Katie Hays

Katie Hays. Nació en Pensilvania en 1980, Estudió Literatura. Obtuvo una maestría en artes literarias en Brown University en 2005. Autora de tres poemarios: Querido Apocalypse publicado en 2009. Dioses nativos del 2012  y Primeras criaturas, en 2017. Los poemas de Katie Hays han aparecido en las principales publicaciones de poesía de Los Estados Unidos. También escribe ficción. Actualmente enseña en el Programa de Escritura Creativa en Bucknell y dirige el Seminario de Bucknell para Poetas de Pregrado.

Migración

He aquí un hecho: los cisnes tundra saben

donde están volando. Míralos allí,

sus cuerpos oscilantes hacia el norte, el guiso

De nube y oscuridad que no desalienta.

Por el camino que van, alas largas como vestidos.

Florecieron en el viento, sus voces así.

cayendo y subiendo, muy lejos, un "quién" estriado

sin preguntar eso: teniendo, en su nombre,

un destino. Donde quiera que vayamos,

no podemos ir ahí. Nuestras salas familiares.

En habitaciones abarrotadas, deseando ser llamados.

Como los pájaros, con ese tipo de claridad, conduciendo.

a la iglesia, el bar, el encogimiento. Esta es la razón por

la que rezamos: no nacimos cisnes tundra.

Míralos, riendo, batiendo sobre nosotros,

esos Ojos ladrones hacia el cielo, vivimos de esta manera,

trazando nuestras guerras, comprando autos, llorando,

algunos días, callados y vigilantes como los sordos.

 

 

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MIGRATION
Here is a fact: the tundra swans know
where they are flying. Look at them there,
their bodies barbing north, the stew
of cloud and dark not deterring
the way they go, long wings like dresses
flowered in wind, their voices like that,
falling and rising, far off, a fluted “who,”
not asking that: having, in their name,
a destination. Wherever we would go,
we cannot go there. Our families lounge
in cluttered rooms, wishing to be called
as birds are, with that kind of clarity, driving
to church, the bar, the shrink. This is why
we pray: we were not born tundra swans.
Look at them, laughing, flapping over us,
those thieves. Eyes skyward, we live this way,
plotting our wars, buying cars, weeping,
some days—hushed and watchful as the deaf.