Pamela Rahn
Visita al supermercado Un señor calvo rueda su carrito por el pasillo 16 apretando sus manos hinchadas como grandes trozos de carne roja. Una chica camina por el área de licores abstraída en sí misma frotando sus palmas resecas. Los dedos de una mujer gorda y triste se repiten sobre la misma naranja. Los transeuntes caminan observándolo todo. El mismo programa de tv, sin volumen. El mismo señor chino, revisando los productos chinos perdido en su exilio interminable. El mismo anciano de barba blanca, recostando su espalda sobre la sección de atunes. Repitiendo la historia de un ejercito, a un hombre que lo oye –porque no tiene nada mejor que hacer–. Una masa de personas se mueven en dirección a la caja. Sus ojos son ahora, el mismo digito hundido en plástico fino. Encima de cartones blancos, pequeñas ratas escondidas mueven sus narices. Una voz mecánica irrumpe el silencio: Se necesita personal de limpieza en pasillo 16 ******* Algo duele adentro pero ya no se que es En estos días escondo los cartones de leche en la lengua de un gato Corto la comida para el perro en perfectos trozos que se deshacen fácilmente en mi mandíbula Me mojo el cabello en las noches para ver crecer la palabra de dios en la oscuridad y el frío Mi voz se confunde con las manillas que chirrean y las puertas que abren y cierran con el viento Muerdo el cereal duro que recojo del suelo Doblo mis manos arrugadas por la misma pared Advirtiendo la podredumbre de las cosas con tan solo tocarlas Y hace mucho que empecé a conformarte con poco Me oculto tras el ruido del tv El pasto crece verde y los niños cantan como pájaros maduros todos los días a las 18 Abundo en el lugar de lo diminuto sentado en la esquina de siempre con mi vieja que ya casi no ve La alegría de los jueves se da cuando mis hijos me visitan se han convertido en hombres que recogen sus billetes y los envuelven en lagrimas Me cuesta recordar sus nombres a todos los llamo Cielo a pesar de que ya casi no veo hacia arriba ni salgo de casa. ****** El Estratagema Los dientes se caen se paralizan La muela inconsolable Se recoge en su mordisco infinito Duros Blancos algo amarillentos chirrean Y los espacios vacíos de sus cavidades hacen eco de ausencia en la boca La mandíbula para al tiempo y lo vuelve a correr Las encías son ahora rosadas y blandas Sustituyo sus cavidades Desgranando oro arena plomo formol lo mezclo todo lo aplico como un menjurje a mi boca Y todo se vuelve plano convincente blanco Los dientes se caen vuelan como ángeles deficientes precipitados bajo el ruido de la ciudad Son seres alados nostálgicos impredecibles Encuentran en mi boca su hogar La dentadura se vuelve lustrosa tapa el mugre amarillento y las cavidades vacías La dentadura ahora es brillante lucida repleta de golondrinas Y el enemigo a un paso sigue sonriendo.