no cabe aquí

y el idiota             que baila

encima de una montaña de cráneos

y lejos, oculta, la majestuosa cordillera

y la gente amada ya irreconocible

que escucho

caminando caminando

Fragmento del libro Pasear lunático (2018) Montevideo, Dios Dorado. 



 

Patología del jardín

Alexis Romero

                                               a Mariela, por las piedras blancas

Estos son los gestos de un hincamiento

una ofrenda a los animales que nos acompañan

ponla en un lugar de habla y temor de silencio

donde las piedras resguarden lo blanco

y si brotan flores de pétalos maltratados

vete

vete

porque esto es la humillación

no la inminencia de un parque

Inédito.



 

Lázaro

Diego Salinas

 

Tres hombres saltan

Panteras rugen en la estación de gasolina

A través de la muselina

de la cortina de nuestro cuarto

veo sus golpes

Veo al borracho al que le caen a coñazos

Y el dolor sordo

de la desesperanza

sube

por

mi

ingle

anclando mis pies

al suelo

Déjalo, maldito. Déjalo

Déjalo. Déjalo

Se escucha desde el Misión Vivienda

Una mujer grita

al compás del hueso

contra la carne

Los golpes se detienen

El borracho yace inmóvil en el suelo

Los hombres se van

suenan tres detonaciones                                  a

                                                                        la 

                                                                             distancia

Lázaro se levanta



 

Frontera

Fedosy Santaella

            

Se me olvidaron las pastillas

                perdí el candado 

                organizamos un grupo y esta noche rezaremos el rosario

                me siento fantasma

                Señor ten piedad…

                no tengo ni para un cigarrillo

Cristo ten piedad…

                un traguito hace falta

                los fantasmas están en Twitter, esta vaina duele

                tiene usted señal

no acá no hay señal

                hace meses que no me tomo un selfie

                se me acabó el agua

                mira esta es mi jevita y nos amamos

                Padre nuestro que estás en los cielos…

                no encuentro el pasaporte

                estoy leyendo Doña Bárbara

                yo me traje un libro de cuentos de Cortázar

                Dios te salve María…

                yo estaba estudiando ingeniería, me faltaba un semestre

                me iré a vivir monte adentro pero yo no me regreso al agujero

tengo un día entero sin comer

                a mi hijo me lo mataron en una protesta

                creo que me picó una vaina

tengo frío, mi amor, abrázame

                viste qué bonito está el cielo esta noche

                papi, cuándo volvemos a casa

                mami, dime si en la frontera hay lobos

todo mi futuro lo llevo en dos morrales

lo hago por mis hijos

                nos lanzaron piedras como perros

                yo tengo una guitarra

                pásame el cortaúñas, por favor

                me gustan las mujeres con el cabello largo y negro y liso

                anoche soñé que estaba en la casa de mis abuelos

                yo soñé con mariposas

                yo con escarabajos

yo con un reino

                las polillas me dan miedo

                tengo hambre

                murió Ruperta la elefanta del circo de Caricuao

sí, de hambre

                tienes un candado que me prestes

                me duele donde me picó esa vaina

                la frontera es el limbo

la frontera y aun así tan lejos el reino

el reino un fantasma

tengo hambre

                coño de la madre las pastillas

siento mi alma como yéndose

como yéndose

y me resisto

Inédito

 

Gina Saraceni

Me llevo la playa,

sus maderas rotas,

sus cigarras muertas.

Me llevo la mora

para comérmela lejos

y la poesía italiana

para oír su acento

cuando esté distante.

Estoy a 2650 metros

            sobre el nivel del mar:

llueve en Bogotá



 

Políptico errante

Isa Saturno

I

Un extremo de un todo

el otro extremo de ese todo

y en el medio la mitad

una mitad que también

tiene extremos y mitades

y ahí yo

más que entre paréntesis

(lo que está en medio de)

una zanja

una abertura hecha

con la precisión de un bisturí

así ser transgénero.

II

Recuerdo: era otra cosa

y ahora soy esta otra cosa

ahora esta cosa que soy

-hormonada-

no dialogan sus dos partes

o dialogan poco

se entienden poco

digo yo, casi no puedo decir.

Testosterona y no testosterona.

III

Yo tenía una opinión sobre esto

en algún lugar la tenía

la tenía o la componía

en un laboratorio inalcanzable

qué decir ahora

qué decir ahora

ni qué decir me pregunto

queda de ciertas cosas

solo el rastro

la sombra de un objeto.

IV

Mastico la idea de este cuerpo

me lo meto a la boca y lo mastico

procesar por otros métodos

más arcaicos

hacer bolo alimenticio

meter los nutrientes por la sangre

obligarme a digerir este nuevo cuerpo

hasta expulsarlo.

V

No estoy solo en la mitad

además de las sirenas

los minotauros

los centauros

también están -estoy-

los cuerpos migrantes

el destierro es un punto

en el medio

otra zanja

otro movimiento del bisturí.

VI

Veo la vitrina de la tienda

el maniquí tiene una definición de género

que envidio.

VII

Voy ladera abajo

ya es incontrolable

ya viene otra inyección

y no me pregunto si la quiero o no la quiero

eso era antes, antes cuando estaba en un extremo

-el otro extremo-

querer o no querer, esa no es la cuestión

qué ser es

qué ser es.

VIII

Estar cómodo en la mitad

amerita

aprender a respirar otro aire

de otra densidad

apoyarse de los incompletos

calificar errante

ver todos los márgenes

hay un hombre más fuerte que el hombre

y es el que compadece

el que compadece entre las mitades

consigo -con otro-

y alivia

lo roto

y alivia

lo roto. 

 

 



 

[25°47’40.7”N 80°17’13.4”W]

César Segovia

Aparecer en el borde del mar desapegado de las olas,

del sol que intenta desperezar el olvido del poniente.

Aparecer, sin vértices, en una absoluta superficie,

en el lodo fértil donde las torres se reproducen como un virus

                                     y el verde es una aspiración pegada al pasaporte.

[Verdes billetes de banco impresos porque «en Dios confiamos». Verde nota de la Reserva Federal (de curso legal para todas las deudas, públicas y privadas). Verde en la pupila del ojo providencial que nos mira por encima de cada pirámide predestinada a permanecer. Verde del milico aplastado por el peso de la panza y de los años inútiles de revolución. Verde Solicitud de Pagos en Divisas con Tarjeta de Crédito con Ocasión de Viajes al Exterior. Verde moho del dinosaurio muerto que sigue ahí cuando despertamos, cuando dormimos, cuando comemos, cuando nos desnudamos y nos follamos y nos bañamos y nos vestimos y volvemos a dormir, y despertamos de nuevo. Verde eterno que muere un poco más en el fondo de cada barril de dinosaurio muerto sin funerales. Verde antes de todos los himnos].

Aparecer en el extremo opuesto a las ruinas que nos dejaron nuestros                                                                                                           \difuntos caudillos.

Aparecer sin la patria metida en los zapatos, una vez más.

Poema del libro Fuselajes. Editorial Libros del Fuego, 2019 [en producción].

 

Betsimar Sepúlveda

 

No dudaría jamás de la belleza que gozan las pequeñas nostalgias,

una suerte de luz que nos conmueve cuando del otro lado

el alma es un cuarto menguante.

Mi madre colando café a las cinco de la mañana

tarareando a Jaramillo, Gardel o Solís.

Mi padre y los domingos de western con Charles Bronson

el Nazareno descascarado a punta de milagros hechos desde el altar

                                                                                                      \de la casa.

Las butacas reservadas para la tertulia que cada tarde acogía en la puerta a las tías que entre cada puntada de hilo y sorbo de café sacramentaban al pueblo y viceversa.

La belleza de lo único, la alegría de lo ceremonial.

Los espejos de mi casa servían de retratos a los viejos fantasmas,

levantarse en la madrugada por algo de agua nos llevaba a conocer

los abuelos y otros rostros no tan familiares.

Reservo una especial emoción por los primeros pesebres.

Hacíamos del portal de Belén una romería de patos, carritos,

soldados, casas escarchadas, lagos de espejitos

y una María contemplando una mota de algodón

que encubaba al Niño Dios.

Era nuestro serio oficio mantener de pie al rebaño de ovejas

 y vigilar que ningún bombillo se apagara.

Hoy, cuando mi padre ya no vuelve con el pan de las tardes,

ni con mis lápices para el colegio, ni con su voz pausada

cuando ya no volverá jamás.

Cuando falta una hermana en el ritual de los regalos

y mi madre ya no le encuentra sentido a los boleros porque papá

                                                                                              \no la escuchará.

Cuando mi pueblo ya no está para cuentos en las puertas.

Cuando el Nazareno fue cambiado por santos nuevos porque a Él

                                                                               \se le secaron los milagros

y los pesebres con soldados se hicieron reales y las madres ocultan

sus niños de la muerte y la guerra.

Vuelvo a la casa,

busco a mi hermana y a mi padre en los espejos

pero sólo refractan el haz

de polvo olvidado que seré.

de partida

Claudia Sierich

si contra toda esperanza no intentara

afincarme

en un estremecido,

montar carpas extrañas

sobre el enjambre de citas

si contra toda sensatez no siguiera girando

lugares comunes,

irrepetibles donantes de orilla

sin lado, avanzara vagantes

de vano en vano

si entonces partieras

que has reunido

perdieras algo

todos los días

del crucero

Poema de Imposible de lugar, Monte Ávila Editores, Caracas 2008)



Itinerancia

Leonora Simonovis

 

Me fui sin 

decir adiós.

En esta tierra 

árida pienso en

charcos de nubes 

en tránsito. Mi 

vecina me llama 

desde su cerca, 

dos animales de 

peluche en su 

mano, for the 

children. 

Otro día 

me habla desde 

el turquesa de unos 

ojos empapados 

en alcohol. Pero 

siempre la 

cerca de por 

medio y su 

español cortado 

con tijera roma. 

