Elizabeth Bishop. Nació en 1911 en Worcester, Massachusetts y creció allí y en Nueva Escocia. Su padre murió antes de que ella cumpliera un año y su madre padecía una grave enfermedad mental; fue internada en una institución cuando Bishop tenía cinco años. Criada primero por sus abuelos maternos en Nueva Escocia, los abuelos paternos ricos de Bishop finalmente la llevaron a vivir a Massachusetts. Publicó su primer libro: Norte y Sur en 1946, luego: Una fría primavera, 1955. Cuestiones de viaje, 1965. Geografía III, 1976. Nuevos Poemas, 1979. Vivió mucho tiempo en Brasil. Fue traductora de Drummond de Andrade, de Vinicius de Moraes y de Octavio Paz. Durante su vida, Bishop fue una figura respetada pero algo oscura en el mundo de la literatura estadounidense. Sin embargo, desde su muerte en 1979, el interés por su obra ha ido crecido y es considerada una de las mejores poetas de EEUU de todos los tiempos. Bishop se educó en la escuela de élite para niñas de Walnut Hills y en el Vassar College. Sus años en Vassar fueron tremendamente importantes para Bishop. Allí conoció a Marianne Moore, una compañera poeta que también se convirtió en una amiga para toda la vida, fundó la efímera pero influyente revista literaria Con Spirito, que fue concebida como una alternativa a la bien establecida Vassar Review. Después de graduarse, Bishop vivió en Nueva York y viajó mucho por Francia, España, Irlanda, Italia y el norte de África. Su poesía está llena de descripciones de sus viajes. En 1938, se mudó a Key West, donde escribió muchos de los poemas que finalmente se recopilaron en su primer volumen North and South (1946). Su segunda colección de poesía, Poems: North & South/A Cold Spring (1955) recibió el premio Pulitzer. En 1944 dejó Cayo Hueso y durante 14 años vivió en Brasil con su amante, la arquitecta Lota de Macedo Soares, en Pétropolis. Después de que Soares se quitara la vida en 1967, Bishop pasó menos tiempo en Brasil que en Nueva York, San Francisco y Massachusetts, donde ocupó un puesto de profesora en Harvard en 1970. Ese mismo año, recibió un Premio Nacional del Libro de Poesía por Los poemas completos. Su reputación aumentó considerablemente en los años previos a su muerte, particularmente después de la publicación de Geografía III en 1976 y de ganar el Premio Internacional de Literatura Neustadt. Bishop era una perfeccionista que no escribía prolíficamente, prefiriendo pasar largos períodos de tiempo puliendo su trabajo. Publicó solo 101 poemas durante su vida. Murió en 1979.
PERRA ROSA El sol resplandece y el cielo es azul, Las sombrillas visten la playa de colores Y tú desnuda cruzas trotando la avenida. ¡Nunca he visto una perra tan desnuda! Desnuda y rosa, sin nada de pelaje La gente sorprendida retrocede y te mira Tienen un miedo mortal a la rabia. No estás loca, tienes un caso de sarna. Pero luces inteligente. ¿Y tus cachorros? (Madre lactante, por tus tetas que cuelgan) ¿En donde los dejaste, pobre perra mientras vas mendigando, viviendo de tu ingenio? ¿No te enteraste? Está en todos los diarios para resolver el problema de los mendigos: los secuestran y tiran a las aguas servidas. Paralíticos, parásitos, idiotas, todos van a parar a las más oscuras aguas residuales. En los barrios donde no hay luz eléctrica. Si le hacen esto a cualquiera que mendiga, drogado o borracho, sobrio, con o sin piernas ¿qué no le harían a los perros enfermos de cuatro patas? En los cafés y en todas las esquinas bromean con que ahora los mendigos que pueden permitírselo usan salvavidas. En tu condición no serías capaz incluso de flotar, y mucho menos nadar estilo perro Ahora mira, lo práctico y sensato es que te cubras con una fantasía. Esta noche simplemente no puedes darte el lujo de ser una monstruosidad. En cambio nadie verá a una perra con máscara en carnaval. llegará el miércoles de ceniza, pero el carnaval ya está aquí ¿Qué samba sabes bailar? ¿De qué te disfrazarás? Dicen que el carnaval se ha ido degenerando: los norteamericanos, o la radio, o algo así lo han arruinando por completo. Estan diciendo. El carnaval siempre es maravilloso!. Una perra depilada no se vería bien. A vestirse! disfrázate y baila en carnaval! Versión: Nidia Hernández *** PINK DOG The sun is blazing and the sky is blue. Umbrellas clothe the beach in every hue. Naked, you trot across the avenue. Oh, never have I seen a dog so bare! Naked and pink, without a single hair... Startled, the passersby draw back and stare. Of course they're mortally afraid of rabies. You are not mad; you have a case of scabies but look intelligent. Where are your babies? (A nursing mother, by those hanging teats.) In what slum have you hidden