El puente es la palabra
Porque fui extranjero y me acogisteis
Mateo. 25:35
El migrante es la personificación de la fe y la esperanza. Frente al quiebre de todo lo que le es conocido decide partir, extraerse de las circunstancias que agobian y pervierten su bienestar, para insertarse en otras que, aunque no menos riesgosas, le ofrecen una luz hacia el futuro.
El migrante es la voluntad de cambiar el destino que se vislumbra oscuro con certidumbre, por otro que es una suma de posibilidades en el intento de ganar control sobre él. De triunfar ante la adversidad que en muchos casos solo significa seguir con vida.
La fe es lo que impulsa los pasos de quien se va. Fe en la vida y en el futuro, aunque represente mover raíces y adaptarlas a un nuevo suelo, moldear el lenguaje a otros usos y tesituras, convivir con la nostalgia que se hará costumbre, integrar la tristeza al consuelo de otro paisaje que es cobijo.
Los grandes temas de la literatura universal que dan cuenta de las principales emociones, intereses y deseos humanos pueden condensarse en unos pocos núcleos, está el viaje, tratado como odisea o como éxodo, el tema de la infancia y los paraísos perdidos y la célebre tríada enumerada por Miguel Hernández: vida, amor y muerte, estas son las grandes metáforas que alimentan los ríos del discurso de la humanidad. De los géneros literarios, tal vez sea la poesía la que con más persistencia ha ahondado en los asuntos del desarraigo, la voz del poeta intenta dar cuerpo y lugar al tumulto de las emociones del exilio, a la experiencia del extrañamiento y la incertidumbre ante el umbral de lo desconocido.
En esta antología de poetas venezolanos en la diáspora se establece el puente con el destino. Los textos presentes en esta muestra de poesía bordean una noción siempre personal e íntima de aquel lugar lejano y extrañado, cada poema expresa su necesidad particular y urgente de elaboración del duelo por la tierra dejada, la infancia preservada, el erial de los sueños recurrentes, la casa y sus habitaciones, la familia, la idea de la patria como abstracción encarnada, las experiencias del cuerpo como territorio y lugar de desfragmentación y migraciones, el tránsito de la poesía y la palabra, la memoria y la nostalgia, la política, la imposibilidad, el desencanto, la tristeza, la conciliación y también la esperanza.
En una reunión con Caritas Venezuela este agosto pasado, surge la idea de una antología que reuniera a los poetas que se encuentran fuera de Venezuela. La reunión fue convocada con el objeto de integrar a distintos sectores culturales en otorgar visibilidad a la situación venezolana en el marco de la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado 2019.
Al principio la lista de poetas no se presentaba tan extensa, pero en la medida que fuimos haciendo investigación y memoria la misma fue aumentando y llegamos a contar poco más de 130 poetas, quienes fueron invitados a participar a través de correos electrónicos y mensajes. En la medida que avanzaban los días, recordábamos otros nombres y fuimos sumando. Seguramente hay más que desconocemos, o que tienen largo tiempo afuera, o que por su juventud aún no han participado de muchas actividades y publicaciones. Sólo podemos decir que tratamos de sumar los más que pudimos. De estos, unos pocos no podían con los tiempos de la convocatoria, otros pocos no contestaron, otros contestaron, pero al final no enviaron sus textos y el resto, 101 poetas, entusiastamente nos hicieron llegar sus poemas.
El tiempo fue corto, apenas unas dos semanas, y por tanto es aún más asombrosa la receptividad y la afluencia de textos, varios de ellos inéditos y generosamente cedidos para esta selección. Muchos son jóvenes que comenzaron a publicar sus poemas en Venezuela y luego partieron del país en los últimos años, otros publicaron sus primeros textos ya encontrándose fuera del país, otros son poetas con obra reconocida dentro y fuera de Venezuela, o con una obra en proceso de consolidación, radicados en otros países desde hace poco o desde hace mucho tiempo, o aun en tránsito migratorio.
Estudiantes, profesores, trabajadores, inmigrantes todos, sin distingo de edades o géneros, pensamos en una muestra amplia que diera cuenta de lo diverso y rico del sentir de muchos poetas venezolanos, hoy por hoy, dispersos por el mundo. A ellos, queremos expresar nuestro agradecimiento, no sólo a nombre de Caritas Venezuela, sino a título personal.
La lectura final de los poemas reunidos nos conmovió. Esta antología es quizás un primer paso para establecer ese territorio común en donde nuestros poetas puedan verse a sí mismos y construir una entrada en la memoria para los lectores de poesía del país.
Hubiéramos querido que esta antología fuera mínima, y aunque por un lado nos entristece que no lo sea, por otro nos llena de un feliz asombro el vigor de su riqueza y apostura. Puente que crea y abandera el destino asumido, el de ser quienes se fueron. Hacer terruño en otras tierras con la palabra, ser el puente.
Kira Kariakin y Eleonora Requena
Caracas / Buenos Aires
Septiembre
II Raquel Abend van Dalen Las ciudades se vuelven piernas sin huesos, barcos de luz artificial, hoteles de vidrio que flotan (¿existe algún edificio que no sepa volar?) no piensan en nuestra transición, en los pies viejos y gastados, en el viento goteante de las madrugadas (¿las fábricas asumen su propia fórmula?) pasean las crisis de las generaciones, cautivan el revuelo del nacimiento, regresan la tierra a sus aguas (¿es la muerte la que tiñe de negro las carreteras?). Las ciudades son cartas arrugadas que se enfrían en los bolsillos de sus extranjeros. El poema forma parte de Sobre las fábricas, Sudaquia Editores, 2014. Itinerante Roislen Abreu Después la angustia y uno va dando vueltas en la vida Karla Castro Abro mi maleta la lleno por décima sexta vez guardo ropa ausencia seis libros la cobija que me dio mi madre Entre zapatos existen guaridas donde la errancia se puede doblar transporto el huevo y el nido prudente de tiempos burlando azotes Fijo cuadros en las paredes de la casa que armé en mi maleta si se rompe no podré llegar si llego nunca me fui. Irse Santiago Acosta Bendícenos, Señor, a los que tenemos poco tiempo y mucho futuro. Tienes que complacernos, Señor, porque así somos, impacientes y desvergonzados. Porque hemos sufrido. Ya sabemos que no todo es estar drogados en las montañas, no todo es hacer mapas de nada y pensar en la nada y sentirse vivos. Lo hemos aprendido por las malas. Hemos cambiado. Bendícenos, Padre, a los enemigos de la esperanza, a los que nos fuimos, a los que renunciamos, a los descerebrados por el virus del miedo, a los que solo vemos en el presente la escoria del mañana. Me duele la mandíbula cuando recuerdo lo pequeño que era mi país. Mi país era una diosa de cemento a la orilla de un río envenenado. Era jugos vaginales, paisajes degollados: intermitencias. Yo creía que mi país estaba en mi cuerpo pero mi cuerpo es incorruptible y no hay país que sea un cuerpo. ¿Recuerdas, amor, todos esos días viajando solos, mirándonos a través de ventanas que no eran nuestras? Solo teníamos que resistir un poco más, olvidarnos de nosotros. «Ya tengo en mí los pasajes. Ya tengo en mí tu pared de calma». Hold on, darling, you’ve got to hold on. Mi país es el poema más grande que he escrito. Esta ciudad me da hambre, todo me acelera el corazón, cualquier cosa me encandila durante horas. Ya no soy el tipo paciente de antes. En Union Square me he sentido un ácaro industrial, un parásito de hierro manchando de óxido la entrada de una boutique. He llorado, me he quedado ciego, estuve en coma, puedo jurarlo. Esta ciudad me hace adorar la falsedad y la cólera. Camino de noche y lo quiero todo, quiero la sangre de la vida. Odio mucho, pero odio con glamour. Soy la mitad de un fantasma y el mundo me sigue ofreciendo la vida. Irse, porque no soportamos el silencio del sol, la carne indiferente del universo. Irse, porque lo perderemos todo si no nos partimos los huesos. Ocean Beach, hay barcos formidables deslizándose detrás de la bruma. Duele seguir con la mirada esos ángulos rectos, los veloces containers. Hay látigos verdes sobre la arena, cadáveres translúcidos y dementes que agitan los brazos entre las olas como babosas de mar. Salivamos. Huimos. Solo pienso en salvarme, no en hacer caminos. No hay caminos; hay cosas pasando, ruido. Mis oídos no soportan el alarido de los rieles cuando atravieso la bahía. Las grúas se iluminan, la bahía se ilumina. Así son los puertos de Oakland. Blancos. Lejanos. Veo esas cosas y enloquezco. Irse, querer cualquier cosa, despertar con un agujero en la mano y sentir que llevamos 29 millones de años esperando el gran meltdown. Un final bello, monstruoso. Estaremos bien, no nos perdamos. Nuestras crisis son las mismas y todas las ciudades se caen a pedazos. Escúchenme bien, lo diré una vez más: todas las ciudades se caen a pedazos. Solo permanece el deseo. Mi deseo está ahí, deseándome como loco. Me encanta distinguirlo, poseerlo, recorrerlo. Lo violaría, con ruido, sintiendo en mis manos su carne tibia, su extensión sedienta. Bendícenos, Señor, a los que te hemos traicionado. Sálvanos de la pobreza, sálvanos de la desesperanza. Sálvanos, Padre, de Barcelona, sálvanos de Madrid, sálvanos de San Francisco, de Nueva York, sálvanos de Buenos Aires. La beatitud no es más que un sueño violento, pero tu salvación es puro misterio, un gueto abandonado que hemos venido a poblar. La costilla de la ciudad es un viento gris. Los barcos se frotan como gatos, se untan de almizcle. Quise buscarte entre la arena y me quebré en dos como un pez verde. Dime qué somos, amor, fuera de los barcos, «Soles pacíficos, mujeres de piedra». Todo es errancia, no saber lo que se dice, perdernos en la ciudad todos los jueves, extáticos, buscando una planicie, lugares anchos para respirar y redimirnos. Poema del libro Cuaderno de otra parte (Libros del Fuego, 2018). para no morir María Auxiliadora Álvarez se va uno para no ver que la mirada que ama se ha cerrado para no volverse a abrir jamás se va uno para que nunca más le digan a uno “adiós” se va uno con su amor a cuestas para un lugar imaginario donde el pájaro sin alas es útil a pesar de la privación de cielo se va uno a conciencia de que todo lo ha imaginado todo menos la intimidad de la luz se va uno con la certeza de que nunca podrá tocar lo intocable de que nunca verá lo invisible (perseguido como ha estado por fragores tan apremiantes y tan menos sutiles) se va uno reciamente con su agradecimiento cercado por una fila de piedras pequeñas alrededor de la lengua se va uno sin preguntas sin movimientos bruscos como un mar pacífico se va uno silencioso como quien cumple un deber como quien olvida se va uno dominando el tiempo del llanto el tiempo que siempre es el mismo se va uno como quien dice “se acabó” como quien no estuvo se va uno y deja en el dejar lo que fue uno lo que aún es uno: una corta exhalación de la brisa una brisa que se mueve para no morir Escrito en Caracas, agosto de 1996. Publicado en El amor de los enfermos (Compendio de Ca(z)a, Páramo solo y Las regiones del frío) México: Mantis/UANL, 2018. El ritmo de las flores Julieta Arella Nacer en el corazón de una flor. Crecer. Ser de nuevo semilla. Ser muchas semillas. Volver a empezar en otras partes. En muchas otras partes. A kilómetros de distancia de donde fuimos felices, de donde fuimos amados. Dejar de extrañar las montañas a la altura del cielo. Inventarse una raíz. Afrontar valientemente el horizonte de un río. El frío de un invierno inclemente. Añorar el sol y recordar que era todo nuestro. Florecer de nuevo en la esperanza. En la distancia. Con la fe invencible del inmigrante. Con la madre guiando cada paso en un susurro. Con la alegría intacta de otros tiempos. La escarcha de la Plata brillaba como un milagro. Era un río tan grande como mi miedo. El asombro no cabía en la primavera. Ya no importaban las raíces. Ya no había país donde volver. Los amigos en el mundo se expandieron. Que éramos muchos, decía la gente de frontera. Éramos ríos y riachuelos de gente buscando donde desembocar. Donde meter en la boca el pan. Donde desempacar. Donde embocar la vida. Todo muda de aires, de pieles, de aguas. Prohibido pensarnos como víctimas. La alegría nació con nosotros en un verano eterno. Prohibido decir que nos hemos quedado solos. La familia nos vela los pasos y las noches. Es preciso saber que aprendimos. Prohibido irse y olvidar. Vamos rompiendo las olas. Floreciendo. Violados por el tiempo. Reinventándonos la vida. Ya no será la vida una ausencia inagotable Belkys Arredondo Olivo La sombra se deshace en el vacío en el pantano rosa en donde tantas veces reí caí de espaldas y constaté lo hermoso déjame contemplarte es mi espalda blanca quien bien recuerda el pájaro dorado en la ventana el horizonte es una casa y la música mueve las nubes con su mano herida ¿Qué hay junto a la puerta? ¿Es la flor imposible? ¿Es la de arena? Ahora sólo es el espacio donde transito el mismo en donde tu voz jala otras voces y en donde la mirada acepta. UNO.2 Luis Eduardo Barraza Uno se sabe huido a la altura de los cementerios cotidianos de esas pequeñas muertes que uno arrastra bajo la escritura del día mientras cruza la calle o limpia las hojas que el tiempo acumula sobre los tejados para que uno ceda a la tentación de justificar un sueldo y suba y resbale recto al fin, sereno sin culpas ni rencores entre las flores prestadas y los manteles / y el café en una ayuna eterna e intraducible de poema al que siempre se aspira y no se llega ahora en el oficio digno de cultivar sus propios gusanos en la labor despreocupada de comulgar con las piedras y aprender de ellas un nuevo lenguaje: una oración sin labios para un dios sin rostro a la tarea de abonar también un jardín ajeno con la luz introspectiva de los años y las palabras que nunca se dijeron con unos huesos blandos que se levantarán mañana / y sin memoria de lenta e inofensiva manera entre el color renovado de la hierba ya sin horizontes pasaportes, ni fronteras sumergido para siempre en medio de la noche tan de sí en lo impropio como a la nada tendido en una ofrenda de pan Palabras Alberto Barrera Tyszka Todos soñamos con volver a casa. Incluso los que se quedaron, los que jamás se fueron, los que siguen adentro, enfrentando el orden implacable del naufragio. La casa es un mapa, una lengua, una forma de vivir, de ser juntos. A veces despierto y siento que todos estamos en un océano oscuro, una penumbra líquida, sin final. Vamos nadando, aferrándonos a algunas palabras, como si fueran balsas, boyas de luz en mitad de la nada. Manguangua Caliche Bululú Zaperoco Guachafita Furruco Ñapa Ñero Catanare Perolito Firi firi Bazirruque Gamelote Tuyuyo Bochinche Vamos a tientas, abrazados a ellas. Tratando de inventar una nueva geografía. Somos palabras que flotan en las sombras, buscando todavía el camino de regreso a casa. Inédito Arte Poética Luis Ángel Barreto ¿Por qué escribía? No lo sé. Me lo pregunto siempre. Sí puedo decir por qué lo empecé a hacer. Empecé a escribir porque no podía pronunciar palabra. Mi hablar era, y es, un ejercicio lamentable, triste, atroz, fallido. Lo que salía de mi boca era algo más opaco, más parco, más débil de lo que en mi cabeza estaba: aviones de papel mal hechos arrojados con fuerza que morían desechos a mis pies. Y mi voz, introvertida, intracorpórea, eco más que pronunciación, sonido sin nada adentro. Cuando escribía no estaba yo, por lo menos no me oía; si estaba, estaba detrás o mudo, absorto, atónito entre las sombras chinescas. Por eso, escribía para desaparecer, para parecerme a otro que era mejor que yo. Escribía para olvidarme de mí, para deshacerme, para que quedaran sólo partes irreconocibles, pedazos de cuerpo, de órganos que estuvieron a punto de reventar. Escribía para desquitarme, por venganza, por aquella vez, hace tanto tiempo, cuando tuve que pelear y salí corriendo despavorido, o los años cuando no podía salir de mi propio cuarto, o por la vez que no sabía dónde estaba y mis padres me encontraron alucinado en un terreno baldío. Escribía para vengarme del fuego, de la velocidad, de los descalabros. Escribía para que eso dijera algo sobre mi futuro, para que vaticinara mis acciones en los días próximos, para que me deletreara, para que me intuyera en lo indecible de lo que vendría. Escribía no para derramarme, para contar tal cual, sino para construir un artefacto con cierta forma que me permita caber en él completo. ¿Por qué no escribo ahora? Tampoco podría decirlo. Por exceso de sobriedad, tal vez; por pasar demasiado tiempo con el mismo semblante funcional, administrativo. Porque es raro aquí donde ahora vivo. Este lugar me resguarda y me hiere, me recibe y me mete en cajones. Me alimenta, me presta sus parques, me regala libros, me ofrece asilo. A cambio, corta mis partes los picos altos de mi memoria. No escribo porque ya no bailo, ni me revuelco en el suelo convulsionado por la música. No escribo porque algo le pasó a los órganos que me ubicaban en el espacio. No escribo porque en una casa en penumbras aún me esperan para cenar con el plato puesto en la mesa. No escribo ya porque no se entiende lo que digo, porque no soy gracioso en otro idioma, porque en otro idioma soy otro aún más parco, aún más grisáceo, un garabato más aún. No escribo, en fin, porque ahora como y camino pero me quedó algo suelto que sigue girando en silencio como los trompos. Espero volver a escribir pronto, volver a construir esas casitas con piezas de dominó, con estos bloques antropomórficos que hablan del futuro. Quiero volver a escribir, ojalá sea esta misma noche o mañana por la mañana. Quiero volver a jugar a ese juego, como los niños. Por ahora, me siento aquí a esperar que el sol se ponga rojo, que una ardilla entre la nieve se me quede mirando, o que una mujer pase y sin mediar palabras me bese. Betina Barrios Ayala El tiempo muerto de los tránsitos Luis Enrique Belmonte En los bancos de plaza. En las salas de espera. En las paradas obligatorias. En los andenes que se demoran al compás de los bostezos. No es una cabeza de ciervo colgada sobre una chimenea. Ni un feto conservado en formol. Ni el letargo al culminar la faena. El tiempo muerto es un recinto blanco y frío donde estamos solos, pelando una naranja con las manos. Aquí no importan las penas ni las glorias. Y todos somos lo mismo cuando nos mantenemos quietos sobre el crispado espinazo de un monstruo que devora sellos, pasaportes, resguardos, permisos notariados. El tiempo muerto es la antesala del traspaso. Bostezo de centinela a mediodía. Aspas de ventiladores que rechinan en el techo. Sopor de los membretes. Crujir de sillas metálicas. Cuatro paredes para un encierro preventivo. El tiempo muerto de los tránsitos. Lágrima Victoria Benarroch Cuando las miradas de siempre no están se derrama una gota cristalina nace un árbol y no encuentro la tierra sin hallar el lugar donde se aloja la palabra duelo fundo otro espacio entre la humedad siembro “mi país” para rescatar la rosa y volver a ser. Cuerpopaís Adriana Bertorelli También el cuerpo es un país que te destierra, que te expulsa. Entonces caminas en círculos, en penumbra. No te encuentras. Te buscas a tientas: de noche se encuentran más cosas de las que se pierden. Buscas asilo en otros cuerpos. Todos los exilios tienen forma de miradas que se alejan. Este insomnio, además, tiene tus ojos. Eres en tinieblas. Intentas aspirar el olor de su cuerpo, desapareces ciudades enteras. Ciudades como esta, que aún te desconoce. Aquí, donde