Cuando salgo siempre

espero encontrarme 

en un valle cuyo

nombre he 

gastado de tanto 

excavar con las

uñas la pared entre

un recuerdo y otro.

 

Blanca Strepponi

Hago una reverencia para agradecer

el que pueda encontrarme a mí mismo en silencio

Allí, donde el cielo es más hermoso y la luz más pura y las montañas más verdes y las noches son perfectas y el aire es más liviano, ahora hay guerra.

Veo en la pantalla los rostros de quienes me han acompañado durante más de treinta años, sé sus nombres, el nombre de sus hijos, dónde viven, conozco sus voces, guardo de cada quien un particular recuerdo, detalles, momentos de la vida.

Veo sus rostros extenuados y dignos. Así es la guerra.

Suena el teléfono, es mi amigo del alma, el gran poeta que ha creado un Annapurna digital donde refugiarse.

Me cuenta que le han robado todo. Le quedan sus libros y cuadernos.

Le digo que estoy al tanto de lo que sucede pues escucho algún programa de alguna radio de las que quedan para dar las malas noticias. Los partes de la pequeña guerra, de baja intensidad hay quienes la llaman, provienen de tantos lugares, muchos impensables por poco conocidos.

Me dice mi amigo que se siente solo y dolido. Ya no tiene edad para combatir y el Annapurna se le ha hecho tan lejano.

Le digo que respire hondo, que sienta el aire en su cuerpo.

Le digo que mire el cielo.

Le digo que mire las copas de los árboles

cuyas hojas resisten la miseria.

 

Alejandro Suárez Atencio

En esta casa no hay nudos para guindar las hamacas

Colgamos de la oración diaria

Nos acostamos allí

 



 

Avulsión

Mariana Libertad Suárez

 

El río parduzco inquieta a los más íntegros.

Incómodos, ante la inminencia del dolor,

se convencen entre sí de que Acis miente:

no,

Polifemo no existía,

no tenía barba ni colmillos filosos,

no hay seres de un solo ojo y, en caso de haber existido,

el buen Acis debió enfrentarse a ellos

¿Quién lo mandó a enamorarse de esa ninfa?

(huyó como un cobarde)

Fue su elección y ahora viene a encarnizarlo todo

¡Detengan el río!

En el nombre de Dios, deténganlo

Atraviesen el dique, pidan documentos, lancen rocas

Vienen a mancharlo todo

Vienen a mancharnos, vienen,

                es una avulsión indetenible.

Muertos

de sed, aunque estén hechos de agua

                de hambre, aunque su lomo esté cargado de peces

siguen llegando,

porque ellos saben que algún día retomarán el cauce,

y volverán sus manos, sus pieles y sus labios,

y volverá su hogar

y volverán a amar a Galatea.

 



 

Cuatro grapas

Keila Vall

Sentada en piso del corredor

centinela del hijo al fin del día dormido en su cama pequeña

espanto el recuerdo

el día en que tropezó en el parque

una francesa que en el momento columpiaba a su hijo me indicó una                                                                                                                          \dirección

lo más cercano es un City MD.

En brazos con el hijo herido

que no lloró

nunca lloraba este hijito, ¿por qué?

con los brazos cansados y la camisa blanca ahora roja

con la mente confusa y entristecida

llegué a un ambulatorio

no una clínica o un hospital.

Son detalles

te preguntas qué es mejor

qué hace en estos casos la gente

de acá

dónde va la gente que se cae, que se accidenta, en esta ciudad con parque

                                                                                                   \en el centro.

El celular en la esquina más oscura del bolso y sin timbre

¿a quién llamaría para decir

esto ocurrió?

mensaje imposible, ayuda que no llegará

llanto que no ocurre porque no hay quien lo escuche.

En esta historia hijo menor y madre somos

hermanos. Yo también lloro invertida, quiero decirle

por ejemplo al preguntarme si todo esto

venir a este país en el que mi acento llama tanto la atención

fue buena idea o no.

Nadie va a responder.

Acunada en mi propia matriz me pliego hacia dentro.

Cuatro grapas en el cráneo que más adelante el doctor no logrará manejar

y al intentar sacarlas sangrarán de nuevo.

Helado de coco entre la avenida Amsterdam y la calle 77

sol primaveral sobre el banco color verde en aquel parque cuyos columpios no quisimos usar.

Mi hijo menor aprende a hablar tartamudeando

tropezándose consigo

conmigo

con el idioma que dejó y el que viene y aún no es.

Cuando mi hijo me habla

cuando mi hijo me habla y yo no comprendo

quisiera me repita esa frase

esa frase

una vez más no basta

o mejor decirle

no estás solo

yo también

voy tartamudeando

voy tartamudeando en la historia que creé para ti.

Mi niño duerme y esta mirada rabiosa y triste lo cuida

centinela en el pasillo ante esta habitación que pronto rebosará de libros

                                                                                                        \infantiles

pero aún no

aún no lo sabemos porque está pequeño

en esta habitación de alfombra celeste con pistas, autos y aviones.

También ocurre que las madres se accidentan

una pequeña fractura acá

se accidentan

se caen

un momento de confusión.

A esta hora sin patria

en esta esquina del universo que creé

el hijo duerme

y ve desde el sueño a su madre huérfana de sí misma

fertilidad tan íntima tan mínima quizás tan insuficiente

la de esta madre sola en el corredor sentada

cuidando a su hijo sin país sin lengua tal vez

gestando un lugar sin miedo mientras se aferra a un libro

que el miedo me pertenezca y los deje a ellos en paz, me repito mientras

                                                                                                           \los llevo

en la espalda.

Todo este tiempo preparando mi columna sin saberlo

preparando mi columna sin saberlo

sin saberlo.



 

Caracas está en todas partes

Gustavo Valle

Voy en bicicleta

hacia el puerto de Ámsterdam

y me encuentro a Caracas

en las naves industriales

En el aire de París

en el mes de diciembre

ventilan los aromas 

de las plantas de mi madre

Leo una revista 

en el Ateneo de Madrid

entre sus páginas aparece

bajo el número 14

Ahora sé lo que soñé

en aquel tren submarino

que me llevó a Londres

Entonces pienso:

todas las ciudades

están hechas de una sola

Yo no la busco

prefiero alejarme

ella es tránsito

avión, tranvía

un largo viaje 

a quién sabe dónde

Para hacerse invisible en su propio valle

Caracas está en todas partes.



 

Caracas onírica

Lena Yau

 

...por debajo del mundo que escogemos hay otro,

involuntario, inexplicable, que nos escoge a nosotros.

Mark Strand

Esa ciudad con tantos nombres me sobrevive.

¿Sobrevivió también el jabillo de mi calle?

Sueño que poso la palma de mi mano sobre su tronco pinchudo.

Sueño que sus raíces buscan mi plexo solar.

El amor se mueve como un topo y levanta en mí terrones de tierra.

Caracas es un mapa emocional.

Por eso los túneles.

Pasadizos que acortan la distancia venciendo montañas.

Fanales que van y vienen del mar.

El rastro de Humboldt en el pasaje de San Ginés.

En el aire churros y chocolate.

Una moneda cae de mis manos.

Busco. La acera está cubierta de hojas de mango.

Recojo la moneda: es una locha.

Vuelvo a Humboldt: ahora es el puente de las Fuerzas Armadas.

Huele a arepas y batido de lechosa.

Estoy en Caracas.

Los túneles son volver.

Cada uno anuncia que falta menos para casa.

Del mar a Madrid hay 20 túneles.

Del mar a Caracas hay tres.

Túnel tronco que se abre en raíces y ramas como mi árbol:

el sueño, los sueños, los laberintos.

Caracas onírica reacomoda el pasado.

Miro hacia atrás y aquella realidad es penetrable,

algo parecido al agua,

al gas.

Duermo para volver al orden.

Ese reordenar cambia el tono de lo vivido,

otorga profundidad a la narración de lo que fui,

de lo que fuiste,

de lo que fuimos.

Sueño con Caracas y la camino de incógnito.

Me pierdo en sus transversales altas. 

Las copas de los árboles no me dejan leer los carteles con los nombres                                                                                                                    \de las calles. 

Le digo: 

- Necesito saberte.

Termino de hablar y los árboles se cargan de mangos.

El peso de las frutas baja sus ramas y puedo leer: 

La Castellana.

Calle de Caracas / Calle de Madrid. 

Pienso: La Castellana es un túnel espejo.

Una gotera.

Allí están los taxis.

Para ir y venir.

Para despertar.

El Ávila es una brújula que llevo dentro.

Imposible extraviar los pasos de la cuna.

Amar a Caracas: ganarle en pulso a la memoria.

Publicado en El Nacional, 11 de marzo de 2014

 

Zacarías Zafra

Llegamos a un país sin nombre

la tierra se mudó lejos de nosotros

todos se iban 

pero insistíamos

en un largo sueño podíamos tocarnos

vinieron nuestras madres

nos trajeron ropa y viejas palabras

nos dijeron amantes, no vuelvan aquí

y desaparecieron

ahí vimos la muerte de nuestros pasos

el volumen huérfano de los cuerpos

un ritual anclado en el tacto



 

La tierra prometida

Gregory Zambrano

Después de la lluvia, camino lentamente

para esquivar a los transeúntes.

Los anuncios de neón son un paisaje borroso,

lejano y al mismo tiempo familiar.

Voy cargado de palabras nuevas y de preguntas viejas

que caen, irremediablemente, como el agua.

Ríos de nombres sonoros pasan bajo los puentes

de esta urbe que no me pertenece.

Atrás vienen otros caminantes, zumbando como abejas.

Llevan la prisa del compromiso puntual, sus dudas y quimeras.

Soy otro en medio del hormigón y los cristales,

otro que pasea su esqueleto, solo,

tratando de encontrar sentido a las palabras ajenas.

Rostros que pasan vertiginosamente,

manos que se agitan y se aferran a los papeles,

los teléfonos, los paraguas.

