Ana Nuño

Ana Nuño Caracas, 1957. Poeta, Traductora, Editora y Ensayista. Estudió Literatura Inglesa en La Sorbona, París. Vive en Barcelona. Dirigió la revista Quimera. Ha publicado los poemarios: Las voces encontradas en 1989. Sextinario en 1999.

Luis de Camões

Huye poco a poco esta corta vida
(si acaso fuese cierto que aún vivo)
se me va el breve tiempo ante los ojos:
lloro por el pasado y cuando hablo,
se me pasan los días paso a paso,
se me va en fin la edad, queda la pena.
 
 
¡Qué rudos modales los de esta pena!
 
Que nunca hora tuvo tan larga vida
para desandar del mal un sólo paso.
¿Qué puede importarme estar muerto o vivo?
¿Porqué lloro, en fin? ¿Y para qué hablo,
si engañarme no pudieron mis ojos?
 
 
¡Oh hermosos, gentiles, claros ojos.
 
cuya ausencia me causa tanta pena
que no entiendo lo que yo mismo hablo¡
Si al final de tan larga y corta vida
de ellos aún me ardiera el rayo vivo,
por bien tendría todo cuanto paso.
 
Más bien sé que antes el extremo paso
vendrá aquí a cerrarme los tristes ojos,
que Amor me muestre otros por los que vivo.
Testigos serán la tinta y la pena,
que escribirán de tan molesta vida
lo poco que viví, lo mucho que hablo.
 
 
¡Ah, no sé lo que escribo ni lo que hablo!
Porque si de un pensamiento a otro paso,
veo tan triste género de vida
que, si no le valieran tantos ojos,
imaginar no puedo con qué pena
escribiré esta pena con que vivo.
 
 
Tengo en el alma siempre un fuego vivo
que, si no respirase cuando hablo,
sería todo cenizas mi pena;
pero, por más dolor que sufro y paso,
me calman las lágrimas de los ojos,
que se va el dolor, más no acaba la vida.
 
 
Muriendo estoy en vida y en muerte vivo:
veo sin ojos y sin lengua hablo;
y juntamente paso gloria y pena.
 
 
 
 
 
Sextina publicada originalmente en 1595. Retomada en Rimas (1616)
(Nota de la traductora)
 
 
 
 
Traducción: Ana Nuño.
 
 
Foge-me pouco a pouco a curta vida 
(se por caso é verdade que inda vivo); 
vai-se-me o breve tempo d'ante os olhos; 
choro pelo passado e, quando falo, 
se me passam os dias passo e passo, 
vai se me, enfim, a idade e fica a pena. 

Que maneira tão áspera de pena! 
Que nunca üa hora viu tão longa vida 
em que possa do mal mover se um passo. 
Que mais me monta ser morto que vivo? 
Para que choro, enfim? Para que falo, 
se lograr me não pude de meus olhos? 

Ó fermosos, gentis e claros olhos, 
cuia ausência me move a tanta pena 
quanta se não comprende enquanto falo! 
Se, no fim de tão longa e curta vida, 
de vós m'inda inflamasse o raio vivo, 
por bem teria tudo quanto passo. 

Mas bem sei, que primeiro o extremo passo 
me há de vir a cerrar os tristes olhos 
que Amor me mostre aqueles por que vivo. 
Testemunhas serão a tinta e pena, 
que escreveram de tão molesta vida 
o menos que passei, e o mais que falo. 

Oh! que não sei que escrevo, nem que falo! 
Que se de um pensamento n'outro passo, 
vejo tão triste género de vida 
que, se lhe não valerem tantos olhos, 
não posso imaginar qual seja a pena 
que traslade esta pena com que vivo. 

N'alma tenho confino um fogo vivo, 
que, se não respirasse no que falo, 
estaria já feita cinza a pena; 
mas, sobre a maior dor que sofro e passo, 
me temperam as lágrimas dos olhos 
com que, fugindo, não se acaba a vida. 

Morrendo estou na vida, e em morte vivo; 
vejo sem Olhos, e sem língua falo; 
e juntamente passo glória e pena.