Celebrar el Día de Portugal con sus Poetas

Celebrar el Día de Portugal con sus Poetas. Siempre he visto con gran respeto y me ha parecido muy elegante, que el día nacional de Portugal tenga el nombre de uno de sus poetas: Luís de Camões, autor de Os Lusíadas, publicada en 1572, y cuya muerte se registra el 10 de junio de 1580. (Nidia Hernández)

Nuno Júdice, Sophia de Mello y Alberto. Fotografía, cortesia de Nuno Júdice.

 

Todos los 10 de junio, en su honor, se celebra en el mundo; El Día de Portugal, de Camões y de Las Comunidades Portuguesas.

Para mí es alentador que no se recurra al nombre de un guerrero, o de un guerrillero, de un político, de un hombre de armas, o de un héroe nacional, para este tipo de conmemoraciones.

Es confortante y esperanzador, aprovechemos entonces y celebremos este día, con los versos de algunos poetas nacidos en Portugal, tierra, no solo de grandes poetas sino también, de ciudadanos gentiles.    Nidia Hernández. @lamajadesnuda

FERNANDO PESSOA (1888-1935)  


Ven noche (selección) Álvaro de Campos.

Ven Noche antiquísima e idéntica,

Noche Reina destronada al nacer,

Noche igual por dentro al silencio,

Noche con las estrellas, lentejuelas fugaces

En tu vestido bordado de Infinito.


Ven vagamente,

Ven levemente,

Ven sóla, solemne, con las manos menguadas

De lado, ven

Y trae los montes distantes al pie de los árboles cercanos,

Funde en un campo tuyo todos los campos que veo,

Haz de la montaña un bloque sólo de tu cuerpo,

Atenúale todas las diferencias que veo de lejos,

Todos los caminos que la suben,

Todos los distintos árboles que la hacen verde-oscura a lo lejos,

Todas las casas blancas y con humo entre los árboles,

Y deja sólo una luz y otra y otra más,

En la distancia imprecisa y vagamente perturbadora

En la distancia súbitamente imposible de recorrer.


Señora nuestra

De las cosas imposibles que buscamos en vano

De los sueños que vienen a encontrarse con nosotros

al crepúsculo a la ventana.


De los propósitos que nos acarician

En las grandes terrazas de los hoteles cosmopolitas

Al son europeo de la música y de las voces cercanas y lejanas

Y que duelen por saber que nunca los realizaremos

Ven y envuélvenos.

Ven y acarícianos

Bésanos silenciosamente en la frente.

Tan levemente en la frente que no sepamos que nos besan

Sino por una diferencia en el alma

Y un vago sollozo saliendo melodiosamente

De lo antiquísimo de nosotros

Donde tienen raíz esos árboles maravillosos

Cuyos frutos son los sueños que acariciamos y amamos

Por saberlos fuera de lugar en relación a la vida


Ven solemnísima

Solemnísima y llena

De un oculto deseo de llorar

Tal vez porque el alma es grande y la vida pequeña

Y todos los gestos no salen de nuestro cuerpo

Y sólo alcanzamos hasta donde nos llega el brazo

Y sólo vemos hasta donde llega la mirada.


Ven, dolorosa

Madre Dolorosa de las Angustias de los Tímidos

Turris-Eburnea de las Tristezas de los Despreciados.

Mano fresca sobre la cabeza con fiebre de los humildes

Sabor a agua sobre los labios secos de los Cansados

Ven, del fondo

Del horizonte lívido.

Ven y arráncame

Del suelo de angustia y de inutilidad

Donde presumo.

Arráncame del suelo, margarita olvidada.

Hoja a hoja lee en mí no sé qué sino

Y deshójame a tu gusto.


Ven, Noche silenciosa y estática.

Ven a envolver manto blanco en la noche

Mi corazón

Serenamente como una brisa en la tarde leve.

Tranquilamente como un gesto materno acariciando.

Con las estrellas reluciendo en tus manos

Y la luna máscara misteriosa sobre tu rostro

Todos los sueños suenan de otra forma

Cuando tú vienes

Cuando tú entras bajan todas las voces.