Sigo las miradas, también convertidas en paisaje.

Me busco en esos ojos palpitantes,

en las bocas que dicen palabras para otros.

Todos llevan prisa, pero yo sigo a paso lento

y esquivo los pequeños charcos que me reflejan.

Voy buscando, buscándome en estas calles ajenas,

ningún rostro conocido, nadie que aparezca de repente

con una sonrisa y una invitación casual:

vamos a tomarnos un café.

Solo hay fantasmas que soplan levemente.

Voy en ese aliento hacia aquellas tierras lejanas,

la tierra prometida, lejos del mar,

donde están enterrados mis sueños,

donde amanezco incesantemente, donde espero.

Tokio, 2019

 

Ely Rosa Zamora

Luz de mis sombras tristes

que embalsamada lloras

el eterno azul de tus

manos libres

 

Ven a mi lado a solas

en esta oscura hora

a cubrirme con tus cantos

que el descanso deplora

No hay más lo que no puedo

que solo un grito ruego

se ahogue en el consuelo

de mi manta herida

rosa

Canta, amor

no te detengas

que esta luz

que ahora ahuyentas

es de los mejores prados

donde el brillo se sustenta.

Del libro He sentido un gesto removerlo todo,

Proyecto Editorial La Chifurnia, El Salvador, 2019.
  1. Raquel Abend van Dalen(Caracas,1989). Magíster en Escritura Creativa en Español por la Universidad de Nueva York (2014), es autora de los poemarios: La beata de las locas (Entropía Ediciones, 2019), Una trinitaria encendida (Sudaquia Editores, 2018) y Sobre las fábricas (Sudaquia Editores, 2014); de las novelas Cuarto azul (Kálathos Ediciones, 2017) y Andor (SubUrbano Ediciones, 2017); y coautora de Los días pasan y las formas regresan (Bid&Co. Editor, 2013). Editó las antologías La cajita cabrona (Editorial Cráter, 2016) y Los topos mecánicos (Editorial Ígneo, 2018). En el 2016 fue escritora residente en el programa para artistas en Camac Centre D’art, Francia. Actualmente, estudia el PhD Interdisciplinario en Escritura Creativa e Historia del Arte en la Universidad de Houston.
  2. Roislen Abreu. (Puerto Cabello, 1988). Graduada en Derecho. Cursó talleres con Armando Rojas Guardia y Eleonora Requena. Resultó finalista del II y IV Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas. Participó en diversos festivales poéticos. Ha publicado las plaquetas “Invocando no invocar” (2011) y “Todo pasa” (2013) disponibles en internet junto a otros textos. Reside en Buenos Aires, Argentina.
  3. Santiago Acosta (San Francisco, Estados Unidos, 1983). Ganador del III Premio de Literatura “Ciudad y Naturaleza” José Emilio Pacheco 2018 con el poemario El próximo desierto. Ha publicado Cuaderno de otra parte, el fotolibro Mañana vendrán las piedras (en colaboración con el fotógrafo Efraín Vivas) y Detrás de los erizos. Fundador de la revista de poesía El Salmón (Premio Nacional del Libro, 2010). Reside en Estados Unidos.
  4. María Auxiliadora Álvarez (Caracas, 1956). Entre sus libros de poesía se incluyen Un día más de lo invisible, 2019, El silencio El lugar, 2018, y El amor de los enfermos (Ca(z)a, Páramo solo Las regiones del frío, 2018); y los libros de ensayo incluyen La poesía de San Juan de la Cruz, 2013, y Fino animal de sombra. De la antigua mística a la escritura urbana, Obtuvo la maestría y el doctorado en literatura en la University of Illinois at Urbana-Champaign, EEUU. Reside en Estados Unidos.
  5. Julieta Arella (Caracas,1990). Es Licenciada en Letras mención Historia del Arte por la Universidad de Los Andes. Cursa estudios de Periodismo en Montevideo. Ganadora del Concurso de la Dirección de Asuntos Estudiantiles de la Universidad de Los Andes (DAES). Ha publicados en páginas y revistas digitales como Cráneo de Pangea, El Club de la Serpiente, La Tribu, Digo.palabra.txt, LP5, entre otras. Participó en el Sarau das América en Sao Paulo y en clásicas rondas de poetas en Montevideo. Forma parte de las antologías IX Festival Mundial de Poesía (Ediciones Fundecem, 2012), Amanecimos sobre la palabra: antología de poesía joven y reciente venezolana (Team Poetero, 2016) y de la revista Alba Londres del Instituto Cervantes de Londres. Autora del poemario Galateica (2018) editado por la Poeteca de Caracas. Reside en Uruguay.
  6. Belkys Arredondo Olivo (Caracas, Venezuela). Poeta, periodista y editora, formó parte de talleres literarios del Celarg(Centro de estudios latinoamericano Rómulo Gallegos) y perteneció al grupo literario  Ha publicado Sagita (1998), Abecedario roto (1999), De un grano de arena saldrá un pájaro (2001), Cóncavo (2005) A ras del vidrio, con el cual obtuvo el 1er Premio Latinoamericano José Rafael Pocaterra (2006), El llamado de los grillos (2010) y Cayenas (2016). Galardonada con la Medalla internacional de poesía Vicente Gerbasi 2012 otorgada por el Círculo de Escritores de Venezuela por su trayectoria. Vive entre Estados Unidos, México y Venezuela.
  7. Luis Eduardo Barraza (Zulia, Venezuela 1990). Poeta y Licenciado en Letras. Autor de Calamarius (Valencia-España, 2018), Los días arqueados (Caracas-Venezuela, 2017) y Solicardia (Maracaibo-Venezuela, 2016). Ganador del Premio de Literatura Experimental del Sporting Club Russafa y del Concurso Anual de Poesía Librería Lugar Común-Embajada de Italia. Es creador y director junto a reconocidos poetas de la Biblioteca Virtual Poesía Vzla. Reside en Colombia.
  8. Alberto Barrera Tyszka. (Caracas, 1960). Estudió Letras en la Universidad Central de Venezuela y en la década de los 80 formó parte de los grupos poéticos Guaire y Tráfico. Con la novela La Enfermedad (2006) ganó el Premio Herralde de novela y en el 2015 obtuvo el Premio Tusquets con Patria o muerte. Ha publicado, además de otras novelas, libros de cuentos y crónicas periodísticas. Su obra poética está reunida en el volumen La inquietud (Caracas, 2013). Vive en México.
  9. Luís Ángel Barreto. (Maracaibo, 1979). Ha publicado los poemarios Arqueología de olores y Las máquinas simples, y su trabajo ha aparecido en antologías como En-Obra o Revista Poesía 153. Ha sido finalista en: I Bienal de Literatura Vicente Gerbasi, II Premio Internacional de Poesía Jovellanos, Ediciones Nobel, en Gijón, España, entre otros. Cursa el doctorado en Lenguas y Literaturas Románicas en la Universidad de Cincinnati, en Estados Unidos.
  10. Betina Barrios Ayala, (Barquisimeto, 1985). Cursa la maestría en Teoría y Gestión de la Cultura en la Universidad de San Andrés (Argentina, 2019). Licenciada en Estudios Políticos por la Universidad Central de Venezuela (2007). Tiene una maestría en Relaciones Internacionales de la Universidad de Belgrano (Buenos Aires, 2015); donde su proyecto de grado ‘Octavio Paz: Precursor de la Diplomacia Cultural’ alcanzó Mención Publicación. Obtuvo una mención en el I Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas (2016). Mantiene un blog literario desde 2011 llamado experienceparoles. En España publicó un ensayo llamado La India en Paz en la revista El Rapto de Europa (2016).Reside en Buenos Aires, Argentina.
  11. Luis Enrique Belmonte (Caracas, 1971). Ha publicado los siguientes libros: Cuando me da por caracolCuerpo bajo lámparaInútil RegistroPaso en falsoSalvar a los elefantesPasadizoCompañero paciente40 consejos para un perro callejero. Algunos poemas suyos han sido traducidos al inglés, hangul, alemán, portugués, francés y libanés. Vive en España.
  12. Victoria Benarroch. Es educadora con estudios en psicología y psicoanálisis. Miembro de la Asociación de Escritores de Lengua Castellana de Israel (Aielc). Participó en el taller de poesía del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg, 2001-2002) Poemas suyos acompañaron el trabajo de J. J. Castro en la exposición Apuntes para una retrospectiva 1954-2003, realizada en el Hotel Tamanaco Intercontinental de Caracas (Mes de la Fotografía, 2004). Antología Voces nuevas (2001-2002) del Celarg. Ha publicado los poemarios Entretejido (Editorial Eclepsidra, 2007). La memoria de los trenes (Eclepsidra,2015) y la segunda edición de Entretejido (Ediciones Grupo Tei). Reside en Panamá.
  13. Adriana Bertorelli (Caracas, 1968). Escritora y articulista. Colabora en medios impresos y digitales. Publicó el poemario Música de Rockola, (Criteria, 2005). Sus poemas han sido incluidos en Voces Nuevas, Celarg 2001-2002 yen 102 poetas – Jamming (Oscar Todtmann, 2015). Colaboró en la colección de historia de Vzla para niños Vivir la historia, de Santillana. Tiene textos en Microcuentos de amor, lluvia y dinosaurios (Colección Blackbird, Alfaguara, 2016) escribió el prólogo de Del Enebro, de los hermanos Grimm, Jekyll & Jill Editores, 2018. Vive en España.
  14. Graciela Bonnet (Argentina, 1958). Editora, dibujante, poeta. Es Licenciada en Letras por la Universidad Central de Venezuela (1984). Autora de En Caso de que Todo Falle, (Eclepsidra, 1997) y Libretas Doradas, Lápices de Carbón (Editorial Lector Cómplice, 2013). Ha participado en lecturas en dos Jazz Poetry Concert de Pittsburgh, en La fiesta de Yule, en la iglesia comunitaria de Northside, Pittsburgh, y en Cuentos para Niños, en la tienda de verano de City of Asylum. Vivió en Córdoba, Argentina, 18 años, en Caracas, Venezuela, durante 33 años, y 8 años en la ciudad de Pittsburgh, Pennsylvania. Actualmente vive en Houston, Estados Unidos, desde hace un año.