nadie sabe de tu cuerpo, donde nadie llama tu nombre. El cuerpo es un país. Un país que es ausencia. Puentes Graciela Bonnet En Nueva York estuvimos todo el día caminando, y ya muy cansados, regresábamos, cuando caía la tarde, por un puente magnífico. Hemos cruzado infinidad de puentes en muchas ciudades. Puentes sobre ríos, sobre desiertos, sobre autopistas, puentes desde donde ver las figuras de otras personas caminando lejos, allá abajo. Puentes ferroviarios, que son adorables porque suelen ser antiguos y conservan un lustre que le han dado los años, una cierta dignidad del tiempo transcurrido en el piso opaco, en el ruido que hacen las tablas cuando pasa la locomotora y los vagones. Ese ruido es entrañable, nos lleva hacia épocas remotas, y cuando ya ha pasado uno siente nostalgia de no saber adónde va, adónde vamos. ¿Y los puentes de los cuentos medievales? Antes de llegar al castillo donde un hada curará las heridas casi mortales, el caballero cruza un puente en ruinas, acostado sobre su caballo lento. Y los puentes de los sueños, y el puente de los corderos de los cuentos de hadas… Un puente prefigura siempre el enlace. Dos tierras firmes separadas pueden encontrarse por mediación de un puente. Venimos caminando por ese puente magnífico, por el nivel de los peatones. Hay muchísima gente andando sobre el resplandor rojo y amarillo de la tarde, gente de diferentes países, hablando idiomas insospechados, viviendo sus ilusiones, sus sueños naciendo o muriendo en este preciso instante. Nos atropella una visión que hemos percibido en otra parte, ya hemos visto ese entramado inconcebible y perfecto de cables que sostienen uno de los extremos. ¿En dónde hemos visto esta jaula gigantesca, esta pajarera para humanos sobre el río ancho, poblada por una multitud en éxtasis? Hace muchos años, en otra parte de nuestra vida, tuvimos una postal inquietante. Era una fotografía en blanco y negro, con unos hombres de traje oscuro, trepando por las líneas de una jaula que llegaba al cielo. Conservamos esa postal entre nuestros papeles porque era sugerente y había algo inexplicable en ella. Durante años miramos la imagen y nos imaginamos muchas historias. Ahora estamos en esa jaula. Existe. La imagen que durante toda la vida supusimos ficticia es algo sublime y real, aunque inverosímil. Caer de rodillas, agradecidos, sería una conducta comprensible. Allí está el puente verdadero, el que une lo supuesto con lo real. Se llama Puente de Brooklyn y desdice enfáticamente la teoría de que la humanidad es malvada. Este texto está publicado en www.graciela0bonnet,blogspot.com Mudanzas Edmundo Bracho I. Por la mañana el café recocido y la ventana abierta por la tarde la lectura de un desdoroso libro viejo y la ventana cerrada una casa aún sin eco y sin muebles casa ahora de grano arábica y de hojas dormilonas van cayendo sobre el cascarudo pan frío dispuesto sobre el piso sin mesa II. la mesa rota y la ventana descocida los vidrios sembrados de costra en tierra abandonada y ajena mi agua engañada en sequía mi botella vacía rasgada en el espejo mi cuerpo roto roto e ido a la espera de otros crujidos III. les dije a mis hijos evitar mirarse en el viejo espejo chafado les dije que no calzaran los zancos que algún vecino a la sombra arrojara que a la araña esquinada le dejaran intacto su disfraz de polvo que a la harina abandonada su velo de frío brillar orado que no acariciaran torpe el tapiz de tachonado buey ni esa tristeza anciana que sube y baja desde las paredes * * * Hendidura del cisne Cynthia Bustillos En el blanco cielo del alba se esconde la luna posada en el reloj del campanario, las negras agujas marcan el tiempo como aves tras la niebla Sobre el musgo y húmedas hojas reposan las alas de una mariposa sin vida, un velero, una flor y el aleteo de las sombras de las palomas al volar Las puntas de los arbolillos son nacientes constelaciones terrenales, deseando tocar el cielo de la tarde suspendida Al caer la noche un oso polar camina por la calle Mendoza como una luna caída sobre la vereda pasa frente a mi ventana, sin rumbo igual que las rojas hojas de los arces que temblorosas caen como la noche austral Blanco y rosado pasa, con sus gruñidos y recuerdos, con la Cruz del Sur reflejada sobre su piel como un lirio polar atraviesa la vía dejando a su paso oscuras masas de polvo, restos de estrellas y una región fecundada de infinito como la hierba en la noche, frente a mis ojos la Hendidura del Cisne, la zona más oscura del universo. Chris Cabrera Quisiera ser el grito de una república frustrada pero solo soy eso que terriblemente llaman diáspora Un movimiento desgarrado de patria flotando entre estaciones Un extraño sonido de la memoria que ha olvidado lo que fui Perteneciendo a otro nombre entre ráfagas de inciertos me desdoblo en las voces que habitan esta isla Soy recorrido de luces que explota en el vaivén de un tren de un cielo marcado de acero un proceso migratorio incrédulo el murmullo del centro del mundo y la deuda perpetua de vértices Pausa Beatriz Calcaño Han quedado en modo de pausa las reuniones familiares la vida atrapada en portarretratos guardianes que observan callados heredamos desdeñados objetos que se despiden ahora las palabras viajan por complicados cables subterráneos aprendemos sobre husos horarios cambios de estaciones la primavera despierta en algunas ciudades en otras el otoño se abre paso Mientras un pesado aire de domingo impregna nuestras nuevas vidas Del libro “Pequeños mandamientos”, Editorial Public-Arte, 2012 Africanos Leo Felipe Campos Hace setenta mil años hubo un viaje sin turistas ni parques de atracciones, el Homo sapiens salió de África y llegó hasta Asia. No comió sushi, ni pterodáctilos porque habían muerto. Crecía el odio como ahora, la misma esperanza enredada en el terror abisal de las alturas. Ese amor bestial y sin límites con los pies sucios y ardiendo de hambre. Veinte siglos de asesinatos más tarde salieron espantados, sus risas eran confusas. La naturaleza se impuso. Viajaron desde Oriente Medio a construir sus ruinas sin trenes ni leyes ni llantos de frontera, los mismos naufragios sin lenguaje, la arena, los espejismos y los cráneos secos. Llegaron contentos a Europa bajo la lluvia, a Siberia entre océanos y riscos, a Alaska sobre el hielo, a Centroamérica mascando peyote. Paleoíndios, Pimas, Mayas, Incas, Yanomamis, todos a refundar la traición en las cuevas. Somos africanos, dijeron, herederos del movimiento, caminantes inverosímiles, rotos y anónimos; cantamos en las noches de memoria las canciones más antiguas para arroparnos del frío, alucinamos con mapas en blanco, arrastramos miradas, heridas y también el aroma de las plantas venenosas que pisamos sin querer. Somos los de siempre. Imaginamos vestigios. Somos la tierra prometida de nuestro propio origen, piezas perdidas, anonadadas, que giran como cuchillos, como tigres, como serpientes, como dioses, como notas musicales, peregrinas y conquistadoras, somos gente que se preocupa por el futuro de los suyos, de los nuestros, gente que toma impulso desde el umbral y se desplaza. Nos propagamos como hormigas, como peces, como microbios, como fantasmas, como guerreros, como presidentes malditos, dictadorzuelos, reyes de quince veinte treinta años, de la nada, e inventamos la lluvia y el pan y también la seducción como una forma de la felicidad. Padecemos una verdad irrebatible: existimos porque migramos, migramos porque creemos. En nosotros. Sin saber que somos tribu, el grito ahogado sin atributos, a la intemperie de la misma materia que nos baña de partidas y llegadas y recuerdos. De todo aquello que no es nuestro porque nunca lo fue. En eso el agua es muy sabia. Esa misma que bebemos cuando morimos de sed. El OrO Viento del Bambú Mariela Casal I.- HÉROES MÍOS. Estudiantes. Poema 14. Cardiograma de Sangre … también es de sangre la paloma blanca tan humana es la Paz … el bosque sabe de Flores el tirano ignora sus espinas … se llevó mi biblioteca el Héroe Mío pues no hay justicia que se crea … un tesoro de Estudiantes muertos ha quemado mis pertenencias … en este viaje sólo soy la arena tras el Viento de los caídos ese privilegio II.- DUNAS. Templo Interno. Ondas grafías en ceniza … mi país es una ronda de Vencejos que expiran, las espinas … Flor, estar en casa es frecuentar la Flor Flor, estar en casa es frecuentar la Flor, A-mor mar amar mar amar mar mar amar mar amar mar … mar, amar, barco de los dones… amar, silueta de amigo, que canta conmigo, son cuerdas al cielo III.- TALLER APRENDIZ. Prácticas de Luz escritura en Poïesis elemental … cuerda prima: conecta, conecta, conecta … por un gramo de virtud la vida es siempre una onda escritura … todos buscan el OrO el Aprendiz, ni sospecha que lo sabe … OrO el mismo pez sereno nada el mar de los avances … cien imágenes dicen menos que cinco prácticas: ama, ara, ama, ara, ama … EL AMOR ES EL FIN DE LAS PALABRAS Corresponde al elemento Aire, de su obra entera. La Rosa Viva, mándala-montaña-origen. Turgua 1987-2017. El espíritu de El OrO Viento del Bambú se encuentra en la fantasmatha de la red. a un gato muerto Carlos Colmenares Gil la forma en que te despediste nada dramática pareció crear algo un fantasma de algo entre el no y el sí del asfalto que pisaste y por qué no te detuve, dijo ella y por qué no lo detuviste, te dije a qué se refería ¿al vapor de ti? desmelenado y frío poco posible de ordenar junto a las falsas esquinas que hacías ella también lo era una galaxia apagada prefiero pensar que fuiste tú quien quedó tuve que matarme por sexta vez vivir la de verdad, la que te hace olvidar el intento que falla la forma en que no te despediste me enseñó mucho ahora cubro cada paso con cuchillos tengo al mejor maestro. Réquiem Laura Cracco I Haber nacido debería garantizar suelo y aire, bancos grabados, adoquines donde nuestro paso encuentra la huella de \otros y sabemos que no fuimos arrojados a este mundo de la nada. Es sencillo huir, vagar, no regresar mientras haya un suelo que recoge cenizas y fracaso. II Suturamos el pasado en algún momento del pasado y una larga cicatriz extiende su costra sobre el tiempo, ayer, hoy y mañana penden en los labios como palabras ignotas de una lengua muerta. Hemos olvidado las cosas de antes, pero no nos hemos salvado. III La gente que marcha con paso relajado, van a la oficina, toman café en las terrazas, ¿se olvidaron de morir? La gente que enfrenta los tanques, el abaleado en la frente, los que portaban escudos de cartón o los que huyeron hacia el pestífero Guaire, aquel Cristo desnudo acribillado a perdigones, el violinista a quien le pisotearon el violín, Neomar que volaba sobre la mediana de la autopista, yo soy libertador escrito en el pecho, ¿se olvidaron de vivir? Diego, abatido por el fusil, mira con amor el cielo y en sus ojos se abre la posibilidad de un Dios que nadie ve. IV luz de hacha enceguecedora y la negra noche que engulle cualquier matiz. Luz tan vecina al ruido que encandila de evidencia (la tragedia, como la orquídea, busca la oscuridad para echar raíz; el drama, en cambio, deforma sus ramas en pos del estridente mediodía). V Al fondo de la calle se alza una mole blanca, una Acrópolis sugieren los bloques desvaídos por la calima, templos y palacios. Cierro los ojos y el mar del poeta ciego estira y \encoge el lomo al borde de la noche: oinopa ponto, oinopa ponto, tras las calles sucias, ladrillos crudos, edificios cuyo \arquitecto fue la mezquindad, entre los párpados entornados y la penumbra, mis pies no osan dar un \paso, no hace falta descubrir de qué está hecha la regia ciudadela, no es otra cosa que el siempre más allá de la siguiente esquina donde la nostalgia, con la maestría de Calícatres e Ictino, construye las áureas proporciones de la soledad. La basura Andrea Crespo Madrid pienso en los niños de mis calles desde aquí donde no medra la nieve las lenguas empujan los dientes (hacia arriba) (siempre hacia arriba) solo un edificio raja el cielo contra él reposan limosnas de piedra/ y yo pienso en los niños de la calle San Andrés la sed dilata úlceras en las bolsas negras los niños entierran sus narices en el plástico/ con sus deditos entre la savia podrida para bebérsela toda restos de proyectil entre las muelas Este poema aparece en el poemario Tuétano (La Poeteca, 2018). Vovó Odette da Silva Mi abuela paterna nunca me habló del viaje en que cruzó el Atlántico tras la Segunda Guerra. Quizá era yo muy niña y bastaban sus bilharacos. Me pregunto cómo fueron esos quince días en altamar dejando atrás Pardilhó por un puerto desconocido, y cómo la trató Caracas. Cuando crucé el océano hace ya doce años, el viaje fue aéreo, leve, y me alejó de otra guerra. Nunca me pareció extraño vivir en el nórdico Turku ni en ciudades holandesas. Difícil, sí, pero no extraño. Más bien fui cediendo a un exilio natural, inevitable, a un destierro genealógico e inherentemente humano. Cuando mi abuela partió en su última travesía, no pude decirle adiós. Se interpuso el Atlántico. Habría querido abrazarla, habría querido darle gracias por enseñarme, sin saberlo, que no hay forma de vivir sino entre dos orillas. En alguna orilla, vovó sigue friendo bilharacos, pues no he dejado de sentir sus granitos de azúcar en las puntas de mis dedos. This must be the place Oriette D’Angelo I’m just an animal looking for a home. Talking Heads [Una nación es una primera madre] Soy huérfana de república cuarta / quinta / ninguna / poco paisaje adornando horizontes mucho ladrillo vertical cartón de acera en patio lleno de licor techo de zinc / platabanda hurtada de vecino cárcel de tarimas y de vagones rotos Sangro por la herida vieja cordón umbilical roído por enfermos busco lo que desconozco para ver si me complace ¿Alguien más aguanta tanto plomo con pasaporte en mano? ¿Qué somos aparte de la cédula? ¿Podemos ser sin el modismo de la coordenada odiosa del retorno? Empecemos el desastre desde cero: qué condena estar y padecer dentro de un límite impuesto por la sangre. Este poema pertenece al libro Cardiopatías (MonteÁvila Editores, 2016) Universidade de Porto Ana Lucía de Bastos Cuando use un abrigo largo y no consiga donde meter mis manos azules mis manos moradas, grises, verdes Cuando camine por las avenidas de la ciudad invicta sin nadie a quien visitar, escribiré en mis tardes silenciosas mil poemas. Escribiré también una novela y tres cuentos largos en donde una joven usa un abrigo y las manos no sabe ya de qué color las tiene de tanto vérselas y pensar Asomada en las ventanas del tren todo me parecerá ajeno: Caras Corazones Manos Sonrisas Abrazos Saludos Pues no hay allí un solo cabello que haya tocado ni un recuerdo de mí en ninguna memoria Aquella gente no me espera No sabe que nací un día de lluvia y que de niña le pedía perdón a Dios por creer o por pensar, sin querer que el Cielo podía resultar un sitio muy aburrido, a la larga. (Si reflexionas y ríes -que de seguro lo haces, no lo pongo en duda- Te darás cuenta de que es una idea muy graciosa.) Entonces ahí en la ciudad de Porto me convertiré en palabras. Caminaré de la mano con los párrafos que se irán formando en mi cabeza. Me sentaré en los bancos de la plaza con el ritmo de unos versos que sabrán a saudade y, con nostalgia de lo que no he tenido, lloraré al saberme lejos de todo y cerca de mí. Les escribiré a mis amigos, a mis padres ¡Cuánto los extraño! Y en la libreta que lleve conmigo escribiré mil veces ¡Oh, soledad! Para entonces agregar Oh solidão! Pues tendrá dos nombres uno en castellano, que me tocará la lengua y el paladar e outro em portugués, que me lambera os ouvidos. Será por lo tanto dos veces más grande Mi soledad y también, dos veces más hermosa. Abriré un día los ojos y se habrá convertido en todo. Será la taza de café en la mañana La silla vacía del bus El piso de piedras de las aceras Cada acera Cada piedra. Tan repartida y múltiple a minha solidão que se sentirá acompañada. Oiré la conversación bilingüe entre ambas y transcribiré en mis cuadernos sus palabras. Haré la novela del hijo, que le prometí al catalán y los poemas del cuerpo que le prometí a mi cuerpo. Haré un cuento de todo lo que ya no soy y otro de todo lo que nunca he sido. Rellenaré las hojas de todo lo que me faltará de todo lo que dejé al irme a esa ciudad. Pero un día Alguien me tocará el hombro Me tropezará sin querer quizá me empujen O me estornuden O me sonrían y poco a poco todo me será familiar. Porto me atravesará. Gritará más duro que todo el vacío que me acompañe y se convertirá luego de tomarme la mano en una nueva ausencia Oh, Porto escribiré luego ¡Cuánto te extraño! pues todo lo que veré en el tren de regreso Manos Corazones Sonrisas Abrazos Saludos Me pertenecerá. Publicado en Y ahora, extiéndeme al sol, editorial Bidandco, Caracas, 2014 El bus que nos lleva a los bordes nos hace bajar Dinapiera Di Donato No será nada (un desperfecto, algo se quiebra, la oscuridad alerta) los niños se hacen amigos, cuelgan de la misma cuerda parece que oigo la voz de mi madre amárrate a la niña y a la pistola no será buena señal luces a lo lejos si un comando aparece para socorrerlos mátala (en el sueño la sombra de mi madre sabe qué hacer) En mi ciudad hay un río furioso lleno de nubes pero el agua no llega a los grifos de mi madre que ahora otea el balcón donde siempre asoma el maestro del mundo (no le digas a mi madre que el maestro solamente vive allí) aquí avanzo en la marea sin plan A sin plan B (una estrella puede ser fatal) las tierras por la ventanilla cada vez más húmedas en la carretera vemos una nube del río siguiéndonos ha llegado a envolvernos (el comando no ha visto nada) suelto la pistola lentamente le digo a la niña que sí puede jugar la carretera libre mi madre se retira del balcón La voz de allá Gabriela Durán Arnaudes Vivo el desarraigo de los puntos cardinales buscando algo que yo tenía Encuentro sustento en la certeza de perder y ánimo en la tachadura Intenté conciliar con en este sin lugar y escuché mi voz como un relincho cerrero pero no podía decir nombrar como yo sabía Me dieron otra una voz prestada que no conocía lo que yo tenía por dentro enunciaba conjugaba repetía La voz que me arrancaron está sola en una sorda cajita musical Quise tomarla pero la otra voz dice que no es importante Me quedé inmóvil no logré escuchar nada más ni ver reflejo o sombra esto es lo que queda. Daniel Esparza Hay ciudades sin montañas ante las que rendirse. Y sin embargo siempre es posible aprender a temer la majestad de un árbol en una acera o en un patio el hielo en la superficie del río en invierno o los bichos bailando en las noches de verano. Todo esto mantiene Cerca, lejos En casa, fuera de casa, Dentro, fuera El espectro de aquella otra ciudad. LXXIII Cristina Falcón No hay vuelta atrás para el adiós intruso. Voy a hacer su equipaje. Voy a doblar una a una paciente delicadamente las prendas del dolor las mangas del vacío los cuellos asfixiantes los sombreros para el día los de tapar la claridad. Aprendí a hacer maletas. Cabe tanto en un bolso pequeño. Puedo multiplicar el espacio para que quepa todo sin forzar nada sin sentarme encima sin que se rompa lo atado. Como las maletas de los que se van para siempre. Voy a hacerles el equipaje perfecto a desearles el viaje perfecto el que no concedieron a nadie. Voy a quedarme aquí en el portón lo que sea necesario hasta no verlos más. Buen viaje sin vuelta. Del libro Borrar el paisaje (Madrid, 2013) Emigrar huyendo Karlina Fernández Emigrar es extraviarse para siempre. Una pequeña muerte alojada en las alas del pasaporte, esa ave que te sella libre del