Ana Nuño

Ana Nuño. Caracas, 1957. Estudió Literatura Inglesa en La Sorbona, París. Vive en Barcelona. Dirigió la Revista Quimera. Ha publicado los poemarios: Las voces encontradas 1989, Sextinario 1999.

Variación sobre una sextina de Petrarca No2 
 

De pie en el malecón frente a las olas,
no busco las rocas sino la luna,
más activa de día que de noche
en este trópico sin hondos bosques
cercado por una desnuda playa,
apenas gasa de herida en la tarde.
 
Detrás de esta tarde busco otra tarde
lejana, infantil, poblada de olas.
(En la cocina las cosas de playa
tampoco duermen bajo la honda luna.
Dicen a la niña insomne: “los bosques
tienden su red de sueños a la noche.
 
pero la arena se traga la noche”
La niña vuelve a la cama, ya es tarde,
mañana será otro día de bosques.)
La luz blanca se revuelca en las olas,
la espuma de la sal traza una luna
menguante entre las rocas de la playa.
 
Vuelta a empezar: me alejo de la playa,
el día bosteza, cae la noche
como una piedra, regresa la luna
serosa, convaleciente en la tarde
agotada. De espaldas a las olas
se oye respirar los hondos bosques:
 
dicen en voz muy baja que los bosques
curan fiebre y fulgores de playa,
que a los niños sanan del mal de olas
y ahogan sus sueños en la alta noche
de la arena, y que nunca habrá otra tarde
como esta de ahora, bajo la luna.
 
La arena ya gris, una media luna,
los pasos que se alejan: ya los bosques
respiran la calina de la tarde
que ciega el horizonte de la playa.
Nadie ha muerto, pero insiste la noche
en poner un crespón negro a las olas.
 
          Este otro cuento de olas y luna,
          es para que la noche llene bosques
         a la playa, porque se nos hace tarde.