  15. Edmundo Bracho (Caracas, 1969). Escritor, periodista, académico. Autor de los libros de poesía Hospitalario (1997), La puerta de Leónidas (2000), Orilla revuelta (2003), Noir (2008), Noche sobre noche (2015), entre otros. Ha publicado libros de ensayo, entrevistas, e investigación académica. Es Doctor (PhD) en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Westminster, Londres. Ha sido jefe editorial del diario TalCual, director de la revista dominical del diario El Nacional, editor general de la revista cultural Veintiuno. Se desempeña como catedrático en la Universidad de Westminster.
  16. Cynthia Bustillos (Caracas, 1973). Pintora e ilustradora de libros para niños. Estudió arte en el Instituto Universitario de Estudios Superiores de Artes Plásticas Armando Reverón, egresada en la especialidad de pintura. Ha realizado talleres de poesía con Cecilia Ortiz, Edda Armas, Eugenio Montejo y Patricia Guzmán. Publicaciones de poesía: 102 Poetas. Jamming (Oscar Todtmann Editores, 2015La hierba estremecida (Taller Editorial El Pez Soluble, 2011). Desde el patio del limonero. Antología de Talleristas. Taller Editorial el Pez Soluble, 2006. IG: @tintipannacci. Vive en Argentina.
  17. Chris Cabrera (Caracas, 1984). Sus poemas y crónicas han sido publicados en The Bodega Bruise Anthology (Brooklyn, 2017), Cien mujeres contra la violencia de género (Caracas, 2015), Revista Los Bárbaros (New York, 2015), 102 Poetas Jamming (Caracas, 2014) varias revistas y blogs literarios. Vive en Estados Unidos.
  18. Beatriz Calcaño (Caracas, 1956). Psicopedagoga y traductora. Ha participado en diversos talleres de escritura en prestigiosas instituciones de Venezuela. En 2008 se hizo acreedora del Premio del Concurso para Autores inéditos de Monte Ávila Editores, mención poesía, con el poemario Expediciones. Tiene otro poemario titulado Pequeños mandamientos (Caracas, 2012). Actualmente reside en Badalona, Barcelona, España.
  19. Leo Felipe Campos. (San Félix, Venezuela 1979). Autor de los libros de relatos El famoso caso de las cartas de Lucas Meneses (2009), Sexo en mi pueblo (Ediciones Puntocero, 2009) y Gancho al hígado (Tusquets Editores, 2018). Ha sido publicado en varias antologías de cuentos, poesía y crónicas periodísticas. Actualmente trabaja como guionista, editor y corrector de estilo. Vive en Bogotá, Colombia.
  20. Mariela Casal (Caracas, 1967). Poeta. Se expresa a través de la palabra y las artes integradas: ritual, caligrafía, vídeo-arte, instalación, canto, talleres… LA ROSA VIVA: mándala-montaña-origen (tierra-agua-fuego-aire-éter) reúne en círculo místico su obra entera, ciclo 1987-2017, desde su taller CASA SOLARIEGA, Montaña de Turgua, Venezuela. Instructora de su TALLER APRENDIZ: arte-naturaleza-espiritualidad. Youtube, canal: el oro viento del bambú mariela casal. Actualmente vive en España.
  21. Carlos Colmenares Gil (Los Teques, Venezuela 1986). Licenciado en Psicología por la Universidad Católica Andrés Bello, tiene una maestría en Filosofía y Crítica Teórica Contemporánea por la Kingston University. Actualmente cursa un doctorado en Literatura Comparada en la Universidad de California Irvine. Ganó el Premio de Literatura Stefania Mosca 2011, mención poesía; finalista del IV Concurso de Cuentos de la Policlínica Metropolitana, del Concurso de Cuentos SACVEN en dos ocasiones y una mención en el Concurso de Cuentos El Nacional. Ha publicado dos mil nueve (Fundarte, 2011) y Versiones de Martha (Ígneo, 2016). Vive en Estados Unidos.
  22. Laura Cracco (Barquisimeto, Venezuela 1960). Especialista en filología clásicaUniversidad de los Andes, Venezuela y Universidad de Atenas, Grecia. Libros publicados: Mustia Memoria, ULA, Mérida, 1984, Venezuela. Diario de una Momia, Séptimo Sello, Maracaibo 1989, Venezuela. Safari Club, Monte Ávila, Caracas, 1993, Venezuela. Lenguas Viperinas, Bocas Chanel, Ediciones Torremozas, Madrid, 2009, España. El ojo del mandril, Colección Actual, 2014, Venezuela. África íntimaKalathos, Madrid 2017, España. Vive en España.
  23. Andrea Crespo Madrid (Valencia, Venezuela 1995). Poeta, narradora y filóloga por la Universidad de Salamanca. Ha sido finalista en el III Concurso de Poesía Joven Rafael Cadenas (2018), también finalista en el Concurso «Al aire de tu vuelo» de la Feria Internacional del Libro Universitario (FILUNI) de la Universidad Nacional Autónoma de México (2017) y ganó el tercer lugar en el XVII Certámen de Jóvenes Creadores del Ayuntamiento de Salamanca (2016). Actualmente vive en Lisboa. Tuétano es su primer libro.
  24. Odette da Silva (Caracas, 1978). Formada en Artes y Filosofía, es autora de los poemarios Escandinavia y otros destinos (Monte Ávila Editores, 2006), Contra el viento del norte (Equinoccio/Sudaquia, 2016) y Poemasbajos / NetherPoems (en prensa). Fue premiada en el IV Concurso para Obras de Autores Inéditos, obtuvo mención de honor en el I Premio de Poesía Eugenio Montejo, y fue finalista en el Premio de la Crítica 2017. www.odettedasilva.com, info@odettedasilva.com. Vive en Holanda.
  25. Oriette D’Angelo (Caracas, 1990). Actualmente cursa el MFA de Escritura Creativa en Español de la Universidad de Iowa. Autora del poemario Cardiopatías (Monte Ávila Editores, 2016; Premio para Obras de Autores Inéditos, 2014). Seleccionó y prologó la antología de poesía venezolana Amanecimos sobre la palabra (Team Poetero Ediciones, 2017). Vive en Estados Unidos.
  26. Ana Lucía de Bastos (Caracas 1983). Graduada en Letras UCV y maestría en Literatura Portuguesa por la Universidade de Porto, vive actualmente en Catalunya donde trabaja como traductora literaria del portugués. Ha traducido a Fernando Pessoa, Mario Sá-Carneiro, Dulce María Cardoso y José Luis Peixoto entre otros. Tiene un libro de poemas publicado. Actualmente intenta escribir una novela mientras cría a sus dioscuros.
  27. Dinapiera Di Donato (Upata,1957). Libros: Colaterales/Collateral (USA, Akashic, 2013. Paz Poetry Prize, 2012), La Sorda (Maturín, ICUM, 2011), Libro de Rachid (Cumaná, FEES, 1996. Premio “Tomás Alfaro Calatrava” 1996), La sonrisa de Bernardo Atxaga (Upata, Predios, 1995.Premio “Alfredo Armas Alfonzo”1994), Noche connieve y amantes (Caracas, Fundarte, 1991. Premio X Bienal “José Antonio Ramos Sucre” 1990). Vive en Estados Unidos.
  28. Gabriela Durán Arnaudes (Caracas, 1985) Licenciada en Letras (UCV). Cursa la Maestría en Teatro y Cine de la Universidad de Buenos Aires. Directora de teatro y Social Media Manager. Algunos de sus poemas se publicaron en 102 poetas jamming (O.T Editores 2014), Cien mujeres contra la violencia de género (Fundavag 2015) y en la plaquette Ciudad Sueño (Severlarellat 2019). Vive en Argentina.
  29. Daniel Esparza (Caracas, 1978). Es licenciado en Historia del Arte por la Universidad Central de Venezuela. Obtuvo su primer master en filosofía en la Universidad Simón Bolívar (Caracas), donde trabajó como asistente académico del departamento de filosofía, y como co-editor de la Revista Venezolana de Filosofía. Obtuvo su segundo master en filosofía en la New School for Social Research (NY) y actualmente cursa estudios doctorales en el departamento de religión de la Universidad de Columbia (NY). Ha publicado artículos en Italia, España, y Venezuela, y sus contribuciones han sido incluidas en dos libros hasta ahora: A critical philosophy of law, peace and religion (Springer) y Perplexed Religion (Observatori Blanquerna). Reside en Estados Unidos.
  30. Cristina Falcón (Trujillo, Venezuela). Escritora de literatura infantil y poeta. Deja Venezuela a finales de los 80 y se establece en varias ciudades: Bolonia (1988), Granada (1992), Ibiza (1996), Cuenca (2003). En poesía ha publicado Premura sagrada (Caracas 1986), Memoria errante (Madrid, 2009) y Borrar el Paisaje (Madrid, 20014). Ha publicado en la revista literaria Barcarola (Albacete, España) y ha sido incluida en las antologías En-obra, poesía venezolana 1983-2008 (Equinoccio, Caracas, 2008), El corazón de Venezuela, patria y poesía (2009), y Ellas (2013). Vive en España.
  31. Karlina Fernández (Venezuela, 1983). Actriz, escritora y publicista. Ganadora del Poetry Slam Madrid de mayo del 2019. Una de sus crónicas fue publicada en el libro Siete sellos compilado por Gisela Kozac. Lleva un blog personal www.karlinatodasellas.com  y se dedica a la producción, los monólogos cómicos y la escritura. Muestra de su poesía puede leerse en portales digitales como digo.palabra.txt. @Karlinakte. Vive en Madrid.