nido que no querías dejar. Declarada sola en medio del mundo, sin guacamayas ni viernes de birras. ¡Estás perdida! Aunque tengas para el alquiler, para las fotos de postales, para ayudar a la abuela… algo de ti se ha perdido para siempre. Toca reescribirse en costumbres ajenas, colonización en tiempos contemporáneos, elegir dos tipos de esclavitud: afuera o adentro. Te invaden las palabras nuevas; te abofetean tu argot que, sumiso, va quedándose sin aliento. Tú, que has sido siempre brillante, hoy das tu oro por un trocito de espejo en algún rincón donde puedas volver a verte reflejada. Mirarte es un lujo que pagas con tu vida. Los años pasaron en vano, la historia se repite una y otra vez. Carmen Leonor Ferro En alguna parte de esta Sicilia incandescente mi madre no ha muerto, cientos de ojos me acompañan desde las casas de los montes donde puedo presentir la estancia de parientes lejanos, la vida campesina de los que aquí estuvieron antes de que la rueda decidiera girar. No hay muerte en el resplandor de las piedras, Arquímedes se asoma en los intersticios, basta un momento fuera del estruendo metálico para que resuciten la cal y la inmateria. En alguna parte de estas aguas nada desaparece, todo sigue mirando. Nada hay que no exista en este mar VI Dayana Fraile Torre de seguridad babeliana, elipsis de sentido / sistema solar espiritual leo toda una metafísica de los cuerpos celestes en esta sala abarrotada de \pacientes que juegan Pictionary. La enfermera dibuja una zebra risas cáusticas la tiza dibuja el espacio de las soledades, el tiempo abraza la naturaleza \de esta actividad recreativa: equilibrar los cuerpos en el mal y en las nervaduras del cielo o un atajo hacia la cerveza en la despensa de un apartamento de esquinas \ilegibles. Recuerdo una pared azul, una computadora y una llave retenida en la sala de artículos personales. Después del tradicional striptease encontrarás una cuadra de fallas renales y, en una esquina, tres intervenciones quirúrgicas de artificios difíciles y parrafadas a domicilio, probablemente, una técnica para hallar tu rostro en los sellos postales. Venopunción de sobres amarillos. En un país no muy lejano cualquiera ofrecería su reloj a cambio de una muesca de jabón. Cuando es mi turno dibujo una playa la calidad del trazado es lamentable apenas alcanzo a esbozar un sol, el mar, y una breve fracción de arena. Todos adivinan de inmediato y lamento no tener oportunidad de dibujar una sombrilla Asuntos de la inmaterialidad metaindustrial, el sobreprecio en las maletas, las chayotas cristalinas en los bolsillos. Están prohibidas las llamadas a otro estado. Paraestado. Gelatina- empezó a gritar la enfermera. Cruzó su remolino de cabello con un lapicero. Y ahora el cuido el cuido que desprotege el cuido que persigue con el látigo el cuido que agita las manos y rompe el día el cuido de las pastillas que enferman el cuido de los doctores que golpean con un rolo el cuido. Un amigo renació cuando fue sepultado bajo la nieve, examinado por la beatitud de los meteoros, el terror y el tedio de \liberarse de la memoria. El silencio de los edificios de líneas modernistas, de las fotos digitales, de todos esos píxeles \+ la exacta definición de los errores en tu perfil. Los correos electrónicos que son borrados para siempre representan \un verdadero suicidio estético, la visión beatífica de las diosas es la visión de la muerte, las ideas pesan mucho, eso es lo que pasa, una zebra es una mueca con un sentido sardónico de las estepas. Pedazo de tiza nostalgia de borraduras. Flora Francola Miras la lámpara Encendida a pleno día Afuera está oscuro Piensas el poema Vuelta a casa Cuando esa casa ya no está Demoliciones y herencias En líneas de tiempo perdidas Como la geografía trastocada Por movimientos tectónicos. Nos hicimos fuertes cargando maletas Y yo ya no pensaba estas cosas De los desplazamientos obligados Porque los años pasan Con oleajes y espuma Como un lavarropas Que desgasta el anhelo de volver. No se vuelve a donde ya no existe No existe No vuelve Miro la lámpara encendida Cebo un mate. N10°13’0.01” O64°37’0.01” Enza García Arreaza a. La ausencia de mi gato se ha convertido en un duende sórdido, es un grillete, un ángel que me amputaron y dejó un hueco en el futuro. La ausencia de mi gato es un quásar y un documento. b. La adrenalina de salvarte no basta para sofocar a esa criatura perpleja sentada en tu esquina, esa serpiente supercalifragilística que escupe antimateria y serios pormenores, eso de que ahora empiezan las últimas veces de ustedes la convención de sordos mutuos y minúsculos acuerdos de cumpleaños y desgracias, meriendas, cigarros, Juan Gabriel, la pelona, la pelúa, el Rey León y sobre todo, mucho Tafil. Me voy a guardar estas migajas en el bolsillo, dices. Pero no dices nada. Cierra la ventana al salir (si es que sales) Manuel Gerardi Zamuro: ave de la familia catártida del griego catarsis porque limpia se redime en la tragedia de esta ciudad caníbal criatura digna que no mata que pone buena cara ante el muerto que habita el desahucio ave poeta pionera del verso ready made ave del trópico que no posa en busto de Palas pero sí de María Lionza ave que come de nosotros sin delatar el mal olor un día heredará las tierras de la fatal arrogancia. Poema perteneciente al libro “Zamuria” (2018), tercer lugar del Primer Concurso de Poesía “Rostros”, publicado por Rostros editores en la colección Génesis. Primera correspondencia de Caín a Alexander Stein Leonardo González Alcalá Ahora presta atención: mala cosa es nacer Mago o Diablo. Enza García Arreaza fe diminuta: asedias los espacios con soles asustados los abandonas en mi habitación oscura mudos, sin saber bien qué dictamen los ordena queman acaso la materia verbal que les ofrezco cumplen una magistral suplencia todo sol queda riendo en el centro de lo que ha quemado por nuestro origen, a hombres como nosotros nos lanzan una condescendiente dádiva en forma de moneda yo digo: allí yace el germen de un novísimo imperio y entonces reímos ruidosamente en el centro de todo lo que hemos \quemado Sonia González Tomo la foto para la tarjeta de identidad de mi residencia temporal Han sido meses de papeleos inverosímiles hasta que hoy tomo la foto Me dicen que ponga el cabello detrás de las orejas la frente despejada me quite los aretes me coloque de frente y de perfil la chica dice: uno dos tres y tomo la foto tomo la foto tomo la foto Todo en la vida ocurre por repetición Se repite el momento en el que partí tan joven y ahora trajinada por estos vaivenes me encuentro con hijos que asistir aprendiendo las calles y sus usos los nombres y sus gentes las plazas los puertos las piedras He soñado con el no país Hay una mudez interior que me impide regresar a mis recuerdos Me vuelvo mínima Aprendo sólo de lo necesario Tener un verbo en desuso Cristina Gutiérrez Leal Sé del mar reventando contra un muro cómo me asusta cuando levanta demasiado su oleaje cuando enfría sus aguas y es imposible. Sé de gente buena acodada en puentes contemplo sus miradas cristalinas y la mía se envidria me siguen enfermando mis ojos litorales mis costas. He visto desde un balcón un río que divide tres países abrí ya muchas veces mi puerta para saludar desconocidos ya estiré una nueva lengua ya me senté lo más al norte posible ya estuve en la última calle de un país ya fui todo lo insular que pude ya he puesto toda mi fe en un viaje ya he querido volver y abrazar corro tras un nuevo paisaje que se alborote en mis ojos vivo huyendo de este lugar que soy pero el desarraigo no me cura no me cura. Este poema aparece en la antología del II Concurso de poesía joven Rafael Cadenas (Team poetero; Autores Venezolanos, 2017) y en el poemario Estatua de sal (2017, Dcir Ediciones). Tautologías Geraldine Gutiérrez-Wienken Las cosas del mundo también suceden en la casa los techos las paredes también se cansan de lo absoluto de la oscuridad emigran pero la ruptura es común el cuadrado debió tener cuatro esquinas y lo redondo debe ser un cuenco lo más íntimo en el ojo del aluvión el hogar circunscribe y la cronología es una cuestión de tiempo flotante Poema inédito perteneciente al libro inédito “país/sino”. Nidia Hernández Desde hace días Crece algo parecido a la nada Que se inmensa La blanda brújula del corazón Toma un camino de agua y se compensa Luego de ir de una galaxia a otra No puedo hacer nada Por ti o por mí O por nadie Por el silencio que el viento extiende y lleva lejos Por la escala invertida y perenne de los días Por el reloj que vaga Ciego Fugaz Indiferente El radar de la inconsciencia Rastrea lugares Voces Bambúes La lumbre de una cabaña en la montaña Un silencio que amo Y personas que te esperan Todo comienza a desaparecerse En la neblina de la mente Menos la luz parpadeante de las luciérnagas Y todo es posible Es posible por ejemplo Ser una tortuguita recién nacida Pedaleando en la oscuridad del mar Como si conociera todos los caminos Es posible ser una tortuguita Indefensa Frágil Sobreviviente Sola Que vuelve al océano Sin saber nada de sus padres Y aún así Cumple invariable El hexágono de sus ancestros En el aro del mar y de la arena Es probable que todo sea Únicamente mar Ruth Hernández Boscán nadie termina un viaje Fabio Morábito quería plantarme aquí ser un árbol porteño como esos de raíz enorme diagonales al Teatro Colón pero este cuerpo tiene casi cincuenta años de uso abrazo a un jacarandá más discreto me advierte del invierno del verano del otoño yo le hablo de la primavera nos hacemos amigos no es mucho lo que puede ofrecerme pero tiene ramas fuertes y mi nido es liviano traje pocas cosas y están el cielo las nubes la gente en la calle y es primavera Parcelamiento Milenium Noviembre 2017 Alfredo Herrera Torres eléctricas Gran soledad al ir bajo ellas tssss tssss tssss Llevo a mis perros Pensamiento y pensamiento El cerebro es una masacre Torre eléctrica que transmite a otra y esta a otra y esta a otra en desfile al sufrimiento Torres eléctricas a gran velocidad como la carne Patria y poesía Verónica Jaffé Mi país es un poema que no sé, que no es mío sino de él. ¿Sería porque mi padre fue emigrante pero no como el de Gerbasi? Mi patria, lo sé, no es jardín o desierto sino río por momentos por otros fue mar. Este poema pertenece a La metáfora, fluida, Madrid: Visor, Fundación de la Cultura Urbana, 2019. Entre dos aguas Sandy Juhasz Como si los ríos se conocieran. El Danubio trae historias de otros ríos. En sus ojos regresan todas mis olas. - No laves mi tristeza, le advierto, es lo único que me queda, la rabia no cabía en la maleta. Una pena cristalina se arrima a mi pecho, en un soplido estallan paredes, soles, ventanas, palmeras, techos, trozos de montaña, relámpagos que juegan con las sombras \de la calle, y el fracaso sale de la derrota sin dientes de leche, y el mañana tiene ayeres que la transparencia espanta con las manos \que vienen. En el fondo del agua un brillo de llaves me regresa, son de aquella puerta azul que no cerré nunca. Inédito VIII Carlos Katan Pensamos que al llegar traeríamos noticias de un nuevo continente. Pero al entrar sólo encontramos la casa vacía. El poema pertenece al libro Formas de la Aridez, ganador del III Concurso de Poesía Lugar Común (actualmente inédito). Juan Luis Landaeta Mi idioma es un sonido lejano la sonrisa de un pájaro que desconozco al amparo de una lluvia invisible tibia Padre María Gabriela Lovera No estoy ahí. Y ese no estar atropella la noche, sacude sueños en mi cama, arroja los ojos contra el cabecero, hace estallar de culpas la mirada. Temo no estar cuando la luz se apague, cuando arranquen de cuajo los impulsos. Quisiera cubrir de párpados hasta el último brillo, dejar dormir aquello que se agota. Pero no estoy ahí. No puedo estarlo. He cortado el tallo del lado de la flor, he obviado las raíces. Nombre equivocado Nérvinson Machado Yo cargo con mi hermano en una maleta como quien fermenta el futuro con el amor de una bestia mitológica. El amor, quién sabe, puede ser un suelo de arsénico o una boca llena de sospecha, también puede ser un país incendiándose. En mi pecho la infección de la vida da respiración boca a boca a una vasija hecha una pequeña casa que a veces, no lo niego, se desploma; pero a veces se atreve a seguirme de aeropuerto en aeropuerto de garganta en garganta de esos otros que soy. Yo cargo una maleta que es una pequeña casa para guardar mis párpados. Yo cargo con mi hermano en una maleta como quien carga con su cepillo de dientes para quitarse el mal sabor de boca de un país. Me aseguro de viajar en una madrugada prehistórica con medio cuerpo encerrado en esa pequeña casa para que mi caminar sea ligero. Nos despojamos del calzado para entrar en esa pequeña casa como si en sus paredes estuviera la infancia de asfalto y la falsificación de una vida. Abandono todo, menos el equipaje con el que me aferro a la incertidumbre de contar cada lugar y cada rostro Yo tengo en mi pequeña casa la violencia con un corazón a punto de infartarse por las tablas que sostienen al cielo. Yo viajo con la mitad de un hermano muerto oculto en el cadáver de mi niñez. Sobre el mural de Cruz-Diez Jason Maldonado Sobre el mural de Cruz-Diez colgué mis títulos sobre otros títulos de los que partieron antes. Primero fue cemento, madera, fierros; luego, pastel de choclo, charquicán, sopaipillas; ahora vendo lagos, nieve y volcán. Cuenta nueva y el lugar común de su borrón quedó estampado en el pasaporte: reinventarse desde cero antes de que el frío venza el cálido recuerdo de la auyama el tostado limpio de una arepa ardiente el sol que no miente al levantarse mientras los bárbaros continúen soy un seremos que aún no llega. Árbol de lo lejos Iola Mares Aquí las palmeras no dan cocos. Las naranjas ruedan por la calle como si fuesen mangos, pero no pueden morderse. Estoy colgada en una misma escena reconvertida, una secuencia que se cuenta a pedacitos en el trasiego que flota cuando se duerme. Empezar de cero es empezar de cero, sin los libros, con el país dolido, amoratado en una pierna incrustado en los ojos bajo un sol radical. Aquí los pueblos están tejidos en la dorada costa del Mediterráneo; desolados en invierno, saturados en verano vacíos en su resolana fría cuando pega el viento. El mismo viento que quema la liviandad de no ser nadie. La poesía que es extrañamiento devorado por la arena. Aquí el paisaje que te persigue viene de adentro. Es un alambre de púas en la vigilia. Por eso no me canso de llevar tus lágrimas conmigo. El pecho se abre en cada apagón, y aquí si hay luz. No puedo zafarme esa oscuridad trascendental. Soy la tierra que no sé regar, árbol de agua. Una hendidura que solo llena Palmieri o cuando, del otro lado, te dicen: seguimos aquí, todavía respiramos. Lo que no he contado Acuarela Martínez Al salir, no sabía el rumbo que tomaría mi equipaje, ni mis pasos. Fue un salto desesperado para acabar con mi propia pesadilla. Nunca escribí sobre aquella profecía de sortear caminos indefinidos, por aquello de esperar que bajo mis pies, la superficie estuviera firme, aunque durante mucho tiempo, siguió movediza. Tal vez por eso, no había contado sobre la mujer del ascensor. Llevaba un gorro de invierno, tupido como el guardián de los pensamientos de un prisionero. Amablemente sostuvo la puerta para mí y buscó conversación. Al saber mi origen, me habló de nosotros, los desterrados. Así nos llaman a los que se expulsan a sí mismos de un lugar, cuando ya no soportan las cadenas. Dijo ella, que somos como rompecabezas, que adaptamos las piezas de la soledad hasta que encajen en los días. Con una mirada apenada y al notar mi rictus doloroso, agregó alabanzas sobre mis paisanos y expresó gratitud por tenernos como invitados. Conversó sobre haber pisado alguna vez mi tierra y el sabor agradable que dejaron nuestras costas coloridas en su memoria, le hace rezar cada noche por el país, clamando por la reconstrucción de un puente que no se lleve las palabras. Antes de llegar a su piso, comentó que ora por los que ahora estamos en su nación, sembrando esperanzas en el suelo ajeno que nos albergó, después de un vuelo involuntario. Esto tampoco lo mencioné, pero señaló hacia arriba con sus dedos, tratando de ilustrar cómo hacemos un nido sobre tempestades sin necesitar la luz, porque somos linternas, conservando la ingenuidad de los niños, mientras sonreímos. Fue como comprobar mis predicciones: el amor y las raíces están donde las llevemos. No les he contado, pero cuando la mujer se fue, no pude aguantar el llanto. Contra Goliat Kelly Martínez-Grandal Yo aquí fui feliz Me hice polvo de este polvo Cerbatana salvaje supe lo que era amor Sigue rodando emigrante Todo aquello que soñaste o su revés Sigue rodando emigrante Flores malvas en otoño amarillas en verano mi esposo me regala atardeceres espléndidos Nadie me revisa me requisa bueno sí el banco pero aquí puedo disentir vociferar En tu país eras alguien pero aquí eres nadie Nadie la ceguera del cíclope la ira de Poseidón la bruja Circe Pero mañana la aurora la honda contra Goliat sigue rodando emigrante Todo aquello que soñaste o su revés. De Zugunruhe (The Operating System, 2020. En edición). Raíces Rubén Martínez Santana Las hojas cayeron verdes entre las fuertes raíces Sus ramas secas se clavan en el cielo Erguido de cabeza puedo ver de nuevo el árbol Caducifolio Jorge Andrés Medina Lo heroico es tener destino. Ludovico Silva Cabe tu nombre en cualquier esquina como dentro de un puño el remanente de tus glorias pero cuántos los kilómetros en tu equipaje, cuánta erosión sobre mañana dejarán las olas del camino. Cuesta deshojarte del árbol que fuiste. Dejaste el nombre terruño en los valles de azufre a tus espaldas y ya no puedes pronunciarlo sin dormirte en las corrientes del presagio, sin olfatear la sangre que mana de su herida ni temer a que mentarlo profundice tu fractura. Tus pensamientos son leones en silencio pastoreados por la duda de lo que pudo haber sido. Atraviesa como un pájaro nocturno el cielo de la soledad, perfecciona el ejercicio del olvido, devuélvele los ojos al asombro y que la maravilla arrulle tu dolor incesante. Canta desde tus miserias la tenencia de un destino; la piedra del ayer confinada a tu tórax p e r j u r a r á que lo perdiste. XVI Néstor Mendoza Quienes veían el descenso de la ojiva de pronto recordaron todo lo vivido y todo lo que no pudieron vivir; fue tanta la impresión y tan claras las imágenes de los recuerdos que con toda seguridad reconstruyeron viejas escenas de tactos y roces entre la maleza, diríase que fotogramas de una película en blanco y negro, con la exactitud de quien recuerda los episodios de burlas adolescentes o rechazos en pistas de baile. Eso no se olvida, tampoco el impacto y la detonación. La olla podía ser la llaga y dentro de ella se cocía rápido la pobreza. La olla que dentro lleva agua y algunos retazos de verduras, puntas de yuca, pedazos irregulares de ahuyama, tomates mallugados, que se pidieron o se robaron; no importa pues importa solo el hervido rápido, el hueso que dentro se calienta solo sin carne para todos los que alrededor están, los que esperan una parte de esta cocción en plena avenida, a la luz del día, mi día, tu día, este día en que todo es posible, incluso comer sin ventanas; comer a la intemperie que nos une en su completo desgano. Y de nuevo la olla apaleada, tan usada, que se va oscureciendo de tanta ceniza adherida a su cuerpo plateado, ahora negro, por siempre negro de tanto arder. (***) Poema de Ojiva (El Taller Blanco Ediciones, Bogotá, 2019) Pronunciamiento Corina Michelena Si existe Algo