Nadie te ve entrar.

Nadie sabe cuando entraste

Si no de repente, viendo que todo se recoge.

Que todo pierde las aristas y los colores.

Y que en el alto cielo aún claramente azul

Ya creciente nítido o círculo blanco, o simple luz nueva que viene


La luna comienza a ser real.


Mario de Sá Carneiro. (Lisboa, 1890- París, 1916).  

 

EL LORD

El Lord que fui de Escocia en otra vida

Hoy por esta su decadencia arrastra,

Sin brillo ni equipaje.

Mí lord reducido a vivir de imagen

Se para en las vitrinas de joyas opulentas

En un deseo brumoso de duda ilusionada

(Por eso mi rabia contenida)

(Por eso mi eterna impaciencia)


Mira las plazas las rodea

Quién sabe si él anteriormente

Tuvo Plazas como estas y palacios y columnas

Grandes tierras, fincas llenas

Yates mar afuera

Montañas y lagos, florestas y dunas


Por eso la sensación en mí clavada hace tanto

De un gran patrimonio en algún lugar perdido

Por eso mi deseo astral de lujo desmedido

Y el Color en mi Obra, lo que quedó del encanto



Sophia de Mello Breyner Andresen. (Oporto, 1919. Lisboa, 2004).  

 

IGRINA

El grito de la cigarra eleva la tarde a su cima y el perfume del orégano invade la felicidad.

La omnipotencia del sol rige mi vida mientras recomienzo en cada cosa. Por eso traje conmigo el lirio de la pequeña playa. Allí se erguía intacta la columna del primer día y vi el mar reflejado en su primer espejo. Igrina.

Es ese el tiempo al que regreso en el perfume del orégano, en el grito de la cigarra, en la omnipotencia del sol. Mis pasos escuchan el suelo, mientras la alegría del encuentro me desaltera y sacia. Mi reino es mío como un vestido a mi medida. Y sobre la arena sobre la cal y sobre la piedra escribo: en esta mañana yo recomienzo el mundo.

Eugenio de Andrade. (1923-2005).  

 

Es urgente el amor

Es urgente un barco en el mar.


Es urgente destruir ciertas palabras,

odio soledad crueldad,

ciertos lamentos,

muchas espadas.


Es urgente inventar alegría,

multiplicar los besos, los trigales

es urgente descubrir rosas y ríos

y mañanas claras.


Cae en los hombros el silencio y la luz

impura, hasta doler.

Es urgente el amor, es urgente

Permanecer.


Antonio Ramos Rosa. Faro, 1924.  


Porque no supe merecer la gloria,

la más dulce

la de quedarme a tu lado

y que la sangre

la palabra

aboliera la diferencia

entre mi cuerpo y mi voz

porque te perdí

no sé quien soy


Al Berto. (Coimbra 1948, Lisboa, 1997).  

 

PASIÓN



visítame antes de que envejezca

toma estas palabras llenas de miedo y sorpréndeme

con tu rostro de Modigliani suicida


tengo un balcón amplio lleno de malvas

y la marejada de las noches pobladas de peces voladores

ven


a verme antes que la bruma penetre los cimientos

las piedras nacaradas de este volcán la lava del deseo

subiendo a la boca sulfurosa de los espejos

ven


antes que despierte en mí el grito

de alguna tierna Jeanne Hébuterne la pasión

se derrama cuando tu ausencia se aferra a las velas

prontas a vaciarse en oro


te pierdo en el sueño de los paisajes marítimos

estas heridas de barro y cuarzo

los ojos pasmados en la inabarcable agua

ven


con tu sabor de azúcar quemada alrededor de la noche

que sueña cerca del corazón que no sabe como tocarte




Nuno Judice.1949.  


ZOOLOGÍA: EL GATO


Un gato, en casa, solitario, sube

a la ventana para que, de la calle

lo vean.


El sol pega en el vidrio

y calienta al gato que, inmóvil

parece un objeto.