them, poor bitch, while you go begging, living by your wits? Didn't you know? It's been in all the papers, to solve this problem, how they deal with beggars? They take and throw them in the tidal rivers. Yes, idiots, paralytics, parasites go bobbing int the ebbing sewage, nights out in the suburbs, where there are no lights. If they do this to anyone who begs, drugged, drunk, or sober, with or without legs, what would they do to sick, four-legged dogs? In the cafés and on the sidewalk corners the joke is going round that all the beggars who can afford them now wear life preservers. In your condition you would not be able even to float, much less to dog-paddle. Now look, the practical, the sensible solution is to wear a fantasía. Tonight you simply can't afford to be a- n eyesore... But no one will ever see a dog in máscara this time of year. Ash Wednesday'll come but Carnival is here. What sambas can you dance? What will you wear? They say that Carnival's degenerating — radios, Americans, or something, have ruined it completely. They're just talking. Carnival is always wonderful! A depilated dog would not look well. Dress up! Dress up and dance at Carnival! *** PAISAJE MARINO Este paisaje celestial, con garzas blancas que ascienden como ángeles volando tan alto como quieren y hacia ambos lados tan lejos como quieren en hileras y más hileras de inmaculados reflejos; esta región entera, desde la más alta de las garzas hasta la ingrávida isla de mangles, aquí abajo, con sus brillantes hojas verdes nítidamente orladas de excrementos de pájaros, como estampa iluminada sobre plata, y los arcos tan sugestivamente góticos de las raíces del manglar y los hermosos prados verde habichuela donde a veces un pez salta como una flor silvestre *** EL ARMADILLO A. R. Lowel Esta es la época del año en la que casi cada noche aparecen, ilegales, los frágiles globos de fuego. Ascienden a la cima de la montaña, elevándose hacia algún santo aún venerado en estas tierras, y sus cámaras de papel enrojecen, se llenan de una luz que va y viene, como corazones. Una vez en lo alto, contra el cielo, es difícil distinguirlos de las estrellas —es decir, los planetas, los coloreados: Venus que declina, o Marte o aquel otro, verde pálido. Una ráfaga, y se inflaman, titubean, vacilan, se agitan; pero quieto el aire, navegan seguros y atraviesan la armazón de cometa de la Cruz del Sur, retroceden y menguan y nos dejan —firmes ellos y solemnes— en el mayor desamparo; o impelidos desde un pico por corrientes descendentes, se convierten en súbito peligro. Anoche cayó otro de los grandes. Reventó como un huevo de fuego contra el acantilado a espaldas de la casa. Chorrearon llamas. Vimos volar al par de búhos que allí anidan, alto, más alto, en torbellino blanquinegro con una mancha rosa vivo por debajo, hasta que, se perdieron de vista chillando. Tal vez ardiera el viejo nido de los buhos. Aprisa, solitario, abandonó el lugar un armadillo centelleante, cabizbajo, colibajo, veteado de rosa, y un conejillo salió entonces, oh sorpresa, de orejas cortas, y tan suave: un puñado de cenizas intangibles, fijos y encendidos los ojos. Oh remedo más que hermoso; como un sueño. Oh juego que cae y grito penetrante y pánico, y un débil puño acorazado que ignorante se cierra contra el cielo. bishop Traducción: Eli Tolaretxipi. *********** THE ARMADILLO This is the time of year when almost every night the frail, illegal fire balloons appear. Climbing the mountain height, rising toward a saint still honored in these parts, the paper chambers flush and fill with light that comes and goes, like hearts. Once up against the sky it's hard to tell them from the stars— planets, that is—the tinted ones: Venus going down, or Mars, or the pale green one. With a wind, they flare and falter, wobble and toss; but if it's still they steer between the kite sticks of the Southern Cross, receding, dwindling, solemnly and steadily forsaking us, or, in the downdraft from a peak, suddenly turning dangerous. Last night another big one fell. It splattered like an egg of fire against the cliff behind the house. The flame ran down. We saw the pair of owls who nest there flying up and up, their whirling black-and-white stained bright pink underneath, until they shrieked up out of sight. The ancient owls' nest must have burned. Hastily, all alone, a glistening armadillo left the scene, rose-flecked, head down, tail down, and then a baby rabbit jumped out, short-eared, to our surprise. So soft!—a handful of intangible ash with fixed, ignited eyes. Too pretty, dreamlike mimicry! O falling fire and piercing cry and panic, and a weak mailed fist clenched ignorant against the sky!