que devore, Saltaré adentro, aunque traiga el mundo a su ruina. Karl Marx Un ruso, en ruso pronuncia la palabra “izquierda” ¡y la lleva a cabo! con desganada, natural facilidad. Un ruso, en español no podrá proferir esta palabra, requiere un duro entrenamiento de vocales agudas y fuertes, de letras –infiltradas- que no se pronuncian. En Moscú, ser la entrenadora, escucharlos fracasar una y otra vez, es mi noble, dulce tarea. Poema expuesto en “Manifiesto país”, Sala Mendoza, Caracas, Venezuela. Los hambrientos Diana Moncada Avanzamos como las nubes en su terrible poética del desgarramiento Somos el residuo que arrastra entre sus manos el desfigurado gesto de ser Hemos heredado la desolada curva de la cacería y henos aquí hambrientos llenos de lodo y rabia esperando de los espejos la esquiva mirada en la que nacimos por primera vez. La mirada Ricardo Montiel A Natalia Se posa en un punto incierto, ahí entre el hipnótico vaivén del columpio: sillitas, atriles y pinturas, globos de helio y vehementes correteadas, como estudiando minuciosamente con la mano aferrada a la reja el modo en que la infancia se divierte en este parque de otro país. O como si temiera haber envejecido en el despegue que ella no decidió. De Agonía de los días terrestres (Caleta Olivia – Rangún, 2018) Taller Rosalina Jesús Montoya En la casa de mi madre mis libros están desnudos están pantanos adormecidos están fraternos puros polvo ovalado sin mí dónde estarás tú cuándo estarás tú dónde de la noche al botar la basura tú no voy hacia ninguna parte en el barrio Guzmán digo la biografía bordada na língua rotatória yo nací en el Rosalina soy la iglesia en la que rezas la calle por la que caminas y soy tu cuerpo frente a Santa Rita arrodillado al pedir pan caminos para cantar yo soy, por ejemplo, el hijo que se fue el que invernal escribe para nadie oración alguna prédica gráfica na lengua esta, na língua ave no lo dije, lo silbé arrebatado en mi sala en su taller blanco insólita insiliada te amo mi orquídea del barrio mi lucero mi mamá Inédito Los árboles no salen de casa Kira Elena Morales Todo árbol ignora cómo viajar sus aventuras son el susurro de aquellas hojas que alguna vez se dejaron seducir por el paso de la brisa en su terquedad de no querer llegar al suelo el sueño de un árbol jamás es irse no importa si la promesa es esquivar el azar del rayo si un árbol intenta transitar el mundo su fatum es devenir objeto Un árbol no elige salir de casa es desterrado por el capricho de quienes juegan a ser dioses mientras sus raíces nutren despedidas y truena la inefable nostalgia de sus ramas Si un árbol sale de casa se hace huella indeleble de sombra ajena continua melancolía de no presenciar otro otoño El duelo Virginia Moreno Goitia Hay dos toros peleando en el pecho de quienes se quedaron Cacho con cacho, embisten con ojos cerrados, algo brota de sus frentes Hay dos toros peleando en el pecho de quienes se fueron Luchan contra su misma figura vacía, golpean con sus cachos el agua de una laguna desbordada Quien tiene estos animales sufre besando la frente de otro igual en la distancia El retrato es un toro embistiendo un espacio vacío bañado en el agua de sus lágrimas soñando con su reflejo tan sólo para amarlo Fragmento del poema El duelo. IV Clared Navarro Cejas Sé que reza por mí como reza por sus muertos la memoria está en las manos de la abuela matrona de la familia Ella sola nos ha parido a todas y no hay agradecimiento alguno en este gesto silencioso y digno Reza por todos nosotros madre en la distancia sola como los árboles viendo siempre hacia el sol La oración le da calma pero no devuelve a los hijos perdidos ni a la compañía ahora tan lejos Pequeña cosa emplumada Linsabel Noguera La esperanza es esa cosa con plumas — que se posa en el alma — y canta la melodía sin palabras — Que no cesa — jamás — Emily Dickinson I cada detalle que sabes conocido te abraza a esa ciudad que se inventa el deseo de vivir El miedo es sólo la angustia de volver de que la noche sea suficiente para cegarla II La despedida se esconde en la oportunidad allí sigue cantando sin palabras Esta breve estancia se prolonga y el futuro todavía es incierto III Otras calles apacibles te dan la bienvenida te saludan sobre la bicicleta aunque aún no conoces los caminos has aprendido a descifrar la luz a entender las voces de los árboles la desarmonía de las nuevas cigarras a moverte entre solsticios y equinoccios cuando para ti todo era trópico ya has cambiado las conjugaciones del Caribe el tiempo es un tiempo compuesto por el antes — que es ahora — y el ahora — que aún no es — IV Esa pequeña cosa emplumada un día te susurra en una nueva lengua Y sonríes Claudia Noguera Penso Vaciar la casa, catalogar libros, deshacerse de malos y buenos recuerdos, dejar las paredes blancas, desnudas y vulnerables, no limpiar \el polvo para que te recuerde siempre el desasosiego. Arrancar los clavos con las manos, llenas de rabia y sangrar, Vaciar cajones, del baño, la cocina, desprenderse del olor a familia, \volver a los pasos cazando huellas imperceptibles y herir. Observar el calendario del año anterior, con citas, cosas que hacer, \que nunca terminaste y doler. Llenar cajas con lo que te importa y otras con las que no, clasificar fotografías, en donde sonríen los tatarabuelos, bisabuelos, abuelos, padres, hermanos, primos, amigos que están muertos, todos esos años útiles e inútiles. Descartar parte de tu vida con el corazón fuera de tu casa. Eso es cerrar la puerta. Eso es irse. ---- Irse es quebrarse, pegar las piezas con la mano izquierda. Epitafio María Celina Núñez (Nació y murió en el extranjero). Nunca son pocas las ruinas. De los bordes de mi país acabado no quisiera yo vivir. Daniel Oliveros [Estos ríos que fluyen bajo los puentes tienen la solemnidad de una obra de arte moderna y sobria. Parecen recorrer sus cauces bajo la ebriedad automática que sube y baja como una botella,] Empieza el recuerdo a derramarse para suavizar las piedras, pienso en las aguas míticas que recorren desde el Atlántico hasta nuestras entrañas; Orinoco iluminado por las brasas prometéicas del hombre, este recuerdo del río no se refleja en estas aguas. [lo tuerzo como una goma elástica para descubrir su plasticidad. Hallarme en ese líquido oscuro que pasa, y fluye.] Afuera Leonardo Padrón El ruido de no estar. Eso soy. Una espalda. Un árbol negro en el silencio. Mi agua cotidiana es de carácter inverosímil. ¿Cuántas fronteras definen a un hombre? Ha ocurrido la demolición de las ventanas. La cama donde no hay casa. El viento dando vueltas en el sótano. ¿Dónde mi biblioteca? ¿Mi canto? ¿Mi lápiz de oro? Caen mangos podridos en el corazón. El canto del gallo es una consternación en la vía láctea. Quieres regresar adonde ya no es. La gran luz cierra sus ojos. Afuera es adentro. Inédito La dulce astilla Luis Pérez Oramas Escribo para estar junto al tibio pulso de lo que hemos sido escribo para impregnarme de canciones solares y pasadas para sentir el olor de capín a mediodía cuando aún no labraba su dulce astilla de madera la muerte en nuestro cuerpo. Escribo para sentir la mano tierna de mi padre en la mejilla la paciencia de su voz en los condumios para recibir el salino aire abierto de Naiguatá de vuelta a casa de vuelta al prado que no era agreste en la palabra. Escribo para volver de nuevo a la matinal eucaristía que anunciaba largas tardes de tedio, ignotas tierras en la noche de la radio materna e infinita la impaciencia de ver tiniebla en luz lugar áspero en llanuras. De La dulce astilla, Editorial Pre-textos, Valencia, 2015 Customs Beverly Pérez Rego I ¿Cuál es el propósito de su estadía? My hands are gone and I cannot buy others. ¿Cómo se llama? Touch my forehead. I come from hell. Antes de saber que vendría, ¿tenía algo que declarar? I don´t belong. Neither does this line belong to me. Muestre sus certificados de inoculación. It all led me here. Nothing led me here. No reconozco la fotografía del pasaporte. She and I are enemies. ¿Cuál será la duración de su estadía? The bailey bareth the bell away. I am singing. ¿Cuál era el nombre de él? What was his name? ¿Ha dejado solo su equipaje? The rain had stopped. I woke up beside me, in the grass, soaked. ¿Tiene sed? There will never be anyone else. What was his name? II ¿Cuál es el propósito de su estadía? The unmeasurable light behind the eyes. ¿Cómo se llama? I have two moons and I am deserted. ¿Tiene algo que declarar? I don´t forget. I keep close watch and preach forgiveness. Muestre sus certificados de inoculación. Destroy. Preserve. Heaven and ocean. No reconozco la fotografía del pasaporte. She and I are encryptions. ¿Cuál será la duración de su estadía? The blood clot in your left temple. I am pretending. ¿Cuál era el nombre de él? What was his name? ¿Ha dejado solo su equipaje? The weight. The shreds. ¿Tiene sed? I sleep in a deserted schoolroom. I wake beside me and wait for the bell. III The unmeasurable light behind the eyes. ¿Cuál será la duración de su estadía? ¿Cuál es el propósito de su estadía? I am poured out like water. ¿Cuál es su nombre? What was her name? ¿Cuál es su nombre? Nothing led me here. It all led me here. ¿Tiene algo que declarar? The Night is my Lord, the Day is my Lord. Muestre sus certificados de inoculación. “Pestilence-stricken multitudes”. Estamos mezclados al gran mal de la tierra. I see the goodness of the Lord in the land of the living. Huérfano, y sin trompeta, y la mujer que abre su entrecejo. And he said, Cast it on the ground. And he cast it on the ground, and she became a serpent. ¿Tiene sed? ¿Tiene sed? Este poema apareció originalmente en The Journal (2016) y Latin American Literature Today (2019) Luis Javier Pisonero probarnos todas las máscaras sin que ninguna nos quede bien (hablo de un pueblo) somos todos y ninguno ninguno de los rostros es el nuestro lo bueno —dirían— es que podemos forjarlo pero no sabemos cómo eso también hemos de aprenderlo pero tampoco sabemos cómo Haikus migrantes Leopoldo Plaz Alemán Crear un mundo exige destruir otro o de él lo nuestro. Ser como un alma ocupar un espacio y un punto ciego. Creo ignorar si pierdo o gano tiempo en el olvido. Tantos futuros dibujándonos juntos y aún no llegan. Como si el mundo acabase mañana por fin / se vive. Tu mundo es un recuerdo que refrescas más no actualizas. Lo de volver practícalo / no a mí sino conmigo. Un tercio sepia la gran mitad azul y el resto es carne. Solo en el mapa tienen nombre esas líneas (tampoco existen). El país que tenía José Pulido El país que tenía se fue de mí se llevó el agua clara y los sabores con que hicieron mis huesos y mi sangre y borró las palabras que formaron mi espíritu el país que tenía apagó el cariño mayestático que circulaba como energía eléctrica en los corazones de la gente común y prohibió ilusionarse con el futuro la decencia surgida por temor a los cielos se derritió como cera ante al ardor del oro mi país huyó con la moral entre las piernas y solo puedo recordarlo como si hubiera muerto ya no puedo reconstruirlo con nostalgias ni con las imágenes que cicatrizan en mis sueños cuando hagan uno nuevo no podrán comprender por qué hay habitantes que parecen sacados de raíz hay un país geográfico que jamás se va pero se deteriora igual que la columna y las rodillas y otro que se desvanece en el ayer soporífero de las plazas El país que tenía se fue de mí yo no lo abandoné, yo no estaba grabado en él son sus marcas las que lleva mi alma desde la época en que la leche recién ordeñada era normal yo nunca fui importante para ese país fugitivo yo apenas era un trámite y hasta me cambiaron el nombre porque cualquiera podía ser empleado del destino Un poema llamado país Georgina Ramírez Partir es siempre partirse en dos Cristina Peri Rossi No es solo partir y dejar el hambre en las esquinas Es escuchar en tu idioma palabras ajenas Explicar la miseria que te curte la piel y te inunda la mirada Defender la dignidad de las siete estrellas tatuadas Sí partir es partirse van pedazos de ti sin ti recorriendo caminos que no conducen Partes con el hambre de todos en la espalda y cada bocado duele por el que nada lleva a la boca y buscas algún sabor que llene tanto vacío Así se parte así nos partimos mientras vamos en trenes que nunca llegarán a casa Dulce María Ramos Una infinita lista de preguntas incómodas ¿Eres feliz? ¿Estás contenta? ¿Por qué te fuiste? ¿Piensas regresar? ¿Y es verdad lo que pasa en Venezuela? La orfandad de país empieza al responderlas no en la nostalgia ¿Dónde se han ido? Erika Reginato ¿Dónde está mi ciudad, desapareció en lo profundo del mar? y ¿mis amigas? las que esculpían sus cuerpos en la arena, ahora que son de cristal, aun ¿las podré ver? ¿los habitantes del agua, los caminantes de la plaza La Candelaria, los lanza llamas? ¿Los encontraré entre los demás restos, de carne, sangre y asfalto entre gestos de esperanza? Todo está aquí, quemado en sus adentros con lava de un volcán. ¿Dónde están el Ávila, el Salto Ángel? la cascada en el vuelo de las águilas. Dicen que ahora solo hay bombas de gas, que no se puede respirar. ¿Dónde están los que dejaron ver sus manos blancas y desaparecieron en el clamor de la noche? ¿Dónde están los niños que esperaban las medicinas en el hospital San Juan de Dios? ¿Dónde está la brisa fuerte del trópico que arrasaba en la Tierra de Nadie los pasos de mi exilio? Necesito tocarte vida mía, alcanzar el cielo, regresar a mi ciudad. Poema del libro inédito bilingüe, Alma de fuego. Eleonora Requena Tu rastro al despertar, las tardas menguas, líbrame de estar aquí y allá donde solía ahora que estos grillos de la madrugada se me agolpan en el cráneo, dónde estoy y dónde están, dónde cabría, se abre el tiempo de las guardas, los anillos, las visitas sibilinas en los sueños, el metrónomo, tac, tac, me llamas desde el fondo de la casa, cómo están, aguacero de la tarde, empapa, sinfonía de chicharras, truena, estamos bien, jugamos en el patio de cemento, las paredes las mancharon los muchachos, cae la mañana, cae la tarde, cae la noche, caigo en estos pozos, mamá, y no quiero, me duele nombrar las lejanías, arden, cúrame la fiebre, sana, sana, culito de rana, un ponche con gotas de brandy, alguna voz, tu reino líquido, apacíguame, allá donde me escurro cuando duermo es aquí cuando despierto, llámame, solecito tibio, luz de la luna afuera, los perros ladran sin consuelo, tierra. Inédito Alida Ribbi Las velas del tiempo me llevan a hurgar la casa cuando el silencio espesa el aire y la ciudad resiste consignas a oscuras allí donde lo bello y la muerte conviven roce a roce conviven en ceremonia de aliento y martirio. Rige el tenor de una condena se oculta el norte la boca que miente tala el mínimo avance y un nuevo laberinto aparece. Salva el abrazo de los elegidos el álbum de viaje los libros salva el canto de las ranas de noche. Inédito, 2018 Haçli Kilise Camila Ríos Armas La montaña nos cubre No hay ecos, los sonidos se pierden en la arenisca que entra \por los zapatos y se deposita en las medias La lluvia ha moldeado las colinas, los surcos cada vez más profundos \crean senderos ahora recorridos por mis pies ¿A dónde nos lleva este camino hecho de tantos otros que han andado \por aquí? Se viste la ansiedad con su sombra Nos guía llegar a tiempo para ver el atardecer desde la montaña El sol, resonancia en la cúspide y en nosotros Tres horas de vaivenes sin un indicio de alma Un morrocoy nos dice aquí hay vida. Su caparazón, accidente, vejez, sequía La iglesia bizantina traduce historia, guerras, olvido Un señor la cuida en medio de postales, linternas para los visitantes, \botellas de aguas, pelotas bordadas y velas (mum). Con él, una señora. Siempre es mejor estar de a dos Las flores de su velo decoran la aridez del paisaje Un cuarto, pequeño, para el guardián del templo La fe sin religión, o la fe en todas las religiones Haçli Kilise El haz de luz refleja a los apóstoles y a Jesús desfigurados ¿decapitados? Sin rostros, han sobrevivido la humanidad pero no los territorios \perdidos ni las religiones ¿Habrá sido la propia piedra con la que fue construida la iglesia el arma \para rayar la fe? Un pequeño túnel me lleva a las entrañas Mis caderas y mi claustrofobia no me permiten explorar Descanso en el banco que ha sido reposo de miles de turistas Continuar La llamada del sol El día que se despide La desolación cabe en el bocado del durazno atento a la caída O a la mano que lo desprenda La hora de llegada se ahoga en el ladrido del perro protector de su \dominio Trasgredimos los pasos y decimos adiós. Ankara, agosto 2019. 7494 kilómetros Virginia Riquelme Rehacerse no debería ser asunto de la obligación sino deseo adquirido de las almas libres pero esa maleta arrinconada se encarga con ahínco y sin miramientos de recordarme la tarde en que se emitió el primer mandato: sal sin mirar atrás, allí está el mar por delante. Mi ansiedad tiene números: 0058, 212 y horarios: la llamada a deshoras como mal presagio y repeticiones: “No cae”. “Hace tres días que no sé nada”. Angustiarse entonces no es un asunto de circunstancia sino la moneda con la que se signó el segundo mandato: no habrá descanso. No existe una ley universal que establezca el legítimo derecho del retorno. Volver entonces no es una posibilidad sino nube borrosa, dolor sin forma deseo desgastado, resignación y un número incomprensible repleto de Atlántico 7494 kilómetros una línea inexistente, un resultado en Google el último mandato: No hemos podido calcular las indicaciones de Travessera de Gràcia, Barcelona, 08012 a Calle Sucre, Caracas 1060. Contrabando Jhon Rivera Strédel Contra de mi ando y en contra del viento que sopla y me deja la arena en el cuerpo. Entumecido contra de mi ando y el horizonte es amplio a qué montaña voy a encontrarme conmigo si no puedo sostener la forma en que el viento me revuelve. De allá de la fiebre del lugar terrible se escuchan palabras que hacen resonancia. Acá el lugar terrible se instaló. Todos los días hago viajes dentro de mí la nostalgia es el lugar donde se acuna la muerte. Contra de mí ando aunque hay cosas que pasan de este lado y las sostengo. Aquí se tasa se mata diariamente con el recuerdo. Hay camiones con cargamentos que pasan de lado a lado con hombres feroces que van con todo. No hay espacio en ellos para mí. Me detengo ante el puesto me dicen que pare voy cargado de cosas y taso. No hay tiempo para ellos. Yendo por las carreteras contra de mi ando y quiero pasar de un lado para otro solo por pasar de un lado para otro. y está prohibido si llevo cargamento mejor es no tasar dejarlo todo en las alcabalas ante la mirada sospechosa. Ir conmigo acallando despacio las bocinas de los camiones que están detrás. Cerca del mar Sofía Rodríguez Meza Compartimos las singularidades de un acento náufrago Nos aventuramos voluntaria y desgarradamente con provisiones esenciales del impulso animal para mantenernos con vida Compartimos las singularidades de un cielo prestado Algunos con ojos virginales honramos como destino ir hacia una tierra despedida por antecesores Otros se arriesgan kilómetros a pie kilómetros en lengua con un primo, con una beca, con la visa, con la promesa de sanar una dignidad herida Compartimos las singularidades de un facilismo integrado dejando atrás la distorsionada herencia de tío tigre y tío conejo Ante un nuevo tipo de caos: ¿a dónde voy? ¿por qué me he ido? Resurgimos temblando y, sin embargo, el perdón y, sin embargo, el olvido aún parecen estar tan lejos Compartimos ahora las singularidades propias del poeta bría es la intemperie y el naufragio no exige exilio