Lêdo Ivo Brasil, (1924-2012). Poeta, Ensayista y Narrador, Traductor de Dostoiévski y Rimbaud. Publicó una docena de libros de Poesia. Traducido a varios idiomas. Goza de gran admiracion en Latinoamerica y en el mundo entero. Es muy activo y solicitado en los Festivales de Poesia.
Mi patria no es la lengua portuguesa. La patria no es ninguna lengua. Mi patria es la tierra blanda y pegostosa donde nací y el viento que sopla en Maceió. Son los cangrejos que corren en el barro de los manglares y el océano cuyas olas continúan mojando mis pies cuando sueño. Mi patria son los murciélagos colgados del techo carcomido de las iglesias, los locos que bailan al atardecer en el hospicio junto al mar, y el cielo curvado por las constelaciones. Mi patria es el silbato de los navíos y el farol en lo alto de la colina. Mi patria es la mano del mendigo en la mañana radiante. Son los astilleros podridos y los cementerios marinos donde mis ancestros tuberculosos y con paludismo no cesan de toser y temblar en las noches frías, y el olor a azúcar en los almacenes de los puertos y los peces que se debaten el las redes de los pescadores y la lluvia que cae. La lengua de la que me sirvo nunca es y nunca fue mi patria. Ninguna lengua engañosa es la patria. Ella sirve apenas para que yo celebre mi gran y pobre patria muda, mi patria desdentada, sin gramática sin diccionario, mi patria sin lengua y sin palabras.
Traducción: Nidia Hernández Minha pátria não é a língua portuguesa. Nenhuma língua é a pátria. Minha pátria é a terra mole e peganhenta onde nasci e o vento que sopra em Maceió. São os caranguejos que correm na lama dos mangues e o oceano cujas ondas continuam molhando os meus pés quando sonho. Minha pátria são os morcegos suspensos no forro das igrejas carcomidas, os loucos que dançam ao entardecer no hospício junto ao mar, e o céu encurvado pelas constelações. Minha pátria são os apitos dos navios e o farol no alto da colina. Minha pátria é a mão do mendigo na manhã radiosa. São os estaleiros apodrecidos e os cemitérios marinhos onde os meus ancestrais tuberculosos e impaludados não param de tossir e tremer nas noites frias e o cheiro de açúcar nos armazéns portuários e as tainhas que se debatem nas redes dos pescadores e as résteas de cebola enrodilhadas na treva e a chuva que cai sobre os currais de peixe. A língua de que me utilizo não é e nunca foi a minha pátria. Nenhuma língua enganosa é a pátria. Ela serve apenas para que eu celebre a minha grande e pobre pátria muda, minha pátria disentérica e desdentada, sem gramática e sem dicionário, minha pátria sem língua e sem palavras.