  32. Carmen Leonor Ferro (Caracas, 1962). Autora de El Viaje (Premio Monte Avila Editores para escritores inéditos, 2004), Acrobata (Raffaelli editore, 2011), In Congiuntivo (Raffaelli editore, 2016) y Precari (Ensemble edizioni, 2019). Traductora de poetas y narradores italianos. Ha publicado versiones de Ungaretti, Sandro Penna, Antonia Pozzi, Claudio Damiani y Analisa Manstretta. Las antologías Fronteras Permeables, 11 narradores italianos contemporáneos (bid& co. editor, 2014) y Náufragos y Novísimos, Ultima poesia cilena  (Elliot Edizioni, 2017) estuvieron a su cargo. Vive en Italia.
  33. Dayana Fraile (Puerto La Cruz, Venezuela, 1985). Licenciada en Letras por la Universidad Central de Venezuela. Obtuvo una maestría en “Hispanic Languages and Literatures” en University of Pittsburgh. Su libro de cuentos Granizo (2011) recibió el Primer Premio de la I Bienal de Literatura Julián Padrón. Su cuento “Evocación y elogio de Federico Alvarado Muñoz a tres años de su muerte” (2012), recibió el Primer Premio del concurso “Policlínica Metropolitana para Jóvenes Autores”. Escritos de su autoría han sido incluidos en distintas muestras de narrativa venezolana como, por ejemplo, en la Antología del cuento venezolano de la primera década del siglo XXI, editado por Alfaguara, y el dossier de narradores venezolanos del siglo XXI editado por Miguel Gomes y Julio Ortega, publicado en INTI, Revista de literatura hispánica. Vive en Estados Unidos.
  34. Flora Francola (Venezuela, 1988). Licenciada en Artes Visuales de la Universidad Cecilio Acosta. Asiste a seminarios en torno a gestión cultural, análisis plástico, vanguardias latinoamericanas en instituciones como MACZUL, Centro de Bellas Artes, ULA Táchira y Mérida (Venezuela) y Fundación Proa y MALBA, Buenos Aires. Colabora con medios web como Revista Muu y Acracia Pour Les Porcs. Sus poemas han sido publicados en digopalabra.tx, triadae magazine, la rabia del axolotl y Babélicas. Vive en Argentina.
  35. Enza García Arreaza (Puerto La Cruz, Venezuela 1987). Narradora y poeta. Autora de Plegarias para un zorro (2012) y El animal intacto (2015), entre otros. En 2017 fue participante en el International Writing Program de la Universidad de Iowa. Desde 2018 reside en Providence donde es escritora residente de la Universidad de Brown. Vive en Estados Unidos.
  36. Manuel Gerardi (Caracas, 1992). Estudió Filosofía en la Universidad Central de Venezuela. Autor de: Corteza y Hojarasca (2017) y Zamuria (2018). Tercer lugar del IV Concurso Anual de Poesía Joven “Rafael Cadenas” (2019). Bronce en el Primer Concurso de Poesía “Rostros” (2018). Publicado en las antologías de la 1ra, 3ra y 4rta edición del CADPJ Rafael Cadenas (2016, 2018 y 2019). Vive en España.
  37. Leonardo González Alcalá (Caracas, 1987). Poeta, guitarrista clásico y abogado. En el año 2007, el poemario El país de los muertos obtiene el Premio de la XII Bienal Francisco Lazo Martí del Ateneo de Calabozo. Ha publicado El país de los muertos (2011, 2da. edición Grupo Editorial Eclepsidra), y Gesto quebrado (2011, Editorial Equinoccio). Es coautor de la antología poética El ojo errante (2009, Editorial El pez soluble).
  38. Sonia González (Caracas, 1964). Poeta, titiritera, directora de teatro y dramaturga. Licenciada en Letras, Universidad Central de Venezuela. Ha publicado varios libros, entre los que es autora de los poemarios: De un mismo pájaro lanzada (Caracas, Celarg, 1983) Premio de poesía Fernando Paz Castillo, 1982; Nadie en la madera (Caracas, Fundarte, 1991); Oficios (Caracas, El Pez Soluble, 2000); Frágiles Sistemas (Caracas, Sociedad de Amigos del Santo Sepulcro, 2011). Vive en México.
  39. Cristina Gutiérrez Leal (Coro, 1988). Es profesora de literatura y escribe poesía. Ganadora del XX Concurso Nacional de Poesía José Antonio Ramos Sucre (2015) y del II Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas (2016). Autora del poemario Estatua de sal. Vive en Brasil.
  40. Geraldine Gutiérrez-Wienken (Ciudad Guayana, 1966). Estudió Odontología en la UCV, Caracas. Doctora en Filología Alemana y Magister en Ciencias de la Literatura y Sociología por la Universidad Heidelberg. Fundadora de la editorial “hochroth Heidelberg”. Publicaciones recientes: Hilde Domin: “Canciones para dar aliento” (Llantén, 2018) y Rafael Cadenas: “Klagelieder im Gepäck” (parasitenpresse, 2018, co-traducción al alemán con Marcus Roloff). Vive en Heidelberg, Alemania.
  41. Nidia Hernández (Caracas, 1957). Poeta, traductora de poetas portugueses, editora, animadora cultural, curadora de: www.lamajadesnuda.com. Premio; Lo mejor de Punto.com, 2005. Premio World Summit Awards; Cultura y Herencia 2007 (capítulo Venezuela). Premio Internacional; WSA. World Summit Awards, 2011. Categoría: Culture and Heritage. Conductora del Programa radial de Poesía; La Maja Desnuda; Premio Bienal de Radio Aquiles Cortina, 1998, con más de 1.596 emisiones, que comenzó en 1988 en La Emisora Cultural de Caracas 97.7 FM y que actualmente se transmite por UPV Radio 102.5 FM en Valencia, España y en BermudaFunk; Mannheim, Alemania. Autora del poemario El viaje del fotón (Monte Ávila Editores, 2013) Vive en Estados Unidos.
  42. Ruth Hernández Boscán (1970). Psicólogo, Psicoanalista. Libros publicados: A pasos cortos (2005), Ex (2007), Gramática de piedras (2011).Premio Monte Ávila de Poesía para Autores Inéditos (2005). Finalista del Premio Italia para la poesía en el Certamen Mediterráneo y Caribe (2007). Mención Honorífica en la XVII Edición del Premio de Poesía “Fernando Paz Castillo”. Mención Honorífica en la Bienal Venezolana de Literatura 2006-2008, “José Rafael Pocaterra”. Presencia en diversas antologías: Antología de Poesía Joven Venezolana. Edición bilingüe traducida al árabe por Nadia Záfer Chaabán (2009), El Ojo Errante. Caracas (2010). VI Premio Nacional de Libro (CENAL), Poetas venezolanos contemporáneos. Colección Los Conjurados. Común Presencia Editores. Bogotá (2014), 102 poetas – Jamming. Oscar Todtmann editores Caracas (2014). Vive en Buenos Aires, Argentina.
  43. Alfredo Herrera (Caracas, 1962). Poeta y artista plástico. Integró a los talleres de poesía del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos. Autor de los poemarios Cinco árboles (Caracas, 1998); El parque (Caracas, 1999); La tarde alcanzada, edición bilingüe español-sueco (Lund, 2004) Parete, edición bilingüe español-italiano,(2011),Remanentes (2011) En 1998 recibió el premio de poesía Fernando Paz Castillo y  en 2003 ganó el Concurso Internacional de Poesía Heterogénesis en Lund, Suecia. Reside en México.
  44. Verónica Jaffé (Caracas, 1957). PhD en literatura alemana en Munich, Alemania, docente en distintas universidades venezolanas e internacionales, editora de revistas y de libros, artista plástica. Ha publicado ensayos sobre literatura venezolana además de las traducciones y poemarios El arte de la pérdida (1991), El largo viaje a casa (1994), La versión de Ismena (2000), Sobre traducciones. Poemas 2000-2008 (2010), Friedrich Hölderlin: Himnos hespéricos. Según la edición histórico-critica de D.E.Sattler.Traducción y versiones libres (en lienzos y poemas) de Verónica Jaffé (2016),De la metáfora, fluida (2019). Vive en España.
  45. Sandy Juhasz (Caracas, 1962). Publicó recientemente “La corteza no basta”, por O.T. Editores. También autora de “Venezuela desde un azul intenso”, editado por Armitano. Participó de “102 poetas Jamming”, publicado por O.T. Editores. Tallerista de Edda Armas y Armando Rojas Guardia. Es también actriz, guionista y productora de radio y televisión. Vive en Hungría.
  46. Carlos Katan (Caracas 1992). Licenciado en Filosofía (Universidad Central de Venezuela). Finalista en el III Premio de poesía joven Rafael Cadenas. Sus textos aparecen en diferentes medios digitales e impresos. Ganador del III Concurso de Poesía Lugar Común. Vive en España.
  47. Juan Luis Landaeta(Caracas, 1988). Poeta y artista plástico. Es abogado egresado de la Universidad Católica Andrés Bello en 2012. En 2009 recibió una Mención de  Honor en el III Premio Nacional Universitario de Literatura por el libro Destino del Viento y en 2011 una mención especial en el I Premio Nacional de Poesía Eugenio Montejo por el libro La conocida herencia de las formas. Cursó la Maestría de Escritura Creativa en Español en New York University y es Editor Asociado de ViceVersa Magazine.
  48. María Gabriela Lovera (Caracas, Venezuela, 1972). Periodista graduada en la Universidad Católica Andrés Bello, poeta. Publicaciones: Duendes caseros, EDAF, Madrid, 2016; los poemarios: Desvelos, Ediciones Amargord, Madrid, 2012; Sabia Vida Savia: manual de irrealismo pragmático, Ediciones Amargord, Madrid, 2008; Y de la noche tanto, Editorial 50 de 50, Caracas, 2004; Por debajo del viento, editorial El Pez Soluble, Caracas, 2000. Ha sido incluida en varias antologías de poesía venezolana. Algunos de sus poemas han aparecido en revistas electrónicas y en papel, tanto en Venezuela como en España. Web:http://mglescritura.blogspot.com/. Vive en Madrid, España.
