Eugenio Montejo. nació en Venezuela en el año 1938. Fue Poeta Ensayista y Diplomático. También escribió poesía para niños. Fue Premio Nacional de Literatura en Venezuela en 1998. Premio Internacional Octavio Paz, de Poesia y Ensayo año 2004. Publicó: Libros Terredad, 1978. Trópico absoluto 1982. Partitura de la cigarra, Editorial Pre-Textos, Valencia, 1999. Papiros amorosos, publicado por Pre Textos en 2002. Fábula del escriba, 2006, también publicado por Pre Textos. Eugenio Montejo Murió en Caracas en el año 2008.
La poesía La poesía cruza la tierra sola, apoya su voz en el dolor del mundo y nada pide ni siquiera palabras. Llega de lejos y sin hora, nunca avisa; tiene la llave de la puerta. Al entrar siempre se detiene a mirarnos. Después abre su mano y nos entrega una flor o un guijarro, algo secreto, pero tan intenso que el corazón palpita demasiado veloz. Y despertamos. ***** Mi país en un mapa antiguo. Nunca mintieron las líneas del cartógrafo al copiarnos su sueño. Es cierto que muchos cauces de estos ríos eran imaginarios, nuestras montañas no llegan hasta el sur ni el mar les roza, aunque lo intente, sus contornos sentimentales. Es otro el tamaño de las islas bajo el tacto de sus colores. Pero fue exacta siempre la piedad y el fulgor de los ojos asombrados ante la luz de las palmeras. ¿Qué importa el Orinoco más al norte prolongado como un deseo, o esa península con rostro de mujer que casi habla? Nunca mintieron: aquí estuvo Manoa al fin del arco iris que nace en El Dorado y más allá la infinita inocencia de un paraíso que valió todos los viajes de sus naves. ¿Qué otra verdad podemos reclamarles? Esos mapas eran bellas cartas de amor, tatuajes de navegantes, páginas puras para decirnos que la vida solo es eterna en esta orilla del Atlántico. ******* Duración Dura menos un hombre que una vela pero la tierra prefiere su lumbre para seguir el paso de los astros. Dura menos que un árbol, que una piedra, se anochece ante el viento más leve, con un soplo se apaga. Dura menos un pájaro, que un pez fuera del agua, casi no tiene tiempo de nacer, da unas vueltas al sol y se borra entre las sombras de las horas hasta que sus huesos en el polvo se mezclan con el viento, y sin embargo, cuando parte siempre deja la tierra más clara. TERREDAD Estar aquí por años en la tierra, con las nubes que lleguen, con los pájaros, suspensos de horas frágiles. A bordo, casi a la deriva, más cerca de Saturno, más lejanos, mientras el sol da vuelta y nos arrastra y la sangre recorre su profundo universo más sagrado que todos los astros. Estar aquí en la tierra: no más lejos que un árbol, no más inexplicables; livianos en otoño, henchidos en verano, con lo que somos o no somos, con la sombra, la memoria, el deseo, hasta el fin (si hay un fin) voz a voz, casa por casa, sea quien lleve la tierra, si la llevan, o quien la espere, si la aguardan, partiendo juntos cada vez el pan en dos, en tres, en cuatro, sin olvidar la parte de la hormiga que siempre viaja de remotas estrellas para estar a la hora en nuestra cena, aunque las migas sean amargas. SI VUELVO ALGUNA VEZ Si vuelvo alguna vez será por el canto de los pájaros. No por los árboles que han de partir conmigo o irán después a visitarme en el otoño, ni por los ríos que, bajo tierra, siguen hablándonos con sus voces más nítidas. Si al fin regreso corpóreo o incorpóreo, levitando en mí mismo, aunque ya nada logre oír desde la ausencia, sé que mi voz se hallará al lado de sus coros y volveré, si he de volver, por ellos; lo que fue vida en mí no cesará de celebrarse, habitaré el más inocente de sus cantos.