Nació el 1 de febrero de 1932 en New York, Estados Unidos y vive en Concord, Massachusetts.
Graduado de la Universidad de Harvard, trabajó como reportero en The Washington Daily News y en The New York Herald Tribune. Durante doce años, fue escritor y productor de NBC News, en la sede de la ciudad de Nueva York, enfocándose en programas especiales y series sobre política nacional, la guerra de Vietnam y temas ambientales. Durante más de una década, también se desempeñó como director de información pública en la Universidad de Yale. Antes de jubilarse, Walter D. Littell fue asistente especial del rector en el campus de Boston de la Universidad de Massachusetts.
Walter. D Littell, Tiene dos libros de poesía; Burning Elephant y uno inédito, de su libro; Burning Elephant, ofrecemos el poema que da título al libro; El Elefante en llamas.
Walter. D. Littell
EL ELEFANTE EN LLAMAS
En Octubre de 1863, el Royal Tar, un vapor
de ruedas con 93 pasajeros y tripulación a bordo
y llevando un número de animales de circo, se incendió
hundiéndose cerca de la isla Fox, en la Bahía Penobscot de Maine.
Sesenta hombres, mujeres y niños fueron salvados,
pero todos los animales perecieron,
incluido un elefante.
En llamas, el elefante se convirtió en una roca arrugada, chamuscada,
sobre la que el bálsamo de la marea se deslizaba.
En invierno, el casco carbonizado se cubre de pliegues.
de hielo molido por el viento. Cubierto por la piel de la neblina,
el peligro surge, anclado a la costa.
-se acabó el espectáculo,
y el polvo africano, seco, sedoso, pardo.
El rocío el único polvo, la espuma abajo en los pies muertos, quemados,
el tronco enroscado recogiendo olas de basura.
En el graznido de las gaviotas hay ecos a medias de mujeres, niños,
marineros hundiéndose, los cabellos en llamas, las manos entrelazadas,
mientras los versos Bíblicos, atrapados en el humo, subían con las chispas.
Muchos a bordo se hundieron, se perdieron para pastar en algas cobrizas.
Timonel, tenga cuidado. Raspe el casco del barco en esta roca,
y el impacto revertirá el tiempo a cuando todo comenzó-
en las horas febriles del ecuador,
en mares de hierba ondulante.
Allí se escondieron cazadores, agachados, armas preparadas, cuerdas listas
para atrapar y atar ese futuro ojal a la carta marina.
Traducción: Nidia Hernández & Robin Urquhart
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BURNING ELEPHANT
In October 1863, the Royal Tar, a paddle
wheel steamer with 93 passengers and crew on board,
and carrying a number of circus animals, caught fire
to sink near the Fox Island in Maine’s Penobscot Bay. Sixty
men, women and children were saved, but all the animals
perished, including an elephant.
In burning, the elephant turned to wrinkled, singed
rock, with balm of tide rolling over it.
In winter, the charcoal hulk is covered by folds
of wind-ground ice. Swamped by fog-skin,
the hazard rises locked close to shore—
no show time anymore,
nor African dust, dry, silky, brown.
Spray dust only, and foam at dead low, burnt feet underneath,
trunk coiled around collecting wash of refuse.
In gulls’ screech there are half echoes of women, children,
sailors going under, hair on fire, clasping hands, as
Bible verses, smoke-caught, flew upwards with the sparks.
Many on board sank, lost to graze on cooper-colored seaweed.
Helmsman, take care. Scrape a boat’s hull on this rock,
and the shock will reverse time to when it all began-
in equator’s fevered hours,
in seas of waving spear grass.
There hunters hid, bent low, weapons ready, ropes ready
to trap and bind this future eyelet on a mariner’s chart.