Christopher Merrill. EEUU, 1957. Poeta, narrador, y traductor. Tiene publicados seis libros de poesía; Reloj de Fuego, 1995, Merecedor del: Lavan Younger Poets Award, que otorga La Academia de Poetas Americanos. Actualmente es el Director del Programa Internacional de Escritura de la Universidad de Iowa.
Primero uvas, luego aves cantoras y un leopardo que duerme En la rama de un árbol arriba del Land Rover de los recién casados. Él sueña con antílopes. Ella yace despierta Hasta que despunta el alba y recomienza: El deseo, los cantos. El leopardo lame la cría Del mandril que le sirvió de cena. La dulzura, como el hambre, Es exigencia y el deseo Voracidad de carne y luz. Es aritmético: Una copa de tinto, una de blanco y luego La máquina lavadora se desborda -¡oh, belleza herida! – En la planicie del Serengueti. Un turbohélice Se desploma en el acantilado en el que la guerrilla Confabula para secuestrar a un sacerdote y calcina al piloto. El novio se agita en la cama. Ella dice: “Dulces sueños”. First grapes, then songbirds, then the leopard sleeping In the tree above the newlyweds’ Land Rover. He dreams of wildebeests. She lies awake Until first light, when it begins again – The yearning, the singing. The leopard licks the cub Of the baboon it ate for dinner. Sweetness, Like hunger, is demanding, and desire Is ravenous for light as well as flesh. It’s a matter of arithmetic: One glass of red, one glass of white, and then A washing machine –O broken beauty!– floods The Serengueti Plain. A turboprop Plummets toward the canyon in which the guerrillas Plotting to kidnap a priest toast the pilot. The groom stirs in his sleep. Sweet dreams, she tells him. Ventana La pintura que sellaba la ventana se hizo polvo Antes de que alguien intentara abrirla. No hubo suerte. Y nadie nunca volvió a mirar hacia afuera. Cargaron los archivos en un barco, la milicia Acordonó la plaza, el meteorólogo Pronosticó cuarenta días de lluvia con sus noches. Gracias a Dios la ventana no abría. The Window The paint sealing the window turned to dust Before they tried to open it. No luck. And no one ever looked outside again. The files were loaded on a boat, the militia Cordoned off the square, the weatherman Predicted forty days and nights of rain. Thank God the window wouldn’t open. Tierra Adentro Arde el incienso en la concha nácar Junto al vaso de lápices sobre el escritorio Sin invocar oraciones a Dios, solo plegarias Al gerente del banco y a la mujer de pelo oscuro Que creía que la palabra “mar” era la misma En todos lados: Indonesia, Inglaterra, Penínsulas y archipiélagos. Una palabra que fluye en cuevas y ranuras, Llena las arcas de los ricos y no traza Distinción alguna entre vivos y muertos. Ese humo dulce envuelve al hombre que reza Para revertir sus pérdidas en los negocios, Redimirse de su mudanza al interior Y resucitar aquella noche que una mujer arrojó Su anillo de compromiso al mar, creyendo En las promesas ebrias de que él la seguiría Hasta el fin del mundo, incluso hasta la eternidad. ¿Para quién es esa fragancia en el aire? Entre los auditores y el auditado: Ahí es donde él la espera a ella, a Dios. Inland The incense burning in the oyster shell Next to the cup of pencils on the desk Carries no prayers to God—only petitions To a bank manager and a brunette Who thought the word for sea was everywhere The same, in Indonesia as in England, On peninsulas and archipelagoes: A word that flows through caves and crevices, And fills the coffers of the rich, and draws No distinction between the living and the dead. The sweet smoke swirls above the man at prayer Who wishes to reverse his business losses, Redeem his move to the interior, And resurrect the night that a woman threw Her wedding ring into the surf, believing His drunken promises to follow her To the ends of the earth—if not the afterlife. The fragrance in the air belongs to whom? Between the auditors and audited— This is where he waits for her, for God. Traducción: Fanny del Río. Cortesía: Embajada Americana.