ni desarraigo exige templanza exige entrega los recuerdos no harán más corto el camino tal vez lo harán las letras la verdadera libertad la hallamos dentro Jairo Rojas Rojas (…) gracias por las calaveras en el amanecer patrio que me llevan lejos a ir deletreando con sus huesos mi despedida, llenos de señas el movimiento de la luz a cada paso. Gracias por llevarme a vivir en el fondo del agua con mi familia en la ciudad ruinosa enmugrecida por el odio que no olvido en el camino poeta, heme acá: hace poco vi cómo se hundieron todos los ídolos mi lengua ya era otra o de otro no sé al oriente de lo que dejé bendijeron mi rabia y llevé tu padecimiento para hacer música curativa te recuerdo: y, aún más, al dormir encima de mis heridas cardinales hasta cansarlas al meter mi cabeza en la mitad de un sueño olvidado por el acribillado en la ciudad del miedo para recordarlo frente a la pila de muertos para perderlo todo qué lindo fue verte dormir mientras el país se borraba —manchado— con cada muerte que ya no cabe aquí y el idiota que baila encima de una montaña de cráneos y lejos, oculta, la majestuosa cordillera y la gente amada ya irreconocible que escucho caminando caminando Fragmento del libro Pasear lunático (2018) Montevideo, Dios Dorado. Patología del jardín Alexis Romero a Mariela, por las piedras blancas Estos son los gestos de un hincamiento una ofrenda a los animales que nos acompañan ponla en un lugar de habla y temor de silencio donde las piedras resguarden lo blanco y si brotan flores de pétalos maltratados vete vete porque esto es la humillación no la inminencia de un parque Inédito. Lázaro Diego Salinas Tres hombres saltan Panteras rugen en la estación de gasolina A través de la muselina de la cortina de nuestro cuarto veo sus golpes Veo al borracho al que le caen a coñazos Y el dolor sordo de la desesperanza sube por mi ingle anclando mis pies al suelo Déjalo, maldito. Déjalo Déjalo. Déjalo Se escucha desde el Misión Vivienda Una mujer grita al compás del hueso contra la carne Los golpes se detienen El borracho yace inmóvil en el suelo Los hombres se van suenan tres detonaciones a la distancia Lázaro se levanta Frontera Fedosy Santaella Se me olvidaron las pastillas perdí el candado organizamos un grupo y esta noche rezaremos el rosario me siento fantasma Señor ten piedad… no tengo ni para un cigarrillo Cristo ten piedad… un traguito hace falta los fantasmas están en Twitter, esta vaina duele tiene usted señal no acá no hay señal hace meses que no me tomo un selfie se me acabó el agua mira esta es mi jevita y nos amamos Padre nuestro que estás en los cielos… no encuentro el pasaporte estoy leyendo Doña Bárbara yo me traje un libro de cuentos de Cortázar Dios te salve María… yo estaba estudiando ingeniería, me faltaba un semestre me iré a vivir monte adentro pero yo no me regreso al agujero tengo un día entero sin comer a mi hijo me lo mataron en una protesta creo que me picó una vaina tengo frío, mi amor, abrázame viste qué bonito está el cielo esta noche papi, cuándo volvemos a casa mami, dime si en la frontera hay lobos todo mi futuro lo llevo en dos morrales lo hago por mis hijos nos lanzaron piedras como perros yo tengo una guitarra pásame el cortaúñas, por favor me gustan las mujeres con el cabello largo y negro y liso anoche soñé que estaba en la casa de mis abuelos yo soñé con mariposas yo con escarabajos yo con un reino las polillas me dan miedo tengo hambre murió Ruperta la elefanta del circo de Caricuao sí, de hambre tienes un candado que me prestes me duele donde me picó esa vaina la frontera es el limbo la frontera y aun así tan lejos el reino el reino un fantasma tengo hambre coño de la madre las pastillas siento mi alma como yéndose como yéndose y me resisto Inédito Gina Saraceni Me llevo la playa, sus maderas rotas, sus cigarras muertas. Me llevo la mora para comérmela lejos y la poesía italiana para oír su acento cuando esté distante. Estoy a 2650 metros sobre el nivel del mar: llueve en Bogotá Políptico errante Isa Saturno I Un extremo de un todo el otro extremo de ese todo y en el medio la mitad una mitad que también tiene extremos y mitades y ahí yo más que entre paréntesis (lo que está en medio de) una zanja una abertura hecha con la precisión de un bisturí así ser transgénero. II Recuerdo: era otra cosa y ahora soy esta otra cosa ahora esta cosa que soy -hormonada- no dialogan sus dos partes o dialogan poco se entienden poco digo yo, casi no puedo decir. Testosterona y no testosterona. III Yo tenía una opinión sobre esto en algún lugar la tenía la tenía o la componía en un laboratorio inalcanzable qué decir ahora qué decir ahora ni qué decir me pregunto queda de ciertas cosas solo el rastro la sombra de un objeto. IV Mastico la idea de este cuerpo me lo meto a la boca y lo mastico procesar por otros métodos más arcaicos hacer bolo alimenticio meter los nutrientes por la sangre obligarme a digerir este nuevo cuerpo hasta expulsarlo. V No estoy solo en la mitad además de las sirenas los minotauros los centauros también están -estoy- los cuerpos migrantes el destierro es un punto en el medio otra zanja otro movimiento del bisturí. VI Veo la vitrina de la tienda el maniquí tiene una definición de género que envidio. VII Voy ladera abajo ya es incontrolable ya viene otra inyección y no me pregunto si la quiero o no la quiero eso era antes, antes cuando estaba en un extremo -el otro extremo- querer o no querer, esa no es la cuestión qué ser es qué ser es. VIII Estar cómodo en la mitad amerita aprender a respirar otro aire de otra densidad apoyarse de los incompletos calificar errante ver todos los márgenes hay un hombre más fuerte que el hombre y es el que compadece el que compadece entre las mitades consigo -con otro- y alivia lo roto y alivia lo roto. [25°47’40.7”N 80°17’13.4”W] César Segovia Aparecer en el borde del mar desapegado de las olas, del sol que intenta desperezar el olvido del poniente. Aparecer, sin vértices, en una absoluta superficie, en el lodo fértil donde las torres se reproducen como un virus y el verde es una aspiración pegada al pasaporte. [Verdes billetes de banco impresos porque «en Dios confiamos». Verde nota de la Reserva Federal (de curso legal para todas las deudas, públicas y privadas). Verde en la pupila del ojo providencial que nos mira por encima de cada pirámide predestinada a permanecer. Verde del milico aplastado por el peso de la panza y de los años inútiles de revolución. Verde Solicitud de Pagos en Divisas con Tarjeta de Crédito con Ocasión de Viajes al Exterior. Verde moho del dinosaurio muerto que sigue ahí cuando despertamos, cuando dormimos, cuando comemos, cuando nos desnudamos y nos follamos y nos bañamos y nos vestimos y volvemos a dormir, y despertamos de nuevo. Verde eterno que muere un poco más en el fondo de cada barril de dinosaurio muerto sin funerales. Verde antes de todos los himnos]. Aparecer en el extremo opuesto a las ruinas que nos dejaron nuestros \difuntos caudillos. Aparecer sin la patria metida en los zapatos, una vez más. Poema del libro Fuselajes. Editorial Libros del Fuego, 2019 [en producción]. Betsimar Sepúlveda No dudaría jamás de la belleza que gozan las pequeñas nostalgias, una suerte de luz que nos conmueve cuando del otro lado el alma es un cuarto menguante. Mi madre colando café a las cinco de la mañana tarareando a Jaramillo, Gardel o Solís. Mi padre y los domingos de western con Charles Bronson el Nazareno descascarado a punta de milagros hechos desde el altar \de la casa. Las butacas reservadas para la tertulia que cada tarde acogía en la puerta a las tías que entre cada puntada de hilo y sorbo de café sacramentaban al pueblo y viceversa. La belleza de lo único, la alegría de lo ceremonial. Los espejos de mi casa servían de retratos a los viejos fantasmas, levantarse en la madrugada por algo de agua nos llevaba a conocer los abuelos y otros rostros no tan familiares. Reservo una especial emoción por los primeros pesebres. Hacíamos del portal de Belén una romería de patos, carritos, soldados, casas escarchadas, lagos de espejitos y una María contemplando una mota de algodón que encubaba al Niño Dios. Era nuestro serio oficio mantener de pie al rebaño de ovejas y vigilar que ningún bombillo se apagara. Hoy, cuando mi padre ya no vuelve con el pan de las tardes, ni con mis lápices para el colegio, ni con su voz pausada cuando ya no volverá jamás. Cuando falta una hermana en el ritual de los regalos y mi madre ya no le encuentra sentido a los boleros porque papá \no la escuchará. Cuando mi pueblo ya no está para cuentos en las puertas. Cuando el Nazareno fue cambiado por santos nuevos porque a Él \se le secaron los milagros y los pesebres con soldados se hicieron reales y las madres ocultan sus niños de la muerte y la guerra. Vuelvo a la casa, busco a mi hermana y a mi padre en los espejos pero sólo refractan el haz de polvo olvidado que seré. de partida Claudia Sierich si contra toda esperanza no intentara afincarme en un estremecido, montar carpas extrañas sobre el enjambre de citas si contra toda sensatez no siguiera girando lugares comunes, irrepetibles donantes de orilla sin lado, avanzara vagantes de vano en vano si entonces partieras que has reunido perdieras algo todos los días del crucero Poema de Imposible de lugar, Monte Ávila Editores, Caracas 2008) Itinerancia Leonora Simonovis Me fui sin decir adiós. En esta tierra árida pienso en charcos de nubes en tránsito. Mi vecina me llama desde su cerca, dos animales de peluche en su mano, for the children. Otro día me habla desde el turquesa de unos ojos empapados en alcohol. Pero siempre la cerca de por medio y su español cortado con tijera roma. Cuando salgo siempre espero encontrarme en un valle cuyo nombre he gastado de tanto excavar con las uñas la pared entre un recuerdo y otro. Blanca Strepponi Hago una reverencia para agradecer el que pueda encontrarme a mí mismo en silencio Allí, donde el cielo es más hermoso y la luz más pura y las montañas más verdes y las noches son perfectas y el aire es más liviano, ahora hay guerra. Veo en la pantalla los rostros de quienes me han acompañado durante más de treinta años, sé sus nombres, el nombre de sus hijos, dónde viven, conozco sus voces, guardo de cada quien un particular recuerdo, detalles, momentos de la vida. Veo sus rostros extenuados y dignos. Así es la guerra. Suena el teléfono, es mi amigo del alma, el gran poeta que ha creado un Annapurna digital donde refugiarse. Me cuenta que le han robado todo. Le quedan sus libros y cuadernos. Le digo que estoy al tanto de lo que sucede pues escucho algún programa de alguna radio de las que quedan para dar las malas noticias. Los partes de la pequeña guerra, de baja intensidad hay quienes la llaman, provienen de tantos lugares, muchos impensables por poco conocidos. Me dice mi amigo que se siente solo y dolido. Ya no tiene edad para combatir y el Annapurna se le ha hecho tan lejano. Le digo que respire hondo, que sienta el aire en su cuerpo. Le digo que mire el cielo. Le digo que mire las copas de los árboles cuyas hojas resisten la miseria. Alejandro Suárez Atencio En esta casa no hay nudos para guindar las hamacas Colgamos de la oración diaria Nos acostamos allí Avulsión Mariana Libertad Suárez El río parduzco inquieta a los más íntegros. Incómodos, ante la inminencia del dolor, se convencen entre sí de que Acis miente: no, Polifemo no existía, no tenía barba ni colmillos filosos, no hay seres de un solo ojo y, en caso de haber existido, el buen Acis debió enfrentarse a ellos ¿Quién lo mandó a enamorarse de esa ninfa? (huyó como un cobarde) Fue su elección y ahora viene a encarnizarlo todo ¡Detengan el río! En el nombre de Dios, deténganlo Atraviesen el dique, pidan documentos, lancen rocas Vienen a mancharlo todo Vienen a mancharnos, vienen, es una avulsión indetenible. Muertos de sed, aunque estén hechos de agua de hambre, aunque su lomo esté cargado de peces siguen llegando, porque ellos saben que algún día retomarán el cauce, y volverán sus manos, sus pieles y sus labios, y volverá su hogar y volverán a amar a Galatea. Cuatro grapas Keila Vall Sentada en piso del corredor centinela del hijo al fin del día dormido en su cama pequeña espanto el recuerdo el día en que tropezó en el parque una francesa que en el momento columpiaba a su hijo me indicó una \dirección lo más cercano es un City MD. En brazos con el hijo herido que no lloró nunca lloraba este hijito, ¿por qué? con los brazos cansados y la camisa blanca ahora roja con la mente confusa y entristecida llegué a un ambulatorio no una clínica o un hospital. Son detalles te preguntas qué es mejor qué hace en estos casos la gente de acá dónde va la gente que se cae, que se accidenta, en esta ciudad con parque \en el centro. El celular en la esquina más oscura del bolso y sin timbre ¿a quién llamaría para decir esto ocurrió? mensaje imposible, ayuda que no llegará llanto que no ocurre porque no hay quien lo escuche. En esta historia hijo menor y madre somos hermanos. Yo también lloro invertida, quiero decirle por ejemplo al preguntarme si todo esto venir a este país en el que mi acento llama tanto la atención fue buena idea o no. Nadie va a responder. Acunada en mi propia matriz me pliego hacia dentro. Cuatro grapas en el cráneo que más adelante el doctor no logrará manejar y al intentar sacarlas sangrarán de nuevo. Helado de coco entre la avenida Amsterdam y la calle 77 sol primaveral sobre el banco color verde en aquel parque cuyos columpios no quisimos usar. Mi hijo menor aprende a hablar tartamudeando tropezándose consigo conmigo con el idioma que dejó y el que viene y aún no es. Cuando mi hijo me habla cuando mi hijo me habla y yo no comprendo quisiera me repita esa frase esa frase una vez más no basta o mejor decirle no estás solo yo también voy tartamudeando voy tartamudeando en la historia que creé para ti. Mi niño duerme y esta mirada rabiosa y triste lo cuida centinela en el pasillo ante esta habitación que pronto rebosará de libros \infantiles pero aún no aún no lo sabemos porque está pequeño en esta habitación de alfombra celeste con pistas, autos y aviones. También ocurre que las madres se accidentan una pequeña fractura acá se accidentan se caen un momento de confusión. A esta hora sin patria en esta esquina del universo que creé el hijo duerme y ve desde el sueño a su madre huérfana de sí misma fertilidad tan íntima tan mínima quizás tan insuficiente la de esta madre sola en el corredor sentada cuidando a su hijo sin país sin lengua tal vez gestando un lugar sin miedo mientras se aferra a un libro que el miedo me pertenezca y los deje a ellos en paz, me repito mientras \los llevo en la espalda. Todo este tiempo preparando mi columna sin saberlo preparando mi columna sin saberlo sin saberlo. Caracas está en todas partes Gustavo Valle Voy en bicicleta hacia el puerto de Ámsterdam y me encuentro a Caracas en las naves industriales En el aire de París en el mes de diciembre ventilan los aromas de las plantas de mi madre Leo una revista en el Ateneo de Madrid entre sus páginas aparece bajo el número 14 Ahora sé lo que soñé en aquel tren submarino que me llevó a Londres Entonces pienso: todas las ciudades están hechas de una sola Yo no la busco prefiero alejarme ella es tránsito avión, tranvía un largo viaje a quién sabe dónde Para hacerse invisible en su propio valle Caracas está en todas partes. Caracas onírica Lena Yau ...por debajo del mundo que escogemos hay otro, involuntario, inexplicable, que nos escoge a nosotros. Mark Strand Esa ciudad con tantos nombres me sobrevive. ¿Sobrevivió también el jabillo de mi calle? Sueño que poso la palma de mi mano sobre su tronco pinchudo. Sueño que sus raíces buscan mi plexo solar. El amor se mueve como un topo y levanta en mí terrones de tierra. Caracas es un mapa emocional. Por eso los túneles. Pasadizos que acortan la distancia venciendo montañas. Fanales que van y vienen del mar. El rastro de Humboldt en el pasaje de San Ginés. En el aire churros y chocolate. Una moneda cae de mis manos. Busco. La acera está cubierta de hojas de mango. Recojo la moneda: es una locha. Vuelvo a Humboldt: ahora es el puente de las Fuerzas Armadas. Huele a arepas y batido de lechosa. Estoy en Caracas. Los túneles son volver. Cada uno anuncia que falta menos para casa. Del mar a Madrid hay 20 túneles. Del mar a Caracas hay tres. Túnel tronco que se abre en raíces y ramas como mi árbol: el sueño, los sueños, los laberintos. Caracas onírica reacomoda el pasado. Miro hacia atrás y aquella realidad es penetrable, algo parecido al agua, al gas. Duermo para volver al orden. Ese reordenar cambia el tono de lo vivido, otorga profundidad a la narración de lo que fui, de lo que fuiste, de lo que fuimos. Sueño con Caracas y la camino de incógnito. Me pierdo en sus transversales altas. Las copas de los árboles no me dejan leer los carteles con los nombres \de las calles. Le digo: - Necesito saberte. Termino de hablar y los árboles se cargan de mangos. El peso de las frutas baja sus ramas y puedo leer: La Castellana. Calle de Caracas / Calle de Madrid. Pienso: La Castellana es un túnel espejo. Una gotera. Allí están los taxis. Para ir y venir. Para despertar. El Ávila es una brújula que llevo dentro. Imposible extraviar los pasos de la cuna. Amar a Caracas: ganarle en pulso a la memoria. Publicado en El Nacional, 11 de marzo de 2014 Zacarías Zafra Llegamos a un país sin nombre la tierra se mudó lejos de nosotros todos se iban pero insistíamos en un largo sueño podíamos tocarnos vinieron nuestras madres nos trajeron ropa y viejas palabras nos dijeron amantes, no vuelvan aquí y desaparecieron ahí vimos la muerte de nuestros pasos el volumen huérfano de los cuerpos un ritual anclado en el tacto La tierra prometida Gregory Zambrano Después de la lluvia, camino lentamente para esquivar a los transeúntes. Los anuncios de neón son un paisaje borroso, lejano y al mismo tiempo familiar. Voy cargado de palabras nuevas y de preguntas viejas que caen, irremediablemente, como el agua. Ríos de nombres sonoros pasan bajo los puentes de esta urbe que no me pertenece. Atrás vienen otros caminantes, zumbando como abejas. Llevan la prisa del compromiso puntual, sus dudas y quimeras. Soy otro en medio del hormigón y los cristales, otro que pasea su esqueleto, solo, tratando de encontrar sentido a las palabras ajenas. Rostros que pasan vertiginosamente, manos que se agitan y se aferran a los papeles, los teléfonos, los paraguas. Sigo las miradas, también convertidas en paisaje. Me busco en esos ojos palpitantes, en las bocas que dicen palabras para otros. Todos llevan prisa, pero yo sigo a paso lento y esquivo los pequeños charcos que me reflejan. Voy buscando, buscándome en estas calles ajenas, ningún rostro conocido, nadie que aparezca de repente con una sonrisa y una invitación casual: vamos a tomarnos un café. Solo hay fantasmas que soplan levemente. Voy en ese aliento hacia aquellas tierras lejanas, la tierra prometida, lejos del mar, donde están enterrados mis sueños, donde amanezco incesantemente, donde espero. Tokio, 2019 Ely Rosa Zamora Luz de mis sombras tristes que embalsamada lloras el eterno azul de tus manos libres Ven a mi lado a solas en esta oscura hora a cubrirme con tus cantos que el descanso deplora No hay más lo que no puedo que solo un grito ruego se ahogue en el consuelo de mi manta herida rosa Canta, amor no te detengas que esta luz que ahora ahuyentas es de los mejores prados donde el brillo se sustenta. Del libro He sentido un gesto removerlo todo, Proyecto Editorial La Chifurnia, El Salvador, 2019.