  49. Nérvinson Machado (Caracas, 1976). Poeta y editor. Ha publicado: el libro de los muertos o caminos de noches insomnesDub-Sar: la angustia de Gilgamesh por la muerte de la escrituraLa noche latinoamericana y Umbilical. Fue cofundador del proyecto editorial Regia Cartonera. Es editor de las revistas: Vanguardia Educativa y Conexión RH. Vive en México.
  50. Jason Maldonado (Caracas, 1973). Aparece en la II antología de cuentos postmodernistas (Editorial NsB 2014); antología 102 poetas jamming (Oscar Todtmann Editores, 2015). Es autor de Lunar de viento (poesía), Editorial Lector Cómplice, 2013; Verde que me muero (novela), FB Libros, 2013. El poemario Bestiario mecánico del exilio, recibió mención especial en el IV Premio Nacional de Literatura Stefanía Mosca, 2013. Su más reciente publicación es Doce hombres a caballo (relatos), FB Libros 2019. Vive en Chile.
  51. Iola Mares. (San Cristóbal, Venezuela, 1970) Licenciada en Letras, UCV y Magister en Filosofía de la Universidad Simón Bolívar.  Investigadora y Docente universitaria en cine y estética de las imágenes. Parque de diversiones (2006) primer poemario. Participó en antologías En Obra, 2008 de Gina Saraceni, y en Cien mujeres contra la violencia de género, 2015. Reside en España.
  52. Acuarela Martínez. (La Habana, 1970) Venezolana.TSU Publicidad y Mercadeo. Ganadora del VII Concurso para Obras de Autores Inéditos 2009 de Monte Ávila Editores, mención Poesía, con el Poemario “Incluso cuando nada digo”. Segunda Mención I Certamen Internacional de Poesía Luis Alberto Ambroggio2017Hispanic Heritage Literature Organization, poemario: “Breviario ilícito”Su poesía está representada en diversas antologías. Twitter e Instagram: @acuarela004. Blog: www.acuaspace.blogspot.com. Vive en Argentina.
  53. Kelly Martínez-Grandal (La Habana, 1980). Emigró a Venezuela en 1993, donde vivió por veinte años. En el 2017 publicó Medulla Oblongata (CAAW Ediciones). Su segundo poemario, Zugunruhe, está actualmente en proceso de edición con The Operating System y será publicado en el 2020. Vive en Miami.
  54. Rubén Martínez Santana (Caracas, 1964). Escritor, narrador oral, compositor y hombre de teatro. Premio de Dramaturgia Ambiental (1990), Premio Municipal de Teatro (1991), Premio Teatro Infantil Nacional (1992), Premio Nacional de Narrativa Breve (1995), Premio Nacional de Cuentos para Niños (1998), Premio Nacional de Texto Informativo para Niños (1998), Premio de Dramaturgia Infantil Aquiles Nazoa (1998), Premio XI Concurso de Dramaturgia de la Universidad Central de Venezuela (2017). Ha publicado varios libros de dramaturgia, poesía y cuentos. Vive en Barcelona, España.
  55. Jorge Andrés Medina (Caracas, 1989). Ha participado en diferentes encuentros y recitales de poesía en la ciudad de Caracas, incluyendo el Jamming Poético del Ateneo de Caracas y publicado poemas en diversos espacios, como El Papel Literario de El Nacional. Resultó ganador de un accésit en la 48º Feria del libro de Alicante y publicado en las antologías Relatos Urbanos 2017 y 2018 por la Editorial ECU. Vive en España.
  56. Néstor Mendoza (Mariara, Venezuela, 1985). Licenciado en Educación, en la especialidad de Lengua y Literatura (Universidad de Carabobo). Ha publicado tres poemarios: Andamios (Equinoccio, Caracas, 2012), merecedor del IV Premio Nacional Universitario de Literatura 2011; Pasajero (Dcir Ediciones, Caracas, 2015) y Ojiva (El Taller Blanco Ediciones, Bogotá, 2019). Finalista del I Concurso Nacional de Poesía Joven «Rafael Cadenas» 2016. Sus poemas han sido traducidos al inglés, francés, alemán e italiano. Vive en Colombia.
  57. Corina Michelena (Caracas, 1957). Merecedora del Premio Internacional de Poesía XIV Bienal José Antonio Ramos Sucre, 2002 con el poemario Honra de Sierva. Su obra literaria le ha valido otros reconocimientos internacionales de primer orden. En 2004 recibe una beca a Moscú otorgada por la Fundación Shlageter. Actualmente es profesora de español en el Instituto Cervantes de esa ciudad. Vive en Rusia.
  58. Diana Moncada (Caracas, Venezuela 1989). Poeta y periodista cultural venezolana. Autora del poemarioCuerpo crepuscular, que resultó ganador en el Concurso de Autores Inéditos de Monte Ávila en el 2013. Prologuista del libro de entrevistas literarias Al filo de Miyó Vestrini, del sello editorial Letra Muerta. En 2016 ganó una mención en el I Concurso Nacional de Poesía Joven «Rafael Cadenas». Su trabajo periodístico ha sido publicado en diferentes medios de comunicación venezolanos y sus poemas en diversas revistas y plataformas literarias. Actualmente, reside en la ciudad de Lima en Perú.
  59. Ricardo Montiel (Maracaibo, 1982). Es autor de Ciudad blanca sobre fondo blanco (Ediciones del Movimiento, 2015) y Agonía de los días terrestres (Caleta Olivia – Rangún, 2018). Ha colaborado para medios impresos y digitales de Argentina, Costa Rica, España, México, Colombia y Venezuela. Coedita la revista digital Merece una reseña, y vive actualmente en Buenos Aires.
  60. Jesús Montoya (Mérida, Venezuela, 1993). Licenciado en Letras mención Lengua y Literatura Hispanoamericana y Venezolana por la Universidad de Los Andes. Ha publicado Las noches de mis años (Monte Ávila Editores, 2016, Premio de Obras para Autores Inéditos), y Hay un sitio detrás de los incendios (Valparaíso Ediciones, 2017, I Premio Hispanoamericano de Poesía “Francisco Ruiz Udiel”). Su libro Rua São Paulo fue merecedor del II Premio Franco-Venezolano a la Joven Vocación Literaria. Actualmente cursa una maestría en Estudios Literarios en la Universidad Federal de São Carlos en Brasil. Reside en Brasil.
  61. Kira Morales (Caracas,1972). Profesora de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Piura. Durante más de 10 años fue profesora de la Universidad Simón Bolívar y el Colegio Integral el Ávila en Caracas. Participó en el taller Voces nuevas en el año 2005 y ha publicado sus poemas en distintas antologías y en distintos medios impresos como el diario Tal Cual en Venezuela y la revista Áurea en España. Desde febrero de 2017 vive en Piura – Perú.
  62. Virginia Moreno Goitia (Puerto Cabello, 1994). Licda en Educación, mención Lengua y Literatura, por la Universidad de Carabobo. Ha participado en diversos talleres de creación poética en el Departamento de Literatura de la UC. Textos suyos han sido publicados en revistas digitales como Digopalabra, POESIA y La Caída. Participó en el I Encuentro de Poetas Jóvenes de Venezuela. Autora del libro Retorno (NSB, 2016). Vive en Portugal.
  63. Clared Navarro Cejas (Valencia, 1992). Poeta. Profesional en Estudios Literarios. Poemas suyos han sido publicados en las antologías Antología de jóvenes voces (III Concurso Rafael Cadenas, 2018) y Lyrik Aus Venezuela (Hochroth Heidelberg, 2018), entre otras, así como también en diversas publicaciones periódicas. Ha dirigido las revistas literarias La Tuna de Oro y La Caída. Actualmente reside en la ciudad de Barcelona, España.
  64. Linsabel Noguera (Valencia, Venezuela, 1968). Poeta, narradora oral. Comunicadora social, por la Universidad Central de Venezuela. Finalizó el Máster en Libros para niños y jóvenes por la Universidad Autónoma de Barcelona. Especialista en acompañamiento lúdico bibliotecario en poblaciones de riesgo, disciplina positiva y fomento a la lectura. Autora del manual Jugando entre libros, leer y crear para convivir (Fundación Empresas Polar, 2015) y del poemario Poética doméstica (Monte Ávila Editores Latinoamericana. 2010). Directora de ong La rana encantada, organización dedicada al fomento del libro, la lectura y creación de espacios para la formación lúdica en ciudadanía y cultura de paz. Actualmente es librera y lleva la programación de Tres Paraguas librería, en Barcelona.
  65. Claudia Noguera Penso (Caracas, 1963)Escritora y ensayista Ha publicado los libros Nada que ver(1986), Último trecho (1998), El viaje (2001), Caracas mortal (2015) y Bajo infinito (2017).Poemas, crónicas, reseñas entrevistas y traducciones han sido publicadas en antologías, periódicos, revistas y portales en Venezuela, Colombia, Estados Unidos, Argentina, Chile, Uruguay, España y Italia. Su libro Último trecho obtuvo mención honorífica en la VII Bienal Literaria “Francisco Lazo Martí” (1997).Desde el 2016 vive en el Sur de la Florida. Web:claudianoguerausa.wixsite.com/writer. Instagram: claudianoguerawriter
  66. Maria Celina Núñez (Madrid 1963). Magister en Literatura Latinoamericana. Es autora de dos libros de cuentos y un breve poemario. Abandonó Venezuela en 2017. Tras un tránsito en Santo Domingo (RD), vive en Buenos Aires desde 2018. 
  67. Daniel Oliveros (Valencia, Venezuela, 1991). Poeta, editor y traductor. Licenciado en Educación Mención Inglés por la Universidad de Carabobo. Actualmente es miembro del Comité de redacción de la revista POESIA, Universidad de Carabobo en su versión impresa y digital. Fue ganador de la Mención Honorífica en el V Premio Nacional Universitario de Literatura mención Poesía en 2014. Vive en Argentina
