Cristina Peri Rossi es una voz muy aclamada en las letras hispanas. Nacida en 1941 en Montevideo, en el seno de una familia de inmigrantes italianos, comenzó a publicar desde muy joven, ganando la mayoría de los premios literarios importantes en Uruguay antes de exiliarse a España en 1972, donde se convirtió en ciudadana en 1975. PeriRossi es la única escritora vinculada al fenómeno conocido como Boom latinoamericano junto a Gabriel García Márquez y Vargas Llosa. CristinaPeriRossi fue muy amiga de Julio Cortázar, quien por cierto le dedicó; Seis poemas para Criss. Julio Cortázar también la ayudó a huir a París en 1974 cuando el gobierno español en aquel entonces, colaboró con el régimen uruguayo para negarle un pasaporte español. PeriRossi ha seguido escribiendo prolíficamente. Ha publicado más de 40 novelas, traducciones, ensayos, cuentos y colecciones de poesía. Su trabajo, ha sido traducido a más de 15 idiomas. Ha sido galardonada, entre otros, con el Premio Internacional de Poesía Rafael Alberti, el Premio de Poesía Don Quijote y el Premio de Literatura Iberoamericana José Donoso en 2019. CristinaPeriRossi vive actualmente en Barcelona, donde, a pesar de varios problemas de salud, sigue dedicada a pensar y a escribir.
Diáspora Con la túnica larga que le compraste a un marroquí en Rabat y ese aire dulce e impaciente que arrastras por la plaza las sandalias sobre el polvo el pelo largo bajo la túnica nada si se puede llamar nada a tu cuerpo quemado por los soles de Rabat más la pasión que despertaste en un negro en las calles de Cadaqués que no son calles sino caminos de piedra y olímpica te sentaste en el bar hippie rodeada de tus amigos de túnicas y pelos largos a beber oporto y fumar hachís ah qué melena te llovía sobre los hombros esa tarde en Cadaqués con aquellas ropas que desafiaban las normas pero eran otras normas las normas de la diferenciación de acuerdo cambiemos un burgués por otro ah qué túnica arrastrabas sobre las piedras peregrinación como aquella solamente Jesucristo la emprendiera Nada tenía que hacer en Cadaqués más que mirarte a los ojos mientras tú viajabas en hachís en camellos casi blancos de largas pestañas que acariciaban como los ojos de una doncella sé que te gustan las mujeres casi tanto como los negros casi tanto como los indios casi tanto como te gustan las canciones de Barbara yo no tenía nada que hacer en Cadaqués más que seguirte la pista como un perro entrenado buscarte calles empinadas casas blancas el sol del Mediterráneo viejo sol cálido sol ah no me mires así te perdí en Rabat te busqué en barca pequeño Cadaqués las niñas pálidas que fuman hachís y pasean en camellos de largas pestañas en el maldito bar de hippies no me dejaron entrar juré que no tenía cuenta bancaria es cierto ¿Cómo explicarles el azar? No tengo auto no tengo televisor no tengo acciones ni crédito bancario por casualidad el viento me trajo a Cadaqués estoy buscando a la niña de túnica larga la que paseaba por las calles como Jesucristo y va dejando atrás negros borrachos amigos muertos y un roce de sandalias Tus amigos no me dejaron entrar al bar el agua había caído toda la tarde me preocupé por tu pelo tu cabello mojado hay que ser cuidadosa me desvelo por ti el campanario dio otro cuarto ¿estarías escondida en el confesionario? Ah Barbara no me mortifiques deja a esa niña en paz quiero verla caminar por Cadaqués y tener un estremecimiento de címbalo vibrar en el aire como el agudo de un vaso Ah Mediterráneo suelta a esa niña déjala bogar en mi memoria su fascinación de túnica pálida el silencio que envuelve su paseo por las plazas la fricción de sus sandalias suavemente sobre el polvo convienen más a mi memoria que a tu historial de aguas En Cadaqués un pájaro negro se paseaba tan negro como un cuervo tan gris como el reflejo del Mediterráneo en las ventanas aquella tarde que llovía en Cadaqués y con paso ligero pero digno con velocidad y nobleza -sin dejar caer los tules ni los chales- como reinas que huyen majestuosamente las barcas volvían de sus citas al amarradero de la playa Y mientras te buscaba observé que el famoso altar de la iglesia era un poco recargado un problema de formas excesivamente hinchadas un embarazo enterno algo difícil de largar Demasiado oro para mí mientras sólo dos viejas comulgaban y una pareja de hippies observaba la ceremonia con delectación no exenta de ironía -una cultura de rituales- y maldito sea ¿es que no se te había ocurrido refugiarte en la iglesia en el altar mayor recargado de oro y púrpura esa tarde que llovía en Cadaqués, protegiéndote de la tramontana? De modo que salí justo a tiempo para escuchar que desde un lugar salía una música salía una música que te juro no era Barbara cantando Á peine una música y un cantor que venían de lejos de un país que tú no conocías y era mi país el país abandonado en diáspora el país ocupado por el ejército nacional una música y una canción que yo había escuchado en mi infancia que no fue una dorada infancia en Cadaqués con paseos en barca -Marcel Proust- y pesca submarina y Barbara ya no perseguía a la niña de túinca larga y tuve frío por primera vez en Cadaqués y cuando alguien me habló en francés le contesté hijo de puta y cuando vi a dos hippies abrazados les grité: hijos de puta y cuando una holandesa me preguntó algo mostrándome un mapa en su delicada mano le dije hija de puta y ya no estabas en Cadaqués, lo juro, todas las túnicas eran túnicas sucias y nadie usaba sandalias y me son indiferentes todas las mujeres todas las tierras todos los mares, Mediterráneo, poca cosa, Cadaqués, piedra sobre piedra, tú, nada más que una niña viciosa.