- Raquel Abend van Dalen(Caracas,1989). Magíster en Escritura Creativa en Español por la Universidad de Nueva York (2014), es autora de los poemarios: La beata de las locas (Entropía Ediciones, 2019), Una trinitaria encendida (Sudaquia Editores, 2018) y Sobre las fábricas (Sudaquia Editores, 2014); de las novelas Cuarto azul (Kálathos Ediciones, 2017) y Andor (SubUrbano Ediciones, 2017); y coautora de Los días pasan y las formas regresan (Bid&Co. Editor, 2013). Editó las antologías La cajita cabrona (Editorial Cráter, 2016) y Los topos mecánicos (Editorial Ígneo, 2018). En el 2016 fue escritora residente en el programa para artistas en Camac Centre D’art, Francia. Actualmente, estudia el PhD Interdisciplinario en Escritura Creativa e Historia del Arte en la Universidad de Houston.
- Roislen Abreu. (Puerto Cabello, 1988). Graduada en Derecho. Cursó talleres con Armando Rojas Guardia y Eleonora Requena. Resultó finalista del II y IV Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas. Participó en diversos festivales poéticos. Ha publicado las plaquetas “Invocando no invocar” (2011) y “Todo pasa” (2013) disponibles en internet junto a otros textos. Reside en Buenos Aires, Argentina.
- Santiago Acosta (San Francisco, Estados Unidos, 1983). Ganador del III Premio de Literatura “Ciudad y Naturaleza” José Emilio Pacheco 2018 con el poemario El próximo desierto. Ha publicado Cuaderno de otra parte, el fotolibro Mañana vendrán las piedras (en colaboración con el fotógrafo Efraín Vivas) y Detrás de los erizos. Fundador de la revista de poesía El Salmón (Premio Nacional del Libro, 2010). Reside en Estados Unidos.
- María Auxiliadora Álvarez (Caracas, 1956). Entre sus libros de poesía se incluyen Un día más de lo invisible, 2019, El silencio El lugar, 2018, y El amor de los enfermos (Ca(z)a, Páramo solo y Las regiones del frío, 2018); y los libros de ensayo incluyen La poesía de San Juan de la Cruz, 2013, y Fino animal de sombra. De la antigua mística a la escritura urbana, Obtuvo la maestría y el doctorado en literatura en la University of Illinois at Urbana-Champaign, EEUU. Reside en Estados Unidos.
- Julieta Arella (Caracas,1990). Es Licenciada en Letras mención Historia del Arte por la Universidad de Los Andes. Cursa estudios de Periodismo en Montevideo. Ganadora del Concurso de la Dirección de Asuntos Estudiantiles de la Universidad de Los Andes (DAES). Ha publicados en páginas y revistas digitales como Cráneo de Pangea, El Club de la Serpiente, La Tribu, Digo.palabra.txt, LP5, entre otras. Participó en el Sarau das América en Sao Paulo y en clásicas rondas de poetas en Montevideo. Forma parte de las antologías IX Festival Mundial de Poesía (Ediciones Fundecem, 2012), Amanecimos sobre la palabra: antología de poesía joven y reciente venezolana (Team Poetero, 2016) y de la revista Alba Londres del Instituto Cervantes de Londres. Autora del poemario Galateica (2018) editado por la Poeteca de Caracas. Reside en Uruguay.
- Belkys Arredondo Olivo (Caracas, Venezuela). Poeta, periodista y editora, formó parte de talleres literarios del Celarg(Centro de estudios latinoamericano Rómulo Gallegos) y perteneció al grupo literario Ha publicado Sagita (1998), Abecedario roto (1999), De un grano de arena saldrá un pájaro (2001), Cóncavo (2005) A ras del vidrio, con el cual obtuvo el 1er Premio Latinoamericano José Rafael Pocaterra (2006), El llamado de los grillos (2010) y Cayenas (2016). Galardonada con la Medalla internacional de poesía Vicente Gerbasi 2012 otorgada por el Círculo de Escritores de Venezuela por su trayectoria. Vive entre Estados Unidos, México y Venezuela.
- Luis Eduardo Barraza (Zulia, Venezuela 1990). Poeta y Licenciado en Letras. Autor de Calamarius (Valencia-España, 2018), Los días arqueados (Caracas-Venezuela, 2017) y Solicardia (Maracaibo-Venezuela, 2016). Ganador del Premio de Literatura Experimental del Sporting Club Russafa y del Concurso Anual de Poesía Librería Lugar Común-Embajada de Italia. Es creador y director junto a reconocidos poetas de la Biblioteca Virtual Poesía Vzla. Reside en Colombia.
- Alberto Barrera Tyszka. (Caracas, 1960). Estudió Letras en la Universidad Central de Venezuela y en la década de los 80 formó parte de los grupos poéticos Guaire y Tráfico. Con la novela La Enfermedad (2006) ganó el Premio Herralde de novela y en el 2015 obtuvo el Premio Tusquets con Patria o muerte. Ha publicado, además de otras novelas, libros de cuentos y crónicas periodísticas. Su obra poética está reunida en el volumen La inquietud (Caracas, 2013). Vive en México.
- Luís Ángel Barreto. (Maracaibo, 1979). Ha publicado los poemarios Arqueología de olores y Las máquinas simples, y su trabajo ha aparecido en antologías como En-Obra o Revista Poesía 153. Ha sido finalista en: I Bienal de Literatura Vicente Gerbasi, II Premio Internacional de Poesía Jovellanos, Ediciones Nobel, en Gijón, España, entre otros. Cursa el doctorado en Lenguas y Literaturas Románicas en la Universidad de Cincinnati, en Estados Unidos.
- Betina Barrios Ayala, (Barquisimeto, 1985). Cursa la maestría en Teoría y Gestión de la Cultura en la Universidad de San Andrés (Argentina, 2019). Licenciada en Estudios Políticos por la Universidad Central de Venezuela (2007). Tiene una maestría en Relaciones Internacionales de la Universidad de Belgrano (Buenos Aires, 2015); donde su proyecto de grado ‘Octavio Paz: Precursor de la Diplomacia Cultural’ alcanzó Mención Publicación. Obtuvo una mención en el I Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas (2016). Mantiene un blog literario desde 2011 llamado experienceparoles. En España publicó un ensayo llamado La India en Paz en la revista El Rapto de Europa (2016).Reside en Buenos Aires, Argentina.
- Luis Enrique Belmonte (Caracas, 1971). Ha publicado los siguientes libros: Cuando me da por caracol, Cuerpo bajo lámpara, Inútil Registro, Paso en falso, Salvar a los elefantes, Pasadizo, Compañero paciente, 40 consejos para un perro callejero. Algunos poemas suyos han sido traducidos al inglés, hangul, alemán, portugués, francés y libanés. Vive en España.
- Victoria Benarroch. Es educadora con estudios en psicología y psicoanálisis. Miembro de la Asociación de Escritores de Lengua Castellana de Israel (Aielc). Participó en el taller de poesía del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg, 2001-2002) Poemas suyos acompañaron el trabajo de J. J. Castro en la exposición Apuntes para una retrospectiva 1954-2003, realizada en el Hotel Tamanaco Intercontinental de Caracas (Mes de la Fotografía, 2004). Antología Voces nuevas (2001-2002) del Celarg. Ha publicado los poemarios Entretejido (Editorial Eclepsidra, 2007). La memoria de los trenes (Eclepsidra,2015) y la segunda edición de Entretejido (Ediciones Grupo Tei). Reside en Panamá.
- Adriana Bertorelli (Caracas, 1968). Escritora y articulista. Colabora en medios impresos y digitales. Publicó el poemario Música de Rockola, (Criteria, 2005). Sus poemas han sido incluidos en Voces Nuevas, Celarg 2001-2002 yen 102 poetas – Jamming (Oscar Todtmann, 2015). Colaboró en la colección de historia de Vzla para niños Vivir la historia, de Santillana. Tiene textos en Microcuentos de amor, lluvia y dinosaurios (Colección Blackbird, Alfaguara, 2016) escribió el prólogo de Del Enebro, de los hermanos Grimm, Jekyll & Jill Editores, 2018. Vive en España.
- Graciela Bonnet (Argentina, 1958). Editora, dibujante, poeta. Es Licenciada en Letras por la Universidad Central de Venezuela (1984). Autora de En Caso de que Todo Falle, (Eclepsidra, 1997) y Libretas Doradas, Lápices de Carbón (Editorial Lector Cómplice, 2013). Ha participado en lecturas en dos Jazz Poetry Concert de Pittsburgh, en La fiesta de Yule, en la iglesia comunitaria de Northside, Pittsburgh, y en Cuentos para Niños, en la tienda de verano de City of Asylum. Vivió en Córdoba, Argentina, 18 años, en Caracas, Venezuela, durante 33 años, y 8 años en la ciudad de Pittsburgh, Pennsylvania. Actualmente vive en Houston, Estados Unidos, desde hace un año.
- Edmundo Bracho (Caracas, 1969). Escritor, periodista, académico. Autor de los libros de poesía Hospitalario (1997), La puerta de Leónidas (2000), Orilla revuelta (2003), Noir (2008), Noche sobre noche (2015), entre otros. Ha publicado libros de ensayo, entrevistas, e investigación académica. Es Doctor (PhD) en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Westminster, Londres. Ha sido jefe editorial del diario TalCual, director de la revista dominical del diario El Nacional, editor general de la revista cultural Veintiuno. Se desempeña como catedrático en la Universidad de Westminster.
- Cynthia Bustillos (Caracas, 1973). Pintora e ilustradora de libros para niños. Estudió arte en el Instituto Universitario de Estudios Superiores de Artes Plásticas Armando Reverón, egresada en la especialidad de pintura. Ha realizado talleres de poesía con Cecilia Ortiz, Edda Armas, Eugenio Montejo y Patricia Guzmán. Publicaciones de poesía: 102 Poetas. Jamming (Oscar Todtmann Editores, 2015, La hierba estremecida (Taller Editorial El Pez Soluble, 2011). Desde el patio del limonero. Antología de Talleristas. Taller Editorial el Pez Soluble, 2006. IG: @tintipannacci. Vive en Argentina.
- Chris Cabrera (Caracas, 1984). Sus poemas y crónicas han sido publicados en The Bodega Bruise Anthology (Brooklyn, 2017), Cien mujeres contra la violencia de género (Caracas, 2015), Revista Los Bárbaros (New York, 2015), 102 Poetas Jamming (Caracas, 2014) varias revistas y blogs literarios. Vive en Estados Unidos.
- Beatriz Calcaño (Caracas, 1956). Psicopedagoga y traductora. Ha participado en diversos talleres de escritura en prestigiosas instituciones de Venezuela. En 2008 se hizo acreedora del Premio del Concurso para Autores inéditos de Monte Ávila Editores, mención poesía, con el poemario Expediciones. Tiene otro poemario titulado Pequeños mandamientos (Caracas, 2012). Actualmente reside en Badalona, Barcelona, España.
- Leo Felipe Campos. (San Félix, Venezuela 1979). Autor de los libros de relatos El famoso caso de las cartas de Lucas Meneses (2009), Sexo en mi pueblo (Ediciones Puntocero, 2009) y Gancho al hígado (Tusquets Editores, 2018). Ha sido publicado en varias antologías de cuentos, poesía y crónicas periodísticas. Actualmente trabaja como guionista, editor y corrector de estilo. Vive en Bogotá, Colombia.
- Mariela Casal (Caracas, 1967). Poeta. Se expresa a través de la palabra y las artes integradas: ritual, caligrafía, vídeo-arte, instalación, canto, talleres… LA ROSA VIVA: mándala-montaña-origen (tierra-agua-fuego-aire-éter) reúne en círculo místico su obra entera, ciclo 1987-2017, desde su taller CASA SOLARIEGA, Montaña de Turgua, Venezuela. Instructora de su TALLER APRENDIZ: arte-naturaleza-espiritualidad. Youtube, canal: el oro viento del bambú mariela casal. Actualmente vive en España.
- Carlos Colmenares Gil (Los Teques, Venezuela 1986). Licenciado en Psicología por la Universidad Católica Andrés Bello, tiene una maestría en Filosofía y Crítica Teórica Contemporánea por la Kingston University. Actualmente cursa un doctorado en Literatura Comparada en la Universidad de California Irvine. Ganó el Premio de Literatura Stefania Mosca 2011, mención poesía; finalista del IV Concurso de Cuentos de la Policlínica Metropolitana, del Concurso de Cuentos SACVEN en dos ocasiones y una mención en el Concurso de Cuentos El Nacional. Ha publicado dos mil nueve (Fundarte, 2011) y Versiones de Martha (Ígneo, 2016). Vive en Estados Unidos.
- Laura Cracco (Barquisimeto, Venezuela 1960). Especialista en filología clásica, Universidad de los Andes, Venezuela y Universidad de Atenas, Grecia. Libros publicados: Mustia Memoria, ULA, Mérida, 1984, Venezuela. Diario de una Momia, Séptimo Sello, Maracaibo 1989, Venezuela. Safari Club, Monte Ávila, Caracas, 1993, Venezuela. Lenguas Viperinas, Bocas Chanel, Ediciones Torremozas, Madrid, 2009, España. El ojo del mandril, Colección Actual, 2014, Venezuela. África íntima, Kalathos, Madrid 2017, España. Vive en España.
- Andrea Crespo Madrid (Valencia, Venezuela 1995). Poeta, narradora y filóloga por la Universidad de Salamanca. Ha sido finalista en el III Concurso de Poesía Joven Rafael Cadenas (2018), también finalista en el Concurso «Al aire de tu vuelo» de la Feria Internacional del Libro Universitario (FILUNI) de la Universidad Nacional Autónoma de México (2017) y ganó el tercer lugar en el XVII Certámen de Jóvenes Creadores del Ayuntamiento de Salamanca (2016). Actualmente vive en Lisboa. Tuétano es su primer libro.
- Odette da Silva (Caracas, 1978). Formada en Artes y Filosofía, es autora de los poemarios Escandinavia y otros destinos (Monte Ávila Editores, 2006), Contra el viento del norte (Equinoccio/Sudaquia, 2016) y Poemasbajos / NetherPoems (en prensa). Fue premiada en el IV Concurso para Obras de Autores Inéditos, obtuvo mención de honor en el I Premio de Poesía Eugenio Montejo, y fue finalista en el Premio de la Crítica 2017. www.odettedasilva.com, info@odettedasilva.com. Vive en Holanda.
- Oriette D’Angelo (Caracas, 1990). Actualmente cursa el MFA de Escritura Creativa en Español de la Universidad de Iowa. Autora del poemario Cardiopatías (Monte Ávila Editores, 2016; Premio para Obras de Autores Inéditos, 2014). Seleccionó y prologó la antología de poesía venezolana Amanecimos sobre la palabra (Team Poetero Ediciones, 2017). Vive en Estados Unidos.
- Ana Lucía de Bastos (Caracas 1983). Graduada en Letras UCV y maestría en Literatura Portuguesa por la Universidade de Porto, vive actualmente en Catalunya donde trabaja como traductora literaria del portugués. Ha traducido a Fernando Pessoa, Mario Sá-Carneiro, Dulce María Cardoso y José Luis Peixoto entre otros. Tiene un libro de poemas publicado. Actualmente intenta escribir una novela mientras cría a sus dioscuros.
- Dinapiera Di Donato (Upata,1957). Libros: Colaterales/Collateral (USA, Akashic, 2013. Paz Poetry Prize, 2012), La Sorda (Maturín, ICUM, 2011), Libro de Rachid (Cumaná, FEES, 1996. Premio “Tomás Alfaro Calatrava” 1996), La sonrisa de Bernardo Atxaga (Upata, Predios, 1995.Premio “Alfredo Armas Alfonzo”1994), Noche connieve y amantes (Caracas, Fundarte, 1991. Premio X Bienal “José Antonio Ramos Sucre” 1990). Vive en Estados Unidos.
- Gabriela Durán Arnaudes (Caracas, 1985) Licenciada en Letras (UCV). Cursa la Maestría en Teatro y Cine de la Universidad de Buenos Aires. Directora de teatro y Social Media Manager. Algunos de sus poemas se publicaron en 102 poetas jamming (O.T Editores 2014), Cien mujeres contra la violencia de género (Fundavag 2015) y en la plaquette Ciudad Sueño (Severlarellat 2019). Vive en Argentina.
- Daniel Esparza (Caracas, 1978). Es licenciado en Historia del Arte por la Universidad Central de Venezuela. Obtuvo su primer master en filosofía en la Universidad Simón Bolívar (Caracas), donde trabajó como asistente académico del departamento de filosofía, y como co-editor de la Revista Venezolana de Filosofía. Obtuvo su segundo master en filosofía en la New School for Social Research (NY) y actualmente cursa estudios doctorales en el departamento de religión de la Universidad de Columbia (NY). Ha publicado artículos en Italia, España, y Venezuela, y sus contribuciones han sido incluidas en dos libros hasta ahora: A critical philosophy of law, peace and religion (Springer) y Perplexed Religion (Observatori Blanquerna). Reside en Estados Unidos.
- Cristina Falcón (Trujillo, Venezuela). Escritora de literatura infantil y poeta. Deja Venezuela a finales de los 80 y se establece en varias ciudades: Bolonia (1988), Granada (1992), Ibiza (1996), Cuenca (2003). En poesía ha publicado Premura sagrada (Caracas 1986), Memoria errante (Madrid, 2009) y Borrar el Paisaje (Madrid, 20014). Ha publicado en la revista literaria Barcarola (Albacete, España) y ha sido incluida en las antologías En-obra, poesía venezolana 1983-2008 (Equinoccio, Caracas, 2008), El corazón de Venezuela, patria y poesía (2009), y Ellas (2013). Vive en España.