  68. Leonardo Padrón (Caracas, 1959). Poeta, cronista, guionista de cine y televisión, ensayista. Ha publicado los poemarios: La Orilla Encendida (1985), Balada (1993), Tatuaje (2008), Boulevard (2002), El Amor Tóxico (2005), Los Materiales Humanos (Antología, 2010) Métodos de la Lluvia (2011), Contracanto: Poesía Reunida (2017).  Los libros de crónica Kilómetro Cero”(2013) , Se Busca un País (2015), Crónicas de la Vigilia (1990).Ganador del Premio Poesía UCAB (1985) , Premio Fundarte Ensayo (1990), Premio Municipal de Cine (2000), Premio ANAC de Cine (2000), Premio Cecodap (2011) Vive en Estados Unidos
  69. Luis Pérez Oramas, (Caracas, 1960). Ha publicado Salmos y Boleros de la Casa (Premio Monte Ávila Editores 1983, Monte Avila, Caracas, 1986), La Gana Breve (Fondo Editorial La Pequeña Venecia, Caracas, 1991), Doble siesta (Sixtus Editions, Limoges, 1994), Gacelas y otros poemas (Editorial Goliardos, Caracas, 1999), Prisionero del Aire y La dulce astilla (Editorial Pre-textos, Valencia, 2015) Vive en Estados Unidos.
  70. Beverly Pérez Rego (Halifax, Canadá 1957). Poeta y traductora. Es autora de cinco volúmenes de poesía, Artes del vidrio (1992), Libro de cetrería (1994), Providencia (1998), Grimorio (2002) y Escurana (2004); recogido en 2006 como Poesía reunida. Sus poemas han aparecido en numerosas antologías, y sus publicaciones también incluyen traducciones de Louise Glück (2009), Anne Waldman (1997), Clara Sabater (2016) y Mark Strand (2011). Pérez Rego recibió el Premio Literario Bienal de Poesía Rafael Bolívar Coronado y el Premio de Poesía Elías David Curiel, fue Becaria de Poesía en la Ciudad de Asylum de Pittsburgh y el Programa Internacional de Escritura de la Universidad de Iowa, donde más tarde obtuvo un MFA en español y un MFA en Traducción. Vive en Estados Unidos.
  71. Luis Javier Pisonero (Caracas, 1988). Estudió Letras en la Universidad Central de Venezuela y realizó un Master de Estudios Literarios en la Universidad Complutense de Madrid. Trabajó como escritor y editor para la revista digital de cultura contemporánea Borrador y ha publicado cuentos y poemas en diversas antologías. Actualmente reside en Madrid, donde trabaja también como guionista, director y productor de cine.
  72. Leopoldo Plaz Alemán. (Caracas, 1976). Reside desde 2015 en Montevideo. Licenciado en Letras de la Universidad Central de Venezuela, título revalidado por la Universidad de la República (Uruguay, 2019). Se desempeñó como profesor en universidades venezolanas (UCV, USB, UDO) y es autor del poemario Rimados y arrimados (Nueva Esparta, 2010).
  73. José Pulido. (Venezuela, 1945). Poeta, escritor y periodista, ha publicado cinco poemarios y nueve novelas. Ha sido reconocido con el Premio Municipal de Literatura, Mención Poesía, por su poemario Los Poseídos (2000), y el Segundo Premio Miguel Otero Silva de novela, Editorial Planeta (1989). Forma parte de la Antología Por ocho centurias, XXI Encuentro de Poetas Iberoamericanos, Salamanca, España, entre otras. Ha sido invitado a festivales y encuentros poéticos en Irak, Colombia, Brasil, Chile, España, y Génova. Desde el 2018 el Papel Literario de El Nacional publica las entrevistas que ha realizado a creadores y artistas en la Serie José Pulido pregunta. Vive en Génova, Italia.
  74. Georgina Ramírez (Caracas 1972). Creadora y directora de la A.C. La parada poética. Autora de: Piel de Durazno (plaquete de poesía) Taller Editorial El pez soluble, Lo que calla la noche, Ediciones del movimiento. Daño oculto, Oscar Todtmann editores. Sus poemas han sido publicados en diversas antologías poéticas. Vive en Chile.
  75. Dulce María Ramos. Periodista y escritora hispano – venezolana de literatura, cine y cultura. Licenciada en Letras, con estudios de maestría en Comunicación Social por la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). SU trabajo está incluido en las antologías Cien mujeres contra la violencia de género Fundavag (Caracas, 2015) y La desconocida que soy: diarios íntimos, Editorial Índigo (España, 2018). Estuvo invitada en la V Semana de la Nueva Narrativa Urbana (2010) y es participante habitual en coloquios y charlas en ferias del libro de Venezuela y Colombia. Actualmente escribe para El Universal (Venezuela) y el suplemento El Dominical del diario El Comercio (Perú). Desde el año 2017, vive en Bogotá, Colombia.
  76. Erika Reginato (Caracas, 1977). Poeta ítalo-venezolana, ensayista y traductora. Licenciada en Letras de la Universidad Central de Venezuela. Publicó los libros de poesía en Venezuela: Día de San José, (1999), Campo Croce. Antología poética 1999-2008 2008) y el ensayo: Cuatro estaciones para Ungaretti (2004). Ha publicado en Italia Campocroce (2008), Gli Eletti (Los Elegidos, 2013) y Giorno di San Giuseppe. Su poesía fue reconocida con el 40º Premio Internacional “Ciudad di Marineo”, Obra extranjera, Italia. En Madrid publicó: En la costa de cacao (Sulla Costa di cacao, Kalathos, 2018). Vive en Italia.
  1. Eleonora Requena (Caracas, 1968). Ha publicado los poemarios Sed (1998), Mandados (2000), Es de día (2004), La Noche y sus agüeros (2007), Ética de aire (2008), y Nido de tordo (2015). Obtuvo el Premio de la V Bienal Latinoamericana de Poesía “José Rafael Pocaterra”, y el Premio Italia 2007 para la Poesía en el Certamen “Mediterráneo y Caribe”, Instituto Italiano de Cultura de Venezuela y el Centro de Poesía Contemporánea de la Universidad de Boloña. Su obra ha sido incluida en diversas antologías y estudios críticos en Venezuela, España, Chile, Colombia, Estados Unidos, Perú y República Dominicana. Vive en Argentina.
  2. Álida Ribbi (Tánger, 1952). Bioquímica de formación y consultora gerencial, asume la poesía como medio de reflexión y búsqueda personal. Fue finalista del certamen “Mediterráneo y Caribe” (Instituto Italiano de Cultura, 2007) y el Concurso Internacional de Microficción “Garzón Céspedes” (2007). Ha publicado Cuerpo Sutil (Ed. autor, 2004), Arborescente (El Pez Soluble, 2007) y Surgen animales (Ed. autor, 2009). Vive en Chile.
  3. Camila Ríos Armas (Caracas 1989). Licenciada en Estudios Liberales en la Universidad Metropolitana y maestría en Desarrollo Internacional en SciencesPo Paris. En 2005 participó en el Taller de Creación Literaria, mención Poesía, de Monte Ávila Editores. Forma parte de la antología El patio del limonero (El Pez Soluble), Joven Poesía Venezolana –edición bilingue español-árabe (El Perro y la Rana) y Cien mujeres contra la violencia de género (Fundavag Ediciones). En 2007 ganó con Muralla Intermedia la mención honorífica del II Premio Nacional Universitario de Literatura, convocado por la Comisión Permanente de Directores de Cultura de las universidades venezolanas, publicado posteriormente, en 2008, por la Editorial Equinoccio, titulado Ecos.(2012). Vive en Francia.
  4. Virginia Riquelme (Caracas, 1983). Licenciada en Letras por la Universidad Central de Venezuela y magíster en Edición por la Universidad Autónoma de Barcelona. Sus poemas han aparecido en la revista de poesía El Salmón, y en las antologías Cien mujeres contra la violencia de género y 101 poetas en jamming. Desde 2017 reside en Barcelona, España.
  5. Jhon Rivera Strédel. (Venezuela, 1992). Poeta. Participó en el comité de redacción de la Revista La Tuna de Oro del Departamento de Literatura de la UC. En 2017 Obtuvo el VI Premio Nacional Universitario de Literatura «Alfredo Armas Alfonzo» en la Mención Poesía con el poemario Savia al Mundo. Ha publicado el poemario Savia al Mundo ( Dcir Ediciones, 2018). Reside en Guamal, Magdalena, Colombia.
  6. Sofía Rodríguez Meza. (Caracas, Venezuela 1991). Nutricionista de profesión. Poeta. Ha publicado Cuatro Letras Editorial Eclepsidra, 2018. El día siguiente del bautizo de su libro se fui a vivir a Madrid.
  7. Jairo Rojas Rojas (Mérida, Venezuela, 1980). Ha publicado los libros de poesía Pasear lunático (2018), Los plegamientos del agua (2014), La O azul (2013) y La Rendija de la puerta (2012) y ha sido galardonado, entre otros, con los premios: XIX Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (2013) y la XX edición del premio de poesía Fernando Paz Castillo (2014). Actualmente vive en Montevideo, Uruguay.
  8. Alexis Romero (Venezuela, 1966). Licenciado en Ciencias Pedagógicas. Profesor Universitario de Ética, Filosofía de la Educación, Gestión del conocimiento y Teoría de la Argumentación. Premio Internacional de Poesía XIII Bienal José Antonio Ramos Sucre, 2000). Sus poemas han sido traducidos al inglés, francés, portugués, alemán, italiano y coreano. Vive en Argentina.
