Magdalena
Antes del Comienzo
"¿Fui virgen alguna vez?"
¿Alguien me tocó antes de que pudiera hablar?
¿Quién me tenía antes de saber que era un yo?
Para que quisiera ese toque una y otra vez
sin saber quién o por qué o de dónde vino?
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Los Hombres, Sus Cuerpos
Un pene era tan grande y grueso que cuando lo sentí dentro en verdad dije,
guao. Un pene no era circunciso y a mí me encantaba agarrar la pielcita y halarla hacia
abajo para que la cabecita saliera como un hombre diminuto. Un pene era curvo y yo tenía
que moverme de una forma diferente. Un pene era tan amigable que yo nunca tenía miedo
de él. Un pene era tan delgado que yo estaba realmente impactada. Un pene era grueso y
bajito como un cerdito. Un pene no se ponía duro hasta que él lo atapuzaba todo blandito
dentro de mí. Un pene llegaba apenas yo comenzaba a moverme. Lo siento, dijo él, tengo
un problema, pero a mí no me importaba. Yo amaba a ese muchacho. Un pene se reclinaba
erecto contra mí casi todas las mañanas, pero yo me salía de la cama como si no hubiera
escuchado ni una de sus palabras. Un pene era tan preciado para mí que yo lo besada y lo
besaba aunque supiera que había estado con otra persona. Hubo un pene que nunca vi pero
mi mano lo conoció por encima del jean. Un pene amaba tanto el interior de mi boca que
cantaba y balbuceaba. Uno tenía nombre. Uno era un ratoncito. Uno, me explicó él, tenía
unos piojitos muy pequeños, y no pudimos tener sexo por un tiempo. Uno era ortodoxo y
no se acercaba a la sangre. Uno tenía una verruga, una bolita dura justo debajo del
bordecito. Un pene era muy paciente sin hacer mucho alarde de ello. Un pene tenía un gran
sentido del humor. Un pene tenía herpes pero yo no conocía esa palabra aún. Uno era como
un martillo demoledor. Uno era un borracho grosero, un patán hiriente. Uno dormía dentro
de mí, muy cómodo y en casa.
Traducción: Rebeca Blackwell.