- Karlina Fernández (Venezuela, 1983). Actriz, escritora y publicista. Ganadora del Poetry Slam Madrid de mayo del 2019. Una de sus crónicas fue publicada en el libro Siete sellos compilado por Gisela Kozac. Lleva un blog personal www.karlinatodasellas.com y se dedica a la producción, los monólogos cómicos y la escritura. Muestra de su poesía puede leerse en portales digitales como digo.palabra.txt. @Karlinakte. Vive en Madrid.
- Carmen Leonor Ferro (Caracas, 1962). Autora de El Viaje (Premio Monte Avila Editores para escritores inéditos, 2004), Acrobata (Raffaelli editore, 2011), In Congiuntivo (Raffaelli editore, 2016) y Precari (Ensemble edizioni, 2019). Traductora de poetas y narradores italianos. Ha publicado versiones de Ungaretti, Sandro Penna, Antonia Pozzi, Claudio Damiani y Analisa Manstretta. Las antologías Fronteras Permeables, 11 narradores italianos contemporáneos (bid& co. editor, 2014) y Náufragos y Novísimos, Ultima poesia cilena (Elliot Edizioni, 2017) estuvieron a su cargo. Vive en Italia.
- Dayana Fraile (Puerto La Cruz, Venezuela, 1985). Licenciada en Letras por la Universidad Central de Venezuela. Obtuvo una maestría en “Hispanic Languages and Literatures” en University of Pittsburgh. Su libro de cuentos Granizo (2011) recibió el Primer Premio de la I Bienal de Literatura Julián Padrón. Su cuento “Evocación y elogio de Federico Alvarado Muñoz a tres años de su muerte” (2012), recibió el Primer Premio del concurso “Policlínica Metropolitana para Jóvenes Autores”. Escritos de su autoría han sido incluidos en distintas muestras de narrativa venezolana como, por ejemplo, en la Antología del cuento venezolano de la primera década del siglo XXI, editado por Alfaguara, y el dossier de narradores venezolanos del siglo XXI editado por Miguel Gomes y Julio Ortega, publicado en INTI, Revista de literatura hispánica. Vive en Estados Unidos.
- Flora Francola (Venezuela, 1988). Licenciada en Artes Visuales de la Universidad Cecilio Acosta. Asiste a seminarios en torno a gestión cultural, análisis plástico, vanguardias latinoamericanas en instituciones como MACZUL, Centro de Bellas Artes, ULA Táchira y Mérida (Venezuela) y Fundación Proa y MALBA, Buenos Aires. Colabora con medios web como Revista Muu y Acracia Pour Les Porcs. Sus poemas han sido publicados en digopalabra.tx, triadae magazine, la rabia del axolotl y Babélicas. Vive en Argentina.
- Enza García Arreaza (Puerto La Cruz, Venezuela 1987). Narradora y poeta. Autora de Plegarias para un zorro (2012) y El animal intacto (2015), entre otros. En 2017 fue participante en el International Writing Program de la Universidad de Iowa. Desde 2018 reside en Providence donde es escritora residente de la Universidad de Brown. Vive en Estados Unidos.
- Manuel Gerardi (Caracas, 1992). Estudió Filosofía en la Universidad Central de Venezuela. Autor de: Corteza y Hojarasca (2017) y Zamuria (2018). Tercer lugar del IV Concurso Anual de Poesía Joven “Rafael Cadenas” (2019). Bronce en el Primer Concurso de Poesía “Rostros” (2018). Publicado en las antologías de la 1ra, 3ra y 4rta edición del CADPJ Rafael Cadenas (2016, 2018 y 2019). Vive en España.
- Leonardo González Alcalá (Caracas, 1987). Poeta, guitarrista clásico y abogado. En el año 2007, el poemario El país de los muertos obtiene el Premio de la XII Bienal Francisco Lazo Martí del Ateneo de Calabozo. Ha publicado El país de los muertos (2011, 2da. edición Grupo Editorial Eclepsidra), y Gesto quebrado (2011, Editorial Equinoccio). Es coautor de la antología poética El ojo errante (2009, Editorial El pez soluble).
- Sonia González (Caracas, 1964). Poeta, titiritera, directora de teatro y dramaturga. Licenciada en Letras, Universidad Central de Venezuela. Ha publicado varios libros, entre los que es autora de los poemarios: De un mismo pájaro lanzada (Caracas, Celarg, 1983) Premio de poesía Fernando Paz Castillo, 1982; Nadie en la madera (Caracas, Fundarte, 1991); Oficios (Caracas, El Pez Soluble, 2000); Frágiles Sistemas (Caracas, Sociedad de Amigos del Santo Sepulcro, 2011). Vive en México.
- Cristina Gutiérrez Leal (Coro, 1988). Es profesora de literatura y escribe poesía. Ganadora del XX Concurso Nacional de Poesía José Antonio Ramos Sucre (2015) y del II Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas (2016). Autora del poemario Estatua de sal. Vive en Brasil.
- Geraldine Gutiérrez-Wienken (Ciudad Guayana, 1966). Estudió Odontología en la UCV, Caracas. Doctora en Filología Alemana y Magister en Ciencias de la Literatura y Sociología por la Universidad Heidelberg. Fundadora de la editorial “hochroth Heidelberg”. Publicaciones recientes: Hilde Domin: “Canciones para dar aliento” (Llantén, 2018) y Rafael Cadenas: “Klagelieder im Gepäck” (parasitenpresse, 2018, co-traducción al alemán con Marcus Roloff). Vive en Heidelberg, Alemania.
- Nidia Hernández (Caracas, 1957). Poeta, traductora de poetas portugueses, editora, animadora cultural, curadora de: www.lamajadesnuda.com. Premio; Lo mejor de Punto.com, 2005. Premio World Summit Awards; Cultura y Herencia 2007 (capítulo Venezuela). Premio Internacional; WSA. World Summit Awards, 2011. Categoría: Culture and Heritage. Conductora del Programa radial de Poesía; La Maja Desnuda; Premio Bienal de Radio Aquiles Cortina, 1998, con más de 1.596 emisiones, que comenzó en 1988 en La Emisora Cultural de Caracas 97.7 FM y que actualmente se transmite por UPV Radio 102.5 FM en Valencia, España y en BermudaFunk; Mannheim, Alemania. Autora del poemario El viaje del fotón (Monte Ávila Editores, 2013) Vive en Estados Unidos.
- Ruth Hernández Boscán (1970). Psicólogo, Psicoanalista. Libros publicados: A pasos cortos (2005), Ex (2007), Gramática de piedras (2011).Premio Monte Ávila de Poesía para Autores Inéditos (2005). Finalista del Premio Italia para la poesía en el Certamen Mediterráneo y Caribe (2007). Mención Honorífica en la XVII Edición del Premio de Poesía “Fernando Paz Castillo”. Mención Honorífica en la Bienal Venezolana de Literatura 2006-2008, “José Rafael Pocaterra”. Presencia en diversas antologías: Antología de Poesía Joven Venezolana. Edición bilingüe traducida al árabe por Nadia Záfer Chaabán (2009), El Ojo Errante. Caracas (2010). VI Premio Nacional de Libro (CENAL), Poetas venezolanos contemporáneos. Colección Los Conjurados. Común Presencia Editores. Bogotá (2014), 102 poetas – Jamming. Oscar Todtmann editores Caracas (2014). Vive en Buenos Aires, Argentina.
- Alfredo Herrera (Caracas, 1962). Poeta y artista plástico. Integró a los talleres de poesía del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos. Autor de los poemarios Cinco árboles (Caracas, 1998); El parque (Caracas, 1999); La tarde alcanzada, edición bilingüe español-sueco (Lund, 2004) Parete, edición bilingüe español-italiano,(2011),Remanentes (2011) En 1998 recibió el premio de poesía Fernando Paz Castillo y en 2003 ganó el Concurso Internacional de Poesía Heterogénesis en Lund, Suecia. Reside en México.
- Verónica Jaffé (Caracas, 1957). PhD en literatura alemana en Munich, Alemania, docente en distintas universidades venezolanas e internacionales, editora de revistas y de libros, artista plástica. Ha publicado ensayos sobre literatura venezolana además de las traducciones y poemarios El arte de la pérdida (1991), El largo viaje a casa (1994), La versión de Ismena (2000), Sobre traducciones. Poemas 2000-2008 (2010), Friedrich Hölderlin: Himnos hespéricos. Según la edición histórico-critica de D.E.Sattler.Traducción y versiones libres (en lienzos y poemas) de Verónica Jaffé (2016),De la metáfora, fluida (2019). Vive en España.
- Sandy Juhasz (Caracas, 1962). Publicó recientemente “La corteza no basta”, por O.T. Editores. También autora de “Venezuela desde un azul intenso”, editado por Armitano. Participó de “102 poetas Jamming”, publicado por O.T. Editores. Tallerista de Edda Armas y Armando Rojas Guardia. Es también actriz, guionista y productora de radio y televisión. Vive en Hungría.
- Carlos Katan (Caracas 1992). Licenciado en Filosofía (Universidad Central de Venezuela). Finalista en el III Premio de poesía joven Rafael Cadenas. Sus textos aparecen en diferentes medios digitales e impresos. Ganador del III Concurso de Poesía Lugar Común. Vive en España.
- Juan Luis Landaeta(Caracas, 1988). Poeta y artista plástico. Es abogado egresado de la Universidad Católica Andrés Bello en 2012. En 2009 recibió una Mención de Honor en el III Premio Nacional Universitario de Literatura por el libro Destino del Viento y en 2011 una mención especial en el I Premio Nacional de Poesía Eugenio Montejo por el libro La conocida herencia de las formas. Cursó la Maestría de Escritura Creativa en Español en New York University y es Editor Asociado de ViceVersa Magazine.
- María Gabriela Lovera (Caracas, Venezuela, 1972). Periodista graduada en la Universidad Católica Andrés Bello, poeta. Publicaciones: Duendes caseros, EDAF, Madrid, 2016; los poemarios: Desvelos, Ediciones Amargord, Madrid, 2012; Sabia Vida Savia: manual de irrealismo pragmático, Ediciones Amargord, Madrid, 2008; Y de la noche tanto, Editorial 50 de 50, Caracas, 2004; Por debajo del viento, editorial El Pez Soluble, Caracas, 2000. Ha sido incluida en varias antologías de poesía venezolana. Algunos de sus poemas han aparecido en revistas electrónicas y en papel, tanto en Venezuela como en España. Web:http://mglescritura.blogspot.com/. Vive en Madrid, España.
- Nérvinson Machado (Caracas, 1976). Poeta y editor. Ha publicado: el libro de los muertos o caminos de noches insomnes, Dub-Sar: la angustia de Gilgamesh por la muerte de la escritura, La noche latinoamericana y Umbilical. Fue cofundador del proyecto editorial Regia Cartonera. Es editor de las revistas: Vanguardia Educativa y Conexión RH. Vive en México.
- Jason Maldonado (Caracas, 1973). Aparece en la II antología de cuentos postmodernistas (Editorial NsB 2014); antología 102 poetas jamming (Oscar Todtmann Editores, 2015). Es autor de Lunar de viento (poesía), Editorial Lector Cómplice, 2013; Verde que me muero (novela), FB Libros, 2013. El poemario Bestiario mecánico del exilio, recibió mención especial en el IV Premio Nacional de Literatura Stefanía Mosca, 2013. Su más reciente publicación es Doce hombres a caballo (relatos), FB Libros 2019. Vive en Chile.
- Iola Mares. (San Cristóbal, Venezuela, 1970) Licenciada en Letras, UCV y Magister en Filosofía de la Universidad Simón Bolívar. Investigadora y Docente universitaria en cine y estética de las imágenes. Parque de diversiones (2006) primer poemario. Participó en antologías En Obra, 2008 de Gina Saraceni, y en Cien mujeres contra la violencia de género, 2015. Reside en España.
- Acuarela Martínez. (La Habana, 1970) Venezolana.TSU Publicidad y Mercadeo. Ganadora del VII Concurso para Obras de Autores Inéditos 2009 de Monte Ávila Editores, mención Poesía, con el Poemario “Incluso cuando nada digo”. Segunda Mención I Certamen Internacional de Poesía Luis Alberto Ambroggio2017, Hispanic Heritage Literature Organization, poemario: “Breviario ilícito”. Su poesía está representada en diversas antologías. Twitter e Instagram: @acuarela004. Blog: www.acuaspace.blogspot.com. Vive en Argentina.
- Kelly Martínez-Grandal (La Habana, 1980). Emigró a Venezuela en 1993, donde vivió por veinte años. En el 2017 publicó Medulla Oblongata (CAAW Ediciones). Su segundo poemario, Zugunruhe, está actualmente en proceso de edición con The Operating System y será publicado en el 2020. Vive en Miami.
- Rubén Martínez Santana (Caracas, 1964). Escritor, narrador oral, compositor y hombre de teatro. Premio de Dramaturgia Ambiental (1990), Premio Municipal de Teatro (1991), Premio Teatro Infantil Nacional (1992), Premio Nacional de Narrativa Breve (1995), Premio Nacional de Cuentos para Niños (1998), Premio Nacional de Texto Informativo para Niños (1998), Premio de Dramaturgia Infantil Aquiles Nazoa (1998), Premio XI Concurso de Dramaturgia de la Universidad Central de Venezuela (2017). Ha publicado varios libros de dramaturgia, poesía y cuentos. Vive en Barcelona, España.
- Jorge Andrés Medina (Caracas, 1989). Ha participado en diferentes encuentros y recitales de poesía en la ciudad de Caracas, incluyendo el Jamming Poético del Ateneo de Caracas y publicado poemas en diversos espacios, como El Papel Literario de El Nacional. Resultó ganador de un accésit en la 48º Feria del libro de Alicante y publicado en las antologías Relatos Urbanos 2017 y 2018 por la Editorial ECU. Vive en España.
- Néstor Mendoza (Mariara, Venezuela, 1985). Licenciado en Educación, en la especialidad de Lengua y Literatura (Universidad de Carabobo). Ha publicado tres poemarios: Andamios (Equinoccio, Caracas, 2012), merecedor del IV Premio Nacional Universitario de Literatura 2011; Pasajero (Dcir Ediciones, Caracas, 2015) y Ojiva (El Taller Blanco Ediciones, Bogotá, 2019). Finalista del I Concurso Nacional de Poesía Joven «Rafael Cadenas» 2016. Sus poemas han sido traducidos al inglés, francés, alemán e italiano. Vive en Colombia.
- Corina Michelena (Caracas, 1957). Merecedora del Premio Internacional de Poesía XIV Bienal José Antonio Ramos Sucre, 2002 con el poemario Honra de Sierva. Su obra literaria le ha valido otros reconocimientos internacionales de primer orden. En 2004 recibe una beca a Moscú otorgada por la Fundación Shlageter. Actualmente es profesora de español en el Instituto Cervantes de esa ciudad. Vive en Rusia.
- Diana Moncada (Caracas, Venezuela 1989). Poeta y periodista cultural venezolana. Autora del poemarioCuerpo crepuscular, que resultó ganador en el Concurso de Autores Inéditos de Monte Ávila en el 2013. Prologuista del libro de entrevistas literarias Al filo de Miyó Vestrini, del sello editorial Letra Muerta. En 2016 ganó una mención en el I Concurso Nacional de Poesía Joven «Rafael Cadenas». Su trabajo periodístico ha sido publicado en diferentes medios de comunicación venezolanos y sus poemas en diversas revistas y plataformas literarias. Actualmente, reside en la ciudad de Lima en Perú.
- Ricardo Montiel (Maracaibo, 1982). Es autor de Ciudad blanca sobre fondo blanco (Ediciones del Movimiento, 2015) y Agonía de los días terrestres (Caleta Olivia – Rangún, 2018). Ha colaborado para medios impresos y digitales de Argentina, Costa Rica, España, México, Colombia y Venezuela. Coedita la revista digital Merece una reseña, y vive actualmente en Buenos Aires.
- Jesús Montoya (Mérida, Venezuela, 1993). Licenciado en Letras mención Lengua y Literatura Hispanoamericana y Venezolana por la Universidad de Los Andes. Ha publicado Las noches de mis años (Monte Ávila Editores, 2016, Premio de Obras para Autores Inéditos), y Hay un sitio detrás de los incendios (Valparaíso Ediciones, 2017, I Premio Hispanoamericano de Poesía “Francisco Ruiz Udiel”). Su libro Rua São Paulo fue merecedor del II Premio Franco-Venezolano a la Joven Vocación Literaria. Actualmente cursa una maestría en Estudios Literarios en la Universidad Federal de São Carlos en Brasil. Reside en Brasil.
- Kira Morales (Caracas,1972). Profesora de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Piura. Durante más de 10 años fue profesora de la Universidad Simón Bolívar y el Colegio Integral el Ávila en Caracas. Participó en el taller Voces nuevas en el año 2005 y ha publicado sus poemas en distintas antologías y en distintos medios impresos como el diario Tal Cual en Venezuela y la revista Áurea en España. Desde febrero de 2017 vive en Piura – Perú.
- Virginia Moreno Goitia (Puerto Cabello, 1994). Licda en Educación, mención Lengua y Literatura, por la Universidad de Carabobo. Ha participado en diversos talleres de creación poética en el Departamento de Literatura de la UC. Textos suyos han sido publicados en revistas digitales como Digopalabra, POESIA y La Caída. Participó en el I Encuentro de Poetas Jóvenes de Venezuela. Autora del libro Retorno (NSB, 2016). Vive en Portugal.
- Clared Navarro Cejas (Valencia, 1992). Poeta. Profesional en Estudios Literarios. Poemas suyos han sido publicados en las antologías Antología de jóvenes voces (III Concurso Rafael Cadenas, 2018) y Lyrik Aus Venezuela (Hochroth Heidelberg, 2018), entre otras, así como también en diversas publicaciones periódicas. Ha dirigido las revistas literarias La Tuna de Oro y La Caída. Actualmente reside en la ciudad de Barcelona, España.
- Linsabel Noguera (Valencia, Venezuela, 1968). Poeta, narradora oral. Comunicadora social, por la Universidad Central de Venezuela. Finalizó el Máster en Libros para niños y jóvenes por la Universidad Autónoma de Barcelona. Especialista en acompañamiento lúdico bibliotecario en poblaciones de riesgo, disciplina positiva y fomento a la lectura. Autora del manual Jugando entre libros, leer y crear para convivir (Fundación Empresas Polar, 2015) y del poemario Poética doméstica (Monte Ávila Editores Latinoamericana. 2010). Directora de ong La rana encantada, organización dedicada al fomento del libro, la lectura y creación de espacios para la formación lúdica en ciudadanía y cultura de paz. Actualmente es librera y lleva la programación de Tres Paraguas librería, en Barcelona.
- Claudia Noguera Penso (Caracas, 1963). Escritora y ensayista Ha publicado los libros Nada que ver(1986), Último trecho (1998), El viaje (2001), Caracas mortal (2015) y Bajo infinito (2017).Poemas, crónicas, reseñas entrevistas y traducciones han sido publicadas en antologías, periódicos, revistas y portales en Venezuela, Colombia, Estados Unidos, Argentina, Chile, Uruguay, España y Italia. Su libro Último trecho obtuvo mención honorífica en la VII Bienal Literaria “Francisco Lazo Martí” (1997).Desde el 2016 vive en el Sur de la Florida. Web:claudianoguerausa.wixsite.com/writer. Instagram: claudianoguerawriter
- Maria Celina Núñez (Madrid 1963). Magister en Literatura Latinoamericana. Es autora de dos libros de cuentos y un breve poemario. Abandonó Venezuela en 2017. Tras un tránsito en Santo Domingo (RD), vive en Buenos Aires desde 2018.