Se queda así para que

Lo envidien indiferente

aunque lo llamen.


Por no sé qué privilegio,

los gatos conocen

la eternidad.


Rosa Alice Branco, 1950.  


El secreto de la materia


Tengo seis años y subo al ático,

por las escaleras que crujen

bajo los pies que vuelan en secreto,

crujen como la puerta al abrirse

hacia la luz filtrada de los temores de la infancia

donde espero un poco

por todo lo que me espera desde la eternidad.

Tengo siete años y la ceniza se confunde con la luz

depositada en el tiempo. Los cofres dan a ver el otro lado

del mundo disperso por el suelo a mi vuelta.

No son objetos sino el propio misterio de la existencia

que va pasando por mis manos

cuando tengo ocho años, cuando tengo ahora

el secreto de una puerta que se abre hacia la casa.

Recorro los caminos de la mesa, de la cama, de la chimenea,

las raíces de la casa son el ático

donde la luz toca en las manos el infinito.

Subo con los ojos espantados

y espero aún la aurora que me aguarda

aproximándose lentamente a su polvo.



Ana Luisa Amaral. Lisboa, 1956.  


¿QUÉ ESCALA DE JACOB?


A mi padre, 23 de diciembre de 2002


La noche en que pisaron la luna por primera vez,

la imagen todavía en blanco y negro,

la escafandra blanca, el reflejo del sol en los cristales opacos,

la escalera que bajó, el polvo ingrávido que levantó la bota,

tan blanco y mágico,

en esa magia de las dos de la mañana, hora local, de aquí,

tú estabas conmigo.


Tomamos sopa a las cuatro de la mañana,

aún veo aquella sala, la mesa allá en el fondo,

el sofá grande, yo de once años sintiéndome adulta,

porque así me hablabas y tratabas.

Pisaron la luna: humana condición

por primera vez.


El día en que el examen de ciencias se hacía más largo,

yo sin saber el grado de las ecuaciones, que incógnitas había

que resolver, era Verano y el sol del lado izquierdo,

a la izquierda de la imagen dividida en tres frente a mí,

porfiando mi ignorancia,

en esa angustia menor de las tres de la tarde,

yo te sabía sentado detrás de mí, en el pupitre de atrás,

esperando, atacado de nervios y ternura.


Aprobé y aún veo tu sonrisa,

el polvo sin gravedad en la mirada, y yo de quince años

sintiéndome adulta, porque así lo aparentaba.

Una galaxia suelta por el cuerpo y el calor del sol

tan transparente.


El día en que mi cuerpo sufrió un dolor nuevo,

casi rasgado por la mitad, la luz del sol entrando

por la ventana antigua, los techos altos, blancos,

batas como escafandras,

en ese día tan largo en el que el sol caminó hasta el fin,

para al fin nacer, estuviste siempre ahí.


Todavía te veo apoyado en el umbral de esa puerta alta,

la voz de las escafandras tratando de sosegarte,

y tú sollozando bajito,

dividido entre el amor y la alegría.


La noche en que la luna te dejó,

en que dejaste de sentir su luz, el más trémulo toque,

todo lo que así nos hace: frágil, inmensa, humana condición,

en la noche de las escafandras y los fantasmas cenicientos,

yo no estaba contigo.


¿A que sabía la sopa que tomamos?

¿Qué escala de Jacob?



José Luis Peixoto. Portugal 1974.  

 


A la hora de poner la mesa, éramos cinco:

mi padre, mi madre, mis hermanas

y yo. después mi hermana mayor se casó

después mi hermana menor se casó

después mi padre murió. hoy

a la hora de poner la mesa, somos cinco,

menos mi hermana mayor que está

en su casa, menos mi hermana menor

que está en su casa, menos mi padre,

menos mi madre viuda, cada uno de ellos

es un lugar vacío en esta mesa en donde

como solo. pero van a estar siempre aquí.

a la hora de poner la mesa, seremos siempre cinco.

mientras uno de nosotros esté vivo, seremos

siempre cinco


Selección y traducción: Nidia Hernández.