Plegaria Dame amargos años de enfermedad, de ahogo, insomnio, fiebre, Llévate a mi hijo, a mi amigo y mi don misterioso - mi canto. Así rezo en tu liturgia por tantos días de tormento para que la negra nube que pesa sobre Rusia se vuelva clara nube bajo tu amparo. Petersburgo, 15 de mayo de 1915, día del Santo Espíritu. Zh: 162 Versión de María Fernanda Palacios ****** Se oscurece el camino del jardín junto al mar, y alumbran faroles amarillos y tostados. Estoy tranquila. Tan sólo no debes hablar de él conmigo. Eres leal y adodrable, seremos amigos… Pasear, besarse, envejecer juntos... Y nuevas lunas pasarán sobre nosotros, como nevadas estrellas. Marzo de 1914 Zh: 139 Versión de María Fernanda Palacios ******* Separación Nocturno y oblicuo, el camino se extiende ante mí. Ayer apenas, enamorado, me suplicaba: "no me olvides." Y hoy sólo está el viento, el llamado de los pastores, y agitados cedros junto a los claros manantiales. Petersburgo. Primavera,1914 Zh:138 Versión de María Fernanda Palacios ****** a N.V.N. Hay un nudo secreto entre los que están cerca que no puede atravesar el amor o la pasión. Entonces los labios se funden en terrible silencio y el corazón se rompe en pedazos con amor. La amistad es inútil entonces, inútil los años de exaltada y ardiente felicidad, cuando el alma es libre y ajena a esa suave lánguida voluptuosidad. Los que luchan por alcanzarla están locos, los que la alcanzan – los derriba el dolor. ¿Ahora comprendes por qué mi corazón no late más rápido bajo tu mano? Petrogrado, mayo de 1915 Zh:127 Versión de María Fernanda Palacios ****** ¡Mi cuerpo horriblemente cambiado, la boca rajada de dolor! No quería una muerte así, no había fijado este plazo. Creí que allá arriba una nube golpearía otra nube, que el fuego de un relámpago y la voz de una dicha inmensa como ángeles bajarían hasta mí. 1913 Zh: 221 Versión María Fernanda Palacios ******* ¿En qué este siglo ha sido peor que los anteriores? Quizá en que un tufo de aflicción y de ansiedad rozó la llaga más negra pero no pudo curarla. En el oeste aun brilla el sol de la tierra y bajo sus rayos destellan los techos de las ciudades. Pero aquí, el blanco de las casas está marcado con cruces y llaman a los cuervos y los cuervos vienen volando. Invierno, 1919 Zh.225 Versión de María Fernanda Palacios