  9. Diego Salinas (Caracas, 1991). Poeta, ha publicado historias y poemas en las siguientes publicaciones: Scar / City -Young Adult Review Network, II Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas 2017, IV Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas 2019. Vive en Córdoba, Argentina con su novia y tres gatos.
  10. Fedosy Santaella (Puerto Cabello, Venezuela 1970). Ha publicado con editoriales como Alfaguara, Ediciones B y Pre-Textos (España). En 2009 fue becario del programa internacional de escritura de la Universidad de Iowa. En 2010 quedó entre los diez finalistas del Premio Cosecha Eñe de España. En 2013 ganó el concurso de cuentos de El Nacional (Venezuela). Ese mismo año estuvo entre los nueve finalistas del premio de novela Herralde. En 2016 se hizo acreedor del premio internacional Novela Corta Ciudad de Barbastro. En 2017 obtuvo mención de honor en poesía en la I Bienal Eugenio Montejo (Venezuela). Publicó el poemario Tatuajes criminales rusos en 2018. Vive en México.
  11. Gina Saraceni (Caracas, Venezuela 1966) Investigadora, crítica literaria, traductora y poeta, es egresada de la Universitá degli Studi de Bologna, Italia (1990); magíster en Literatura Latinoamericana (1994) y doctora en Letras (2001) por la Universidad Simón Bolívar.Con el poemario Entre objetos respirando, gana en 1995 el Concurso de Poesía “Víctor José Cedillo”; con Salobre, la Bienal de Coro “Elías David Curiel”, mención Poesía 2001, y con Casa de pisar duro el XI Concurso Transgenérico de la Fundación para la Cultura Urbana (2011). Es autora de las antologías El verde más oculto (2002), del poeta mexicano Fabio Morábito, y de En-obra. Antología de la poesía venezolana (1983-2008). Reside en Colombia.
  12. Isa Saturno. (Barquisimeto, Venezuela 1987). Se licenció en Letras. Además de escribir poesía e historias para niños y adultos, colabora en revistas especializadas como «Arepa» o «Pez Linterna», es miembro del comité evaluador del Banco del Libro y tiene una editorial independiente llamada Barco de Piedra. Ha publicado el libro infantil Conejo y Conejo, Ediciones Ekaré. Obtuvo el 3er. Lugar en el Premio de Poesía Joven Rafael Cadenas, 2018. Vive en Estados Unidos.
  13. César Segovia (Caracas, 1977). Licenciado en Letras (UCV, 2002). Ha publicado Caracas siempre nueva. Breve antología de crónicas de Caracas. (Caracas:,Magenta Ediciones, 2006); Eso lo sé (Caracas, Cooperativa Editorial Lugar Común, 2012), Próximo Tren (Caracas, Editorial Libros del Fuego, 2014), Radar (Caracas, Editorial Planeta Venezolana, colección infantil, 2015) y Fuselajes (Editorial Libros del Fuego, 2019 [en producción]).Vive en Estados Unidos.
  14. Betsimar Sepúlveda (Venezuela,1974). Poeta, cronista y fotógrafa. Tiene cuatro libros publicados. Parte de su obra aparece en antologías en México, Colombia, Venezuela, Perú y España. Ha sido parcialmente traducida al inglés, francés, portugués, italiano y árabe. Imparte talleres de escritura creativa en el centro cultural Comfandi y Promédico. Dirige el programa Poesía en la esquina del teatro Esquina latina de Cali. Conduce el programa Entre libros, arte y cultura de la televisora de la Universidad del Valle. Desarrolla trabajo con comunidades en materia de reconstrucción de la memoria colectiva a partir de la escritura creativa. Reside en Colombia.
  15. Claudia Sierich (Caracas, 1963). Actualmente hace vida en Berlín. Obtiene el 1er Premio del Concurso de Poesía de la USB en 1999. Su poemario Imposible de Lugar (Monte Ávila Ed., 2008) gana el Premio Poesía Autores Inéditos Monte Ávila y la Mención Honorífica del Premio de Poesía Municipal (2010). Publica dicha la dádiva (Equinoccio, 2012) y Sombra de Paraíso (ot editores, 2015). www.claudiasierich.com
  16. Leonora Simonovis (Caracas, 1974). Escritora y crítica, es profesora de español y literatura latinoamericana y caribeña en la Universidad de San Diego, California. Coeditó un volumen de ensayos sobre cultura venezolana contemporánea (2013) y dos de sus cuentos breves fueron recientemente publicados en España. Su poesía en inglés y en español, fue editada en The American Journal of PoetryPoets Reading the Newsand Fron/tera, Roar, Literature and Revolution by Feminist PeopleTiferet and the 2018 Cosmographia anthology.
  17. Blanca Strepponi (Buenos Aires, 1952). Escritora y editora venezolana. Ha publicado: Crónicas Budistas (2016) Premio de la Crítica mención Poesía,Poemas visibles (1988), Diario de John Roberton (1990), El jardín del verdugo (1992), Las vacas (1995). También,  Balada de la revelación (2004), Birmanos (teatro, 1991), El médico chino (narrativa, 1999)  y Fabuloso y Ricota (cuento ilustrado, 2001). Cofundadora y miembro del Comité Editor del Fondo Editorial Pequeña Venecia en Venezuela, creadora y gerente editorial de Los Libros de El Nacional. Su obra ha merecido los siguientes premios literarios: Premio de Dramaturgia de la Bienal Ramos Sucre, Premio de Poesía Casa de la Cultura de Maracay y el Premio de Narrativa Alfredo Armas Alfonzo. Actualmente reside en Buenos Aires.
  18. Alejandro Suárez Atencio (Caracas, 1974). Publicó el poemario Canción del Difunto, en 1999, bajo el sello editorial Eclepsidra. Obtuvo Mención Honorífica en el Primer Concurso Nacional de Poesía para Liceístas, organizado por la Casa de la Poesía Pérez Bonalde, en 1992. Como vocalista y bajista de la banda Cerouno, editó el álbum Atari Amor, en 2007. Vive en Chile.
  19. Mariana Libertad Suárez (Caracas (1974). Poeta, narradora y ensayista. Entre sus libros como investigadora destacan: La loca inconfirmable: apropiaciones feministas de Manuela Sáenz (Premio literario Casa de las Américas- categoría Estudios sobre la mujer, 2014); y Éramos muchas: mujeres que narraron la Revolución mexicana (Mención honrosa en el X Certamen internacional de literatura Sor Juana Inés de la Cruz, 2019). Actualmente reside en Lima y trabaja en la PUCP.
  20. Keila Vall. (Caracas, 1974). Autora de la novela Los días animales (2016), premiada en la categoría Mejor Novela International Latino Book Awards 2018, los libros de cuentos Ana no duerme (2007) finalista como Mejor Libro de Cuentos en el en el Concurso Nacional de Autores Inéditos Monte Ávila Editores, y Ana no duerme y otros cuentos (2016). Publicó el poemario Viaje legado (2016) y el texto crítico bilingue Antolín Sánchez, discurso en movimiento: del pixel, al cuadro, a la secuencia (2016). Antóloga de la compilación americana bilingüe Entre el aliento y el precipicio. Poéticas sobre la belleza (in press), y co-editora de la Antología 102 Poetas en Jamming (2014).Vive en Estados Unidos.
  21. Gustavo Valle (Caracas, 1967). Es autor de los libros Materia de otro mundoLa paradoja de ItacaCiudad imaginariaBajo tierraEl país del escritor  Ha obtenido dos veces el premio de la Crítica, el premio de novela Adriano González León y el premio transgenérico de la Fundación de la Cultura Urbana. Vive en Buenos Aires..
  22. Lena Yau (Caracas, 1968). Es narradora, poeta, periodista e investigadora. Licenciada en Letras y Master en Comunicación Social por la Universidad Católica Andrés Bello. Asesora literaria de El sabor de la eñe. Glosario de literatura y gastronomía(Instituto Cervantes, 2011). Poemarios: Trae tu espalda para hacer mi mesa (Gravitaciones, 2015), Lo que contó la mujer canalla (Kalathos, 2016), y Bonnie Parker o la posibilidad de un árbol (Utopía portátil, 2018); en narrativa la novela Hormigas en la lengua (Sudaquia, 2015) y relatos Bienmesabes (2018). Sus cuentos y poemas han figurado en antologías (Fundavag, Mantis y Pre-textos). Reside en Madrid. Instagram: Lenayau68Twitter: @LenaYau 
  23. Zakarías Zafra (Barquisimeto, Venezuela 1987). Autor de libros de poesía y narrativa breve. Textos suyos han sido publicados en Letras Libres, Qué Leer, Ficción Breve y Clímax, e incluidos en revistas como Viceversa Magazine, Estampas, Letralia, y Verbigracia. Ahora vive en la Ciudad de México, pero sus raíces le han llevado a realizar una investigación sobre la diáspora venezolana, reuniendo testimonios e historias de migrantes venezolanos en distintas ciudades del mundo.
  24. Gregory Zambrano (Mérida, Venezuela 1963). Es poeta, ensayista y profesor universitario. Doctor en Literatura Hispánica por El Colegio de México. Ha sido director de la Escuela de Letras de la Universidad de Los Andes (Venezuela). Entre sus poemarios: Víspera de la ceniza (1990); Dominar el silencio (1994); Desvelo de Ulises (2000); Los mapas secretos (2005) y Paisajes del insomÍnnio (2015). Reside en Tokio, Japón.Twitter e Instagram: @gregoryzam.
  25. Ely Rosa Zamora (Venezuela, 1967). Ha publicado: He sentido un gesto removerlo todo, Proyecto Editorial La Chifurnia, El Salvador, 2019, La nitidez del embudo, Newmark Press, New York City, 2015, Objeto Indefinido, Choir Alley Press, New Jersey, 2015, Sin lengua y otras imposibilidades dramáticas, Editorial La Caída, Buenos Aires, 2013, y Detrito olvidado, Choir Alley Press, New Jersey, 2009. Vive en Estados Unidos.