- Daniel Oliveros (Valencia, Venezuela, 1991). Poeta, editor y traductor. Licenciado en Educación Mención Inglés por la Universidad de Carabobo. Actualmente es miembro del Comité de redacción de la revista POESIA, Universidad de Carabobo en su versión impresa y digital. Fue ganador de la Mención Honorífica en el V Premio Nacional Universitario de Literatura mención Poesía en 2014. Vive en Argentina
- Leonardo Padrón (Caracas, 1959). Poeta, cronista, guionista de cine y televisión, ensayista. Ha publicado los poemarios: La Orilla Encendida (1985), Balada (1993), Tatuaje (2008), Boulevard (2002), El Amor Tóxico (2005), Los Materiales Humanos (Antología, 2010) Métodos de la Lluvia (2011), Contracanto: Poesía Reunida (2017). Los libros de crónica Kilómetro Cero”(2013) , Se Busca un País (2015), Crónicas de la Vigilia (1990).Ganador del Premio Poesía UCAB (1985) , Premio Fundarte Ensayo (1990), Premio Municipal de Cine (2000), Premio ANAC de Cine (2000), Premio Cecodap (2011) Vive en Estados Unidos
- Luis Pérez Oramas, (Caracas, 1960). Ha publicado Salmos y Boleros de la Casa (Premio Monte Ávila Editores 1983, Monte Avila, Caracas, 1986), La Gana Breve (Fondo Editorial La Pequeña Venecia, Caracas, 1991), Doble siesta (Sixtus Editions, Limoges, 1994), Gacelas y otros poemas (Editorial Goliardos, Caracas, 1999), Prisionero del Aire y La dulce astilla (Editorial Pre-textos, Valencia, 2015) Vive en Estados Unidos.
- Beverly Pérez Rego (Halifax, Canadá 1957). Poeta y traductora. Es autora de cinco volúmenes de poesía, Artes del vidrio (1992), Libro de cetrería (1994), Providencia (1998), Grimorio (2002) y Escurana (2004); recogido en 2006 como Poesía reunida. Sus poemas han aparecido en numerosas antologías, y sus publicaciones también incluyen traducciones de Louise Glück (2009), Anne Waldman (1997), Clara Sabater (2016) y Mark Strand (2011). Pérez Rego recibió el Premio Literario Bienal de Poesía Rafael Bolívar Coronado y el Premio de Poesía Elías David Curiel, fue Becaria de Poesía en la Ciudad de Asylum de Pittsburgh y el Programa Internacional de Escritura de la Universidad de Iowa, donde más tarde obtuvo un MFA en español y un MFA en Traducción. Vive en Estados Unidos.
- Luis Javier Pisonero (Caracas, 1988). Estudió Letras en la Universidad Central de Venezuela y realizó un Master de Estudios Literarios en la Universidad Complutense de Madrid. Trabajó como escritor y editor para la revista digital de cultura contemporánea Borrador y ha publicado cuentos y poemas en diversas antologías. Actualmente reside en Madrid, donde trabaja también como guionista, director y productor de cine.
- Leopoldo Plaz Alemán. (Caracas, 1976). Reside desde 2015 en Montevideo. Licenciado en Letras de la Universidad Central de Venezuela, título revalidado por la Universidad de la República (Uruguay, 2019). Se desempeñó como profesor en universidades venezolanas (UCV, USB, UDO) y es autor del poemario Rimados y arrimados (Nueva Esparta, 2010).
- José Pulido. (Venezuela, 1945). Poeta, escritor y periodista, ha publicado cinco poemarios y nueve novelas. Ha sido reconocido con el Premio Municipal de Literatura, Mención Poesía, por su poemario Los Poseídos (2000), y el Segundo Premio Miguel Otero Silva de novela, Editorial Planeta (1989). Forma parte de la Antología Por ocho centurias, XXI Encuentro de Poetas Iberoamericanos, Salamanca, España, entre otras. Ha sido invitado a festivales y encuentros poéticos en Irak, Colombia, Brasil, Chile, España, y Génova. Desde el 2018 el Papel Literario de El Nacional publica las entrevistas que ha realizado a creadores y artistas en la Serie José Pulido pregunta. Vive en Génova, Italia.
- Georgina Ramírez (Caracas 1972). Creadora y directora de la A.C. La parada poética. Autora de: Piel de Durazno (plaquete de poesía) Taller Editorial El pez soluble, Lo que calla la noche, Ediciones del movimiento. Daño oculto, Oscar Todtmann editores. Sus poemas han sido publicados en diversas antologías poéticas. Vive en Chile.
- Dulce María Ramos. Periodista y escritora hispano – venezolana de literatura, cine y cultura. Licenciada en Letras, con estudios de maestría en Comunicación Social por la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). SU trabajo está incluido en las antologías Cien mujeres contra la violencia de género Fundavag (Caracas, 2015) y La desconocida que soy: diarios íntimos, Editorial Índigo (España, 2018). Estuvo invitada en la V Semana de la Nueva Narrativa Urbana (2010) y es participante habitual en coloquios y charlas en ferias del libro de Venezuela y Colombia. Actualmente escribe para El Universal (Venezuela) y el suplemento El Dominical del diario El Comercio (Perú). Desde el año 2017, vive en Bogotá, Colombia.
- Erika Reginato (Caracas, 1977). Poeta ítalo-venezolana, ensayista y traductora. Licenciada en Letras de la Universidad Central de Venezuela. Publicó los libros de poesía en Venezuela: Día de San José, (1999), Campo Croce. Antología poética 1999-2008 2008) y el ensayo: Cuatro estaciones para Ungaretti (2004). Ha publicado en Italia Campocroce (2008), Gli Eletti (Los Elegidos, 2013) y Giorno di San Giuseppe. Su poesía fue reconocida con el 40º Premio Internacional “Ciudad di Marineo”, Obra extranjera, Italia. En Madrid publicó: En la costa de cacao (Sulla Costa di cacao, Kalathos, 2018). Vive en Italia.
- Eleonora Requena (Caracas, 1968). Ha publicado los poemarios Sed (1998), Mandados (2000), Es de día (2004), La Noche y sus agüeros (2007), Ética de aire (2008), y Nido de tordo (2015). Obtuvo el Premio de la V Bienal Latinoamericana de Poesía “José Rafael Pocaterra”, y el Premio Italia 2007 para la Poesía en el Certamen “Mediterráneo y Caribe”, Instituto Italiano de Cultura de Venezuela y el Centro de Poesía Contemporánea de la Universidad de Boloña. Su obra ha sido incluida en diversas antologías y estudios críticos en Venezuela, España, Chile, Colombia, Estados Unidos, Perú y República Dominicana. Vive en Argentina.
- Álida Ribbi (Tánger, 1952). Bioquímica de formación y consultora gerencial, asume la poesía como medio de reflexión y búsqueda personal. Fue finalista del certamen “Mediterráneo y Caribe” (Instituto Italiano de Cultura, 2007) y el Concurso Internacional de Microficción “Garzón Céspedes” (2007). Ha publicado Cuerpo Sutil (Ed. autor, 2004), Arborescente (El Pez Soluble, 2007) y Surgen animales (Ed. autor, 2009). Vive en Chile.
- Camila Ríos Armas (Caracas 1989). Licenciada en Estudios Liberales en la Universidad Metropolitana y maestría en Desarrollo Internacional en SciencesPo Paris. En 2005 participó en el Taller de Creación Literaria, mención Poesía, de Monte Ávila Editores. Forma parte de la antología El patio del limonero (El Pez Soluble), Joven Poesía Venezolana –edición bilingue español-árabe (El Perro y la Rana) y Cien mujeres contra la violencia de género (Fundavag Ediciones). En 2007 ganó con Muralla Intermedia la mención honorífica del II Premio Nacional Universitario de Literatura, convocado por la Comisión Permanente de Directores de Cultura de las universidades venezolanas, publicado posteriormente, en 2008, por la Editorial Equinoccio, titulado Ecos.(2012). Vive en Francia.
- Virginia Riquelme (Caracas, 1983). Licenciada en Letras por la Universidad Central de Venezuela y magíster en Edición por la Universidad Autónoma de Barcelona. Sus poemas han aparecido en la revista de poesía El Salmón, y en las antologías Cien mujeres contra la violencia de género y 101 poetas en jamming. Desde 2017 reside en Barcelona, España.
- Jhon Rivera Strédel. (Venezuela, 1992). Poeta. Participó en el comité de redacción de la Revista La Tuna de Oro del Departamento de Literatura de la UC. En 2017 Obtuvo el VI Premio Nacional Universitario de Literatura «Alfredo Armas Alfonzo» en la Mención Poesía con el poemario Savia al Mundo. Ha publicado el poemario Savia al Mundo ( Dcir Ediciones, 2018). Reside en Guamal, Magdalena, Colombia.
- Sofía Rodríguez Meza. (Caracas, Venezuela 1991). Nutricionista de profesión. Poeta. Ha publicado Cuatro Letras Editorial Eclepsidra, 2018. El día siguiente del bautizo de su libro se fui a vivir a Madrid.
- Jairo Rojas Rojas (Mérida, Venezuela, 1980). Ha publicado los libros de poesía Pasear lunático (2018), Los plegamientos del agua (2014), La O azul (2013) y La Rendija de la puerta (2012) y ha sido galardonado, entre otros, con los premios: XIX Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (2013) y la XX edición del premio de poesía Fernando Paz Castillo (2014). Actualmente vive en Montevideo, Uruguay.
- Alexis Romero (Venezuela, 1966). Licenciado en Ciencias Pedagógicas. Profesor Universitario de Ética, Filosofía de la Educación, Gestión del conocimiento y Teoría de la Argumentación. Premio Internacional de Poesía XIII Bienal José Antonio Ramos Sucre, 2000). Sus poemas han sido traducidos al inglés, francés, portugués, alemán, italiano y coreano. Vive en Argentina.
- Diego Salinas (Caracas, 1991). Poeta, ha publicado historias y poemas en las siguientes publicaciones: Scar / City -Young Adult Review Network, II Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas 2017, IV Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas 2019. Vive en Córdoba, Argentina con su novia y tres gatos.
- Fedosy Santaella (Puerto Cabello, Venezuela 1970). Ha publicado con editoriales como Alfaguara, Ediciones B y Pre-Textos (España). En 2009 fue becario del programa internacional de escritura de la Universidad de Iowa. En 2010 quedó entre los diez finalistas del Premio Cosecha Eñe de España. En 2013 ganó el concurso de cuentos de El Nacional (Venezuela). Ese mismo año estuvo entre los nueve finalistas del premio de novela Herralde. En 2016 se hizo acreedor del premio internacional Novela Corta Ciudad de Barbastro. En 2017 obtuvo mención de honor en poesía en la I Bienal Eugenio Montejo (Venezuela). Publicó el poemario Tatuajes criminales rusos en 2018. Vive en México.
- Gina Saraceni (Caracas, Venezuela 1966) Investigadora, crítica literaria, traductora y poeta, es egresada de la Universitá degli Studi de Bologna, Italia (1990); magíster en Literatura Latinoamericana (1994) y doctora en Letras (2001) por la Universidad Simón Bolívar.Con el poemario Entre objetos respirando, gana en 1995 el Concurso de Poesía “Víctor José Cedillo”; con Salobre, la Bienal de Coro “Elías David Curiel”, mención Poesía 2001, y con Casa de pisar duro el XI Concurso Transgenérico de la Fundación para la Cultura Urbana (2011). Es autora de las antologías El verde más oculto (2002), del poeta mexicano Fabio Morábito, y de En-obra. Antología de la poesía venezolana (1983-2008). Reside en Colombia.
- Isa Saturno. (Barquisimeto, Venezuela 1987). Se licenció en Letras. Además de escribir poesía e historias para niños y adultos, colabora en revistas especializadas como «Arepa» o «Pez Linterna», es miembro del comité evaluador del Banco del Libro y tiene una editorial independiente llamada Barco de Piedra. Ha publicado el libro infantil Conejo y Conejo, Ediciones Ekaré. Obtuvo el 3er. Lugar en el Premio de Poesía Joven Rafael Cadenas, 2018. Vive en Estados Unidos.
- César Segovia (Caracas, 1977). Licenciado en Letras (UCV, 2002). Ha publicado Caracas siempre nueva. Breve antología de crónicas de Caracas. (Caracas:,Magenta Ediciones, 2006); Eso lo sé (Caracas, Cooperativa Editorial Lugar Común, 2012), Próximo Tren (Caracas, Editorial Libros del Fuego, 2014), Radar (Caracas, Editorial Planeta Venezolana, colección infantil, 2015) y Fuselajes (Editorial Libros del Fuego, 2019 [en producción]).Vive en Estados Unidos.
- Betsimar Sepúlveda (Venezuela,1974). Poeta, cronista y fotógrafa. Tiene cuatro libros publicados. Parte de su obra aparece en antologías en México, Colombia, Venezuela, Perú y España. Ha sido parcialmente traducida al inglés, francés, portugués, italiano y árabe. Imparte talleres de escritura creativa en el centro cultural Comfandi y Promédico. Dirige el programa Poesía en la esquina del teatro Esquina latina de Cali. Conduce el programa Entre libros, arte y cultura de la televisora de la Universidad del Valle. Desarrolla trabajo con comunidades en materia de reconstrucción de la memoria colectiva a partir de la escritura creativa. Reside en Colombia.
- Claudia Sierich (Caracas, 1963). Actualmente hace vida en Berlín. Obtiene el 1er Premio del Concurso de Poesía de la USB en 1999. Su poemario Imposible de Lugar (Monte Ávila Ed., 2008) gana el Premio Poesía Autores Inéditos Monte Ávila y la Mención Honorífica del Premio de Poesía Municipal (2010). Publica dicha la dádiva (Equinoccio, 2012) y Sombra de Paraíso (ot editores, 2015). www.claudiasierich.com
- Leonora Simonovis (Caracas, 1974). Escritora y crítica, es profesora de español y literatura latinoamericana y caribeña en la Universidad de San Diego, California. Coeditó un volumen de ensayos sobre cultura venezolana contemporánea (2013) y dos de sus cuentos breves fueron recientemente publicados en España. Su poesía en inglés y en español, fue editada en The American Journal of Poetry, Poets Reading the Newsand Fron/tera, Roar, Literature and Revolution by Feminist People, Tiferet and the 2018 Cosmographia anthology.
- Blanca Strepponi (Buenos Aires, 1952). Escritora y editora venezolana. Ha publicado: Crónicas Budistas (2016) Premio de la Crítica mención Poesía,Poemas visibles (1988), Diario de John Roberton (1990), El jardín del verdugo (1992), Las vacas (1995). También, Balada de la revelación (2004), Birmanos (teatro, 1991), El médico chino (narrativa, 1999) y Fabuloso y Ricota (cuento ilustrado, 2001). Cofundadora y miembro del Comité Editor del Fondo Editorial Pequeña Venecia en Venezuela, creadora y gerente editorial de Los Libros de El Nacional. Su obra ha merecido los siguientes premios literarios: Premio de Dramaturgia de la Bienal Ramos Sucre, Premio de Poesía Casa de la Cultura de Maracay y el Premio de Narrativa Alfredo Armas Alfonzo. Actualmente reside en Buenos Aires.
- Alejandro Suárez Atencio (Caracas, 1974). Publicó el poemario Canción del Difunto, en 1999, bajo el sello editorial Eclepsidra. Obtuvo Mención Honorífica en el Primer Concurso Nacional de Poesía para Liceístas, organizado por la Casa de la Poesía Pérez Bonalde, en 1992. Como vocalista y bajista de la banda Cerouno, editó el álbum Atari Amor, en 2007. Vive en Chile.
- Mariana Libertad Suárez (Caracas (1974). Poeta, narradora y ensayista. Entre sus libros como investigadora destacan: La loca inconfirmable: apropiaciones feministas de Manuela Sáenz (Premio literario Casa de las Américas- categoría Estudios sobre la mujer, 2014); y Éramos muchas: mujeres que narraron la Revolución mexicana (Mención honrosa en el X Certamen internacional de literatura Sor Juana Inés de la Cruz, 2019). Actualmente reside en Lima y trabaja en la PUCP.
- Keila Vall. (Caracas, 1974). Autora de la novela Los días animales (2016), premiada en la categoría Mejor Novela International Latino Book Awards 2018, los libros de cuentos Ana no duerme (2007) finalista como Mejor Libro de Cuentos en el en el Concurso Nacional de Autores Inéditos Monte Ávila Editores, y Ana no duerme y otros cuentos (2016). Publicó el poemario Viaje legado (2016) y el texto crítico bilingue Antolín Sánchez, discurso en movimiento: del pixel, al cuadro, a la secuencia (2016). Antóloga de la compilación americana bilingüe Entre el aliento y el precipicio. Poéticas sobre la belleza (in press), y co-editora de la Antología 102 Poetas en Jamming (2014).Vive en Estados Unidos.
- Gustavo Valle (Caracas, 1967). Es autor de los libros Materia de otro mundo, La paradoja de Itaca, Ciudad imaginaria, Bajo tierra, El país del escritor y Ha obtenido dos veces el premio de la Crítica, el premio de novela Adriano González León y el premio transgenérico de la Fundación de la Cultura Urbana. Vive en Buenos Aires..
- Lena Yau (Caracas, 1968). Es narradora, poeta, periodista e investigadora. Licenciada en Letras y Master en Comunicación Social por la Universidad Católica Andrés Bello. Asesora literaria de El sabor de la eñe. Glosario de literatura y gastronomía(Instituto Cervantes, 2011). Poemarios: Trae tu espalda para hacer mi mesa (Gravitaciones, 2015), Lo que contó la mujer canalla (Kalathos, 2016), y Bonnie Parker o la posibilidad de un árbol (Utopía portátil, 2018); en narrativa la novela Hormigas en la lengua (Sudaquia, 2015) y relatos Bienmesabes (2018). Sus cuentos y poemas han figurado en antologías (Fundavag, Mantis y Pre-textos). Reside en Madrid. Instagram: Lenayau68Twitter: @LenaYau
- Zakarías Zafra (Barquisimeto, Venezuela 1987). Autor de libros de poesía y narrativa breve. Textos suyos han sido publicados en Letras Libres, Qué Leer, Ficción Breve y Clímax, e incluidos en revistas como Viceversa Magazine, Estampas, Letralia, y Verbigracia. Ahora vive en la Ciudad de México, pero sus raíces le han llevado a realizar una investigación sobre la diáspora venezolana, reuniendo testimonios e historias de migrantes venezolanos en distintas ciudades del mundo.
- Gregory Zambrano (Mérida, Venezuela 1963). Es poeta, ensayista y profesor universitario. Doctor en Literatura Hispánica por El Colegio de México. Ha sido director de la Escuela de Letras de la Universidad de Los Andes (Venezuela). Entre sus poemarios: Víspera de la ceniza (1990); Dominar el silencio (1994); Desvelo de Ulises (2000); Los mapas secretos (2005) y Paisajes del insomÍnnio (2015). Reside en Tokio, Japón.Twitter e Instagram: @gregoryzam.
- Ely Rosa Zamora (Venezuela, 1967). Ha publicado: He sentido un gesto removerlo todo, Proyecto Editorial La Chifurnia, El Salvador, 2019, La nitidez del embudo, Newmark Press, New York City, 2015, Objeto Indefinido, Choir Alley Press, New Jersey, 2015, Sin lengua y otras imposibilidades dramáticas, Editorial La Caída, Buenos Aires, 2013, y Detrito olvidado, Choir Alley Press, New Jersey, 2009. Vive en Estados Unidos.